Saqué mi amuleto del bolsillo de los vaqueros. Apoyado en la pared del fondo de la cámara, dirigí la mirada hacia la entrada… y aguardé el momento en que las momias aparecieran.

Pero, para mi asombro, se trataba del doctor Fielding. Venía acompañado de cuatro agentes de policía con uniforme negro, todos ellos preparados para desenfundar su arma.

—Ben, ¿estás bien? —le preguntó Fielding—. ¿Dónde está la chica?

—Ella se ha… escapado —respondió mi tío.

Era obvio que no podía explicar que simplemente se había convertido en un escarabajo.

Los agentes inspeccionaron la habitación minuciosamente. Lo que más les llamó la atención fue la momia, de pie e inmóvil junto a la puerta.

—¡No sabes cómo me alegro de que estés bien, Ben! —exclamó Fielding, mientras apoyaba afectuosamente una mano sobre el hombro de mi tío. Después se volvió hacia Sari—. Creo que te debo una disculpa, jovencita —dijo frunciendo el ceño—. Cuando salí corriendo de aquí estaba completamente aturdido. Recuerdo que estabas fuera de la pirámide. Pero creo que no te dije nada.

—No se preocupe —respondió Sari amablemente.

—Siento mucho haberte asustado —continuó Fielding—. Tu tío estaba inconsciente por culpa de esa mujer y, en aquel momento, lo único en lo que pensaba era en llamar a la policía lo antes posible para que acudiera en nuestra ayuda.

—Está bien. La pesadilla ha terminado —concluyó tío Ben sonriendo—. Salgamos de aquí.

Nos dirigimos hacia la puerta de la entrada, pero un policía nos detuvo.

—Sólo quiero saber una cosa —comentó mientras contemplaba la figura de la momia de pie—. ¿Ha caminado la momia?

—¡Por supuesto que no! —se apresuró a contestar tío Ben con una sonrisa burlona—. Si pudiera andar, ¿cree que se quedaría dentro de este agujero?

Una vez más, me había convertido en el héroe del día. Y, como era de esperar, más tarde, en la tienda, me faltó tiempo para presumir ante Sari de mi valor.

No tuvo más remedio que quedarse callada y aguantar mis comentarios. Al fin y al cabo, fui yo el que detuvo a la momia y el que convirtió a Nila en un escarabajo cuando se me cayó su medallón.

—¡Menos mal que no eres demasiado engreído! —dijo finalmente Sari levantando la mirada como si fuera a añadir algo.

Ya empezaba con las suyas.

—En fin. El caso es que el escarabajo se fue corriendo y desapareció —explicó—. Estoy segura de que ese bichejo te está esperando, Gabe. Seguramente está dentro de tu cama, aguardando el momento de picarte.

Yo me puse a reír.

—¡Sari, eres incorregible! Serías capaz de inventar cualquier historia con tal de asustarme. Lo que pasa es que no puedes soportar la idea de que yo sea el héroe.

—¡Tienes toda la razón! —admitió secamente—. No puedo soportarlo. Buenas noches, Gabe.

Pocos minutos más tarde, ya estaba con el pijama puesto, a punto de acostarme. ¡Había sido una aventura increíble!

Mientras me metía en la cama y me tapaba con las mantas, tuve la impresión de que jamás me olvidaría de aquella noche.

—¡Aaaaaah!