Capítulo V
Pentáculo
Visualización

En el capítulo anterior expliqué que la visualización es la capacidad de crear o de recrear una escena, una serie de hechos, etc, de tal manera que incluso se convierte en una realidad que puedes ver, oír, saborear, oler y sentir como si estuvieras allí. Esta definición, sin embargo, es bastante superficial. Dominar esta habilidad puede llevarte a otros mundos: te devolverá al pasado para que vuelvas a vivir ciertos acontecimientos o te llevará al futuro para que veas lo que podría suceder. Y, desde luego, puede mostrarte momento y lugares en los que jamás has estado. Es capaz incluso de trasladarte al interior de un proceso físico como, por ejemplo, una curación.

Cuando visualizas con éxito, lo que haces es transportar la mente desde el «tú» que está aquí y ahora a otro plano de la existencia. Al principio tendrás que esforzarte mucho para sumergirte en ese ambiente visualizado, para imaginar que sientes, hueles y saboreas el aire. Seguramente tendrás que utilizar una mezcla de intuición y de recuerdos para sentir la tierra bajo tus pies. Pero con la práctica descubrirás que no sólo puedes percibir estas cosas, sino que entras a formar parte del otro entorno. Ésta es la auténtica visualización. Es la diferencia entre una ensoñación corriente y otra verdaderamente poderosa que te deja tan desorientada que, al despertar, ni siquiera sabes dónde te encuentras.

La habilidad para visualizar es uno de los pilares básicos en la práctica de la magia. Siento brujas podemos utilizar esta técnica para saber cuáles serán los efectos potenciales de un hechizo o acto mágico; no se trata sólo de si funcionará o no, sino también de qué ramificaciones o consecuencias colaterales podría generar. Esto nos ayuda a evitar resultados inesperados o indeseados. Recuerda aquella frase tan famosa que dice: «¡Ten cuidado con lo que deseas, porque podría cumplirse!». Las brujas también empleamos la visualización mientras hacemos magia. Estoy casi segura de que la definición más citada de la magia es «La habilidad para cambiar algo con el poder de la voluntad», pero la verdad es que a mí me parece más adecuada esta otra: «La capacidad de influir en la realidad de acuerdo con las leyes de la naturaleza». Esto explica por qué la magia tiene más efecto cuando se aplica sobre cosas que tienen una base natural. Se puede, por ejemplo, hacer un hechizo para encontrar trabajo, pero no para ganar dinero. El trabajo, o el intercambio de energía para producir un beneficio, es un concepto relacionado con el ecosistema; el tigre persigue a su presa para alimentarse. El dinero, sin embargo, es un intermediario fabricado por el hombre que se emplea en ese canje de energía pero que no existe en el mundo salvaje. Además, para llevar a cabo un encantamiento que influya directamente sobre un proceso natural, conviene entenderlo. Así, los hechizos curativos son mucho más efectivos cuando se tienen nociones básicas del proceso sanador que se quiere acometer o acelerar. Ser capaz de visualizar estas cosas hará que tu trabajo mágico sea mucho más fácil y efectivo. Esto se aplica además en todos los tipos de hechizos; si puedes visualizar con absoluta claridad los cambios que deseas que acontezcan, tanto más efectiva será la magia.

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PRÁCTICA 1

Siéntate en algún lugar cálido y cómodo, y relájate. Hazlo, si quieres, con el ejercicio de respiración que te enseñe en el capítulo anterior. Recuerda algún acontecimiento realmente intenso y feliz. Puede ser un día de tu infancia, cuando todavía no tenías que preocuparte por nada y la vida era puro disfrute, o un momento más reciente en el tiempo. Sea cual sea el que elijas, sumérgete en él. Trata de evocar los detalles y hazte las siguientes preguntas: ¿cómo era el clima? ¿Qué llevaba puesto? ¿Quién estaba allí? ¿Recuerdas algún olor o sabor? Explora el recuerdo tanto como puedas, eso sí, sin forzarlo.

Cuando creas que has recordado todo lo que podías, abre los ojos y toma apuntes. ¿Has rememorado más de lo que cabía esperar o menos? Escribe cómo te sientes ahora, pues también esto puede ser importante. Algunas veces los recuerdos tan reales, a pesar de que se correspondan con instantes felices de nuestras vidas, pueden hacernos sentir emociones inesperadas, como la tristeza o el arrepentimiento.

Utiliza esta misma técnica para hacer un ejercicio comparativo, escogiendo en esta ocasión un recuerdo que se remonte pocos días en el tiempo.

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PRÁCTICA 2

¿Evocas los dos momentos con la misma intensidad? La mayoría de las personas descubre que no. Esto se explica porque el recuerdo que tienes del pasado es muy significativo y porque, a medida que nos hacemos mayores, nos sentimos más confundidos y, a menos que hagamos el esfuerzo de conservar nuestras dotes de observación, vamos perdiéndolas. Como ya te expliqué, no solemos darnos cuenta de lo que nos rodea, ni podemos recordarlo, a menos que practiquemos. Durante nuestra infancia, además, se nos daba mejor visualizar. Esto es así porque nuestra receptividad era mayor y porque las historias escritas y leídas o las que escuchábamos en las emisoras de radio entrenaban nuestra imaginación, cosa que no ocurre con la televisión y el cine. Por lo tanto, una de las maneras más fáciles de recuperar la habilidad de visualizar es escuchar obras emitidas por radio o las grabadas en cintas de audio y, por supuesto, leer. Quizá te suene extremadamente simple, pero desde luego conseguirás retener en la mente las escenas que leas o escuches.

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PRÁCTICA 3

Busca algún fragmento de ficción que contenga bastante descripción o, como descripción o, como diría Alicia en el País de las Maravillas, ¡uno que no tenga dibujos y pocos diálogos! Te recomiendo que no sea una historia con la que estés familiarizada porque tenderás a saltarte las partes que ya conoces. Es mejor si está escrito en tercera persona porque así evitarás sentirte incómoda ante la sensación de estar formando parte del relato. Es posible que te sea de ayuda que los hechos estén ubicados en un tiempo y lugar que conozcas, en vez de en un ambiente alienígena, aunque si disfrutas mucho con la ciencia ficción, lo más probable es que te sirva igual de bien.

Lee todos los días un capítulo. Si se trata de un programa de radio o un cuento grabado, entonces escucha un solo episodio cada vez. Pasa unos quince minutos reflexionando sobre lo que has leído u oído. Es importante que rompas así la historia para que centres tu atención en segmentos manejables.

Intenta visualizar los personajes y el ambiente como si fueras un espectador. Después de cada capítulo reflexiona durante unos minutos sobre la historia. Piensa en los detalles. Por ejemplo: Si la escena está ubicada en un mercado, ¿qué tipos de puestos había? ¿Quién los atendía? ¿Qué tipo de ropa vestían? Trata de prolongar la escena en tu mente tanto como puedas. Es muy probable que durante la meditación la historia continúe más allá del punto en el que culminó en la realidad. Si esto te ocurriera, relájate y permite que se desarrolle a su antojo. Más adelante podrás comparar tu versión con la del autor.

Cuando pongas al día tu diario, recuerda que debes fijarte en cómo va aumentando tu capacidad para visualizar y no sobre qué versa la historia que estás siguiendo. Y, al mismo tiempo que aprendes a desarrollar la capacidad de visualizar escenas ficticias, también puedes practicar la de evocar las del mundo real.

En nuestras vidas cotidianas acudimos a menudo a lugares con los que estamos bastante o muy familiarizados pero que no podemos cambiar a nuestro antojo o dejar tal cual. Estoy hablando de las tiendas, los colegios, los lugares de trabajo, las casas de nuestros amigos o familiares, etc. A pesar de lo mucho que los visitamos, a veces no nos damos cuenta de los cambios que se han hecho en la distribución de los muebles o en la decoración. Es cierto, sin embargo, que nos solemos enfadar cuando la tienda a la que acudimos a comprar habitualmente, ¡decide cambiar los productos de sitio! También sentimos desconcierto cuando vamos a casa de alguien a quien conocemos mucho y comprobamos que lo ha redecorado todo. Nos sobrecogen estas sensaciones porque, consciente o inconscientemente, ya hemos visualizado cómo serían las cosas al llegar al lugar concreto. En el caso de la tienda, es posible que incluso tuvieras planeado el recorrido que ibas a hacer y que pos eso no te hayas molestado en hacer la lista de la compra.

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PRÁCTICA 4

Este ejercicio puedes repetirlo una o dos veces por semana, pero no lo hagas en cada sitio que visites porque ¡acabarás volviendo locos a tus amigos y a ti también!

Antes de visitar algún lugar al que acudas con cierta frecuencia, dedica unos instantes a imaginártelo con los ojos cerrados. Al igual que en otras ocasiones, intenta recordar tanto como puedas: la distribución física, los paisajes, los sonidos, los olores… Si puedes, incluye en esa imagen mental a las personas que van a estar allí, lo que llevarán puesto y lo que estarán haciendo.

Cuando llegues a ese lugar, mantén la visualización en mente y comprueba las diferencias entre tu imagen visualizada y la realidad. Averigua si es que se te habían olvidado esas pequeñas cosas o es que han cambiado la decoración.

Supongo que debo mencionarte que también utilizamos este ejercicio para aprender a hacer viajes astrales.

La visualización, como muchas otras habilidades de las que hablo en este libro, es algo que a algunas personas les resulta muy fácil, y aunque la mayoría necesita trabajarla, la práctica nos ayuda muchísimo. Ciertas pistas nos sirven para prever si visualizar nos va a costar un gran esfuerzo o no. Si eres de las que de pequeña se divertían leyendo y que casi no veía la televisión o jugaba con videojuegos, entonces seguramente formas parte de ese grupo de afortunadas a las que apenas les costará hacerlo. Ahora pensarás, sobre todo si me has oído hablar del tema, ¡que esto es algún tipo de crítica contra la tecnología! Pero tendrás que reconocer que una de las consecuencias de vivir en un mundo donde recibimos un bombardeo continuo de los diversos canales de televisión, de los juegos de ordenador, etc., es que rara vez nos paramos a pensar para ejercitar la mente. Lo cierto es que para desarrollar nuestra mente no necesitamos tanta estimulación externa sino más bien una ausencia de ella. Puedo exponértelo de una forma aún más sencilla: ¡aburrirse es buenísimo para entrenar la capacidad mental!

Creo que merece la pena que diga que hay partes muy extensas del cerebro que no sabemos exactamente para qué sirven y en las que muchos científicos reconocidos y respetados opinan que se esconden importantes talentos y habilidades. De esto podemos deducir que quizá algún día podamos explicar científicamente cosas que hoy calificamos de extraordinarias. Desde nuestra perspectiva, sin embargo, nos basta con saber que funciona y no le damos importancia al hecho de poderlas explicar o demostrar. Pero ¿quién sabe qué será de nosotros dentro de, digamos, veinte años?

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PRÁCTICA 5

Como ya he dicho antes, la visualización es una manera controlada de soñar despierto. Así que en este ejercicio vas a escribir tu propia ensoñación y a visualizarla después.

Imagina un día perfecto. Empieza por escoger la ubicación: ¿estás en la playa o en el campo? ¿Cómo es el suelo que pisas? ¿Y el paisaje? ¿Ves muchas llanuras o son montañas? ¿Qué hay en el horizonte? Piensa también en el clima: ¿está el cielo despejado y azul o está nublado? ¿Es un día cálido, hace mucho calor o sopla una brisa? ¿Qué hora es? ¿En qué posición está el Sol o la Luna? ¿Hay alguien más alrededor? ¿Oyes sonidos? ¿Hueles algo? Intenta incorporar detalles que se correspondan con los cinco sentidos. ¿Cómo vas vestida? ¿Llevas zapatos o vas descalza? Y, lo que es más importante, ¿por qué estás en ese lugar? ¿Has retrocedido a un momento del pasado que recuerdas como el más feliz? ¿Estás allí para lograr un objetivo o sólo para relajarte? Piensa en si quieres empezar la ensoñación llegando a ese sitio o si refieres estar allí ya. Introduce tantos detalles como puedas, cambiando las cosas para que todo se adapte a tu historia. Tómate tu tiempo para completarlo y coge apuntes si lo necesitas.

Cuando hayas terminado de planear cómo será tu sueño, recapacita sobre si añadirás algunos pasos prácticos que te ayuden a visualizarlo. Por ejemplo: si la escena se desarrolla en un día cálido, pero ahora hace frío, sube un poco la calefacción. Si se supone que hará sol, enciende las luces. Si puedes incluir ciertos olores, hazlo. Pon unas agujas de pino a calentar para imitar el aroma del bosque, y algunas algas marinas o conchas húmedas te servirán para evocar la playa. Puedes poner, a un volumen muy bajito, discos con grabaciones de sonidos de la naturaleza (ésos en los que no hay voces y que venden para relajarse).

Escoge un momento en el que sepas que no te van a molestar. No intentes llevarlo a cabo cuando sólo dispongas de «un minutito», porque no te servirá de nada si estás agobiada. Cuando tengas todo preparado y consideres que estás lista, ponte cómoda, realiza el ejercicio de respiración y empieza a imaginar la historia que tú misma has creado. Permite que se desarrolle aunque se aleje de la que habías pensado al principio; limítate a disfrutar la experiencia.

Una de las cosas que suele preocupar es cómo saber cuándo una historia deja de ser un relato imaginado para convertirse en una auténtica visualización, o en qué punto pasamos de controlar conscientemente las imágenes en nuestra mente a que lo haga nuestro subconsciente o habilidad psíquica. Pues la verdad es que no obedece a una norma fija. Algunas personas describen la situación como una especie de resbalón que los hace saltar de un nivel al siguiente. Otras aseguran que el momento de cambio es imperceptible pero que después te das cuenta de lo profunda que ha sido tu meditación y visualización. Yo sinceramente opino que las dos descripciones podemos aplicarlas a según qué situaciones. En cualquier caso, si te pones a tratar de discernir en qué nivel de meditación o de visualización te encuentras, lo más seguro es que no consigas nada. Por eso te recomiendo que te centres en la historia. Al fin y al cabo, la mayoría de nosotros no entendemos exactamente cómo funciona la televisión y, sin embargo, eso no nos impide sentarnos a verla. De hecho, la mejor manera de comprobar si funciona una visualización es fijarnos en los resultados.

Como ya he dicho anteriormente, las brujas suelen visualizar antes de hacer magia para saber si las consecuencias de sus encantamientos serán inesperadas o indeseadas o si sufrirán efectos colaterales. Si, por ejemplo, creas un hechizo para impedir que te roben el coche, puedes hacerlo invisible a los ojos de aquellos cuyas intenciones no sean buenas o que no sean honestos. No obstante, no hace falta ser muy listo para saber que a todos nos puede ocurrir que no le deseemos precisamente lo mejor a la gente que nos rodea. Y ¿cuál sería el resultado? Tu coche no lo verían otras muchas personas que también utilizan la calle, ¡lo que evidentemente haría que la conducción no fuera muy segura! La visualización te ayudará a prever la parte negativa de tus hechizos de tal forma que, en este caso concreto, bastará con que vuelvas a escribir el encantamiento y hagas que tanto tu coche como todo su contenido les parezca indeseable a los ladrones. Piensa, por ejemplo, en el ya famoso hechizo de amor: si haces magia para conseguir que alguien te ame, satisfarás tu deseo a corto plazo, pero al cabo del tiempo te preguntarás si su amor es real o sólo una consecuencia de la magia, lo que te llevará a perder la autoestima. Puedo ofrecerte otro ejemplo relacionado con la curación: si conseguimos quitarle el dolor a una persona que se ha roto una pierna, lo más probable es que la vuelva a apoyar en el suelo y quiera caminar con normalidad, lo que, inconscientemente, le llevará a hacerse más daño.

De modo que siempre que tengas pensado hacer un hechizo, con independencia de lo inocuo que pueda parecerte, debes reflexionar primero acerca de los resultados que puede tener. Si le dedicas tiempo y no ahorras en los preparativos, serás capaz de meditar el encantamiento y de visualizar las consecuencias, que te llevarán con toda seguridad a entender más profundamente su potencial.

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PRÁCTICA 6

Recuerda los últimos hechizos que hayas hecho, pero no los de hace unos días sino los que se remontan aproximadamente dos meses. Busca un lugar tranquilo y visualízate haciendo uno con tanto detalle como puedas. Si has estado escribiendo un diario, consúltalo antes para refrescarte la memoria. Intenta además evocar cuál era tu estado mental en aquel instante, qué pensabas sobre el encantamiento y qué era exactamente lo que esperabas que ocurriera, que, por cierto, a veces no coincide con lo que crees que quieres.

Lo siguiente que debes hacer es, apoyándote en lo que ya sabes de este hechizo (sus resultados, etc), disponerte a imaginar todas las posibles consecuencias, incluso las que todavía no hayan acontecido. Compara los efectos de tu visualización con lo que esperabas conseguir. Si en este punto sigues teniendo dudas con respecto a su eficacia, puedes optar por replantearlo; si te hace falta, consulta el último capítulo del libro, que explica cómo cancelar hechizos.

No olvides apuntar en tu diario las prácticas que hagas, pues aún te quedan muchas cosas por descubrir.

Está claro que, con un poco de lógica y un cierto conocimiento de la naturaleza humana, preverás la mayoría de los posibles desenlaces. No sabemos, sin embargo, si es el proceso de visualización el que nos da las respuestas por sí mismo o si lo que hace es librar lo que sabemos acerca de cómo funciona el mundo. Pero, como sucede con otras muchas cosas del plano mágico, podemos seguir utilizándolo aunque no sepamos con exactitud cómo actúa.

Visualizar para hacer hechizos

De la visualización antes de practicar la magia pasamos a la que empleamos para hacer hechizos. Hace mucho tiempo, en una vida pasada (es decir, cuando todavía no escribía libros), solía enseñar a vendedores cómo tenían que vender. La empresa para la que trabajaba entonces seguía métodos muy formales, entre ellos, uno muy habitual era pedirle a los alumnos que «visualizaran la venta». Esto implicaba que la persona debía pensar en todos los pasos, desde su llegada al aparcamiento de la empresa hasta el apretón de manos que confirmaba el trato. Cada etapa debía imaginarse con tanto detalle como fuera posible y con datos tales como cuál sería el mobiliario de la oficina donde se encontrarían con el cliente, la conversación que mantendrían, etc. Nosotras, tú y yo, sabemos que esto no es más que una manera de hacer hechizos, ¡algo que, sin duda alguna, los hubiera escandalizado!

Cuando empleamos la visualización para lanzar un encantamiento, lo que realmente estamos haciendo es pensar en todos los pasos dentro del Espacio Sagrado que habremos creado físicamente o que estará en el plano psíquico. Nos servimos también de las energías y del equilibrio de los elementos para conseguir que el cambio acontezca. Por esa razón conviene pensar en las etapas que hay entre «cómo son las cosas» y «Cómo te gustaría que fueran». Pongamos un ejemplo: si lo que deseas es que tu hechizo cure una infección, puedes imaginar el proceso curativo en el que las células blancas se reúnen para luchar contra los microbios hasta que solucionan el problema. Si lo que quieres es encontrar un alma gemela, lo que puedes hacer es visualizarte preparándote para salir por ahí, conociendo luego a alguien con quien te llevas muy bien, etc. La clave está en el detalle, cuanto más veas, tanto mejor saldrá el hechizo. Un ejemplo al que recurro mucho es encontrar una plaza de aparcamiento; en efecto, cuanto más claramente puedas visualizar dónde está ese sitio libre e incluso ver cómo el ocupante anterior lo abandona, tanto mejor funcionará la magia. Esto no significa que tengas que conocer todos los procesos relacionados con los hechizos que tienen pensado hacer, sino que cuanta más información y experiencia tengas al respecto, más sencillo te resultará obtener el resultado deseado

Muchas brujas se dan cuenta de que el proceso de diseñar un hechizo a menudo inicia la magia antes de lo que ellas tenían previsto. Yo misma he vivido esta situación; ocurre, de hecho, cuando preparo encantamientos o rituales para nuestros covens. El esfuerzo de concentración que debo hacer para pasar todas las ideas a papel (porque ésta es la mejor manera de que todos los miembros sepan lo que tienen que hacer) suele bastar para poner la magia en movimiento. A pesar de esto, yo siempre recomiendo ejecutar el acto mágico, porque proporciona un mayor impulso al hechizo.

El hecho de que la preparación de un encantamiento sirva para ponerlo todo en marcha es una razón más que suficiente para que reflexiones a fondo sobre lo que tienes pensado hacer. Podría ocurrir que empezaras cosas que quisieras cambiar a mitad de camino. A veces me preguntan si es posible hacer hechizos sin desearlo, sólo porque uno sienta una emoción particularmente fuero, o si es posible embrujar a alguien por accidente. Pues, técnicamente, sí, aunque no sucede a menudo. La razón es que para hacer magia tienes que estar equilibrada, lo que por supuesto no pasa si sientes rabia o ira. Te aconsejo que mantengas siempre tu magia separada de las emociones desbocadas y que estés muy atenta en las ocasiones en las que te apetecería hacer algo que luego podrías lamentar. Hay un refrán que dice que el que enfada a una bruja no sale bien parado; supongo que esto se debe en parte a esos actos de magia inadvertida, o quizá sea sencillamente la manera en la que la brujería cuida de los suyos.

Cuando empieces a hacer visualizaciones lo más probable es que te sea más sencillo hacerlo con los ojos cerrados, pero a medida que bayas practicando, verás que serás capaz de hacerlo con ellos abiertos. Pese a que esto no es fundamental, resulta muy útil en hechizos como el del aparcamiento. Visualizar con los ojos abiertos es, para la mayoría, como ver una película proyectada en una pantalla transparente. La imagen está ahí, pero disimulada y superpuesta. Esto no te impide ser plenamente consciente de lo que te rodea, aunque en cierta manera estés presente en dos realidades distintas al mismo tiempo. Solemos referirnos a esta condición como «caminar en los dos mundos». Si consideras, no obstante, que las visualizaciones te distraen, por favor, no las hagas cuando estés conduciendo o en cualquier otra circunstancia de riesgo.

Estarás acostumbrada a algo parecido a lo que te describo si has trabajado previamente con algún grupo. Serás capaz, por ejemplo, de visualizar el pentagrama que dibujáis cuando invocáis a los elementos. Con el tiempo, estas imágenes que al principio sólo tienes en tu mente, las ven también otras personas. Si puedes trabajar con otra bruja, tal vez os apetezca probar lo que viene a continuación.

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PRÁCTICA 7

Una persona abandona la habitación, la otra invoca a uno de los elementos (Aire, Fuego, Agua o Tierra) y dibuja su pentagrama en el aire. Podéis hacerlo en silencio porque el subconsciente recoge incluso las palabras pronunciadas en un suspiro apenas audible. La primera regresa y debe detectar o ver qué elemento invocó la segunda. La prueba se puede simplificar colocando el pentagrama en su cuarto y/o en su color correspondiente, aunque también se puede complicar obviando estos detalles. ¡No olvides desterrar al elemento después de cada parte del ejercicio!

Puedes, desde luego, hacer esta prueba con otras imágenes, pero considero que los cuatro elementos son un buen punto de partida.

Una de las grandes ventajas de utilizar la visualización como una técnica mágica es que la puedes llevar a cabo en cualquier lugar y sin que nadie a tu alrededor se dé cuenta. Esto implica, lógicamente, que puedes hacer magia en cuento te veas en la necesidad. Serás capaz de emplearla en hechizos difíciles, como por ejemplo uno que te permitiera proteger tu casa a pesar de que linde con otras propiedades. Si visualizas, puedes atravesar las paredes y deambular por las casa de otras personas sin que nadie te vea.

Los hechizos de visualización se corresponden con el 50% de la magia que realizan muchas brujas. Ya sabes que para hacer cualquier acto mágico tenemos que equilibrar los elementos, pero no hace falta estar en casa para conseguirlo, basta con que utilicemos esta técnica. Mientras la aprendes, tendrás que visualizarte haciendo las mismas cosas y diciendo las palabras que sueles decir, pero, como ya comenté en el Capítulo I, con el transcurso del tiempo no te hará falta más que concentrar tus pensamientos brevemente en el elemento que quieres invocar para lograrlo. Si todavía no estás segura de poder hacerlo, practica un poco más antes de pasar al siguiente ritual.

Visualización defensiva

La mayoría de las brujas protegen sus hogares de las amenazas físicas y psíquicas creando una barrera mágica que rodea los límites de su propiedad. Su objetivo consiste en desviar la atención de los ladrones o de cualquier persona que le desee algún mal a uno o varios miembros de su familia o cuyos sentimientos o energías sean negativos. Hay muchas maneras de hacerlo; se pueden marcar los límites con agua con sal o con hierro en polvo. Esta frontera mágica debe renovarse cada poco tiempo para que mantenga su fortaleza. Lo que se pretende con el siguiente ritual es crear esa barrera defensiva, aunque puedes sustituir este ejercicio por cualquier otro trabajo mágico que tuvieras planeado, siempre que lo hagas mediante la visualización.

Acomódate en el lugar en el que sueles hacer tus hechizos; a mí me gusta sentarme con las piernas cruzadas en el suelo. Visualiza el altar y todas las herramientas que normalmente colocas sobre él, incluyendo la sal, el agua y un hisopo. Utiliza la visualización para invocar a los elementos, para invitar a la Diosa y al Dios, y para trazar el Círculo.

Ahora, en tu mente, añade un poco de sal al agua para consagrarla. Ofrécesela a la Diosa y al Dios para que la bendigan. A continuación, y todavía visualizándolo, camina por el límite de tu propiedad, en deosil, y ve salpicando pizcas de agua. Al hacerlo, ves cómo el líquido se transforma en una luz eléctrica azul que va creando una barrera que encierra en su interior tu casa, excluyendo cualquier cosa que pueda ser negativa y salvaguardando, por tanto, a los que vivís dentro. Cuando hayas completado el circuito, observa cómo la barrera se erige hasta formar una esfera de protección total.

Si utilizas la visualización podrás recorrer las paredes que hay entre tu hogar y el de tus vecinos, y saltar los arbustos y setos que te entorpezcan el avance por el límite exterior.

Una vez completada la protección, quita el Círculo, destierra a los elementos y da las gracias a la Diosa y al Dios, eso sí, todo a través de la mente.

Esta técnica pone la magia en marcha y es uno de los pasos más importantes en tu aprendizaje. Junto con las otras habilidades que irás adquiriendo, te permitirá empezar a usar y desarrollar el sexto sentido o sentido psíquico.