Capítulo X
Pentáculo
Espíritu:
El Quinto Elemento

Como ya he mencionado anteriormente, el Espíritu es el quinto elemento. Mientras que el Aire, el Fuego, el Agua y la Tierra son los elementos mundanos, el Espíritu representa lo intangible y lo etéreo. Es, como podrás imaginar, el más abstracto tanto dentro como fuera de nosotros.

En el mundo que nos rodea, el Espíritu es la chispa de la vida, la diferencia entre lo que está vivo y lo que no. Los animales y las plantas tienen el suyo propio; y la tierra e incluso las piedras y los minerales, pues también ellos crecen y tienen una vida particular. En nosotros es aquello que nos hace únicos, que nos pertenece a cada uno. Pues no somos sólo la totalidad de cuanto nos ha acontecido, sino que tenemos una esencia propia, aunque ésta se haya visto influida por los acontecimientos que han sacudido nuestras vidas. Pero lo más importante es que el Espíritu es la Divinidad, sea cual sea tu manera de interpretarla. En algunos credos la encarna una deidad única o un dios; en otros puede tratarse de una serie de dioses y/o diosas, aunque también existen entidades sin género. Y aún unos terceros pinan que la Divinidad o el Espíritu no son un ser o varios, sino una fuerza o energía que está presente en todas las cosas. Resulta igual de difícil precisar qué pensamos al respecto los que practicamos la brujería. La mayoría de las brujas creen que la Divinidad es, a la vez, uno y muchos. Entiendo que te puede parecer contradictorio, pero míralo desde este punto de vista: para tus padres, tú eres su hijo o hija; para tu pareja eres una esposa, esposo, novia o novio. Si además eres madre o padre, tus descendientes te verán con otra personalidad. Si estudias, existe el «tú» que conocen tus profesores, y si trabajas, tus compañeros te verán como un empleado o un jefe, un superior o un subordinado. Y, sin embargo, tú solo eres «uno». Te pongo otro ejemplo: una bola de cristal de espejos refleja diferentes imágenes de un mismo objeto. Para las brujas, la Divinidad es un conjunto único, y sin embargo cada una de las diosas y de los dioses es distinto porque posee una personalidad, una presencia y una existencia que es singular y completa a su manera. Otras tantas piensan que la Divinidad no tiene ni género ni forma. Esto explica por qué nadie sabrá decirte quién es, por lo menos de una manera categórica, y cómo encontrarla o adorarla. Por eso es fundamental que tengas tus propias ideas. Ésta es otra de las grandes libertades de la brujería y, al mismo tiempo, una de las tareas más complicadas. No tenemos sacerdotes que interpreten o intercedan por nosotros ante nuestros dioses; nadie nos dirá a quién, cómo y cuándo debemos adorarles, ni tampoco que nos explique si hacemos «bien» o «mal». No contamos con la sencillez y simplicidad de una estructura divina preconcebida. En la brujería somos nosotros los sacerdotes o sacerdotisas. Por eso denominan al nuestro «un credo de personas con ideas propias».

En la brujería, el concepto de la Divinidad se complica más aún debido a que a las diosas y a los dioses se les conoce por muchos nombres, en lugares y tiempos distintos. Antaño los seres humanos vivían diseminados en sus tribus y bautizaron e inventaron historias diferentes para sus deidades. Sus diosas y dioses predilectos eran, además, bastante desiguales; así, las personas que habitaban tierra adentro tenían menos relación con los dioses de los mares que las que lo hacían en la costa. Interpretaban estos poderes supremos con las palabras y costumbres de sus vidas, y transmitían estos conocimientos a sus descendientes de forma oral. Cuando los individuos empezaron a emigrar y a desperdigarse, se llevaron consigo su cultura religiosa y se encontraron con la misma u otras similares en las lo que variaba eran los nombres. A veces, las nuevas deidades se añadían a las creencias populares o los recién llegados seguían siendo devotos de los suyos, pero volviendo a bautizar a sus deidades con los nombres de los dioses de los lugares en los que se encontraban. En ocasiones eran los invasores los que traían consigo sus creencias e intentaban imponérselas a los oriundos. Como consecuencia de todo ello, algunos dioses y diosas surgieron y otros cambiaron. De igual modo, sus nombres, tanto ortográfica como fonéticamente, se han alterado. Las historias también se han transformado o combinado, aunque, en general, todas parten de una misma idea. Esto dio lugar al nacimiento de credos mezclados y a que muchos otros desaparecieran. Así que hoy tenemos muchísimas deidades, pese a que veamos que los temas se repiten hasta la saciedad en las historias y las leyendas. Y es de esta cultura variopinta de la que las brujas «extraen» a sus fuerzas omnipotentes, ¡aunque en realidad son los dioses los que escogen a placer!

Pero antes de que llegues a la etapa de empezar a trabajar con las deidades, es fundamental que entiendas que significa el espíritu, y para conseguirlo tendrás que conocerte y aceptarte al máximo. Porque si no sabes quién eres y te admites tal cual, ¿cómo podrás entender lo que es el gran Espíritu? En la brujería no pensamos que sólo unos poco pueden tratar con los dioses, sino que, a través de la concentración y de la perseverancia, todos podemos conseguirlo. Es posible que te parezca que algunos de los siguientes ejercicios no están relacionados con conocer a las deidades, pero son los que otras brujas y yo hemos probado y nos consta que funcionan.

A simple vista, el conocerte puede resultarte obvio, no obstante, todos somos un compuesto de nuestro auténtico «yo», la educación que hemos recibido y las experiencias que vivimos, cómo nos mostramos ante la gente y lo que ésta espera de nosotros. Para conocernos bien tenemos que ser capaces de identificar estos detalles por separado de forma que los entendamos y sepamos qué lugar ocupan en nuestro interior.

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PRÁCTICA 1

Divide un folio en dos columnas. La primera titúlala «Cosas que me gustan de mí» y la segunda «Cosas que no me gustan de mí». Recuerda que esto lo estás haciendo para ti y que no tiene por qué verlo nadie más. ¡Puedes y debes ser completamente honesta! Piensa, por ejemplo, en tu apariencia: en tu altura y constitución, en el color y la textura de tu cabello, en tu sonrisa, en tus ojos, etc. También en las cosas que has aprendido y los talentos que posees: si se te da bien cocinar, contar historias, las matemáticas, la jardinería, etc. Añade a la lista tus cualidades intrínsecas: que cuidas de los animales, que eres capaz de sentir empatía hacia los problemas del prójimo, que juzgas acertadamente cómo es la gente, que tienes paciencia con los más jóvenes, que eres independiente y sabes valerte por ti misma, etc. Como me consta que la gente suele ser más prolífica a la hora de encontrarse fallos que virtudes, por cada una de las cosas negativas que pongas, deberás añadir una positiva. No creas que terminarás las listas en un día, repásalas durante varios consecutivos. Una vez concluidas, déjalas reposar tres días. Revísalas después de este periodo de descanso. Como tienes que procurar ser objetiva, piensa en ellas como si fueran de otra persona o, si quieres, puedes hacer el ejercicio con un buen amigo en el que confíes.

Mira primero la lista de las cosas positivas y reflexiona acerca de cada una. Algunos de estos atributos serán naturales, mientras que otros los habrás aprendido o adquirido con el paso del tiempo. Felicítate por ambos y piensa cuántos de ellos has cambiado a propósito.

Ten cuidado de no confundirlos con aquellos que alteraste para satisfacer a los que te rodean: está bien que escuches las opiniones de los demás, pero no que te conviertas en una esponja. Y aunque a veces la sociedad obliga a las mujeres a expresarse en voz baja y a que los hombres no muestren sus emociones, estos rasgos se transforman en algo negativo cuando tratan de imponerse a nuestras verdaderas naturalezas. Con esto no pretendo aconsejarte que digas y hagas siempre lo que te vengan en gana, pero sí que seas consciente de lo que sientes realmente.

A continuación, échale un vistazo a los defectos y, con mucho cuidado, divídelos en las siguientes categorías:

  1. Las cosas que son positivas pero que el resto puede no aprobar, por ejemplo: tener los pies grandes, el pelo rizado, ser temperamental, etc.
  2. Las que, según tu criterio, están mal, con las que no necesitas vivir y que podrías cambiar: ser desordenada, irascible, no saber cocinar, etc. Junto a cada una de ellas anota los cambios que te gustaría hacer y revísalos de vez en cuando. Te encargarás de transformar en los próximos meses.
  3. Las que sencillamente forman parte de tu verdadero «yo», que no responden a las expectativas o están en desacuerdo con lo que a los demás les gustaría, como ser bajito o rechoncho, ser de lágrima fácil, etc. Estas cosas tendrás que acabar aceptándolas en lugar de intentar cambiarlas. Recuerda que, a pesar de lo malas que creas que son, forman parte de ti. A medida que avances en este capítulo verás que compartes estos defectos con más de una deidad. Y no sólo eso: ellas tienen algunos que son muchísimo peores de los que tendrás tú jamás.

El contenido de estas categorías puede variar dependiendo de la cultura de la sociedad en la que vivas, al igual que lo hacen las historias de las deidades. Céntrate en lo que crees que está bien para ti y déjate guiar por tu instinto; no permitas que te influyan cosas del exterior como los anuncios o las críticas de aquellos con los que vives, estudias o trabajas. Aprende a ignorarlas y concéntrate en lo que eres realmente. Y con esto no te estoy diciendo que debas comportarte como un ser antisocial que se deja llevar sólo por sus impulsos; sobrevivimos en este mundo haciendo lo que sabemos que está bien y adaptándonos a lo que la sociedad nos impone. No obstante, en ocasiones no nos queda más remedio que dominar nuestros sentimientos para poder seguir adelante, y tenemos que darnos cuenta de esto, incluso aunque no podamos remediarlo. Ésta es una de las claves para aprender a reconocer y a entender la Divinidad, tanto dentro como fuera de ti.

A ciertas personas les cuesta horrores hacer este ejercicio, sobre todo porque son incapaces de admitir que tienen virtudes. Esto ocurre porque a mucho sólo nos enseñan lo que hacemos o tenemos mal y nunca lo positivo. También se nos dice que hablar acerca de lo listos e ingeniosos que somos no está «bien». Y la cosa no acaba aquí, porque los anuncios, en la prensa, las revistas, la televisión y la radio, se dedican casi exclusivamente a convencernos de que nunca seremos lo «bastante buenos»… ¡a menos que compremos los productos que nos ofrecen! Por todo ello resulta más sencillo fijarnos en lo malo, en lo que no podemos hacer o tener. Pero para ser una persona equilibrada tienes que sentirte a gusto contigo y aprender, claro que sí, a valorar tus puntos positivos. El siguiente ejercicio es uno que suelo hacerles a los recién llegados a mi coven. Te conviene, además, repetirlo siempre que tengas la sensación de que no das la talla.

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PRÁCTICA 2

Escribe una lista de tus virtudes; que no tenga menos de cuarenta entradas. Una vez más, ten en cuenta los atributos físicos, los talentos naturales, las cosas que has aprendido y algunas otras. Los detalles pueden ser tan mundanos como «hacer un buen té», o tener relación con la brujería, como «haber aprendido a leer las cartas del Tarot». Asegúrate de incluir todo aquello que te gusta de ti y lo que se te da bien. Repasa y piensa en eso que no suele considerarse «bueno», como por ejemplo la fuerza física en una mujer o la simpatía en un hombre. Revisa la lista todos los días durante una semana. Si la amplías hasta que cuente con unas cien entradas, entonces habrás conseguido lo que les pido a mis coveners. Cuando creas que la has terminado, guárdala bien para que puedas echarle un vistazo siempre que necesites recordarte que tienes destrezas y talentos que para ti son muy especiales.

A veces ocurre, después de hacer el ejercicio, que descubres que hay una serie de cosas que te gustaría hacer o aprender. Apúntalas y escoge tres que creas que podrás llevar a cabo en los próximos meses. Tu vida y tu magia se beneficiarán si pruebas y aprendes habilidades nuevas.

Ya habrás notado que encuentro muy útil escribir listas. Es fácil olvidarse de algo que piensas, sobre todo si con la idea no te sientes precisamente cómoda, ¡pero no puedes pasar por alto lo que has escrito! No obstante, a algunas personas les molesta sobremanera escribir sus sentimientos, normalmente porque les preocupa que alguien pueda encontrar el papel y descubrir sus secretos. Pero puedes evitar que esto ocurra si actúas con normalidad cuando hagas estos ejercicios y si lo escribes todo en un libro especial que guardes a buen recaudo. Si reaccionas de una forma extraña y te niegas a darle una explicación a la gente que te rodea, lo más probable es que acabes despertando su curiosidad. Éste es un aspecto común de la naturaleza humana y demuestra además que se preocupan por ti, por lo que te sucede y por si pueden contribuir a que te sientas mejor. No utilices el típico diario a menos que estés segura de que lo respetarán y no cotillearán en su interior. Encuentra un buen lugar en el que guardar tus apuntes. La forma más sencilla es poniéndolo entre cosas parecidas. De modo que, si estás usando un cuaderno, ponlo junto a otros del mismo estilo. Uno de los sitios menos recomendables es el ordenador, sobre todo si no eres su única dueña. En caso de que no te satisfaga ninguna de estas opciones, escribe las listas y luego tíralas. Ponerlas por escrito te ayudará a recordarlas. ¡De ahí lo de pasar apuntes cuando estás estudiando! En realidad, es casi una manera de hacer magia.

Al mismo tiempo que empiezas a descubrir quién eres, fíjate también en qué elementos de la Divinidad están a tu alrededor. Dedica tiempo a contemplar la chispa de la vida en el mundo. Si tienes mascotas, te será de gran ayuda observar cómo se comportan. Como tienen pocas reglas sociales, siguen sus propios instintos y, por lo tanto, actúan como son en realidad. Los gatos son el mejor ejemplo. En mi casa tenemos dos gatos adultos y una gatita. A ésta le apetece jugar cuando su madre no quiere y ella es muy explícita a la hora de hacérselo entender. El papá gato suele mediar a favor de su hija, aunque es evidente que la situación no le importa demasiado. Por esto sabemos que los gatos tienen algo parecido a un «sentido del deber» pero que son igualmente conscientes de lo que prefieren hacer. Así, cuando nosotros hacemos «lo correcto», no siempre es lo que nos gustaría y, por lo tanto, deberíamos tener muy en cuenta cuáles son nuestros verdaderos sentimientos. Aprenderás mucho del mundo natural si lo observas, y si no puedes interactuar con él directamente, te irá bien ver los documentales.

El conocimiento que reúnes acerca de ti misma también te puede servir para comprender a los demás. Para una bruja es fundamental saber la diferencia entre lo que las personas dicen y lo que sienten en realidad. Esto no es sencillo porque la mayoría se dedica a ocultar lo que piensa y siente de verdad. Aunque conocerás razonablemente bien a aquellos que estén muy cerca de ti o a los que conozcas de caso toda tu vida, casi nunca sabrás qué secretos esconden. Los ancianos, por ejemplo, te dirán una cosa a la cara y otra completamente distinta cuando te hayas dado la vuelta. Y no es porque tengan dos caras, sino por lo que les enseñaron en su juventud. En los «programas del corazón» en televisión se exageran los sentimientos y se discute abiertamente acerca de ellos. Para que el espectador pueda apreciar todos los detalles de la historia, vemos esas emociones con una claridad ajena al mundo real. Te puede merecer la pena ver uno de estos programas para reflexionar sobre cómo reaccionaría una persona normal en una situación parecida o lo que tú sentirías y harías en circunstancias similares a las suyas.

Conocerse y comprenderse puede parecerte que tiene poca relación con las deidades, pero, como ya te he dicho, la Divinidad es la chispa de la vida que puedes encontrar en todos los seres vivos. Es más: el Espíritu, que como ya sabes es el quinto elemento, está dentro y fuera al mismo tiempo. Debes entenderlo y mantenerlo equilibrado para que funcione correctamente. Los ejercicios que te planteo son sólo los primeros pasos que darás para conocerte, porque éste es un proceso que te llevará toda una vida.

Una vez que hayas empezado a comprenderte tal cual eres, deberás acercarte a la Diosa y al Dios, que se encuentran en el exterior. Muchas brujas hablarán de ellos simplemente como la Diosa o el Dios, o también como la Dama o la Señora y el Señor. Pero otras prefieren llamarlos por sus nombres. Algunas escogen diferentes deidades según el tipo de magia que vayan a realizar; mientras que las hay que optan por aquellos que sean ambivalentes, que les sirvan más o menos para todo. Cualquiera de estas opciones es válida, aunque si trabajas en grupo tendrás que haber consenso. Sea cual sea la Diosa o el Dios que escojas, tendrás, claro está, que entenderlo y también saberte bien sus historias. Te aconsejo, además, que no trabajes con deidades de panteones diferentes al mismo tiempo, porque sus energías podrían no complementarse.

Han llegado muchos panteones hasta nuestros días y podrás utilizar los que quieras en la brujería; a continuación cito los más comunes: en el egipcio encontrarás a Isis, Osiris, Neftis, Set y Anubis; en el griego a Zeus, Artemisa, Apolo, Hécate y Pan; en el romano a Júpiter, Diana, Mercurio, Baco y Juno; en el vikingo a Thor, Freya, Odin, Frigg y Loki; en el celta a Dagda, Morrighna, Lugh, Arianrhod y Manannan. Muchos de éstos se solapan, sobre todo los griegos y los romanos, porque el Zeus griego pasa a ser Júpiter en Roma, Artemisa es Diana, etc. Pero existen infinidad de ellos por todo el mundo.

Hay dos formas básicas de conocerlos. La primera es leyendo sus mitos e historias, y la segunda es a través de la experiencia personal. Te aconsejo que primero leas un montón antes de acercarte a ellos. Esto te ayudará a saber con qué dioses te conviene trabajar. Además te brindará la posibilidad de saber de qué forma intercambian sus roles y qué interpretaciones se dan a sus muy diversas leyendas. Incluso si ya te sientes atraída hacia un panteón particular, deberías ampliar tus conocimientos con otros. De hecho, muchas brujas te confirmarán que es fundamental tener la mente muy abierta.

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PRÁCTICA 3

Si en casa no dispones de los recursos necesarios para acceder a los mitos y las leyendas de los dioses, bien a través de los libros o por Internet, entonces prepárate para ir a la biblioteca. Cualquier biblioteca pública contará al menos con una o dos estanterías dedicadas a este tipo de temas y podrás llevarte los libros a tu casa sin necesidad de gastarte una fortuna. Echa un vistazo a los distintos panteones, así como a las diversas versiones de las mismas historias. Está claro que algunos libros serán mejor que otros, y esto es así porque cada autor tiene un estilo propio con el que pretende atraer a un tipo muy concreto de lectores. Pero también ocurre porque cada uno de ellos tiene una interpretación para una historia y algunas versiones han sido demasiado cristianizadas.

No intentes leerlo todo de una vez, ingéniatelas para dividirte el tiempo de tal forma que puedas leer la historia con tranquilidad y luego dedicar algunos momentos a asimilarla y reflexionar sobre ella antes de pasar a la siguiente. Piensa en la relación que tienen con el mundo actual y en qué lecciones podrías aplicar a tu vida diaria. Cuando encuentres buenos libros de referencia, asegúrate de tomar nota del título y del autor para que puedas volver a ellos en caso de que lo necesites.

Hallarás historias apasionantes mientras que otras no tendrán ningún significado para ti. Céntrate, de momento, en aquellas que te gusten; más adelante podrás volver a las oras. Al cabo de cierto tiempo te tropezarás con un relato, una deidad o incluso con un panteón que te atraiga más que el resto. Documéntate sobre él tanto como puedas. Si te sientes atraída por una diosa o dios en particular, reflexiona sobre ella/él y su historia para ver si llegas a conocerlo y comprenderlo.

Pero no te limites a buscar información de países distintos al tuyo. Todos los lugares cuentan con sus propias deidades locales, aunque encontrar información puede resultarte complicado. Averigua, por ejemplo, de dónde vienen los nombres de diversas ciudades o pueblos y también de los ríos o arroyos. En ocasiones te será de mucha ayuda visitar las sociedades históricas. Las deidades locales son importantes porque, a pesar de no tener la misma categoría que otras, conforman el espíritu de la zona en la que vives. Su cercanía, además, te permitirá contactar con ellas con mayor facilidad. Esto es fundamental cuando, por ejemplo, haces algún hechizo para la tierra, tanto particular como general. De modo que, independientemente de lo muy entusiasmada que puedas sentirte hacia un panteón extranjero, te conviene fijarte también en los que tienes al alcance de la mano.

Como ya he dicho antes, muchas de las historias que han llegado hasta nuestros días se han visto alteradas por las traducciones y por el paso del tiempo, y te será de gran utilidad revisar varias versiones para tener una perspectiva más amplia. Así, por ejemplo, la historia que se suele contar sobre Perséfone es la siguiente:

Perséfone, la hermosa e inocente hija de la diosa Deméter, está recogiendo flores en la pradera, cuando la tierra se abre de pronto bajo sus pies y de ella emerge Plutón, dios de los Muertos, que atrapa a la muchacha. Se la lleva consigo al Hades, el Inframundo, donde la convierte en su reina. La madre, que se entera por el Sol de dónde se encuentra su hija, se queda tan desconsolada que descuida sus labores y no hacer geminar las plantas. Se traslada, además, a vivir a Eleusis. Los demás dioses, ante el temor de que el hambre devaste la tierra y que los seres humanos no les hagan ni ofrendas ni sacrificios, le piden a su máximo representante, Zeus, que interceda en el asunto. Éste le ordena a Plutón que libere a Perséfone, pero el dios de los Muertos obliga primero a su esposa a comerse un grano de granada, asegurándose así de que volverá con él. Zeus decreta que la muchacha pasará un tercio del año en el Hades y dos tercios en la superficie, de tal modo que la tierra florezca durante esos dos periodos y permanezca estéril el resto.

Esta historia explica de una forma muy sencilla por qué nada crece en invierno. Pero cabría echarle un vistazo más atento a ciertos aspectos del relato porque muy pocas leyendas de los dioses son tan simples como para resumirlo todo con una perspectiva de «blanco y negro». Además, antes de que llegara el Cristianismo con su concepto del castigo después de la muerte, al Inframundo se lo consideraba un reino en sí mismo y no un «infierno».

Veamos, pues, otra versión de la misma leyenda:

Démeter, como muchas otras madres, cuida celosamente de su hija Perséfone, que se acerca ya a la edad adulta. Un buen día, la muchacha sale de su casa y se va a recoger flores a la pradera. Hades, dios del Inframundo, que conduce su espléndido carro, se cruza con ella y le pide que sea su esposa. Ella se va voluntariamente con él. Deméter se queda desolada por la desaparición de su hija y deja de prestar atención a sus tareas como diosa del Trigo. Mientras vaga en busca de Perséfone, conoce a la reina de Eleusis y se queda a cuidar de ella. Un día, al ir a recoger agua de un pozo, Deméter se tropieza con la hija de la reina, Baubo, que se levanta las faldas y se exhibe, consiguiendo arrancarle una sonrisa a la diosa y que germinen unos cuantos retoños. Deméter reanuda su búsqueda y se encuentra con Hécate, a la que se conoce como La Sabia. Ésta le dice lo que le ha ocurrido a Perséfone. La diosa viaja al Inframundo con la intención de recuperar a su hija, pero ésta ha comido de la granada durante su estancia, por lo que tiene que regresar parte del año junto a Hades.

Ésa es la misma historia pero con un significado diferente: a Perséfone no la secuestraron, ella misma escogió convertirse en reina de una región muy poderosa. Deméter no es una víctima indefensa; viaja en busca de su hija e incluso acepta un empleo en el proceso. Cuando su propósito empieza a debilitarse, la ayuda intuitiva de Baubo, también mujer, la inspira a continuar. Es la sabiduría de la Bruja, que es otro aspecto de la misma diosa, la que finalmente le enseña el camino correcto hacia su objetivo. Y es la misma Démeter la que se presenta delante de Hades, sin utilizar a un intermediario. A mí me parece que esta versión es más completa. La diosa no depende de que las deidades masculinas, como Zeus y el Sol, le resuelvan el problema. La historia incluye además todos los rasgos de la Diosa Triple, es decir, el de Doncella, Madre y Bruja; cada uno de ellos vinculados y apostándose en el resto para formar un todo definido. En ella encontramos muchos puntos a tener en cuenta, pues refleja los aspectos de la vida de cualquier mujer: todas las adolescentes ansían abandonar el hogar materno para independizarse y ¿qué hay más tentador que convertirse en reina? Las madres, en general, a pesar de saber que es natural y deseable, se obstinan en posponer lo inevitable. Pero es el carácter de la Bruja —el que conlleva la sabiduría de las edades y de la experiencia— el que permite al conjunto alcanzar una conclusión positiva.

Hay aún otra leyenda que suele malinterpretarse y que versa sobre las deidades egipcias Isis, Osiris, Set y Neftis. La historia común te la resumo a continuación.

Isis y Osiris reinan en Egipto, pero su hermano Set les tiene celos y encierra a Osiris en un arcón. Osiris se escapa y Set lo mata, descuartizándolo y repartiendo sus miembros por toda la tierra. Isis encuentra el cuerpo de su marido y lo devuelve a la vida. Por eso Osiris es el dios de la reencarnación, Isis es la esposa fiel y la curandera y, por supuesto, Set es el maligno y envidioso protagonista.

Está, claro está, no es toda la historia. Tras dedicar un tiempo a la investigación me tope con la siguiente:

Isis, Osiris, Neftis y Set son todos hijos de Ra, el gran dios del Sol. Pese a ser hermanos y hermanas, siguen la tradición de las casas reales egipcias y están casados entre ellos. Ra no está dispuesto a compartir su poder o a cederles el trono, así que Isis crea una serpiente mágica para que le muerda. Envenenado por la mordedura, le pide a su hija que lo cure, pero ella se niega a menos que él le revele cuál es su nombre secreto. Al enterarse, ejerce su poder sobre el padre y consigue que divida el país en dos regiones, el Alto y el Bajo Egipto; Isis y Osiris gobiernan la más productiva, mientras que Neftis y Set lo hacen en la otra. Éstos les tienen muchos celos a sus hermanos, entre otras cosas porque set es estéril. Neftis utiliza su magia para disfrazarse con la apariencia de Isis, se acuesta con Osiris y se queda embarazada. El hijo que tendrá es Anubis. A Set esto le desagrada sobremanera, de modo que maquina una idea para capturar a su hermano. Como sabe que a Osiris le encantan los adornos, fabrica un hermoso arcón del tamaño de un hombre y promete regalárselo a la persona que quepa en él. Cuando Osiris se mete dentro, Set lo encierra y lo arroja a las aguas. Isis lo busca y lo encuentra. Set lo ataca entonces y lo despedaza en trece trozos que dispersa a lo largo y ancho del mundo. Neftis se queda sobrecogida por la noticia y acompaña a Isis en su búsqueda de los pedazos. Juntas recuperan doce partes y, como siente pena de su hermana, le fabrica un falo artificial y devuelve a Osiris a la vida para que también Isis pueda tener un bebé.

Una vez más, lo sospechoso es la simplicidad de la primera versión, en la que las diosas carecen de roles activos. Por regla general deberías desconfiar de aquellas historias que se narren desde el bien o el mal absolutos o de personajes que son completamente perversos o angelicales. En ellas, como en la vida, no todo es blanco o negro, sino que está cargado de matices. Piensa en lo que suele ocurrir cuando una pareja se rompe; las personas se ponen de parte de su amigo o amigo y en el otro miembro el que está equivocado o el que tiene toda la culpa. Pero la verdad descansa a mitad de camino entre las dos posturas porque son ambas partes las responsables de su fracaso. En la versión ampliada vemos que Isis y Osiris tienen sus defectos, igual que Neftis y set sus virtudes. Cada uno de ellos es un personaje complejo que reacciona de una manera determinada ante las actitudes de los demás.

Y ésos son sólo dos ejemplos en los que merece la pena que te fijes. Hay muchos más. Buscar los significados ocultos en los relatos de las deidades es una actividad muy enriquecedora. Así aprendemos a conocernos mejor y también lo que nos rodea. Date cuenta de que tus acciones pueden dar lugar a ciertas consecuencias en las que ni siquiera habías pensado, ¡aunque esperamos que la sangre no llegue nunca al río!

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PRÁCTICA 4

Busca una versión simplificada de una leyenda: a menudo las encontrarás en libros infantiles o en recopilatorios sencillos. Fíjate en las debilidades del argumento, en la falta de equilibrio e incluso en la cristianización. Luego investiga la historia con mayor profundidad, leyendo libros dirigidos a otro tipo de público. A continuación intenta volver a escribirla, rellenando las lagunas que creas oportunas. No hace falta que sitúes la acción en el periodo histórico correcto porque el objetivo de este ejercicio es que te percates de cómo se interpretan las historias y de cómo ésas han cambiado con el transcurso del tiempo.

Hay otros aspectos a tener en cuenta: los distintos panteones comparte similitudes porque personas de diversos lugares y regiones han adoptado como suyas a las mismas deidades, aunque con ligeras diferencias, y estas semejanzas te ayudarán a saber en dónde un dios específico ha solapado a otro. Por ejemplo: a la diosa Ceres se la considera una versión romanizada de Démeter. Pero en realidad son distintas. Ceres es romana y representa la fuerza y el crecimiento de la vegetación. Su festival, el de Cerealia, se celebraba en abril. Era también la diosa del final de la cosecha y de la muerte de las plantas. Deméter, por su parte, es griega; es la madre Tierra, y diosa no sólo de las plantas, sino también de la tierra en la que éstas germinan. La historia de Ceres puede hacer quedado ensombrecida por la de Deméter, pero es, en cualquier caso, una divinidad aparte. Conocer las diferencias es fundamental a la hora de trabajar con una deidad. Si, por ejemplo, invocas a Ceres para que cuide de las plantas de tu hogar, lo que les sucederá es que morirán cuando termine el verano, pero no volverán a brotar al año siguiente. Por lo tanto, deberás tener mucho cuidado de no asumir que las deidades de diferentes panteones con historias similares son idénticas.

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PRÁCTICA 5

Cuando leas mitos y leyendas de diosas, busca en ellos los tres rasgos, es decir, el de Doncella, el de Madre y el de Bruja, teniendo siempre presente que representan también un vínculo con los ciclos de la Luna. No lo encontrarás en todos los relatos, pero sí en muchos. Recuerda además que hay diosas para cada aspecto de la vida: para la fertilidad, el crecimiento, la suerte, la sabiduría, el amor, la belleza, la ley, la justicia, el aprendizaje, las manualidades, etc. Los dioses, por su parte, suelen ser cazadores o presas, aunque también los hay que se ocupan de la fertilidad, de la vegetación, del Sol, de la guerra, de las artes, de la sabiduría, del sacrificio, y a alguno que otro incluso se lo conoce por ser el dios con cuernos. Toma nota de las distintas deidades y de sus características para que puedas consultar tus apuntes más adelante.

Ahora ya conocerás a bastantes diosas y dioses, sabrás a qué panteones pertenecen y hasta habrás empezado a sentir cierta afinidad con uno o algunos de ellos. Ha llegado el momento de cultivar una relación más personal. Una de las mejores maneras de abordar esta tarea es a través de la meditación en el Círculo. Durante los preparativos tendrás que reunir toda la información de que dispones y crear una imagen mental de la diosa o dios sobre el que deseas ampliar tus conocimientos. Imagina cuál puede ser su apariencia física, las prendas que viste, las armas que porta (si lo hace), las herramientas o animales con los que se le asocia… Intenta averiguar con qué colores y aromas se le identifica más. Fórmate además una idea de en qué tipo de entorno vive y qué cosas le gustan. SI te ves capaz. Haz un dibujo o incluso una escultura de la deidad que has escogido. O, si no puedes, busca una imagen suya. Recuerda que cuanto más esfuerzo le dediques a tu magia, más efectiva será. Encuéntrale un lugar al retrato donde tenas espacio para encender una vela y hacerle ofrendas regularmente.

Con el siguiente ritual pretendo que estreches lazos con la deidad que hayas escogido y que abras tu mente a su presencia. Te aconsejo que la primera vez lo lleves a cabo durante la luna llena, pero a partir de ahí podrás repetir el proceso cuando te apetezca. Debo decirte también que no conviene que trabajes con más de una deidad en un mes lunar porque necesitarás tiempo para desarrollar tu conciencia interior. ¡Estas cosas rara vez ocurren de un día para otro!

Ritual para acercarse a la Divinidad

Además del equipo que sueles tener habitualmente en el altar, coloca el dibujo o retrato de la diosa o dios en el centro del mismo. Frente a él pon una o varias velas del color que lleve asociado y, flanqueándolas, dos velas doradas y dos plateadas alternadas. En lugar del incienso que utilices normalmente, prende uno con el aroma apropiado. Ten a mano sal y un cuenco con agua.

Crea el Espacio Sagrado como siempre y enciende las velas doradas y plateadas cuando llames a la Diosa y al Dios. Arrodíllate frente a la imagen que has colocado en el altar y levanta los brazos por encima de la cabeza. Visualiza a la deidad sobre la que te gustaría saber más y llámala, prendiendo la vela que pusiste delante de la imagen. Con tus palabras pídele que se acerque a ti, que te guíe, que te acompañe y te proteja para que aprendas a mirar tu vida con una perspectiva más profunda. Medita sobre ello durante unos minutos y luego, en su nombre, lleva a cabo la auto-bendición.

Auto-bendición

Coge un pellizco de sal y añádelo al agua, sumerge entonces el dedo índice de tu mano fuerte y di lo siguiente:

Bendigo y consagro esto en el nombre de (la Diosa/el Dios) (y nombre de la deidad en cuestión). Y que ella/él me bendiga. Bendita/o sea.

Visualiza a la deidad frente a ti. Mete el dedo en el agua, úngete los dos pies y di:

Benditos sean mis pies que seguirán tu camino. Bendita/o seas.

Úngete las rodillas y di:

Benditas sean mis rodillas que se postrarán ante el altar sagrado. Bendita/o seas.

Úngete el pubis y di:

Bendito sea mi útero (si eres mujer; testículos en el caso de que seas hombre) que engendra al ser humano. Bendita/o seas.

Úngete el corazón y di:

Bendito sea mi pecho que obedecerá tus costumbres. Bendita/o seas.

Úngete los labios y di:

Benditos sean mis labios que pronunciarán los nombres sagrados. Bendita/o seas.

Úngete la nariz y di:

Bendita sea mi nariz que respirará la esencia sagrada. Bendita/o seas.

Úngete los ojos y di.

Benditos sean mis ojos que verán tu camino. Bendita/o seas.

Ahora abrázate y di:

Bendíceme, Madre (o Padre, si se trata de una deidad masculina) pues yo soy tu hija/o. Bendita/o seas.

Quédate unos instantes así, visualizando a la diosa o al dios sosteniéndote entre sus brazos.

Cuando hayas terminado, recoge el Espacio Sagrado como sueles hacer y ordénalo todo. Deja la imagen de la deidad y la vela que pusiste frente a ella en un lugar seguro en el que pueda consumirse del todo.

Este ejercicio no te va a proporcionar una comprensión inmediata de la deidad que hayas escogido; la verdadera sabiduría sólo la conseguirás si trabajas con ella de una manera regular y siempre que permanezcas concentrada en tu objetivo. Durante el siguiente mes lunar sigue investigando sobre ella y dedica tiempo a encenderle velas y a ofrendarle cosas. Aprende a percibir sus cambios según la variación de la fase lunar, los días de la semana, etc, pues todo influye de alguna forma. Si después de un mes todavía tienes la sensación de que debes continuar con la búsqueda, pasa a estudiar a otra diosa o dios. Algunas brujas saben instintivamente cuáles serán sus deidades o deidad. La mayoría, sin embargo, prosigue con sus indagaciones y nunca termina de encajar con una o con dos concretas, sino que conecta con la que más le conviene en cada momento.

Puedes honrar a la deidad que hayas escogido de diversas maneras. Si cuentas con una imagen, un dibujo o una escultura, enciende una vela e incluso úngela con vino o aceite regularmente. Ciertas personas les ponen flores frescas cerca. Dedícales algún trabajo, aunque sea rutinario, y lo más probable es que lo hagas más rápido y te resulte más fácil que de costumbre. A algunas brujas les gusta plantar hierbas o árboles, cuyo crecimiento ofrendan a esta deidad. Sea cual sea la diosa o dios que hayas escogido, busca formas concretas de agradarle. A los poderes de la naturaleza; a los del hogar, que trabajes dentro de él o para su mejor, etc.

LOS NOMBRES DE LAS BRUJAS

Algunas personas escogen honrar a sus deidades adoptando el nombre que se asocia a ellas. Resulta, sin embargo, bastante presuntuoso bautizarse con el apodo de una diosa o dios mayor. El nombre de una bruja puede ser el de una deidad menos o el de un aspecto relacionado en ella. También el de un personaje histórico que sea significativo dentro de la brujería. Puede provenir de la naturaleza y ser el de un animal, un pájaro, una hierba, una planta o un árbol. Incluso podría ser el de un lugar. Éstos pueden ser actuales, históricos o ficticios.

Según cuentan, estos nombres servían para salvaguardar las autenticas identidades de las brujas de antaño, aunque dudo que sea cierto porque esto implicaría que las personas que habitaban en una misma comunidad no se conocían siquiera de vista. En cualquier caso, hoy en día estos apodos se utilizan para señalar el «renacimiento» dentro de la brujería y, a veces, para proteger la identidad de alguien que trabaja en una zona especialmente vulnerable. El nombre de una bruja no es equivalente al seudónimo que emplean algunos autores o al mote con el que nos movemos por Internet.

Puedes seleccionarlo de diversas maneras. Es posible que se te ocurra de forma inesperada o que tropieces con él durante el estudio de la brujería. Si perteneces a un coven serio, quizá lo escojan para ti. El nombre puede guardar relación con tu deidad preferida. Tienes, sin embargo, que tener en cuenta ciertas cosas a la hora de elegirlo, porque se supone que deberás quedarte con él el resto de tu vida. Búscalo con cuidado; puede conllevar ciertos matices con lo que no te gustaría que te relacionaran; por ejemplo, a Deirdre, que era famosa por su belleza, se la conocía también como Deirdre de las Penas porque todos a los que amaba murieron de tristeza o por una catástrofe. Te conviene además escoger uno que no sólo puedas pronunciar, ¡sino también escribir! Y trata de evitar aquellos que formen absurdos juegos de palabras, que sean demasiado largos y rimbombantes, porque quizá no te tomen en serio.

El nombre se otorga en un coven durante el segundo grado del aprendizaje de una bruja, pero las solitarias lo adoptan en el momento en el que se autobendicen. Sea cual sea tu caso, lo cierto es que puedes bautízate cuando mejor te parezca o, si lo deseas, no hacerlo nunca. Llegar a conocer a tu deidad o deidades personales le otorgará más sentido a tu trabajo mágico y te beneficiará, proporcionándote una mayor concentración y eficacia. Saber sus historias y mitología te aportará un conocimiento más profundo de los ritmos naturales que gobiernan y estructuran tu vida.