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Nave de Descenso Dhava Punto de salto nadir

Pivot Prime, nebulosa de Caliban

Ruta del Exodo

24 de enero de 3056

Trent puso el pequeño paquete de comida sobre la mesa de su habitación, y éste se elevó un poco sobre la superficie a causa de la baja gravedad. Comía solo, como solía hacer en la Nave de Descenso. Ello no se debía a que no le importasen los otros guerreros. Al contrario, su compañía le resultaba placentera en las escasas ocasiones en que se unía a ellos en el comedor. Como él, eran todos biennacidos con muchos intereses, puntos de vista y gustos comunes, entre otras cosas.

A pesar de ello, sabía que también eran muy distintos de él. Y era eso lo que lo impulsaba a estar solo. Se sentía apartado, tanto aquí entre unos guerreros que lo respetaban, como en Hyner entre quienes lo despreciaban. Mientras que él había optado por cuidar de sí mismo, ellos estaban dispuestos a someterse a sus órdenes y dirigirse obedientes a sus destinos de solahma sin preguntar la razón. Su docilidad frustraba a Trent, lo que hacía que las cosas fuesen aún más difíciles para él porque no podía expresar sus pensamientos ni sus emociones a nadie. A nadie, claro, salvo a Judith.

Despertó de sus reflexiones cuando oyó que llamaban con fuerza a la puerta.

—¡Adelante! —dijo.

Se sorprendió al ver al comandante estelar Alien flotando en el pasillo. Tras él atisbo un mono de color gris claro, lo que le indicó que Judith acompañaba al corpulento Elemental. Cada vez que veía al comandante estelar Alien, su corazón aceleraba un poco el ritmo. ¿Sabe, o acaso sospecha, lo que le sucedió al tech Miles? ¿Sospecha que Judith o yo tuvimos algo que ver con su muerte?

—Espero no molestar —dijo Alien, atravesando el umbral con una elegancia que parecía impropia de su gigantesca estatura. Judith lo siguió y cerró la puerta—. Pero hoy es un día especial. Hemos llegado a Pivot Prime, y hay tradiciones que se deben compartir.

—¿Pivot? —inquirió Trent, arqueando su única ceja natural—. No le entiendo.

El hombrón descendió sobre la silla que estaba enfrente de Trent y puso una bolsa de tela sobre la mesa. Judith entró en la habitación pero se mantuvo apartada, reconociendo su posición de inferioridad ante los dos guerreros.

—Éste lugar, el planeta que está debajo de nosotros, se llama Pivot —explicó Alien—. Nos encontramos en los límites de la nebulosa de Caliban. Éste fue el primer lugar desde el cual el gran general Kerensky y la Flota del Éxodo pudieron ver los Mundos del Pentágono, que todo el mundo sabe que fueron los primeros planetas natales de nuestros antepasados. Es un punto importante, un lugar de gran significado histórico.

—Sigo sin entenderle —confesó Trent con expresión perpleja.

Alien se rio por lo bajo.

—No me sorprende. Los navales y tripulantes que viajamos por estas rutas valoramos este lugar como los antiguos cuando cruzaban el ecuador de la Tierra o doblaban el Cabo de Hornos. Para nosotros, es un punto de referencia en la Ruta del Éxodo, y lo celebramos como es debido.

Se arremangó la manga de su uniforme gris y mostró una pequeña serie de marcas. Eran estrellas, las Estrellas de Cameron de la antigua Liga Estelar, tatuadas en fila sobre el bíceps. Eran pequeñas pero de un brillante color amarillo casi dorado.

—Cada una de estas marcas señala mi paso por Pivot. Conmemoramos el paso con estos símbolos de lo que nos llevó a emprender la invasión de la Esfera Interior: la restauración de la Liga Estelar.

Alien sacó de la bolsa un pequeño aparato negro, de unos cuatro centímetros por dos.

—Esto es un tatuador láser —continuó—. Lo he programado para grabar el símbolo de paso, la Estrella de Cameron. Deseo compartir este rito con ustedes dos.

—¿Con los dos? —se asombró Judith.

Alien asintió con gesto rápido pero firme.

Af, tech Judith. Tu amo y tú me habéis contado muchas historias hermosas de batallas. Pertenecemos a castas distintas, pero los techs de nuestra nave tienen un ritual semejante, por lo que quizá no me equivoco mucho al haber decidido compartirlo con ustedes. He leído los informes oficiales de Tukayyid, pero sus relatos han logrado que me sintiera como si hubiese estado allí.

Trent podía imaginar que los relatos podían saciar en cierto modo el hambre de combate de alguien que había sido criado y entrenado como guerrero. El servicio en una nave ofrecía muy pocas posibilidades de luchar en una auténtica batalla salvo en Juicios de Posesión, una práctica poco común para una valiosa Nave de Salto. Se levantó la manga derecha, dejando al descubierto la piel artificial del brazo, aunque conservaba un pequeño fragmento de piel natural junto al hombro.

—Es un honor para mí —dijo. Judith también dejó al descubierto un brazo.

Alien oprimió el brazo de Trent con el aparato. Se oyó un chasquido y un leve zumbido. Cuando el hombrón apartó el marcador, Trent vio en su piel una Estrella de Cameron dorada del tamaño de una uña grabada de forma permanente con luz láser. Alien se volvió e hizo lo mismo con Judith.

—¿Hay algún otro elemento en este ritual? —preguntó Trent.

Af —repuso Alien, metiendo la mano en la bolsa y sacando una botella con extrañas marcas—. Esto es una be-bida alcohólica. Se llama whisky. La tradición nos invita a compartir un trago del mismo vaso, la señal de la fraternidad.

Trent no bebía alcohol. Adormecía los sentidos, algo que ningún guerrero podía permitirse. Pero se trataba de un rito, aunque no fuese una ceremonia oficial de los Clanes. Negarse habría sido un insulto. Se volvió hacia su mesita de noche y sacó de un cajón un vasito plegable que entregó a Alien.

Éste miró el vaso durante unos instantes, como si su mente se hubiera distraído súbitamente.

—Ha habido una muerte en la Nave de Salto y la estoy investigando —comentó.

—¿Una muerte? —inquirió Trent.

Alien abrió la boca para seguir hablando, pero fue interrumpido por una sirena que sonó en el pasillo y a través del altavoz que estaba en el techo, encima de la cama de Trent. Una luz roja brilló en el camarote y el ambiente festivo se desvaneció. Alien se incorporó, se llevó su comunicador de muñeca a los labios y abrió un canal directo con el puente de mando de la nave. Habló en voz baja pero firme y escuchó atentamente las respuestas a través del diminuto altavoz del comunicador. Luego se volvió hacia Trent con expresión muy seria.

—Debemos irnos, capitán estelar. Hay una emergencia.

—¿Qué clase de emergencia?

—Se ha detectado una Nave de Salto en este punto de salto. Pertenece al Cuerpo de Exploradores.

* * *

Desde el inicio del viaje, Trent había estado varias veces en el Centro de Información de Combate de la Almirante Andrews, también conocido como CIC. Era un centro de mando perfecto en caso de crisis. Desde aquel lugar podían coordinarse todas las operaciones en la Nave de Salto y en las de Descenso. A Trent también le impresionó la rapidez con que se había convocado a los capitanes de la Andrews, al igual que a los de las Naves de Descenso acopladas.

El capitán estelar Jonas de la Almirante Andrews era un hombre flaco y alto que, a juzgar por su aspecto, también había pasado su mejor edad pero había logrado evitar un destino de solahma. Subió al proyector holográfico situado en el centro del CIC y paseó la mirada por todas las caras que lo rodeaban.

—La situación es la siguiente: al parecer, una Nave de Salto de clase Scout del Cuerpo de Exploradores de ComStar llegó varias horas antes que nosotros. Nuestros sensores sólo la detectaron cuando hicimos sonar la alarma. En aquellos momentos, la otra nave estaba desplegando su vela solar y no intentó huir. Lo más probable es que todavía no haya completado la carga para poder saltar.

—¿Alguna Nave de Descenso? —preguntó el capitán estelar Walter Stiles, comandante de la Nave de Descenso Dhava.

—Hemos detectado una que volaba rápidamente hacia Pivot Prime —dijo, mencionando el nombre del único planeta del sistema—. La clase de la nave es Union. Pivot es un planeta habitable con una sola guarnición de los Clanes para defender el repetidor de GHP. Según nuestros cálculos, la nave lleva una ventaja de cuatro horas.

—¿Cuál es la fuerza de la guarnición de Pivot? —inquirió Trent.

—En la actualidad, una Estrella —respondió Joñas, acariciándose la perilla—. Dos Puntos de BattleMechs y tres de Elementales.

—Y una nave de clase Union puede transportar un número de ’Mechs superior a dos Estrellas y media —añadió Trent.

—Las órdenes operativas de todas las unidades que viajan por la Ruta del Éxodo son muy concretas sobre encuentros con naves de la Esfera Interior —dijo Jonas—. Debemos usar todas las fuerzas necesarias para capturarlos o destruirlos. No se les debe permitir la huida por ningún motivo.

Trent lo entendía. Si la Esfera Interior consiguiera información acerca de un asentamiento de los Clanes en Pivot, les faltaría menos para averiguar el emplazamiento de los planetas natales. Podría haber recurrido a Judith para que le explicase lo que sabía sobre el Cuerpo de Exploradores gracias a su época en ComStar. Por supuesto, era imposible: ningún tech estaba autorizado a participar en un consejo de guerreros.

—Entonces, debemos enfrentarnos a dos amenazas —concluyó—. Una es la Nave de Salto, y la otra es esa fuerza que se dirige al planeta.

Af —asintió Joñas con voz firme—. Si capturan el generador de hiperpulsación, no conseguirán todas las coordenadas de la Ruta del Exodo, pero tendrán datos suficientes para trazar el mapa de varios sistemas estelares de la ruta.

—No podemos permitir que tal cosa suceda —afirmó el comandante estelar Alien.

—En efecto —dijo el capitán Jonas—. Debemos soltar las naves Mohawk y Stealthy Catcon una escolta de cazas. Ellos podrán interceptar e inutilizar la Nave de Salto dentro de una hora. Las fuerzas de navales deberían bastar para controlar la Nave de Salto o asegurarnos de que no efectúa ningún salto.

El capitán estelar Walter Stiles fue el siguiente en intervenir:

—Supongo que eso me deja la tarea de ir con la Dhava en pos de la fuerza expedicionaria al planeta. —Miró a Trent y añadió—: Tal vez sea la ocasión de que nuestras fuerzas solahma se muestren dignas del Jaguar de Humo por última vez.

—No fallarán —aseguró Trent—. Pero no podemos menospreciar las fuerzas enemigas. Tengo seis BattleMechs operativos y los guerreros que los conducirán. Permítame utilizar también una Estrella de navales como apoyo en combate a corta distancia.

Stiles asintió y se volvió al comandante estelar Alien con una sonrisa de oreja a oreja.

—Bien envidado y hecho. Empiecen las operaciones de lanzamiento dentro de quince minutos. Enviaremos todos los datos tácticos a la guarnición de Pivot Prime con un mensaje de alta prioridad. Que la voluntad de los Kerensky los guíe.

* * *

Judith volvió a comprobar el sello de la escotilla de la carlinga del Marauder II mientras Trent entraba en ella.

—¿Seguro que esto es lo que desea hacer?

Como respuesta, Trent hizo una ligera mueca.

—El Cuerpo de Exploradores busca lo mismo que nosotros: la Ruta del Éxodo —añadió ella—. Va a matar a los que esperamos ayudar algún día.

Af —contestó Trent—. Cumpliré con mi deber lo mejor que sé, Judith. Cualquier otra conducta podría hacernos aparecer como algo más que un guerrero de los Clanes y su tech.

—Entiendo —dijo ella, inclinando la cabeza—. Pero debe ir con cuidado. La munición es mínima, sólo la mitad del depósito para cada ’Mech. Éstas máquinas son isorla, destinadas a su análisis e investigación por los científicos y no para usarlas en una batalla. Funcionan, pero algunas pueden presentar problemas que no hemos descubierto en las pruebas y diagnósticos que hemos realizado.

—Como sucede con todas las personas y cosas, Judith —repuso Trent, poniéndose el neurocasco—. Cumpliremos con nuestra obligación.