SUPERPODERES A TROCHE Y MOCHE
—Ahora, no nos precipitemos —dijo Mik con uno de los deseos del tamaño de un platillo sobre la mano—. ¿Qué es exactamente un samurái? ¿Crees que deberíamos saberlo antes de desearlo?
—Buena idea —Zuzana tenía en la palma un deseo similar. En comparación, la palma quedaba empequeñecida y el deseo pesaba más de lo que parecía—. Podríamos convertirnos en dos japoneses —entrecerró los ojos—. ¿Seguirías queriéndome si fuera un japonés?
—Por supuesto —respondió Mik al instante—. Sin embargo, por fantástica que suene la palabra samurái, creo que no es exactamente lo que estamos buscando. Nosotros lo que queremos es ser capaces de patear culos, ¿no?
—Bueno, está claro que no deberíamos expresarlo de esa manera. Probablemente acabaríamos con una increíble habilidad para dar patadas a la gente en el culo. No les des la espalda —canturreó—. Nunca fallan.
El enunciado era importante cuando se trataba de formular un deseo. Aunque Karou no se lo hubiera advertido, los cuentos de hadas lo hacían en numerosas ocasiones. Zuzana había pedido deseos con scuppies, pero jamás había tenido un verdadero deseo en la mano, y su peso la intimidó. ¿Y si metía la pata? Aquello era un gavriel. Una metedura de pata podía ser fatal.
Un momento. Marcha atrás. Aquello era un gavriel.
De los que había cuatro en el estuche del violín de Mik.
El estuche estaba ahora a los pies de Zuzana. Aún estaba sorprendida de lo que Mik había hecho: afanarle la reserva oculta de deseos a la malvada Esther en sus propias narices. La dulce abuelita. ¿Se habría dado cuenta ya? ¿Cómo de histérica estaría? ¿La venganza contaba si no veías la angustia del enemigo?
En cualquier caso, contaba definitivamente como una de las tareas de Mik, aunque no se ponían de acuerdo respecto al orden. Zuzana decía que era la tercera y última, porque ella seguía contando que hubiera arreglado el aire acondicionado en Ouarzazate. Él decía que aquello no contaba —ni por asomo, porque había sido por interés propio, para poder abalanzarse sobre ella— y que aún le quedaba por hacer una tarea. Zuzana solo pudo insistir hasta un poco antes de que empezara a parecer que le estaba suplicando que le propusiera matrimonio ya, así que le dio la razón a Mik. Además, en aquel momento tenían las manos algo llenas: el cielo seguía ominosamente vacío y su teléfono igualmente silencioso. No sabían lo que podían o deberían intentar. ¿Bastaría con pedir capacidad de volar y habilidades de lucha? ¿Qué podían pedir que Akiva, Virko y Karou no supieran hacer? Zuzana supuso que no se podía desear experiencia en la batalla y dotes de estratega, ¿no? Y tenían que pensar también en Eliza. Incluso si se hartaban de deseos, regalándose superpoderes a troche y moche y saliendo disparados a salvar la situación, no podían dejarla allí sentada sin más, ¿verdad?
Oye, espera.
Zuzana miró a Eliza y luego a Mik. Levantó una ceja. Mik miró también a Eliza.
—Pues claro —dijo, instantáneamente.
Y así, rápidamente, sintiendo la presión del tiempo y la necesidad, formularon la mejor petición que se les ocurrió para sanar a una joven cuyo mal era un misterio para ellos. Tras un respetuoso silencio, Zuzana lanzó el deseo al gavriel que tenía en la mano. Fue casi como si estuviera hablando con Brimstone.
—Deseo que Eliza Jones, nacida Elazael, reciba poder absoluto sobre su mente y su cuerpo y se ponga bien —algo la empujó a añadir al final—: Y que sea su mejor yo posible —porque en aquel momento parecía el más auténtico de todos los deseos (no un yo ficticio que surgiera de anhelos, sino una profundización en el yo, una maduración).
Cuando un deseo excede el poder del medallón al que se formula, no sucede nada. Si, por ejemplo, se tuviera un scuppy en la mano y se deseara un millón de dólares, el scuppy se quedaría allí. Mik y Zuzana ignoraban si lo que estaban pidiendo superaba el ámbito de poder de un gavriel. Así que observaron a Eliza de cerca a la espera de una pequeña señal que demostrara que estaba surtiendo efecto.
No hubo ninguna pequeña señal.
Es decir… la señal no fue pequeña.
Ni siquiera un poco.