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Creacionismo absurdo

Una de las frases más desafortunadas con que cuenta la sabiduría popular es: «La excepción confirma la regla».

Si la analizamos cuidadosamente, vemos que es uno de los sinsentidos más grandes que se pueden verbalizar. ¿Alguien conoce un solo ejemplo de regla que haya sido confirmada, o que se vea como más plausible, gracias a una excepción? Y no me refiero a complicadas leyes físicas; lo mismo se aplica a cualquiera de las generalizaciones cotidianas que solemos escuchar a menudo.

¿Por qué digo esto? Porque en la ciencia ocurre justamente lo contrario: una única excepción puede ser suficiente para derrocar una regla entera. Hice esta reflexión mientras visitaba las entrañas del Museo de Historia Natural de Washington D.C. acompañado del paleontólogo Hans Sues, quien me mostró algunos de los más de 40 millones de fósiles que tienen en su colección, la mayor del mundo. ¿Y sabéis qué? Ni uno solo contradice la teoría de la evolución ¡Ni uno!

Imaginaos por un momento que alguien descubre un fósil que desmiente la secuencia de cambios, adaptaciones y aparición de nuevas especies acorde con el proceso evolutivo descrito por los científicos. ¿Qué pasaría entonces? ¡Sería la noticia del siglo! Sin embargo, eso nunca ha ocurrido. ¡Nunca!

Si en el fondo, los creacionistas lo tienen fácil para desbancar a la teoría de la evolución. Con una sola prueba basta. Pero como no la tienen, utilizan una estrategia diferente: ampararse en los detalles no resueltos del evolucionismo y negar que haya pruebas concluyentes para respaldarlo.

Uno de sus argumentos favoritos es la ausencia de fósiles que muestren la transición entre las especies. Un creacionista millonario turco llegó a ofrecer un premio absurdo a quien presentara un fósil intermedio que demostrara la teoría de la evolución Cuando se lo expliqué a Hans Sues, cuyo campo de investigación es precisamente la aparición de nuevas especies, se echó a reír y respondió: «¡Hay miles de ellos! En los últimos veinte años hemos acumulado evidencias de infinidad de transiciones. Un ejemplo precioso, y que se puede ver aquí en el museo, es la reconstrucción de los diferentes estadios intermedios entre unos mamíferos terrestres llamados ungulados (el hipopótamo es uno de ellos), que empezaron a adentrarse en el mar y evolucionaron poco a poco hasta las ballenas que ahora conocemos. También tenemos fósiles que muestran la aparición de los primeros pájaros, la salida de los peces del agua para colonizar la Tierra, e incluso tenemos pistas para ir siguiendo la formación progresiva de estructuras anatómicas complejas como un ojo. ¡Es obvio que el registro fósil es incompleto y tiene muchísimos huecos! Pero es radicalmente falso que no hayamos rellenado ya muchos de ellos».

El fósil más representativo de la transición de los mamíferos terrestres a las ballenas actuales que mencionaba Hans es el Ambulocetus, descubierto en 1992 en Pakistán, y correspondiente a un cuadrúpedo que vivió hace 50 millones de años, con una cabeza muy similar a la de las ballenas, pero cuyas palmas de manos y pies ya estaban adaptadas para nadar dentro del agua.

Antes de eso, algún animal tuvo que prepararse para salir del agua y colonizar la Tierra. El tiktaalik, descubierto en el Ártico en 2004, tenía branquias y escamas como cualquier otro pez, pero también algunas características de los futuros animales terrestres: un cuello flexible, costillas y pulmones primitivos; sus aletas se habían convertido en extremidades con articulaciones, y tenía una especie de dedos que le permitía soportar su peso y caminar fuera del agua. Vivió hace 375 millones de años, y antecedió a los primeros anfibios que se adentraron en el mundo terrestre.

Hablando de cambio de medio, ¿cuándo se empezó a volar? El Archaeopteryx encontrado sólo dos años después de la publicación de El origen de las especien de Darwin vivió hace 150 millones de años y parecía ser un dinosaurio con cola, pelvis, articulaciones y brazos alados muy parecidos a los pájaros actuales. Durante mucho tiempo fue utilizado como prueba de la transición de las especies y para defender la teoría de la evolución, pero también era rebatido constantemente porque no resultaba tan concluyente. Sin embargo, en los últimos veinte años se han encontrado varios fósiles que demuestran claramente que los pájaros descienden directamente de los dinosaurios.

Después de los pájaros llegaron los mamíferos. Hay muchísimos ejemplos de especies con características mixtas de reptiles y mamíferos, pero quizá la más citada por los científicos sea el Thrinaxodon, que hace 245 millones de años todavía mantenía escamas y las hembras ponían huevos, pero al mismo tiempo ya poseía los bigotes exclusivos de los mamíferos, sangre caliente, y se cree que pelo corporal.

También hay infinidad de ejemplos dentro de los grandes grupos de animales. El Eohippus o Hyracotherium es un claro eslabón entre algo parecido a un zorro y los caballos actuales, y el fósil de Amphistium descubierto en 2008 corresponde a un pez plano cuyos ojos están a medio camino entre la posición actual (ambos arriba de la cabeza) y la de los peces planos más primitivos (uno a cada lado). Este aparente desplazamiento repentino de los ojos era uno de los argumentos a los que recurrían los creacionistas para criticar la evolución, pero ya se han quedado sin él.

En lo que respecta a la especie humana, nuestra aparición es tan reciente que tenemos infinidad de ejemplos de los pasos que siguieron unos primates hasta convertirse en Homo sapiens. Para algunos paleontólogos, el ejemplar de Homo ergaster descubierto en 1984 en Kenia y conocido como niño de Turkana es quizá el fósil más intermedio en la evolución de la especie humana, ya que las especies de homínidos más antiguas se podrían considerar primates que caminaban erguidos, y las posteriores son ya claramente muy próximas a nuestros ancestros directos.

Podría dar infinidad de ejemplos. Sin embargo, todos serían rebatibles si un creacionista se empeñara en encontrarles pegas. Volvemos a lo de antes: ya sé que la ciencia no funciona de esta manera, pero ¿y si se pidiera a algún antievolucionista que mostrara uno solo de los centenares de millones de fósiles hallados que refute a Darwin?

Parece absurdo tener que defender la evolución Nunca me había preocupado el tema hasta que llegué a Estados Unidos, donde según algunas encuestas publicadas en Nature en 2007 la mitad de la población adulta no acepta la teoría de Darwin Y es que en ese país los fundamentalistas religiosos han estado presionando activamente durante gran parte del siglo XX.

Su principal objetivo es disfrazar de científicas sus creencias para poder introducirlas en los programas auriculares de las escuelas públicas (las privadas que quieren ya lo hacen). Lo intentaron primero con el «creacionismo científico», eliminando todas las citas directas a Dios de su obra de referencia en la versión para las escuelas. Fracasaron. En la década de 1980 un juez dictaminó que resultaba obvio que el mensaje no era científico, sino religioso. Luego se inventaron el diseño inteligente, parecido al creacionismo científico pero evitando cualquier dato que pudiera recordar al Génesis bíblico. Tampoco coló. En la ciudad de Dover (Pensilvania) varios padres de alumnos denunciaron al consejo escolar porque había incluido enseñanzas de diseño inteligente. En 2005 el juez volvió a dar la razón a la biología: el diseño inteligente no era parte de la ciencia, sino ideología religiosa.

Es un tema candente en Estados Unidos y que aparece en las conversaciones a la menor oportunidad. Y a pesar de lo fácil que pueda parecer defender la evolución frente a la opinión pública, no lo es tanto. Un creacionista entrenado puede ganar el debate a un inocente científico cuyas inofensivas armas sólo sean los argumentos y la objetividad científicos.

De hecho, quizá sea mejor que los biólogos se centren en explicar bien los fundamentos de la evolución a los políticos, los educadores, las universidades, los periodistas, pero no caigan en la trampa de los creacionistas y eviten discutir con ellos, sobre todo en los medios de comunicación Hay varios motivos para ello.

Uno es que a veces los científicos pecan de ingenuos: creen que la razón es lo que se impone en un debate. Pero es falso. En los debates públicos la capacidad de oratoria es mucho más importante que las argumentaciones científicas. Y en eso los creacionistas están muy bien entrenados.

Otro motivo es que aceptar un debate puede dar la impresión de que existe cierta controversia entre los científicos. No es cierto. Evidentemente, quedan aspectos todavía no resueltos en la teoría de la evolución, pero para la comunidad científica su planteamiento general está totalmente aceptado.

Otro problema del que no se libra ningún blog, espacio televisivo, o debate es el siguiente: en cinco minutos o cinco frases un creacionista es capaz de generar una cantidad de desinformación que ningún científico podrá rebatir en una hora. Sin embargo, en cualquier espacio de debate dispondrán de las mismas condiciones.

Además, si se acepta la confrontación, indirectamente se les da publicidad y se ayuda a transmitir su mensaje. Para ellos, el debate siempre termina en victoria, y con nuevos adeptos.

Se trata de no darles cancha. A veces es mejor no citar nombres, ni asociaciones, ni museos, ni flagelos. Ni siquiera vale la pena entrar en su juego intentando rebatir sus argumentos. Puede parecer una actitud arrogante, de presunción de certeza por parte de la ciencia. No lo consideréis así. Ya he dicho varias veces que la verdad tiene fecha de caducidad, y que la ciencia debe ser más humilde. No puede demostrar que algo sea cierto, sino sólo que sea falso. Pero tampoco es cuestión de ser tan inocentes y permitir que retrocedamos culturalmente sin oponer resistencia.