Observad detenidamente estas dos imágenes. ¿Veis alguna figura oculta en ellas? En la de la derecha seguro que sí, pero ¿y en la izquierda? Buscad unos segundos.
Otra pregunta: ¿qué tal estáis hoy?, ¿tranquilos?, ¿todo controlado? ¿O tenéis esa sensación de que algo se os escapa? Quizá no lográis sacaros el trabajo de encima, o estáis preocupados por el comportamiento desconcertante de vuestro hijo, o andáis metidos en algún lío ajeno a vuestra responsabilida d, u os notáis decaídos o enfermizos y no sabéis por qué. ¿Hay algo que os desasosiega sin que podáis hacer nada al respecto?
No pretendo despistaros. En la foto de la izquierda no hay ninguna imagen escondida, pero según un estudio realizado en la Universidad de Texas[9], si estás viviendo una situación angustiosa que se escapa a tu control tienes más posibilidades de encontrar patrones ocultos en ella.
Los investigadores comprobaron que cuando la incertidumbre y la falta de control nos inquieta, inconscientemente buscamos restablecer cierto orden a nuestro alrededor y estamos más predispuestos a relacionar hechos inconexos, imaginar conspiraciones en nuestro entorno laboral, encontrar siluetas en imágenes borrosas, o dejarnos llevar por rituales y supersticiones.
Que las necesidades influyen en nuestra percepción es obvio y estaba demostrado empíricamente desde hace tiempo: los niños de clases pobres sobreestiman el tamaño de las monedas comparados con los adinerados, y si estás hambriento verás más fácilmente comida en fotografías ambiguas. También se sabía que las conductas supersticiosas y engaños de la percepción aumentan en un entorno concreto cuando desearías tener más dominio sobre él: los paracaidistas distinguen más formas en las nubes antes del salto que cuando miran al cielo desde tierra firme, los estudiantes de primer año de un MBA idean más teorías conspirativas que los de segundo año, las tribus indígenas que pescan en condiciones más peligrosas siguen más rituales, y está bien documentado que en tiempos de crisis económicas las supersticiones aumentan y los inversores suelen ver más patrones en los gráficos de evolución de la bolsa.
Sin embargo, la investigación de Jennifer Whitson y Adam Galinsky ha demostrado que esta «búsqueda de una relación coherente y con significado entre una serie de estímulos azarosos e inconexos para restablecer la sensación de control» va más allá de los hechos claramente relacionados entre sí. Así pues, nuestra tendencia a percibir mecanismos misteriosos actuando en secreto aumenta de manera general.
En un primer experimento, los científicos tomaron un grupo de voluntarios e indujeron una situación de incertidumbre y pérdida de control a la mitad de ellos. Luego mostraron a todos 24 imágenes como las anteriores. En 12 de ellas no había ninguna figura camuflada, pero los individuos con un control mermado distinguieron más formas ocultas que el resto de los participantes.
En otro experimento, a la mitad les hicieron rememorar experiencias personales en las que hubieran sufrido un descontrol absoluto (un accidente causado por otros, o la enfermedad de un familiar), y a la otra mitad situaciones relajadas en las que todo estaba bajo control. A continuación les presentaron escenarios con eventos aparentemente independientes (como tocar madera antes de que se aprobara una decisión durante una reunión). El primer grupo tuvo mayor tendencia a asociar ambos hechos, indicando que sólo el revivir experiencias de falta de control ya inducía a una conducta supersticiosa. Creer que unos calcetines determinados te procuran buena suerte es una superstición inofensiva, pero esta asociación de hechos inconexos también desemboca en el incremento de los temores en entornos inocuos, o la aparición de siniestras teorías conspirativas, como por ejemplo imaginar artimañas ocultas entre compañeros de trabajo que desembocaron en la promoción o exclusión de uno de ellos.
Los investigadores hicieron cuatro experimentos más, confirmando que sentir pérdida de control induce a la búsqueda de explicaciones y a la percepción de patrones imaginarios con los que reducir nuestra sensación de incertidumbre y poder volver a un estado predecible sobre el que tengamos cierto dominio.
«Superstición» es una palabra con claras connotaciones negativas; algo a desterrar y ser sustituido por explicaciones más racionales a los hechos. Si resulta tan difícil conseguirlo es porque en el fondo tiene un interesante valor adaptativo. Durante una situación de falta de control la toma de decisiones no es óptima, pero si logramos reducir la ansiedad imaginando vínculos inexistentes en nuestro entorno, quizá entonces ganemos confianza y podamos actuar de manera más cabal Por lo tanto, si habéis observado una imagen en la fotografía de la izquierda, podéis continuar realizando vuestro ritual favorito para tranquilizaros, pero al mismo tiempo sed conscientes de que la elucubración sobre el complot que está tramando ese colega del que no os fiáis tiene bastantes posibilidades de ser un mecanismo de defensa imaginario, un efecto secundario de algo que os preocupa y quizá ni siquiera guarde relación directa con ello.
O si empezáis a percibir detalles desconcertantes en vuestras parejas que antes os pasaban desapercibidos, bien puede ser que meses atrás anduvierais cegados a las evidencias, pero también que vuestro estado de inquietud os haga inventar paranoicas conspiraciones o supuestos cambios de personalidad donde no los hay. Calmaos antes de tomar una decisión, no sea que os precipitéis.