En el Capítulo II abordé los cinco primeros sentidos —la vista, el oído, el gusto, el tacto y el olfato— con la intención de prepararte para que ejercites el sexto. Pero ¿qué es exactamente? Bueno, el Diccionario Chambers lo define como «la habilidad de percibir aquello que está más allá de los poderes de los cinco sentidos». En otras palabras: se refiere a aquellas cosas que conocemos pero que no detectamos con los otros cinco sentidos.
Estoy segura de que hay muchas personas que niegan rigurosamente que exista algo así y que todo lo razonan diciendo que se trata de una coincidencia o incluso de un truco. Otros consideran que es el subconsciente el que nos proporciona esa información; que vemos y oímos más de lo que creemos. Ésta es, sin duda, una de las explicaciones más recurrentes para algunos de nuestros sueños; que nuestras mentes están clasificando y cotejando los datos que les llegan consciente e inconscientemente durante nuestras horas de vigilia. Yo creo que, aunque es cierto que aprendemos mucho del subconsciente, una parte de nuestra mente reúne información que no podemos explicar de buenas a primeras. Y la experiencia me lleva a pensar que a esta zona puede acceder todo el mundo, pese a que permanezca dormida la mayor parte del tiempo.
La razón de que esté así suele ser una consecuencia que deriva directamente de nuestra infancia o juventud; en mi caso, por ejemplo, no se me alentaba de ninguna manera a que demostrara tener intuición. Si adivinaba quién estaba a punto de llamarnos por teléfono o a quién nos encontraríamos yendo de compras, mi madre me mandaba callar con firmeza, a pesar de que me había enseñado a leer los posos del té siendo muy niña. Aunque muchos padres de hoy en día no se comportan de la misma manera, siempre se tiende a no alentar estas cosas. Basta con ver la televisión para darse cuenta de que si demuestras en público tener ese sexto sentido, ¡te investigarán o te tratarán como a una cobaya! Esta actitud se ve reforzada por las películas y novelas de ficción que suelen colocar al propietario de tales «poderes» en peligro frente a las fuerzas del mal. Y, además, en la escuela es empeñan en hacernos ver que todo se puede demostrar científicamente. Yo no tengo problemas para aceptar esto, aunque me sigue pareciendo bastante desconcertante que muchas cosas no se consideran una verdad científica hasta años o décadas después de haber sido investigadas a fondo y que, incluso entonces, tardan bastante tiempo en comunicarse abiertamente.
En cualquier caso, algunas autoridades pueden, después de todo, escoger no difundir la información, como ocurre en esas escuelas en las que no se enseñan algunas teorías de la evolución.
Así que creo que conviene que empieces este capítulo dándote cuenta de que tener un sexto sentido no es algo excepcional. Si te han ocurrido cosas que puedas achacarle a este sentido, no te preocupes, no es anormal ni inusual. O, dicho de otro modo: las buenas noticias son que lo tienes y que funciona perfectamente. ¡Las malas son que puedes haber olvidado o no haber aprendido nunca a utilizarlo!
Adivinación y sexto sentido
La adivinación es uno de los ejemplos más obvios del sexto sentido. A aquellos que dan sus primeros pasos en los caminos paganos se les aconseja que aprenda a leer el Tarot, las runas, el espejo oscuro y la bola de cristal. Y muchas de las «nuevas brujas» se harán con una o más de estas herramientas adivinatorias durante las primeras jornadas de su instrucción. ¡Ocurre, sin embargo, que nueve de cada diez veces acabaremos con un puñado de instrumentos que no hemos utilizado jamás y que dejaremos olvidados en un cajón! Pero ¿por qué no los estrenamos siquiera? La verdad es que, a la hora de aprender a adivinar, uno siempre tropieza con obstáculos.
Muchas de estas herramientas (como el Tarot y las runas) traen consigo un pequeño folleto explicativo. Esto puede llevarnos a pensar que su interpretación es más sencilla porque, después de todo, cada carta, runa o lo que sea tiene su propio significado. Pero la tarea de aprenderse lo que quieren decir veintidós runas, tanto en su posición vertical como en la invertida, ya es bastante desalentadora. ¡Y las cartas son setenta y ocho! Si los pequeños folletos no son suficientes, puedes consultar la ingente cantidad de libros que tratan el tema de la adivinación en general o que abordan cada técnica por separado. Muchos de ellos se contradicen y otros los han escrito desde una perspectiva bastante irregular. Recuerdo que una de las interpretaciones cristianas de las runas Norse me pareció realmente chocante. Pero incluso aunque logres superar estos obstáculos, llegarás a la conclusión de que los significados son oscuros o irrelevantes para el tema que quieres adivinar. En otras palabras: las mismas interpretaciones necesitan una traducción, y para complicar aún más el asunto, el significado de las cartas o de las runas depende de las que las rodean. Están, además, esas otras herramientas de adivinación que ofrecen pocos o ningún buen consejo, como por ejemplo el espejo oscuro y la bola de cristal. Una vez se me acercó una persona que estaba interesada en comprar una bola, y recuerdo que me preguntó: «¿Dónde está el interruptor para encenderla?». Así que no es de extrañar que algunas de estas piezas acaben decorando el fondo de un cajón.
En segundo lugar, y como ya he dicho antes, hoy en día nuestras mentes se han cerrado al concepto general de la adivinación porque la sociedad rechaza y siente animadversión hacia cualquier tipo de fenómeno psíquico. Pero además en nuestros subconscientes merodean infinidad de fragmentos de leyendas y de mitos tenebrosos relacionados con la adivinación. Ya he perdido la cuenta de la cantidad de veces que me han preguntado si da mala suerte comprarse las cartas de Tarot o si utilizar este tipo de cosas te dejará a merced de las fuerzas de la oscuridad. Aunque es verdad que la adivinación puede influir negativamente en una persona con trastornos mentales, su problema puede agravarse con otras muchas cosas, como leer ficción, oír cierto tipo de música o comer determinados alimentos. Y, para ser sincera, en mis treinta años de relación con la brujería sólo he sabido de una persona que sufriera una mala experiencia con ella ¡y fue un niño pequeño al que mandaron a la cama sin cenar porque había roto una baraja de cartas del Tarot muy cara!
Por último, incluso aunque hayas perseverado, te encontrarás con más obstáculos: ¿cómo puedes estar segura de que lo que percibes es verdad? Y ¿cómo practicas? Después de todo, dudo que quieras distanciarte de tus seres queridos por decirles cosas que ellos preferirían que no supieras, y tampoco querrás quedar como una idiota haciendo predicciones que no se cumplen. La adivinación, por si esto fuera poco, no suele servir para responder a nuestras propias preguntas, porque es muy fácil otorgarle una interpretación subjetiva.
Pero, a pesar de todo esto, sigo pensando que aprender la adivinación es el mejor punto de partida para acceder al sexto sentido. No sólo porque así adquieres conocimientos de una nueva técnica, sino porque te aportará las habilidades que necesitas para utilizar ese sentido de otras maneras. No obstante, considero que es muy importante que escojas el sistema que se adapte perfectamente a ti.
Pero ¿cuáles son las posibilidades? En términos generales, podemos dividir los métodos en tres grupos:
Interpretativo — En el que trabajas con imágenes, símbolos, números, etc. En este grupo están las cartas del Tarot y otras, las runas, el Ogham, las hojas de té y demás. Estos métodos los puedes utilizar guiándote por tu intuición y también de forma específica. Son además los más fáciles para novatos.
Intuitivo — En el que no se trabaja con imágenes. De él forman parte observar el fuego, el espejo oscuro, la bola de cristal, etc.
Específico — En el que recibes respuestas de sí o no; como con el péndulo y las varillas del zahorí.
Supongo que ya estarás familiarizada con la mayoría de los métodos de adivinación, no obstante, expongo aquí los que se suelen utilizar más frecuentemente:
Cartas del Tarot: Existen, literalmente, cientos de barajas diferentes y todos los días salen más. Varían bastante de unas a otras pero, básicamente, responden a una misma estructura. La baraja está compuesta por setenta y ocho cartas en total, divididas en cinco palos, cuatro de los cuales se corresponden con los habituales: bastos, espadas, copas o cálices y oros o pentáculos. A estos cuatro se les llama Arcanos Menores y cuentan cada uno con catorce cartas. El quinto palo está formado por los Arcanos Mayores y son veintidós cartas con un nombre y un número del 0 al 21. Hay dos tipos básicos de barajas: las que son completamente pictóricas, en las que cada una tiene un dibujo, y las semipictóricas, donde las cartas de los Arcanos Menos están ilustradas con una imagen que sólo representa su número (por ejemplo, la del cinco de bastos muestra la misma cantidad de bastones). Si quieres tener una baraja del Tarot, te recomiendo que escojas una que sea pictórica, porque son más sencillas a la hora de aprender a manejarlas. Asimismo, te aconsejo que busques una con la que sientas cierta conexión y que no sea demasiado cara. Debo decir que el Tarot es uno de los métodos de adivinación que más me gustan.
Baraja corriente: Algunas personas prefieren utilizarlas para la adivinación; está claro que en este caso no dispondrás de ninguna imagen desde la que trabajar, ni de un quinto palo.
Otras Barajas: tienes a tu disposición múltiples barajas orientadas a la adivinación. Si te apetece trabajar con ellas, te aconsejo, una vez más, que busques aquella con la que te sientas más cómoda. Pese a que la mayoría son completamente pictóricas, no tienen tantas cartas como el Tarot y no suelen contar con distintos palos. Es habitual que reflejen un tema único como, por ejemplo, los animales. Todos estos factores te limitan porque te ofrecen menos posibilidades desde las que partir.
Runas: también hay muchas y varían notablemente de unas a otras. Cada serie, sin embargo, suele tener veintidós y puedes estar hechas de madera, de piedra, de barro, etc. Todas tienen un símbolo grabado o inscrito, aunque algunas series cuentan además con una runa en blanco. Las que se utilizan con mayor frecuencia son las de origen nórdico, pero hay infinidad de ellas. Las runas equivalen a una letra, aunque tienen muchos otros significados asociados y se utilizaban en un sistema de comunicación muy sofisticado. Se suele recomendar que cada cual utilice sus propias runas y que no se consulten más de una vez al día —o menos, si puede ser—, porque necesitarás tiempo para meditar el significado de la tirada.
Ogham: este sistema consta de varias líneas talladas en pequeños pedazos de madera a los que se denomina pentagramas. Como ocurre en el caso de las runas, los caracteres individuales cuentan con una serie bastante amplia de significados. Al principio eran sólo veinte, pero al cabo del tiempo se añadieron otros cinco, los Forfedha, que la completaron con su número actual, veinticinco.
Runas de las brujas: son ocho piedras que llevan inscritas las siguientes marcas: un sol dorado, una luna plateada, dos anillos entrelazados, unas lanzas cruzadas, una espiga, tres pájaros, una ola rizada y un símbolo que se parece mucho a #. No guardan ninguna relación con las runas nórdicas o con cualquier otra.
Hojas de té: este método de adivinación tiene muchas ventajas: es muy barato (apenas tienes que invertir dinero para poder hacerlo), en casi todas partes se acepta porque muy pocas personas la consideran una práctica vinculada al demonio, etc. ¡La única desventaja real es que tienes que aprender a beber té sin colar y sin tragarte las hojas!
Astrología: la interpretación de la posición y de los movimientos planetarios podemos utilizarla para la adivinación, sobre todo para saber cuáles serán las mejores fechas para futuros acontecimientos y para determinar los posibles desenlaces de los actuales. Antaño era un proceso bastante lento, pero en la actualidad los programas de ordenador son capaces de obtener la información casi al instante. Este sistema tiene mucho potencial; es idóneo para prever las acciones y reacciones de los individuos en general y de forma específica.
Observar el fuego: mirar las ascuas y llamas de una hoguera posiblemente sea una de las técnicas de adivinación más antiguas. Actualmente, sin embargo, es un sistema al alcance de muy pocos. Si quieres experimentar con el fuego, debes asegurarte de que es seguro (no sólo para ti, sino también para tu entorno) y de que tienes suficiente agua a mano como para apagar un incendio si la hoguera se descontrola. Algunas personas escudriñan de una manera parecida utilizando una serie de velas agrupadas.
Espejo oscuro: hay dos formas básicas: sólido o líquido. El primero se puede consultar en distintos objetos: 1) En un fragmento muy pulido de piedra negra, como la obsidiana, que en el siglo XVI utilizaba el famoso doctor John Dee y que seguramente hoy tendría un precio prohibitivo; 2) Colocando una capa de ceniza sobre la superficie convexa de un cristal curvado. Se suele emplear la esfera de un viejo reloj. Es un proceso que suele ensuciar bastante, en el que se supone que uno sostiene el cristal sobre la llama de una vela o lámpara de tal manera que la ceniza quede repartida por la superficie equitativamente. Se consulta en la parte que no está cubierta de polvo, y 3) Pintando la parte trasera de un cristal curvado o plano con pintura negra mate y escudriñando por el otro. Puedes encontrar muchos de éstos en los mercadillos paganos y de brujería, a menudo a precios irrisorios. La versión líquida se suele hacer poniendo agua en un cuenco de un color oscuro o echándole tinta negra. Tengo comprobado que también ayuda verter una pequeña cantidad de tinta plateada o de polvos en el agua y luego hacerlo girar todo hasta que forme un remolino. De cualquiera de las maneras, la luz de la Luna o de la vela debe reflejarse sobre la superficie en la que se escudriñará.
Bola de cristal: las encontrarás de muchos tamaños; algunas son minúsculas, y otras, sin embargo, pesan tanto que no las puedes ni mover. Actualmente las hacen de diversos materiales y, claro, también de distintos colores. Es cierto que las buenas barajas de Tarot y los cristales oscuros pueden ser extremadamente caros, aunque no es nada en comparación con lo que puede llegar a costar una bola de cristal de un tamaño razonable. Y, a pesar de que tienes la posibilidad de utilizar una de cristal corriente o que contenga óxido de plomo, que desde luego no son baratas, nunca parecen funcionar tan bien. Existe además otro problema, y es que dependiendo de cómo se saca el cristal de la tierra, las energías que éste guarda en su interior se pueden ver afectadas negativamente; por ejemplo, no es lo mismo utilizar explosivos que otro método de extracción más suave.
Péndulo: es sencillamente un peso suspendido de tal manera que puede moverse libremente, aunque hoy encontrarás muchas y muy atractivas versiones. El péndulo se utiliza para responder preguntas de «sí» o «no» y necesita una preparación previa. Esto implica que debemos decidir qué movimientos responderán al sí y cuáles al no antes de hacer alguna pregunta. Pese a que parece una técnica muy limitada, la verdad es que se pueden formular series de preguntas para conocer las respuestas a problemas más complejos. Con el péndulo y un mapa podemos localizar cosas. En esto se asemeja ligeramente a las varillas del zahorí, aunque no conviene utilizarlo en el exterior porque las corrientes de aire distorsionarían el resultado.
Varillas de zahorí: se emplean, sobre todo, para encontrar cosas: agua, cañerías, yacimientos de minerales, etc. Con ellas no sólo hallamos lo que buscamos, sino también otros factores como a qué profundidad se encuentra. Para conseguir esto último, se debe hacer lo mismo que con el péndulo: plantear una serie de preguntas eliminatorias. Las varas normalmente se hacen con un pedazo de madera de avellano, con forma de horquilla, que se sostiene con suavidad y que vibra al aproximarse al objetivo. También puedes comprar pares de varas de metal, que juntas actúan de una manera similar. Sirven también para responder a preguntas de «sí» o «no».
Existen otros muchos métodos de adivinación y me temo que no tengo espacio suficiente como para incluirlos todos. Ni siquiera les he hecho justicia al puñado que menciono. En cualquier caso, te daré algunos consejos para que aprendas a desarrollar las habilidades necesarias que te permitirán usarlos y, si recuerdas los tres grupos (interpretativo, intuitivo y específico), verás que las técnicas que consigas dominar en uno de ellos te ayudarán a manejarte con más soltura en otros métodos que pertenezcan al mismo grupo. Pero antes de ponerte ejemplos y alguna que otra práctica, creo que hay unas cuantas cosas que merece la pena comentar.
Debes recordar que los instrumentos que se emplean para la adivinación son básicamente eso: instrumentos. Al igual que comprar una pala no te servirá para que las plantas florezcan muy hermosas, gastarte una fortuna en una baraja de cartas, una bola de cristal, un péndulo o lo que sea tampoco te permitirá acceder automáticamente a tu sexto sentido.
Dale la espalda a las ideas preconcebidas: habrás oído decir que la gente ve cosas cuando adivina, pero no es cierto que se les presenten imágenes frente a los ojos y, en la mayoría de los casos, ni siquiera en la mente. Aunque es cierto que hay personas que son clarividentes, que ven cosas en sus cabezas, y otras que son clarioyentes, que pueden oír la información que adivinan, la mayor parte de las veces lo que ocurre es que la gente sabe algo, aunque no tenga la menor idea de por qué. Intenta liberarte de todos los pensamientos negativos que hayas ido acumulando sobre la adivinación y el sexto sentido. Si tienes dudas, recuerda que yo he estado practicando la brujería durante más de treinta años y que no me ha ocurrido nada malo, ¡por lo menos hasta ahora!
Sé paciente y honesta contigo misma; al igual que pasa con otras técnicas mágicas, no conseguirás nada si estás cansada, preocupada o si haces las cosas con prisas. Así que tómatelo con tranquilidad. Vuelve sobre ello cada cierto tiempo; pero no te obsesiones ni lo fuerces. Ya sabes que cuanto más persigues unas cosas, más rápido corre para escapar de ti.
Debes, sobre todo, aprender a confiar en tus instintos. Hace muchos años acudió a mí una mujer para que le adivinara algo y le hiciera una psicometría a una joya de su abuela. Cuando fui a tocarla, me invadió una sensación de «saber» y, sin siquiera pensármelo, le dije: «No quieres preguntarme cosas acerca de tu abuela, sino si tu novio te es fiel». Si me hubiera parado a reflexionar, seguramente no le habría dicho eso, más que nada porque la gente no suele querer que le des información que no te ha pedido, pero también porque no me había ni planteado la cuestión. No obstante, yo tenía razón y ésa no ha sido la única vez en que la certeza me ha sobrecogido sin saber cómo y sin que la anduviera buscando. Está claro que tampoco se puede ir por la vida soltando ese tipo de cosas, especialmente cuando la gente no quiere saberlo. Lo que sí puedes hacer es utilizar el diario, o escribir otro aparte, para tomar apuntes y releerlos más adelante. Puedes, de hecho, llevar siempre contigo una pequeña libreta para anotar las cosas en el momento. En cualquier caso, cuando empieces a trabar el sexto sentido, te darás cuenta de que estas intuiciones suelen presentarse sin previo aviso.
PRÁCTICA 1
Si todavía no lo has hecho, coge un pedazo de cartón grande y córtalo en doce trozos del mismo tamaño. La forma tiene que ser semejante a las cartas de una baraja corriente. Pinta un lado (al que llamaré cara) con uno de estos colores: marrón, rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo, violeta, negro, blanco, oro y plata. Asegúrate de que no se puede ver de qué color es la cara desde la cruz.
Baraja las cartas y colócalas boca abajo delante de ti. Cierra los ojos, respira profundamente unas cuantas veces, y escoge un color. Al empezar, lo mejor es elegir uno que te guste muchísimo. Mantén la palma de tu mando fuerte sobre cada una de las cartas y comprueba si puedes encontrarlo. Quizá te sea más fácil si las rozas con las puntas de los dedos y pasas varias veces por encima de ellas. Cuando creas que has encontrado el que buscabas, dale la vuelta a la carta para ver si estás en lo cierto o no. Si no tienes suerte a la primera, sigue intentándolo hasta que lo localices. Baraja después las cartas y prueba con los demás. Asegúrate de tomar nota de todas las tentativas; puede que te sorprenda comprobar con qué colores tienes afinidad.
Espero que no haga falta decir que es muy poco probable que logres acertar la primera vez, pero no te sientas decepcionada si no coges la carta con el color correcto inmediatamente. Esto, en cualquier caso, te dará un punto de referencia en el que apoyarte para futuras prácticas en las que tengas que utilizar algunas herramientas que conozcas sólo de oídas o con las que hayas trabajado en pocas ocasiones.
La adivinación sirve para muchas cosas: para responder a preguntas específicas, buscar consejo para el futuro y comprender más acerca del pasado y del presente. Sea cual sea tu intención al respecto, lo cierto es que también es una buenísima manera de ejercitar el sexto sentido. Los siguientes tres ejercicios prácticos están relacionados con los grupos básicos de adivinación. Para facilitarlo todo, he optado por hablar de un solo método por grupo, pero tú puedes cambiarlo por cualquier otro, eso sí, debe pertenecer al mismo conjunto. Si quieres aprender la adivinación porque te apetece, entonces te recomiendo que pruebes distintos procedimientos para saber cuál es el que mejor se adapta a ti.
PRÁCTICA 2
Adivinaciones Interpretativas
El método que prefiero dentro de este grupo es el Tarot. He utilizado otros, desde luego, pero éste es el más sencillo y el que ofrece respuestas exactas y resultados seguros. Como ya he dicho en otras ocasiones, la baraja que suelo recomendar a los principiantes es la pictórica, y la que más se utiliza es la Rider Waite. Si la que tienes trae consigo un folleto, olvídalo por ahora. Más adelante puede apetecerte leerlo, pero no intentes aprenderte todas las interpretaciones que contiene. Una de las razones es que ésos son los pensamiento y emociones del autor, y no los tuyos. Y, al final, quien va a usar las cartas eres tú, no él.
Sácalas de la caja y échales un vistazo. Míralas una a una y reflexiona acerca de lo que te transmiten: ¿la reacción al verlas es positiva o negativa? ¿Crees que están orientadas al futuro o al pasado?
Examina los cuatro palos de los Arcanos Menores y recuerda que están ligados a los elementos; los bastos al Aire, las espadas al Fuego, las copas al Agua y los oros o pentáculos a la Tierra. Si las miras siguiendo una secuencia, ¿te parece que te están contando una historia o que tienen un argumento común? Puede no ser así porque no todas las barajas siguen esta estructura. ¿Existe algún parecido entre una misma carta de palos diferentes? Por ejemplo: ¿opinas que todas las cartas «cinco» representan un conflicto?
Estudia ahora los Arcanos Mayores y repite el mismo procedimiento, ¿crees que tienen una historia o un tema común? Éstos guardan relación con el elemento del Espíritu, y muchas barajas representan en sus dibujos las etapas del desarrollo de cualquier individuo. Si consideras que la tuya responde a este ejemplo, ¿en qué período de tu vida crees que estás?
Cuando ya te hayas familiarizado con las cartas, barájalas bien. Los cartománticos del Tarot recomiendan que se ponga la baraja debajo de la almohada o en la mesilla de noche para fortalecer el vínculo. Pero quizá los consejos que te voy a dar te parezcan más útiles.
Baraja las cartas por la noche y piensa en el día que estás por llegar, luego coloca tres de ellas boca abajo. Al hacerlo, bautiza la primera «mañana», a la segunda «tarde» y a la tercera «noche». Deja el resto de la baraja a un lado. Dale la vuelta a la número uno y estúdiala con atención. Mírala como si tuvieras ante tus ojos una fotografía. Pregúntate qué sucede en ella, qué pasó antes y qué podría ocurrir después. Si ves en ella a una o varias personas, ¿quiénes crees que son?, ¿qué acontece en sus vidas? Fíjate también en los detalles del fondo: ¿qué significado tienen para ti? Ahora reflexiona sobre tus pensamientos, tus sentimientos y las impresiones que tienes de tu propia vida, centrándote, sobre todo, en el día siguiente. ¿Qué semejanza guarda la carta con tus circunstancias personales? Es fundamental que te des cuenta de lo que sientes al ver la imagen por primera vez y cuáles son tus emociones después de haberla analizado. Toma nota de todos estos detalles y luego repite el mismo proceso con la carta de la tarde y con la de la noche. Déjalas a un lado y repásalas más adelante.
Si eres nueva en el Tarot, creo que éste es un momento idóneo para explicarte que las imágenes de las cartas no debes interpretarlas literalmente. La de la Muerte, por ejemplo, suele indicar un gran cambio, quizá la extinción de una fase o de un aspecto de la vida, pero… ¡desde luego no implica que vayas a caer fulminada!
La noche siguiente, saca los apuntes y compáralos con lo que te ha pasado durante la mañana, la tarde y la noche, y con los pensamientos y sentimientos que tuvieras. Repite el ejercicio dos o tres veces por semana o hazlo a diario si te ves capaz. Lo más probable es que te salgan cartas diferentes cada tirada, pero si compruebas que, a pesar de barajarlas bien, se repiten algunas con frecuencia, entonces plantéate la posibilidad de averiguar el porqué.
Te llevará tiempo, pero pronto podrás entender e interpretar tus cartas. Cuando ya te hayas familiarizado con ellas, pasa a la segunda etapa y haz lecturas más complejas; el folleto que guardaste al principio te enseñará al menos un modo de repartirlas.
PRÁCTICA 3
Adivinaciones Específicas
Para este grupo he elegido el péndulo, en parte porque es el método que más me gusta, pero también porque son muy fáciles de hacer. Coge un objeto relativamente pesado y cuélgalo de un hilo. Lo ideal es una piedra con un agujero, aunque también puedes utilizar uno de esos cristales que venden para colgarlos en las ventanas y que reflejan la luz.
Como ya he dicho antes, tienes que preparar el péndulo antes de utilizarlo. Sostén el hilo con tu mano fuerte (la derecha si eres diestra) sobre la palma de la mano contraria y de tal manera que se pueda mover con libertad. Cierra los ojos y piensa en el «no» más enérgico que puedas, el tipo de «no» que gritarías si alguien pretendiera hacerla daño a uno de tus seres queridos. Retén este pensamiento durante unos omentos e intenta no mover la mano que aguanta el hilo. Abre los ojos y mira atentamente cómo se mueve el péndulo; meciéndose hacia delante y hacia atrás, en círculo, etc. Repite el proceso, pero en esta ocasión piensa en el «sí» más rotundo que se te ocurra. A partir de ahora tendrás dos movimientos distintos con los que trabajar.
Formula las preguntas con cuidado y ten en cuenta que sólo te las puede responder con un sí o un no. Al hacerlo, sujeta el péndulo de la manera que ya te he explicado y, después de cerrar los ojos, haz la consulta. La razón de que cierres los ojos es para ayudarte a evitar que influyas sobre el movimiento del péndulo a favor de la respuesta que consciente o inconscientemente deseas obtener. Después de unos momentos, ábrelos y comprueba si el resultado es sí o no. A veces el péndulo se puede mover de una manera diferente o quedarse completamente quieto. Si esto ocurre, relájate y vuelve a hacer la misma pregunta. Si aún así obtienes un movimiento ambiguo, puede ser porque tu pregunta no sea lo bastante concreta o porque no debas saber la respuesta. De todos modos, puede indicar también «quizá» y que el desenlace depende sólo de ti. Por ejemplo: si tu pregunta era «¿Hablaré con mi hermana?», no es clara porque no especifica cuándo y porque también depende de que tú la llames.
Si formulas series de preguntas en una sesión, relacionadas todas ellas con un mismo tema, no te hará falta volver a preparar el péndulo. No obstante, si cambias de asunto o decides tomarte un descanso entre ellas, entonces sí deberías hacerlo.
PRÁCTICA 4
Adivinaciones Intuitivas
He dejado la adivinación intuitiva para el final porque, para la mayoría, es la habilidad más difícil de aprender y se practica con algo más de soltura cuando ya has trabajado con al menos uno de los métodos anteriores.
Para esta ocasión he escogido el espejo líquido oscuro porque es relativamente fácil de hacer. Coge un cuenco o un plato con un diámetro de unos veintidós centímetros o más, llénalo de agua y colócalo de tal manera que la luz de la Luna o de una vela se refleje en la superficie. Hazlo antes de añadirle al agua cualquier otra cosa, más qu nada para evitar que se derrame. Agrégale tinta negra hasta que el líquido quede totalmente opaco, luego échale una o dos gotas de tinta plateada en el centro y dale vueltas con suavidad para que se queden en la superficie, en lugar de mezclarse por completo.
Siéntate cómodamente de tal forma que puedas ver el reflejo de la luna o de la vela en el agua. Respira varias veces para relajarte. Formúlate la pregunta mentalmente y mira con atención (pero no absorta) el líquido. Deja que tu vista interior descienda y se funda con el agua. No busques imágenes, pero sí emociones. Algunas personas tienen la impresión de estar cayéndose, como si se estuvieran separando de sus cuerpos y sumergiéndose en el agua.
Es posible que las primeras veces no ocurra nada, pero debes perseverar porque te llevará varias sesiones poder relajar la mente lo suficiente como para advertir cualquier impresión. ¡Y no fuerces la situación! A mucha gente le resulta muy útil tener una barrita de incienso quemándose cerca porque les sirve para tranquilizarse.
La adivinación es como cualquier otra habilidad: cuanto más practiques, tanto mejor serás. Sin embargo, si la utilizas con frivolidad tal vez disminuya tu capacidad. No se trata de un castigo divino sino del simple hecho de que tu mente interna sabrá que estás abusando de tu capacidad y dejará de cooperar. Pero si lo que ansías es convertirte en una maestra, tendrás que practicar muchísimo.
Encontrar a un buen cartomántico
Ya he dicho antes que es bastante difícil leer nuestras propias tiradas, aunque esto varía mucho de una persona a otra y guarda también una relación directa con la necesidad que tenemos de que nos sea respondida una pregunta concreta. Si anhelas mucho una contestación, serás más proclive a interpretar las cartas de acuerdo a tus deseos. Y por eso, dada la dificultad que acarrean las lecturas personales, a menudo me preguntan dónde encontrar a un buen cartomántico.
Por desgracia, hay muchas personas que o no son lo bastante buenas o sencillamente no son otra cosa que charlatanes que intentan engañar a los crédulos. A continuación te ofrezco unos cuantos consejos que espero que te ayuden a eludir algunos de los problemas que te pueden salir al paso en este asunto.
Un buen cartomántico te dirá claramente lo que cobra y rara vez te pedirá el pago por adelantado. A diferencia de, por ejemplo, las carísimas consultas telefónicas en las que ni siquiera sabes quién te está atendiendo, el precio de un auténtico cartomántico será razonable. Ellos no suelen recurrir a poner anuncios porque su reputación es la que les garantiza que conseguirán más trabajo. Su apariencia y comportamiento es igual que el de las personas «normales», prescinden de la teatralidad y del atuendo extravagante. Te permitirán que tomes apuntes o te ofrecerán la posibilidad de grabar la sesión. Y, desde luego, no te sugerirán que regreses a menudo para seguir echándote las cartas.
La mejor solución es que vayas a ver a alguien que te recomiende una persona en la que confíes.
Otros usos para el sexto sentido
El sexto sentido no sirve sólo para la adivinación; se puede emplear para otras muchas cosas, por ejemplo en los emplazamientos de poder como aquellos en los que se congregaban los devotos o se enterraba a los muertos. Con él se pueden detectar las energías residuales que se quedan atrapadas en lugares donde se vivieron fuertes emociones (casas particulares y otros edificios similares) que han terminado convirtiéndose en una especie de «fantasmas». Te ayudará también a percibir otro tipo de flujos: los espirituales, que te advertirán de que hay presencias a tú alrededor; los personales, como las auras, y, por supuesto, sabrás en qué lugares se ha practicado la magia. En pocas palabras: el sexto sentido te permite detectar toda una serie de energías que los otros cinco no suelen captar.
Cuando empieces a desarrollarlo, comenzarás también a estar más pendiente de estas energías, las notarás. Éstas, sin embargo, no suelen ser dañinas, por lo que no representan un peligro para ti; la mayoría se parecen a un ruido de fondo. Si visitas un lugar en el que percibes algo, puedes optar por saber más o, si te sientes incómoda, darte media vuelta y marcharte. Yo, por ejemplo, soy bastante curiosa y suelo buscar respuestas a todo, de modo que, después de protegerme convenientemente con un Círculo, lo que hago es abrir la mente a todas las impresiones que puedo recoger del entorno. Para salvaguardar tu integridad mental, invoca a los elementos, llama a la Diosa y al Dios, y crea un Espacio Sagrado que te envuelva. Si alguien te acompaña, hazlo lo bastante grande como para incluir también a esa persona. Te desaconsejo, sin embargo, que estimules las energías externas si estás con un niño, un adolescente, un enfermo o un individuo que pueda traumatizarse por la experiencia. En este caso, podrás regresas al lugar sola más adelante.
Las energías que quedan atrapadas en el interior de una casa pueden convertirse en algo muy irritante o llegar a manifestarse de una manera muy desagradable. Durante una época viví en una casa en la que habitaba una presencia a la que le gustaba tirar alfileres al suelo. En ese momento no me importó demasiado, ¡sólo tenía que acordarme de no caminar descalza! Pero eso fue antes de que tuviera un hijo. Si hubiera seguido viviendo allí, habría tenido que ponerle remedio al problema. Las energías negativas que dejan tras de sí los antiguos inquilinos también pueden ser incómodas, sobre todo si influyen en los estados de ánimo y las emociones de aquellos con los que convives. Una casa en la que se haya discutido mucho o cuyos ocupantes fueran muy infelices, puede contagiar esos mismos sentimientos a los nuevos habitantes. Por eso la mayoría de las brujas limpian y protegen sus hogares cada cierto tiempo. Esto suele bastarles para librarse de las influencias negativas, así como para protegerse y salvaguardar sus casas de las energías que pretendan colarse en su interior. Me gustaría recordarte que es extremadamente inusual convertirse en el objetivo de la magia negra o de un ataque psíquico, a pesar de lo mucho que los mitos e historias folklóricas insisten en lo contrario. En cualquier caso, hablaré más acerca de esto en el último capítulo del libro.
Controlar el sexto sentido
Al igual que ocurre con cualquier otra habilidad o talento, la capacidad de utilizar el sexto sentido varía enormemente de una persona a otra. A algunas les resultará muy fácil acceder a él, mientras que otras tendrán que practicar de forma regular, y aún quedará un tercer grupo que sólo será capaz de emplearlo en ocasiones muy concretas. No obstante, para ciertos individuos el problema no radica en entrar en contacto con este sexto sentido, sino en desconectarse de él. Si estás teniendo dificultades para usarlo, puedes no comprender por qué alguien no querría tenerlo, pero ten en cuenta lo infeliz que te sentirías si te asaltaran constantemente energías psíquicas inesperadas e indeseadas. Como hay momentos en los que esto les puede ocurrir incluso a los más insensibles, conviene aprender a apagarlo. Esto también te será de gran utilidad si te reúnes con gente que te drene psíquicamente. A estas personas las conocemos como «vampiros psíquicos».
PRÁCTICA 5.
El Círculo Interno
Invoca a los elementos, invita a la Diosa y al Dios, y crea el Círculo en tu mente. Visualízalo envolviéndote, luego lo verás encogiéndose y traspasándote la piel de tal manera que forme una segunda capa justo debajo de la superficie de todo tu cuerpo. Pídeles a la Diosa y al Dios que te protejan y que te fortalezcan tu Círculo Interno. Visualiza cómo lo van salpicando con pequeños gránulos de plata hasta que, unidos y compactos, acaban construyendo una barrera plateada que te proteja. Al terminar, da las gracias a la Diosa, al Dios y a los elementos, pero no los despidas. Cuando todo esté en su lugar, no intentes llevar a cabo ningún acto psíquico o mágico porque romperías la protección y ésta interferiría en tu trabajo.
Retén el Círculo en tu interior durante el tiempo que lo necesites. Para desprenderte de él, visualiza el escudo que tienes bajo la piel y observa cómo la gruesa capa de plata se va fragmentando en pequeñas partículas de luz. Una vez que se hayan disipado todas y quede sólo la luz eléctrica azul habitual del Círculo, expándela hasta que salga de tu cuerpo y destiérrala de la manera habitual.
Si eres psíquicamente muy sensible, puedes optar por llevar siempre la protección contigo. En este caso, trazas primero el Círculo antes de deshacerte del interno. Después de cada trabajo mágico, restaura la protección antes de romper el Espacio Sagrado. Este método de defensa tendrás que renovarlo con cada luna llena para que conserve sus virtudes.
Mucha gente, independientemente de su nivel de experiencia, tiene, de vez en cuando, dificultades para acceder y para utilizar el sexto sentido. Estas fluctuaciones a menudo están relacionadas con el ciclo lunar. Aunque a veces se dice que ciertas fases son más propicias para los trabajos psíquicos que otras, la verdad es que esto puede variar inmensamente de una persona a otra. Así que, cuando tomes nota de tus experiencias, acuérdate de apuntar en qué fase está la Luna y todos los detalles que puedas, pues éstos te ayudarán a saber qué momentos son los más propicios para ti.
Desarrollar el sexto sentido requiere, salvo casos excepcionales, prácticas regulares y que confíes en tu percepción. Cuando pretendemos utilizarlo con propósitos formales (por ejemplo, para interpretar una tirada de cartas), podemos recurrir a pequeñas ayudas como quemar incienso, encender unas velas o colgarnos del cuello o tener a mano unos cristales o piedras semipreciosas. Estas cosas te proporcionan vínculos visuales y táctiles que contribuyen positivamente a tu trabajo. Y, dicho esto, si te resulta ventajoso emplear algún tipo de amuleto o de talismán, adelante.
RITUAL PARA CONSAGRAR HERRAMIENTAS DE ADIVINACIÓN
Cuando ya hayas escogido el instrumento que pretendes utilizar para la adivinación, deberás insuflarle poder y consagrarlo. Durante las tres noches que preceden a la luna llena, colócalo bajo su luz. El mejor lugar es dentro de casa, en el alfeizar de una ventana.
En luna llena pon en un altar sal, agua, una barrita de incienso quemándose y una vela encendida. Invoca a los elementos, invita a la Diosa y al Dios, y crea el Círculo. Empieza pidiéndoles a las deidades que agudicen tu percepción y entendimiento, que guíen tu vista interior y que te proporcionen sabiduría para saber cómo son las cosas. Siéntate y coloca la herramienta de adivinación delante de ti. Si se trata de una serie, como lo pueden ser las cartas de una baraja o unas runas, dispérsalas, cógelas y míralas una por una. En el caso de que sea un solo objeto, cógelo también y estúdialo con atención para aprenderte sus características. No intentes escudriñarlo en este momento, tienes que entender su naturaleza interna. Cuando sientas que has conectado con él, pasa a consagrarlo. Sostenlo en la mano con la que recibes (la izquierda si eres zurda o la derecha si eres diestra), pásalo después por el humo del incienso y visualiza el elemento Aire, y del pensamiento, penetrando en él. Repite el proceso sobre la llama (con cuidado de no quemarte la mano) e imagina que el elemento del Fuego, y de la pasión, lo imbuye. Salpícalo con unas gotas de agua, al tiempo que visualizas el Agua, y la emoción, y, por último, échale un poco de sal mientras ves la Tierra y el reino de lo físico. Sujétalo con las dos manos y pide a la Diosa y al Dios que lo bendigan.
Al terminar la consagración, despide a los elementos, da las gracias a las deidades y cierra el Círculo como sueles hacerlo.
Después, envuelve el utensilio en una tela violeta o de tu color preferido, o guárdalo en una bolsa de los mismos colores. Tiene que estar hecha de un tejido natural no fabricado por el hombre. Mete también en el interior una ramita de retama, un poco de Panicum Capillare o una mazorca de maíz. Átalo todo junto con una cuerda plateada. A partir de este momento, y salvo que estés llevando a cabo una adivinación, nadie debe tocar tus herramientas.
Si lo deseas, puedes también consagrar un cristal especial para guardarlo con los utensilios. Tienes muchos donde elegir, pero los mejores son el cuarzo trasparente o un fragmento de pedernal natural, porque te ayudarán a mantener abiertos los caminos por los que transitan las energía psíquicas. Puedes, si quieres, llevar contigo una piedra similar cuando escudriñes. Si lo que te suele ocurrir es que eres demasiado receptiva a este tipo de energías, opta entonces por un cuarzo ahumado o una piedra con agujeros.
Puedes utilizar la adivinación para comprobar cuáles serán los desenlaces potenciales de un hechizo y también para saber si el encantamiento es necesario. A menudo los problemas se resuelven solos, sin necesidad de que intervenga un factor mágico. Si te tomas la molestia de mirar hacia el futuro, quizá descubras que la conclusión que ansías está por cumplirse.
Algunas de las herramientas de adivinación se emplean también para hacer hechizos. Las que se utilizan con más frecuencia son la baraja del Tarot y las runas. La técnica consiste en escoger las cartas que consideres que representan el espíritu o la esencia del encantamiento que pretender realizar. Lo normal es que elijas de tres a siete para cubrir los pasos habituales. Les insuflas poder dentro del Círculo y las dejas aparte hasta que el hechizo empieza a hacer efecto. El inconveniente es que no puedes volver a utilizar esta herramienta hasta que el encantamiento haya concluido.
Pero la magia, como ya he dicho en varias ocasiones, no tiene que ver con los artilugios de adivinación y, de hecho, ni siquiera con la brujería.