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Zona de aterrizaje Esmeralda

Valle del río Shenandoah

Maldonado

Condominio Draconis

24 de mayo de 3058

La Nave de Descenso de los Jaguares de Humo abrió sus puertas de despliegue de los ’Mechs mientras sobrevolaba la zona de aterrizaje en la ribera sudoriental del río Shenandoah. El tremendo eco metálico de las puertas quedó ahogado por el rugido de los motores de fusión. La noche se iluminó con las brillantes llamas de los impulsores que quemaron la hierba de Maldonado, cuando los BattleMechs saltaron la escasa distancia que los separaba del suelo y empezaron a alejarse con una precisión militar casi increíble.

Trent volvió la mirada hacia la Nave de Descenso, que daba más potencia a sus motores y se elevaba, dejando atrás las tres Estrellas de su Trinaría. Los ’Mechs iban a ocupar sus posiciones en la súbita y envolvente oscuridad de la noche de Maldonado. En algún lugar de las colinas que estaban en el otro margen del río, podía verse la misma escena con los otros dos comandos de la misión. Las Naves de Descenso continuarían su marcha veinte kilómetros al sur, hacia el punto de encuentro fijado con las tropas cuando terminase la incursión. Sus sensores de largo alcance marcaban en silencio sus señales por la zona de aterrizaje, confirmando que todos los miembros de su unidad estaban presentes, intactos y en estado operativo.

Lo que no estaba en orden eran los datos del terreno que suministraban los sensores de su pantalla secundaria. No eran los que esperaba en absoluto. El río Shenandoah, que debía de estar más lejos, no lo estaba. Las colinas del este se elevaban de forma gradual en la zona baja, pero después se alzaban bruscamente y formaban una cordillera de riscos serrados: un terreno infranqueable. Pero era el río lo que más le preocupaba. Todo era un error, un inmenso error. Las exploraciones de la superficie que obtenía planteaban dos opciones: o los sensores funcionaban mal, o el Shenandoah era mucho más caudaloso de lo que creía.

Activó el canal de mando.

—Capitán estelar Russou —llamó a través del micrófono del neurocasco—. Confirma las lecturas que recibo del río, por favor.

—Lo estoy haciendo… —contestó Russou. Unos instantes después, Trent lo oyó exclamar—: ¡Stravag! ¡Es imposible!

—En efecto —dijo Trent, meneando la cabeza y cerrando los ojos—. Es lo que yo he pensado. —Conmutó al canal utilizado por los jefes de Binarias y Trinarías—. Capitán estelar Nevversan, aquí el capitán estelar Trent.

—Adelante, Trent.

—Parece que el río se ha desbordado. Los datos indican que tiene casi un kilómetro de ancho.

—Confirmado. No podemos cruzar aquí. Deben mantener el objetivo de la misión.

La premisa principal del ataque era que las tres unidades combinarían sus esfuerzos y confluirían en la base del Duodécimo de Regulares de Dieron. Ir solos ponía a la unidad de Trent en peligro de quedar en una inferioridad numérica de cuatro o cinco a uno. Serían destruidos poco a poco.

—Repite la orden, capitán estelar.

—Ya tenéis vuestras órdenes, Trinaría Beta —replicó Nevversan.

—Oleg, ¿cómo puedo cumplir las órdenes, si tu Supernova Atacante es incapaz de darnos el fuego de apoyo necesario para realizar el ataque con éxito? Enviar mi Trinaría sola es un suicidio.

Neg, Trent. Encontraremos otro lugar donde vadear el río y unirnos a vosotros. Las órdenes del coronel estelar son claras y me propongo cumplirlas lo mejor que pueda. Empezaremos el despliegue en una hora, y vosotros comenzaréis el avance al mismo tiempo. Cuando os enfrentéis a esos surats del Condominio, ya habremos encontrado un lugar adecuado para cruzar a la otra orilla.

Trent miró el mapa táctico en el monitor secundario. La orden de Nevversan significa mi muerte y él lo sabe. O es un incompetente, o lo hace por orden del coronel estelar Paul Moon. Trent entendió entonces que Moon había sabido desde un principio que el río era mucho más ancho que lo indicado en el informe que había dado a Trent. Que Moon se rebajara a utilizar engaños y mentiras para matar a guerreros honorables sólo confirmó a Trent la necesidad de seguir el camino que Judith y él habían elegido. Era la única manera de preservar el honor que le quedase como guerrero de los Jaguares de Humo.

—A la orden, capitán estelar —dijo. No le quedaba más opción que obedecer.

* * *

Judith arrojó la pequeña bolsa de herramientas sobre el asiento delantero del vehículo de reparaciones y se dispuso a subir en él. El pequeño vehículo de orugas no tenía blindaje, pero iba equipado con un motor veloz y potente, cables de arrastre, torno y un equipo para cortar metales. Se utilizaba para desplazarse con rapidez en el campo de batalla para realizar reparaciones de emergencia en los ’Mechs caídos.

El coche estaba listo para la marcha, aunque todavía no debía entrar en acción. Judith se ajustó las gafas para asegurarse de que le encajaban bien. Aunque el parabrisas polarizado de la carlinga de un BattleMech filtraba la brillante luz del sol de Maldonado, mirarlo directamente podía causar ceguera a una persona. Debería estar expuesta a su luz durante varios días más antes de que sus ojos se adaptaran lo suficiente para tolerar la luz solar de aquel planeta.

Apoyó el pie en el estribo y estaba a punto de subir al vehículo, cuando oyó una voz que la dejó helada.

—Judith, ¿qué estás haciendo? Nadie ha ordenado que salgan los vehículos de recuperación.

Se volvió y vio al maestro técnico Phillip en la que ella sabía que iba a ser la última vez. Phillip había sido destinado a esta operación, ya que incluía a casi todo el Tercer Núcleo estelar. De hecho, el propio Paul Moon debería haber estado allí de no haber sido por su osado envite, en el que se eliminó a sí mismo. Judith metió la mano en el interior del vehículo, como si buscara un asidero para mantener el equilibrio. En realidad, su mano se cerró alrededor de una pistola láser que tenía sobre el asiento.

—Sólo estaba preparando este vehículo para su salida, maestro Phillip —contestó.

—Yo no he dado esa orden —dijo Phillip, acercándose a ella, que seguía en el umbral de la puerta del vehículo de reparaciones.

—En efecto —repuso ella, lanzando una rápida mirada a su alrededor para confirmar que estaban solos.

Sacó la pistola láser y apuntó a Phillip directamente entre los ojos.

—No creo que vaya a dar más órdenes en el futuro —añadió Judith.

Phillip se quedó boquiabierto al ver el arma. Dio un paso atrás y se detuvo, aparentemente paralizado por el miedo.

—Es…, es ilegal que un miembro de una casta inferior posea un arma —farfulló con incredulidad.

Neg, imbécil. Soy guerrera. Intentaste arrancarme eso, pero no pudiste. Y pronto recuperaré mi honor.

Disparó la pistola. Una brillante luz de color rubí quemó la nariz, el cráneo y el cerebro de Phillip. Una voluta de humo quedó flotando en el aire mientras su cuerpo se desplomaba.

Judith arrastró el cadáver a la parte trasera del vehículo de reparaciones. Si se lo llevaba consigo, nadie lo encontraría y no se harían preguntas inoportunas. Por ahora, sólo faltaban dos techs: un número que no merecía mencionarse al capitán estelar Nevversan. Es hora de volver a casa…

* * *

Cuando los primeros rayos del alba alcanzaron la zona más profunda del valle, fundiendo la escarcha de los árboles y la hierba, los primeros elementos del Duodécimo de Regulares de Dieron empezaron su ataque a la Estrella Atacante Beta. Desde unos quinientos metros de distancia, Trent vio las llamas y los fragmentos de blindaje destrozados cuando una andanada de misiles impactaron en el Cauldron-Born de Alexandra, quien se esforzó por mantener el ’Mech erguido bajo las sacudidas.

Un Bombardier, dedujo Trent a partir de una exploración de largo alcance del recodo del río y las colinas que se alzaban frente a su unidad. Y siete más: dos lanzas completas. El ’Mech que había disparado los misiles y varios de los otros habían aparecido en el límite de su radio de alcance, justo sobre la estribación, y bajaban con rapidez a un lugar donde las fuerzas de Trent no podrían devolverles sus disparos.

El avance a lo largo del río había sido lento y metódico en comparación con lo habitual entre los Jaguares de Humo, pero Trent juzgaba necesaria tal cautela a pesar de que Oleg Nevversan no dejaba de apremiarlo.

—Comandante estelar Russou, conduce la Estrella Charlie a lo largo de la ribera del río y proporciona fuego de supresión. Comandante estelar Alexandra, sube con la Atacante Beta a la estribación y dispara hacia abajo.

Por lo que veía Trent en la pantalla táctica, si todo proseguía con normalidad, los BattleMechs de los Regulares de Dieron quedarían entre dos fuegos. Si todo proseguía con normalidad…

La Atacante Beta subió por la vertiente de la colina que ponía a cubierto a los BattleMechs del Condominio. Cuando llegaron a la cima, Trent vio una serie de rayos láser, explosiones y llamas y los rayos azules de partículas. La mayor parte de la andanada dio en los OmniMechs de la Atacante Beta como un tornado. Fragmentos de blindaje llovieron sobre la Estrella de Ataque Alfa de Trent, y dañaron al Mad Dog de Teej y al Shadow Cat de Dex. Los misiles volaron segundos después y estallaron en la Atacante Beta como si fuesen un muro de fuego y explosiones. El Cauldron-Born de Alexandra tembló como un poseso al borde del precipicio, y el Hankyu pilotado por el MechWarrior Kutt giró sobre su pata derecha y cayó hacia atrás sobre la Estrella de Trent.

Al borde de la estribación, en el lugar donde ésta descendía al oeste hacia el lecho del río, Trent vio que la Estrella Charlie se detenía y devolvía el fuego. El Mad Dog del comandante estelar Russou disparó sus misiles de largo alcance, que estallaron detrás de la línea de los riscos, donde Trent no podía ver la destrucción que estaban causando. De súbito, su monitor secundario empezó a mostrar más BattleMechs del Condominio en los sensores. Los datos procedían de las pantallas tácticas de las Estrellas Charlie y Beta. No eran sólo dos lanzas, sino que de pronto eran ya tres, una compañía entera de doce BattleMechs, la que se enfrentaba a su Trinaría. Las lecturas de los extremos de sus sensores de largo alcance le indicaban que podía haber más Mechs ocultos más allá del radio de los sensores.

Envió una breve señal digital al capitán estelar Nevversan: era el código acordado para comunicarle que su unidad se estaba enfrentando al enemigo. Luego dio más potencia al reactor de fusión que estaba en las entrañas del Cauldron-Born y avanzó.

—Estrella Charlie, informa —dijo.

—Confirmados doce, neg, digamos que once ’Mechs —contestó Russou mientras una explosión iluminaba el área situada al otro lado de la estribación. Por unos instantes, pudieron verse a contraluz las siluetas de la unidad de Alexandra.

—Copiado —repuso Trent, y acto seguido abrió un canal con su propia Estrella—. Ataque Alfa, avanzad y poneos en formación junto con Atacante Beta. Todas las unidades al combate.

Avanzó sin miedo, pero no podía evitar preguntarse si iba a sobrevivir a la lucha. Sería una ironía morir aquí y ahora, tan cerca de la huida. Neg. Hoy no moriré. Hoy me convertiré en el Jaguar de Humo, que siempre quise ser.

Trent llegó a la cresta del promontorio justo cuando la unidad de Alexandra comenzaba a bajar por la otra vertiente. Desde aquella atalaya, pudo ver por primera vez con sus propios ojos la fuerza a la que se enfrentaba su Trinaría.

A sus pies distinguió los restos calcinados de un Panther de color verde del Condominio, que al parecer había subido corriendo la colina directamente hacia la Estrella Atacante Beta. Los demás ’Mechs del Condominio estaban situados de forma cuidadosa en las faldas de la estribación. Las dos mayores amenazas eran un Daikyu y su modelo hermano Naginata, con su inquietante aspecto de mantis religiosa, que estaban disparando contra la Atacante Beta y contra la unidad de Trent al tiempo que se alejaban de la cima. A la izquierda de Trent, el Summoner de Rupert recibía la mayor parte de los disparos del mortífero CPP y del cañón automático del Daikyu. Alrededor del Summoner, que se tambaleaba por los impactos, restallaron arcos de energía eléctrica azulada, residuos del disparo del CPP.

Rupert se esforzaba por mantener el equilibrio, pero unos rayos de láser medio de un Venom SDR-9K perforaron una vez más el torso del Summoner y penetraron en las cavidades abiertas por la primera ráfaga. Ésta vez, el blindaje ferrofibroso no frenó los disparos, sino que éstos incidieron directamente en el corazón del OmniMech de los Jaguares y afectaron al escudo protector del motor y al giróscopo que mantenía la estabilidad de la máquina. El Summoner se tambaleó como un borracho hacia el río. Mientras tanto, Trent apuntó al Venom con su rifle Gauss y su cañón automático LB5-X.

El proyectil del rifle Gauss, impulsado por una pulsación magnética, voló a velocidad supersónica hacia el Venom cuando éste intentaba retirarse. Se disponía a encender sus propulsores de salto, cuando la bala impactó en la pata del ’Mech, que había sido pintado de verde y marrón. El impacto fue terrible: destrozó la articulación de la rodilla y la dobló hacia atrás, mientras el cañón automático abría una serie de orificios en su torso. El MechWarrior no pudo hacer nada por evitarlo. El ’Mech sufrió una serie de violentas sacudidas y finalmente cayó. El muñón en que se había convertido la pata desprendía líquido refrigerante y una blanca nube de humo. Cayó al mismo tiempo que el ’Mech de Ruppert.

A la derecha de Trent, el Shadow Cat de Dex se detuvo tras recorrer unos veinte metros de la ladera y apuntó con sus dos láseres pesados a un Wolf Trap que se retiraba. Caminando hacia atrás con destreza, el MechWarrior del Condominio lanzó una mortífera andanada de fuego de misiles y del cañón automático que se combinó con los MLA lanzados por el Naginata. Un total de cincuenta y cinco misiles cayeron sobre el Shadow Cat de Dex; sólo cuatro de ellos fallaron y fueron a dar a la hierba. Los otros causaron unos daños terribles tanto en la carlinga como en el pecho del ’Mech, y el estallido de la cabeza explosiva arrojó metralla del blindaje contra el cristal de la carlinga del Cauldron-Born de Trent.

El impacto en el ligero Shadow Cat fue devastador. Columnas de humo gris y negro brotaron de los profundos agujeros abiertos en su torso, mientras Dex pugnaba por mantenerlo erguido. Trent giró su láser medio de largo alcance y disparó los misiles MCA contra un Hitman HM-1 que había salido de la refriega con la Estrella Charlie que se libraba al norte, en la parte más baja de la estribación y no muy lejos del río. Los misiles siguieron al Hitman y le perforaron el blindaje debajo de la axila, mientras el láser sólo le causaba daños leves en el brazo derecho.

Trent observó al Shadow Cat, que recibía ahora el fuego del CPP del Daikyu justo debajo de los orificios que habían aparecido antes. Era obvio que la lucha de Dex por mantener su ’Mech erguido y operativo estaba a punto de terminar, porque el ’Mech empezó a inclinarse peligrosamente a un lado. Dex saltó con el sistema de eyección y se elevó en una nube de humo, alejándose del ’Mech, hasta que se desplegó su paracaídas.

Trent miró hacia las faldas de las colinas, donde comenzaba el valle, y comprendió que nadie le estaba disparando; ni siquiera le apuntaban. Era como si no estuviese allí, como si fuera totalmente invisible para sus enemigos y aliados. No me disparan. El mensaje de Judith debe de haber llegado a su destino. Éste pensamiento le dio nuevos ánimos por unos momentos. En vez de disparar, empezó a buscar la ocasión de atravesar el frente del Condominio. Tal vez podría echar a correr hacia su base

Entonces, un fuerte estruendo resonó detrás de él, en la estribación. Una mirada a su pantalla le mostró un gigantesco objeto volador, una Nave de Descenso, que se acercaba a toda velocidad por la retaguardia. Giró el torso del Cauldron-Born y vio que la nave se cernía sobre él con las puertas de los hangares de descenso abiertas. Por lo que pudo distinguir de la insignia bajo la débil luz del alba, era una Broadsword de los Jaguares de Humo. ¿De dónde ha venido? Entonces, una voz procedente de la nave resonó en un canal de banda ancha para que todos los miembros de su Trinaria pudieran oírlo:

—Capitán estelar Trent, aquí el coronel estelar Paul Moon. Está acusado de traición contra su casta y su clan. ¡Ríndase o será destruido!