PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN (Guadix, Granada, 1833 - Valdemoro, Madrid, 1891). De nombre completo Pedro Antonio Joaquín Melitón de Alarcón y Ariza, sus padres pertenecían a una modesta familia con ascendencia hidalga. Tras estudiar en Guadix, Alarcón se trasladó a Granada para iniciar Derecho, carrera que abandonó para regresar a su localidad natal y principiar estudios de Teología.
Conoció a Don Isidro Cepero y comenzó a escribir en su adolescencia. En el año 1853 dejó Guadix y los cursos seminaristas para trasladarse a Cádiz, en donde fundó El eco de occidente junto a Torcuato Tárrago. Con posterioridad formó parte de un grupo de intelectuales granadinos denominado La cuerda granadina.
En el año 1854 llegó a Madrid y fundó el periódico satírico El látigo. Escribió El hijo pródigo (1857), un drama de éxito popular que no consiguió ninguna significación entre la crítica.
Luchó en la Guerra de África, experiencia recogida en Diario de un testigo de la Guerra de África (1859). Otros viajes, esta vez por Italia, son recogidos en De Madrid a Nápoles (1861), y las impresiones de su tierra andaluza retratadas en La Alpujarra (1873).
En su período político en la Unión Liberal ocupó diferentes cargos, entre ellos diputado, senador, ministro plenipotenciario en Suecia y Noruega o consejero de Estado en tiempos de Alfonso XII.
En cuanto a su vida sentimental, en el año 1865 se casó en Granada con Paulina Contreras y Reyes.
Por su mérito literario fue nombrado miembro de la Real Academia de la Lengua. En su obra, tanto narrativa como poética, se halla reflejada su ideología política, moral y religiosa, importantes aspectos de su vida personal. Nunca fue reconocido como un gran poeta, pero merece ser mencionado, aunque sólo sea para rellenar el notable vacío que la poesía ofrece en este período de la literatura, que corresponde a la segunda mitad del siglo, conocido por el nombre de Realismo. Un poema bien logrado, El suspiro del moro, es sin embargo, de corte romántico, y recuerda las leyendas de Zorrilla, y los romances del Duque de Rivas y otros poetas de esa época.
Su obra, con un estilo sencillo y diáfano, vívido en su narrativa, posee tanto rasgos del romanticismo como del realismo. Sus novelas más importantes son El final de Norma (1855), El sombrero de tres picos (1874), El escándalo (1875), El niño de la bola (1880) o La pródiga (1882). También es destacable su faceta de cuentista con relatos como El clavo.