III

En principio, la boda tenía que ser tranquila y sin formalidades, pero con el paso del tiempo resultó que, por razones diversas, esto era imposible.

Así que era necesario alguien con talento para organizar.

Yennefer, por supuesto, se negó, no estaba bien encargarse de organizar la propia boda. Geralt y Ciri, por no mencionar a Jaskier, carecían de talento alguno para ello. Así que le confiaron el asunto a Nenneke, la sacerdotisa de la diosa Melitele de Ellander. Nenneke llegó de inmediato y, junto con ella, dos sacerdotisas más jóvenes, Iola y Eurneid. Y comenzaron los problemas.