[1] Hennessy, pp. 207s. En febrero de 1939 la posibilidad de una nacionalización en el Reino Unido volvió a evocarse pero ésta no se inició hasta 1945. <<
[2] Se me escapa cómo Juan Francisco Fuentes (p. 288) puede considerar que el oro estuviese formado por lingotes, monedas y limaduras, como si los tres componentes fueran iguales en importancia. <<
[3] Todos los datos y argumentaciones técnicas en apoyo de las afirmaciones del texto se hallan en Viñas, 1976, pp. 19-34. Todavía hoy cabe encontrar afirmaciones según las cuales las reservas se habrían venido acumulando desde tiempos de los Reyes Católicos, «cuando ingentes cantidades de oro de los aztecas y de los incas fueron transportadas en barcos desde Suramérica y Centroamérica»(Zavala, p. 260). Como este autor tiene sus fobias bien determinadas, sigue repitiendo la misma canción hasta la fecha (Zavala, 2006, p. 286). Es posible que Gazur (p. 80) o Kowalsky (p. 232) sean sus fuentes. <<
[4] Sixième rapport annuel, 11 de mayo de 1936. A la misma conclusión llegó un informe secreto del Committee on Economic Information, del Economic Advisory Council, de junio de 1938, presentado al Consejo de Ministros británico. A la fecha de junio de 1936 los stocks de oro de los principales Bancos Centrales, en millones de onzas de oro fino, eran los siguientes: USA, 302,8; Francia, 102,3; Reino Unido, 50,9; Bélgica, 18,2; Suiza, 13,1 y Holanda, 11,5. Las 635 toneladas de fino españolas equivalían a unos 20,5 millones de onzas (TNA: CAB 24/78). <<
[5] Este cálculo se ha hecho de la forma más simple posible, multiplicando los 20,54 millones de onzas troy por el valor actual de ésta (473,5 dólares, según la cotización a finales de septiembre de 2005 de la London Bullion Market Association) y aplicando un tipo de cambio euro/dólar de 1,204, que era el existente en el último día del citado mes de septiembre. Tal cálculo, directo e inmediato, tiene, en mi opinión, mucho más sentido que el que cabría derivar de métodos alternativos que recojan la pérdida del valor del dólar desde 1936 o que, pasando por la peseta, transformen las de este último año en pesetas ulteriores y euros actuales. Agradezco su ayuda a Rafael Álvarez Blanco, director del Departamento de Estadística y Central de Balances del Servicio de Estudios del Banco de España, quien tuvo la amabilidad de proporcionarme los datos correspondientes. Para la aplicación de métodos alternativos no hay que olvidar que en España no se dispone de series tan largas y homogéneas sobre la evolución de los precios. <<
[6] En qué medida los depósitos de oro en el exterior se atenían siempre a ello es algo que no cabe dilucidar aquí. El 5 de marzo de 1936 el embajador Bowers telegrafió al Departamento de Estado el contenido de una conversación con el director del COCM en la que éste había sugerido la posibilidad de depositar oro en Nueva York por importe de 80 millones de dólares con el fin de saldar retrasos cambiarios (TNA: HW 12/201, BJ064126). Yerra Kowalsky (p. 232) al afirmar que el Banco de España entregaba sus lingotes (sic) al Gobierno con el fin de adquirir armamento. <<
[7] Juan Negrín conservó los expedientes de tales operaciones, que se encuentran en sus archivos en París (designados en lo que sigue como AJNP). <<
[8] Información al respecto en ABI: C 43/446. <<
[9] La respuesta formal fue del siguiente tenor: «Se ha dado cuenta al Consejo General del Banco en su sesión de hoy de la comunicación de V. E. fecha 21 del actual […] El Consejo del Banco de España, atento siempre al interés nacional y en cordial colaboración con los propósitos del Gobierno de la República, oídas las manifestaciones que he tenido el honor de formular, se ha servido aprobar la propuesta que se le ha hecho, acordando se conteste al requerimiento hecho por mí como subgobernador en funciones de gobernador en nombre y representación del Gobierno en el sentido de prestar su más decidida cooperación a la realización de los fines expresados en su citado oficio…». Más tarde se abreviaron todas estas expresiones y se sustituyeron por la mera constatación de que el préstamo se acordaba, «a los efectos de formalizar la mencionada operación y en cumplimiento de las disposiciones estatutarias». <<
[10] Naturalmente, los diplomáticos extranjeros, como por ejemplo los portugueses, informaron a sus capitales (DAPE, doc. 44). <<
[11] Martín Aceña (2001, pp 50s), que ha estudiado el proceso con documentación francesa, recoge que inmediatamente se desplazaron a París Ramos y Méndez Aspe, subsecretario de Hacienda, para hacer las gestiones necesarias. Vieron a Fernando de los Ríos en la embajada y le comunicaron que podía contar con el oro del Banco de España para hacer frente a los compromisos que contrajera con el Gobierno francés. <<
[12] La víspera de la firma del nuevo convenio Koltsov (p. 39) se entrevistó por primera vez con Giral y recogió sus impresiones: «Lo único catastrófico es la falta de armamento. Hacen falta aviones, artillería, tanques y, ante todo, fusiles. ¡Por Dios, fusiles! El Gobierno se ha dirigido a todos los países no fascistas, pide armas en Europa, en América del Norte y del Sur. Ofrece el precio y las condiciones que sean […] La preocupación fundamental y única del Gobierno es, ahora, el armamento». Dado que Koltsov había visto unos días antes al hijo de Giral en París, la desesperación que denotaba el jefe del Gobierno podía servir también para llevar de nuevo al ánimo del periodista soviético que la situación era desesperada. Sin embargo, las referencias a las actuaciones gubernamentales eran exactas. <<
[13] Esta disposición, esencial, fue incomprensiblemente ignorada por Sardá. Se dio a conocer en Viñas, 1976, pp. 39-42. El que fue subsecretario de Hacienda, Jerónimo Bugeda («Mis recuerdos de Don Juan Negrín», FCJN) recordaría que «me comentó en líneas muy generales la situación financiera de nuestros pagos en el exterior y le aconsejé que propusiera un decreto al Consejo de Ministros, para que éste, con las plenas facultades delegadas por las Cortes, autorizase tanto el traslado como la custodia y las disponibilidades sobre las reservas monetarias. El decreto fue aprobado, omitiéndose su publicación en la Gaceta oficial, como es obvio, dada su naturaleza secreta en tiempos de guerra, quedando autorizado el Dr. Negrín, en consecuencia, para adoptar las decisiones que creyese oportunas sobre el oro y las situaciones de fondos en el extranjero». La memoria fallaba a Bugeda. Hubo dos decretos en octubre de 1936. <<
[14] El decreto del 30 de agosto fue atacado violentamente como anticonstitucional por el bando franquista y desde el punto de vista del objetivo del «seudo Gobierno rojo» de «costear los gastos de la guerra que sostiene en nombre de la minoría bolchevique que le sigue, con el intento de yugular —digámoslo con su propio léxico— la Santa insurrección de la España auténtica, tradicional y progresiva a un tiempo, personificada en el glorioso Ejército, en las masas acaudilladas por el Jefe del Estado». Todo esto lo afirmó, y firmó, el asesor jefe del Banco de España en Burgos, César Antonio de Arruche, en un largo dictamen del 28 de octubre de 1937 (reproducido en Viñas, 1976, pp. 473-513). Obsérvese la prudente yuxtaposición de adjetivos para caracterizar la España franquista. <<
[15] Naturalmente, cabría argumentar que la República vulneró sus propias normas de la época de paz. Pero contra ello podría afirmarse que, de haber ganado la guerra, es verosímil que hubiese regularizado la situación y convalidado las disposiciones reservadas. El tema tiene un indudable interés desde el punto de vista de la polémica jurídico-política pero, en mi opinión, ninguno en el plano operativo. <<
[16] El director en Londres era Aurelio Valls quien, al parecer, estuvo dudando sobre cómo reaccionar. El 23 de septiembre el Banco de Inglaterra le comunicó formalmente que en tanto en cuanto el Gobierno británico siguiese reconociendo al republicano, sus decretos tenían fuerza de ley. El nombre de Pan se borró de la lista de mandantes (ABI: C 43/446). <<
[17] La carta y una descripción de las circunstancias que rodearon su entrega se encuentran en AMAEC, legajo R-1040, E 5. <<
[18] Pocos días después, Mola continuó: «Ya que tú estás en buenas relaciones con Italia y Alemania es necesario conciertes con ellas un crédito ilimitado, porque el empréstito de Portugal se está agotando rápidamente. Hemos tenido que pagar a precio de oro aviones de escaso valor militar, cosa que me he visto precisado a hacer para mantener la moral de esa gente que si no vuelan por encima de ellos se me arruga…» (Ibid., p. 351). Es curioso que no se critique a los franquistas por satisfacer esos precios delirantes que denunciaba Mola y sí a los republicanos, que también sentían una necesidad similar. Como Howson ha mostrado, por lo demás, los vendedores eran, con frecuencia, si no los mismos sí de la misma nacionalidad. <<
[19] Viñas, 1976, pp. 105-109, e ibid., 1979, pp. 72-73 e ibid., 1979, pp. 72-73. <<
[20] Mi argumentación no es cínica. Caracteriza, simplemente, el tenor general de la política francesa en un sentido global y no la circunscribe a la actitud decididamente pro-republicana del ministro de Finanzas y del gobernador del Banco de Francia, como parece hacer mi buen amigo Martín Aceña (2001, p. 85). <<
[21] Acta de la reunión del consejo general del 30 de septiembre de 1936 en Viñas, 1979, pp. 158ss y 187. En el Banco de Inglaterra se decidió no dar respuesta alguna. Uno de los altos cargos del Midland Bank británico (entidad que surgirá más adelante en nuestro relato) se apresuró a llevar copia del telegrama al Foreign Office en donde dejó un memorándum en el que exponía que la salida de oro de España implicaba que el Gobierno ya se había gastado el depositado en el exterior (lo cual era totalmente incorrecto en la medida en que afectaba al oro de Mont-de-Marsan). Un diplomático británico apuntó no obstante que también podía ocurrir que se enviara al extranjero para ponerlo a buen recaudo («Withdrawals abroad of gold from Bank of Spain in Madrid», 26 de agosto, TNA: FO 371/20565). <<
[22] Olaya Morales (pp. 467s) reproduce el contrato sin indicar fuentes. Yo lo encontré en los papeles de Pascua. Los sublevados rápidamente identificaron su actividad y dirección (24 rue Ponthièvre) e informaron de ello a los británicos, quejándose amargamente de los apoyos que Francia prestaba a la República. TNA: T160/683, despacho del embajador Chilton del 8 de septiembre de 1936. <<
[23] El diputado granadino Alejandro Otero, ginecólogo de renombre, escribió a Largo Caballero (2007, pp. 3271-3280) un informe sobre las primeras gestiones de adquisición de armas y reveló la angustia, la impotencia y las dificultades de toda índole: sabotajes bancarios, carencia de licencias, ausencia de permisos de exportación. En esta coyuntura, a Otero la Société le pareció un acierto pero sólo la identificó como «contratante y pagadora». <<
[24] Habría que indicar que en condiciones normales,los sublevados no se plantearon este tipo de problemas. Junto con los alemanes montaron rápidamente una empresa ficticia, la Hispano-Marroquí de Transportes (HISMA), bajo cuyo amparo se disfrazaron los primeros suministros bélicos del Tercer Reich (Viñas, 2001, pp. 417-419). <<
[25] No puede tomarse el de Ovalle como un testimonio imparcial. En el informe que tantas veces hemos utilizado, Jiménez de Asúa le fulminó. Sabía, dijo, que había contribuido a que la atmósfera se espesara en Madrid. Ovalle se creía «un Napoleón injerto en negociante» y había dicho «que para él todas las dificultades se allanarían. No fue así». Ovalle criticó la operación hasta que De los Ríos, exasperado, le dio una suma importante «con la que hubo de pasearse también como los demás delegados con el mismo éxito negativo»(Asúa dixit). <<
[26] Otero lo identificó como «Oficina de adquisiciones especiales» y afirma que empezó a funcionar el 26 de agosto en los locales de la Oficina comercial de la embajada de España pero fuera de la cancillería. <<
[27] En una obra que es un auténtico caso de «pornografía histórica», Zavala (2006, pp. 266ss) se lanza a una diatriba contra algunas de tales operaciones, que presenta como comienzo de un expolio de la República. Lo sorprendente es que tal obra, una de las más deleznables sobre la guerra civil que se han publicado en la España democrática, cuente con la caución —y el prólogo— del profesor Stanley G. Payne. <<
[28] Así, por ejemplo, éstos identifican anotaciones en el haber el 24 de agosto (35,4 millones), el 27 (35,5), el 5 de septiembre (35,5), el 7 (18,7), el 11 (51,2), el 14 (13,8), el 15 (18,7), el 21 (70), etc. Los receptores fueron el embajador De Albornoz, Miguel Álvarez Buylla (cónsul general en Londres), Alejandro Otero, Rafael Méndez y Francisco Órdenes, entre otros. En estas estadísticas la BCEN no aparece hasta el 24 de octubre (SAEF, fondo B-33673). <<
[29] No he encontrado documentación que me permita compartir el juicio de Olaya Morales (p. 67) de que «todo el mundo era consciente de que, por encima de la impericia de la comisión de compras de París, existía una obstrucción sistemática del gobierno, al restringir draconianamente el envío de fondos, obedeciendo así a una política deliberada de reducir las adquisiciones de pertrechos mientras no pudiera disponer de un ejército propio». <<
[30] La Suscripción Nacional se examinó por primera vez en Viñas, 1976, cap. V. La referencia a lo afirmado en el texto se encuentra en pp. 394 y 401s. <<
[31] Coverdale (p. 87) señala que el 7 de agosto salieron, entre otro material, 27 cazas. <<
[32] «Ni una palabra más sobre temas de dinero. Ya hablaremos de ello después de la victoria. ¡Ahora no!». <<
[33] Viñas, 1989, pp. 48-51. El informe lleva fecha del 26 de agosto. <<
[34] En AMAEC, legajo R-1041, E 6, se encuentra la decisión de la Junta de Defensa Nacional que encargaba, con total libertad, al vocal de la comisión asesora de Hacienda, Andrés Amado, negociar la operación. La Junta se comprometía a aceptar el resultado. <<
[35] Una fotocopia del contrato inicial se encuentra en mi archivo particular. Está firmado por Fidel Dávila, presidente de la JTE, y Antonio de Movellán y Sánchez Romate. <<
[36] 36. Los créditos se dieron a conocer por primera vez en Viñas et al., 1979, pp. 288-289. Una fotografía de la primera página de la ley que los convalidó (y que se conservaba en el Archivo Reservado) ha sido reproducida en facsímil en Tesoros (Ministerio de Hacienda), pp. 36ss, junto con otras más tardías. <<