Robert McCammon cuenta cómo escribió Baal
Baal es mi novela del joven irritado. Fue también mi primera novela publicada, y el primer libro que intenté escribir. Yo creo que en Baal se percibe la fricción de unos hombros comprimidos por muros de hierro: mis hombros apretados contra las paredes de un trabajo en el cual todo progreso parece imposible.
¿Sabéis? Yo no pensé nunca que podría llegar a ser escritor. ¿Escribir? ¿Por dinero? ¿Llegar… a decir algo realmente? Ése quizá fuera el sueño de otros. En la universidad me especialicé en periodismo porque me figuré que era lo que hacían los escritores. De niño jugaba con una máquina de escribir, y escribí historias de fantasmas, de misterio, del Oeste, de ciencia-ficción…, pero todo eran creaciones concebidas para mi particular diversión. Yo era un chiquillo tímido, torpe, que no destacaba en la práctica de los deportes. Ya conocéis el tipo, nunca pasan de moda. Hay en alguna parte un cielo donde se exige la venganza, y todos los tipos que brillaron y fueron bellos son ahora seres vulgares que han de esperar para llegar a ser… los… últimos… entre… los escogidos.
Por tanto, yo estoy todavía irritado, después de todo.
Baal trata del poder, y está escrita cuando yo no tenía ninguno. Contaba veinticinco años cuando escribí Baal, y trabajaba entonces en un almacén de mi ciudad natal, Birmingham, Alabama. Mi trabajo consistía en llevar las pruebas de los anuncios entre el diario local y los diversos jefes de departamento: «control de tráfico» lo llamaban. Cuando regresaba a casa por la noche, me sentaba ante mi vieja máquina Royal —hace mucho tiempo desechada— y trabajaba en la novela que llegaría a ser Baal.
La gente me pregunta a menudo de dónde saco mis ideas para crear los personajes. Yo digo siempre que cada personaje, lo mismo si es hombre que si es mujer, arranca de la observación, del recuerdo. Y forma parte del autor también. Creo que hay una parte de mí en todos mis personajes…, y no sólo en los buenos. El personaje de Baal —con su desatado y salvaje poder y su habilidad para hacer cualquier cosa que le plazca— es ciertamente parte de lo que yo sentía en aquella época de mi vida. Yo era un enchufe eléctrico macho y al parecer no pude encontrar el adecuado enchufe hembra hasta que comencé a escribir.
En la novela hay un personaje que se destaca ante mí, y es el viejo y muy inocente Virga. Yo tenía la costumbre de comer en el mismo sitio todos los días, un restaurante de Birmingham denominado Molton Grill, que ya no existe. También frecuentaba el establecimiento casi a diario un viejo sacerdote católico. Éste tenía su mesa favorita, pedía siempre lo mismo y comía solo. Yo estuve observándolo y creé el personaje de Virga a su imagen. Nunca llegué a conocer el nombre del sacerdote, pero he retenido sus facciones en mi memoria. Y quizá algo de su espíritu en Virga.
Siempre se oye esta recomendación dirigida a los jóvenes escritores: «Escribe sobre lo que tú conozcas». Yo quería escribir acerca de cosas que desconocía, de manera que situé conscientemente Baal en lugares lo más alejados posibles del sur: Boston, el Oriente Próximo y Groenlandia. Quería una historia a escala global que llevara al lector hasta el mismo borde de Armageddon, y espero haber triunfado en mi empeño.
Como he dicho ya, Baal fue mi primera novela. Mi primer paso hacia lo desconocido. Sea lo que sea hoy, y me dirija a donde me dirija, lo cierto es que Baal me colocó en el sendero. Diez años después de la publicación de Baal todavía estoy caminando.
Robert McCammon,
Junio 1988