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Centro de Mando Planetario de los Jaguares de Humo

Warrenton, Hyner

Zona de ocupación de los Jaguares de Humo

11 de abril de 3055

Trent, atónito, se quedó mirando al coronel estelar Paul Moon.

—¿Puede repetir esa orden, coronel estelar? —preguntó.

Con una levísima mueca de desprecio, Moon repitió sus palabras:

—Lo he designado guardia de honor de la entrega del legado genético de Jez Howell.

Le alargó el pequeño cilindro metálico de color plateado que contenía la muestra de genes de Jez. Estaba cerrado y sellado con varios mecanismos incorporados y llevaba la marca de la casta científica. En la gruesa tapa del aparato estaba impreso un chip con la memoria del brazalete del códex de Jez. Cuando el legado genético de Jez llegara a Huntress, pasaría a formar parte del depósito genético sagrado de otros honorables guerreros, a partir del cual la casta de científicos generaba constantemente nuevas y mejores generaciones de guerreros de los Jaguares de Humo.

—Escoltará el legado genético hasta nuestros planetas natales —continuó Moon—. Una nave ya está esperando en órbita.

Trent tensó los músculos del rostro, lo que hizo el efecto de retorcerlo ligeramente a causa de las cicatrices.

—Coronel estelar, ¿qué hay del Nombre de Sangre Howell vacante?

—El Juicio del Derecho de Sangre está programado para dentro de tres semanas. Entonces ya estará usted fuera del sistema… De cualquier modo, ningún miembro de su Casa estaría dispuesto a apadrinarlo.

—¿Y la oportunidad de ganar el puesto de Jez? ¿También lo voy a perder? —preguntó Trent con el tono de voz bajo y casi amenazador que a veces utilizaban los guerreros Jaguares.

—Ya sabe que el viaje de regreso a los planetas natales es largo. No puedo mantener vacante ese puesto. Sin embargo, por el momento la Trinaría Beta estará fuera de servicio hasta que reciba las piezas y el personal de reemplazo adecuados. Si decido reactivar la unidad, es posible que ordene la celebración del Juicio de Posición correspondiente para cubrir la vacante.

—Cuando yo me haya ido, ¿quiaf?

—Afirmativo —se limitó a decir Moon.

—Debo protestar por esta acción —replicó Trent.

—Tomo nota.

Neg, eso no es suficiente. Lo desafío a un Juicio de Agravio, coronel estelar. —Trent pronunció estas palabras como si fueran una bofetada.

Paul Moon, plantado ante Trent, parecía divertirse con la situación.

—Rechazo su petición, capitán estelar.

—¿Teme que lo derrote? —le espetó Trent.

—Negativo, aunque lo aplaudo por su buen intento de provocar mi cólera. No, la rechazo porque es mi derecho. Además, su negativa a servir como guardia de honor de Jez es un insulto a sus compañeros. Que yo sepa, nadie ha rechazado nunca semejante destino. Como guerreros preparados genéticamente, tenemos obligaciones que van más allá de los límites del combate y la posición. Todos debemos preocuparnos por mantener las líneas genéticas para las generaciones futuras.

Neg, coronel estelar —dijo Trent—. Esto no tiene nada que ver con el honor o el deber. Lo hace porque me odia. Éste destino es una manera de apartarme de su presencia. Sabe que tengo treinta y tres años. Cuando llegue a los planetas natales tendré treinta y cuatro, una edad a la que se considera que un guerrero ha dejado atrás su mejor momento. Sabe que jamás me enviarán de regreso.

»Entretanto, me arrebata mi última oportunidad de competir por un Nombre de Sangre o de conducir a otros biennacidos al combate. Neg, coronel estelar Moon, exijo este juicio de Agravio porque ha traicionado el modo de vida de nuestro pueblo. Está jugando a la política como un mercader, en vez de comportarse como un guerrero.

—¡Ya basta! —rugió Moon—. Me atribuye demasiadas cosas, Trent. Dice que he preparado su alejamiento de la Esfera Interior como si fuese algo que yo hubiera planeado, algo que he planificado y manipulado con todo cuidado. Soy un guerrero. Como tal, me limito a cumplir con mi deber. No tengo tiempo para todas esas conspiraciones y maquinaciones. Usted era compañero de sibko de Jez, fueron criados en el mismo sibko y lucharon juntos en muchas batallas, incluida la de Tukayyid. También estaba con ella cuando murió. Mi decisión no refleja la antipatía que siento hacia usted, sino sólo mi deseo de honrarlo como el mejor individuo para realizar esta tarea.

—¿Niega que me envía allí porque sabe que mis posibilidades de volver son casi nulas? —inquirió. La implícita acusación quedó en el aire. Mentiroso, pensó Trent.

—Piense lo que quiera, Trent. Ya he dicho todo lo que tenía que decir.

Moon recogió una hoja impresa de su escritorio, le echó una ojeada y la puso sobre el escritorio frente a Trent.

—En este viaje lo acompañarán varios guerreros. La mayoría han sido declarados solahma, aunque uno es también dezgra. Deberán presentarse en nuestra guarnición de Huntress. Usted será el oficial que tendrá el mando, por lo que estas tropas estarán bajo sus órdenes mientras dure esta misión. —Hizo un gesto a Trent para que recogiera la hoja con las nuevas órdenes—. También podrá ver una lista completa del cargamento de su Nave de Descenso.

—Unos guerreros viejos y caídos en desgracia, y una nave ya cargada para mi partida —dijo Trent, recogiendo la hoja y mirándola con desdén.

—Es una coincidencia, se lo aseguro —contestó el coronel estelar Moon—. Desde Tukayyid, muchos de mis compañeros oficiales han estado buscando la oportunidad de purgar a los Jaguares de la carga que supuso nuestra derrota. Estoy seguro de que encontrará muchos puntos en común con los miembros de su nueva unidad.

Trent entornó su ojo sano en un gesto de fría indignación.

—Si comparto tantas cosas con ellos —manifestó lentamente—, estoy seguro de que se cuentan entre los mejores guerreros que han defendido la gloria del clan de los Jaguares de Humo.

Paul Moon rio por lo bajo.

—Tal vez consiga encontrar la oportunidad de luchar y morir en combate, capitán estelar. Las naves del Cuerpo de Exploradores se han vuelto muy agresivas en sus esfuerzos por descubrir la Ruta del Éxodo. ¿Quién sabe? Tal vez se encuentre con una.

—En cualquier caso, usted gana —repuso Trent—. Las posibilidades de un encuentro en la Ruta del Éxodo son escasas. Si muero, estará satisfecho porque mi carencia de un Nombre de Sangre hará que mis genes nunca pasen a formar parte del depósito genético sagrado. Si vivo, se asegurará de que nunca regrese a la Esfera Interior.

—Una vez más, Trent, me atribuye demasiados méritos. Ésa conjura existe sólo en su imaginación.

—Usted me ha condenado —dijo Trent, cruzándose de brazos con gesto desafiante y mirando a los ojos a su superior.

Neg, Trent —replicó el coronel estelar Moon—. Usted se ha condenado a sí mismo.

* * *

Trent se hallaba a la entrada del cuartel mientras Judith terminaba de hacer el equipaje. Llevaba colgada al hombro la bolsa de objetos personales en la que guardaba todas sus posesiones materiales. Toda la vida de un guerrero metida en una pequeña bolsa.

Tras meter el último objeto en su propio macuto, Judith levantó la mirada y dijo:

—He visto que nos llevamos varios BattleMechs.

Isorla, piezas capturadas. Representan la nueva tecnología que la Esfera Interior está intentando utilizar contra nosotros. Sin duda, la casta de científicos de Huntress quiere examinarlos.

Judith volvió a la tarea de atar la bolsa mientras hablaba.

—Hasta ahora, nuestro plan va bien. Ésta vez ha sido usted más astuto que Paul Moon. Al inducirlo a que lo nombrase guardia de honor de la muestra genética de Jez, ha conseguido la oportunidad que necesitábamos de intentar trazar la ruta hasta los planetas natales.

Trent meneó suavemente la cabeza.

—Jamás me imaginé que mi vida como guerrero me conduciría por la senda del engaño. Si nos ayuda a conseguir lo que necesitamos, supongo que algún día encontraré la forma de vivir con esta carga. Entretanto, ¿has descubierto algo?

Judith sostuvo en la mano un pequeño dispositivo negro del tamaño de una cartera, parecido a un teclado, que sólo tenía una superficie de control visible.

—Es un escáner de neutrinos básico —explicó—. Los utilizamos para supervisar manualmente las lecturas de los reactores de los ’Mechs para asegurarnos de que no liberan demasiados neutrinos.

—Pero ¿cómo puede ayudarnos a descubrir la Ruta del Exodo?

—Cuando una Nave de Salto llega a un nuevo sistema estelar, su núcleo emite un PEM, un pulso electromágnetico.

—Eso ya lo sé —dijo Trent, aún confuso—. Si otra nave se encuentra en el mismo punto de salto, puede leer el PEM de la nave que llega y determinar su configuración.

Af, pero lo que la mayoría de la gente no sabe es que la unidad también emite un pulso de neutrinos. Éstos salen cerca del casco externo de la nave y recorren menos de cien metros antes de disiparse. A esa distancia es imposible distinguirlos de los neutrinos de bajo nivel que emite constantemente el motor de fusión de la nave.

—Eso quiere decir que no se pueden utilizar como medio de medir el rumbo de otra nave. El pulso se disipa enseguida y, además, habría que estar encima de la nave para poder medir los neutrinos emitidos en el salto. Es obvio que ninguna Nave de Salto llega a estar nunca tan cerca de otra.

—Correcto —dijo Judith—. Desde un punto de vista militar, el pulso de neutrinos no tiene ningún valor real. Se puede detectar la presencia de la nave, pero no la distancia que ha recorrido. Sin embargo, puede servir a nuestro propósito. Teniendo este dispositivo montado en el casco de la Nave de Salto o en una escotilla próxima al casco externo, el escáner medirá y registrará el nivel de neutrinos liberados por el pulso. Hay una correlación directa entre el nivel de neutrinos y la distancia del salto hiperespacial. Con estas lecturas, es posible determinar con exactitud la distancia que ha viajado la Nave de Salto entre las estrellas.

—Lo que también podría ayudarnos a calcular casi con exactitud a dónde hemos saltado —concluyó Trent.

Los saltos tenían que hacerse desde los puntos de salto. Por lo general, éstos se encontraban en el punto cénit o nadir del pozo de gravedad de la estrella. También había puntos piratas, emplazamientos donde la gravedad era un factor nulo en un sistema estelar, pero era más arriesgado utilizarlos. A pesar de que había millares de estrellas entre la Esfera Interior y los planetas natales de los Clanes, conocer la distancia exacta de un salto reducía notoriamente el número de sistemas estelares posibles.

—Afirmativo, señor —dijo Judith—. Y, si a esto le añadimos un simple análisis espectral, que puedo realizar cuando lleguemos a un sistema estelar, no sólo podemos determinar las estrellas con exactitud, sino la ruta que utiliza el clan para viajar entre ellas.

Trent miró el dispositivo y se lo devolvió a Judith.

—Será difícil poner esto en la escotilla de una Nave de Salto. Durante esos viajes, los pasajeros suelen estar confinados en el interior de las Naves de Descenso.

Mientras que las Naves de Salto podían viajar entre las estrellas, las Naves de Descenso acopladas a ellas eran los vehículos espaciales que transportaban a las personas y las mercancías. Las Naves de Descenso podían viajar hasta un planeta del sistema y volver, pero la única manera de poder viajar entre las estrellas era ocupando una plaza en el casco de una Nave de Salto.

—Como guerrero, es posible que usted tenga más libertad de movimientos, a pesar de las normas. Es probable que sea el único capaz de encontrar la manera de poner el escáner en el lugar adecuado.

—No estoy tan seguro —opinó Trent—. Como técnico, tú podrías encontrar un pretexto mejor de subir a bordo de la Nave de Salto.

Af, pero soy especialista en BattleMechs. Sólo un maestro técnico tiene habilidades más generales. Mi presencia allí durante un salto despertaría sospechas. Sigo pensando que usted tendría más ocasiones de moverse con libertad.

—¿Será tan sencillo?

—Es una debilidad del clan. Los Jaguares sólo se preocupan de protegerse de amenazas exteriores. Nadie espera que un guerrero amenace su seguridad desde el interior. La única medida de seguridad vagamente relacionada es la prueba de la identidad genética de todos los pasajeros antes del despegue, para asegurarse de que ningún espía se ha infiltrado en el pasaje.

Trent asintió. De súbito, una profunda tristeza se había apoderado de él.

—Como tú bien dices, es una debilidad del clan…

—Ningún Jaguar de Humo pensaría en la posibilidad de que uno de los suyos pudiese revelar información.

—Nuestro código del honor lo impide —repuso Trent, y se libró de aquella pesadumbre. Había tomado su decisión y no era el momento de cambiar de idea.

Judith esbozó una sonrisa y dijo:

—Es el mismo código que nuestros superiores han estado violando constantemente.

—No tienes por qué preocuparte, Judith. Mi camino está tan establecido como la Ruta del Éxodo que conduce a los planetas natales. Es demasiado tarde para rectificar.