[1] Peor la tiene su predecesor pero como ha puesto de relieve Cruz (p. 232), el Gobierno Casares Quiroga, aun dentro de sus errores, no se quedó tan paralizado o inactivo como se afirma habitualmente. <<
[2] Un observador poco proclive a la República como fue el embajador de Chile, Aurelio Núñez Morgado, señaló que «la sublevación encontró, desde el primer instante, la más enérgica, como inevitable, resistencia por parte del Gobierno, el que no tuvo más remedio —justo es reconocerlo— que armar al pueblo sin pérdida de tiempo, medida que consideró imprescindible ante la avalancha avasalladora que le amenazaba y que, dada la rapidez inevitable y falta de selección con que fue ejecutada, dio lugar a los inauditos desastres y hechos de sangre que se siguieron y que constituirán la página más sombría de la historia de este pueblo»(España, p. 228). <<
[3] Para el contexto, véase por ejemplo el lúcido análisis de Graham, 2002, pp. 84-87. Julián Casanova (p. 159) evoca la creencia fundamental del anarcosindicalismo: purificar la sociedad de «fascistas» (es decir, políticos conservadores, militares, propietarios, burgueses, comerciantes, clero, trabajadores de ideas moderadas, católicos, técnicos, etc.) y eliminar de raíz a los causantes de todos los males sociales. <<
[4] A la par la dirección estratégica cometió varios errores fundamentales. Alpert (1987) ha señalado dos: la incapacidad de impedir el traslado desde Marruecos de las tropas sublevadas controlando el Estrecho y Algeciras y, más tarde, el envío de la flota al norte. A lo largo del conflicto, hubo más errores estratégicos que la República pagó caros. <<
[5] Esto no significa olvidar que existe una tradición ilustre, pero exagerada, entre los historiadores conservadores que arguye que el Frente Popular, desmoronado, la radicalización del PSOE y las siniestras maniobras del PCE, alimentado por la Comintern, apuntaban de forma inexorable hacia la revolución. Como es lógico, nada de ello aparece en la brillante síntesis reciente de Juliá (2006, pp. 156-158). <<
[6] La dialéctica guerra-revolución se desencadenó desde los primeros días del conflicto y, en parte, determinó su evolución. Todavía hoy se encuentran en la literatura pro-anarquista, poumista o simplemente anticomunista cantos al élan revolucionario como mecanismo, necesario y suficiente, para avanzar por el sendero de la victoria. En tanto que esquema interpretativo global dicha contraposición es insuficiente, aunque haya dominado la literatura durante decenios. Otra cosa es que, en la época, se divisara como la manifestación de pulsiones reales, nada teóricas. <<
[7] En la reconstrucción de estas gestiones iniciales nos han sido de suma utilidad un relato sin firma pero en el que aparece tachado el nombre de Ovalle con la fecha 24-8-36 manuscrita y un largo informe de Jiménez de Asúa del 20 de septiembre de 1936. Ambos se conservan en AFIP, carpeta «París. Comisión de compras». Daniel Ovalle era, según Howson, el alcalde socialista de Getafe y, por lo que se desprende del texto del relato, su autor. <<
[8] Se hizo rápidamente, eso sí, una gestión con Lisboa. El 18 de julio se solicitó que el Gobierno portugués evitase el traslado del general Sanjurjo al norte de África (sic), desde donde dirigiría el movimiento militar (DAPE, doc. 4). <<
[9] Sobre los antecedentes, es insustituible la obra de Quintana Navarro. <<
[10] Bennassar (p. 133) se refiere, erróneamente, a un tratado. No era tal. Siguiendo en la estela de Rojo (1967, p. 199), muchos otros autores malinterpretan esta conexión previa pero no merece la pena rectificar sus opiniones. <<
[11] Du Réau (p. 193) alude a una nota de Daladier en la que éste, en la línea de Blum, dio inmediatamente órdenes a los arsenales de preparar suministros y concentrarlos en Burdeos. Es una información correcta y verificable gracias a documentos republicanos. <<
[12] El embajador italiano se apresuró a informar el 22 de julio a Roma que Blum y Cot se inclinaban a favor de la ayuda pero que Delbos temía complicaciones internacionales. Al día siguiente subió un peldaño en la escalada e indicó que Cot y Blum estaban dispuestos a apoyar a la República sin ni siquiera consultar al gabinete (DDI, IV, docs. 589 y 598). Las actuaciones de Cot se analizan en Jansen (pp. 308-313), utilizando material hasta ella desconocido. <<
[13] Todo ello les valió su incorporación al servicio del «Nuevo Estado» franquista (Pérez Ruiz, pp. 88s) sin ningún problema. <<
[14] AMAEC: legajo R-1460, (E)6. «Informe extractado sobre la actitud del Gobierno francés con motivo de la guerra civil española», sin fecha ni firma, pero indudablemente redactado con acceso a documentos o testimonios de la época. Es un documento que hay que manejar con cuidado. Los autores incidieron en numerosos errores fácticos, si bien en otro contexto. <<
[15] Se añadieron factores como el acendrado pacifismo de una gran parte de la sociedad francesa y una sobreestimación de la capacidad alemana, pero el temor a actuar solos fue determinante. Con todo, resulta harto improbable que una intervención activa francesa hubiese podido conducir a un conflicto europeo, como se hartaba de gritar la derecha y como parecieron temer gentes del tipo Chautemps, quien en junio de 1937 sucedió a Blum en el puesto de primer ministro. <<
[16] Un director general del Quay d’Orsay dijo a un colega de la embajada británica que el Ministerio había tenido que ejercer toda su influencia para evitar una decisión opuesta por parte del Gobierno. DBFP, doc. 19. <<
[17] En Viñas, 2001, he detallado pormenorizadamente el contexto. Sorprende que cuatro años más tarde un escritor como Eslava Galán (pp. 45ss) incurra tanto en errores fácticos de bulto como interpretativos al narrar la conexión Franco-Hitler. Más sintomático es que en su tesis doctoral Lucas Molina (según Vidal representante de «una generación de jóvenes historiadores que enlazan con los estudiosos militares de los años sesenta y setenta y que ha decidido no pactar con la dictadura del pensamiento único») caiga en las viejas interpretaciones de nazis embusteros (desahuciadas documentalmente) y excluya todo lo que no casa con ellas. <<
[18] Incidentalmente, a esta conclusión llegó también el propio Faldella quien resaltó la labor de Luccardi en comparación con otras conexiones previas. <<
[19] El embajador norteamericano no tenía duda alguna de que «fuerzas reaccionarias, hostiles a un régimen democrático, fomentaban intensamente incidentes que pudieran servir de cobertura ante el mundo exterior de la rebelión que se preparaba»(Bowers, p. 226). Otro tipo de información que suele ocultarse. Por ejemplo, no se hace eco de ella Beevor (p. 62), en cuya obra los asesinatos falangistas aparecen sólo tenuemente conectados con la extrema derecha monárquica. Frente a ello véase el lúcido análisis de González Calleja (pp. 139s). <<
[20] Este tipo de informaciones las silencian sistemáticamente muchos autores pro-franquistas o anti-republicanos. Un ejemplo es el de Bolloten, tan minucioso en destacar los desmanes de la izquierda y mentor de toda una tradición interpretativa. Cabría afirmar, no obstante, que los pistoleros de la extrema derecha contribuyeron a asentar sólidamente en el ambiente político y social español un mecanismo de acción-reacción que se añadió a los ajustes de cuentas violentos entre la CNT/FAI y la UGT/PSOE/PCE y que en buena medida explica la intensificación de las denuncias de la derecha contra la inseguridad reinante. Nadal (pp. 92-95, 107-109) lo ha ilustrado, por ejemplo, en el caso de Málaga. <<
[21] Dado que en esta obra los BJ se utilizarán con frecuencia, conviene señalar que también los italianos se esforzaban por hacer lo propio. Como han indicado Heiberg y Ros Agudo, la Direzione Generale della Pubblica Sicurezza del Ministerio del Interior tenía un servicio especial de interceptación dotado de equipos muy potentes. La estación radicada en la capital se denominaba «Roma Autocentro» y captaba comunicaciones en toda Europa. El problema es que los telegramas interceptados han desaparecido en su inmensa mayoría. <<
[22] Franco no defraudó a De Rossi. El 22 de julio la orden del día de la Legión recogió un aumento de sueldo para los cabos y soldados e iba firmada por el general jefe superior de los Ejércitos de España y Marruecos español, cargo inexistente, en que ya se había autoconvertido (Rodríguez Jiménez, pp. 197s). <<
[23] Collotti et al., p. 289 y Beevor, p. 204, aluden a la carta simplemente. Saz (p. 243) la reprodujo. Una reconstrucción de las circunstancias en que Mussolini tomó su decisión la ha hecho Preston (1996). <<
[24] Aunque hay explicaciones para todos los gustos. Así, por ejemplo, Lamb (p. 170) imaginaba que Franco se había sublevado a favor de la Iglesia. <<
[25] Esto debió de ser balsámico para Mussolini quien, en el contexto de una política agresiva en el Mediterráneo, necesitaba una España pro-fascista, que no la obstaculizase y que no debiera nada a Francia (Mallet, p. 87). <<
[26] Al Gobierno republicano le informó el 23 de julio su cónsul en Tánger que Italia había vendido 24 aviones a los rebeldes y que la ayuda material a éstos por parte de Alemania era también un hecho. Se adelantó tan sólo en un par de días (TNA: HW 12/205, BJ065688). Más tarde continuó señalando la llegada de los aparatos, el transporte de tropas a bordo de los Junkers y el reclutamiento de nativos en la zona del protectorado francés. Todo fue descifrado por los británicos. <<
[27] Lamb (pp. 170s) explica la intervención italiana para que España «no cayese bajo la influencia francesa o virase al comunismo». <<
[28] Aserto que retumba entre los historiadores de derechas prácticamente hasta nuestros días. <<
[29] La crónica, muy famosa, se publicó el 28 de julio bajo el título «Franco orders: no let-up in drive on Madrid». Suele subrayarse en las referencias lo de que Franco no dudaría en fusilar a media España pero, en realidad, toda la entrevista es absolutamente notable. <<
[30] En un borrador de nota (que se conserva en AMAEC-AB, no intervención/caja 104) se indicaron también seis bombarderos Potez 54 y catorce Dewoitine. Más tarde se pidieron emisoras de radio. <<
[31] Siempre se ha sospechado que hubo una presión británica. No se ha documentado fehacientemente aunque Berdah (p. 205) ha dado indicaciones al respecto. Si bien la nota de Jiménez de Asúa es evidencia circunstancial, no cabe desdeñarla. La escribió a las pocas semanas de los sucesos, con éstos todavía frescos en la memoria, mucho más frescos que los tenía Blum cuando reveló sus recuerdos. Señalar las discrepancias entre mi versión y la consagrada en la literatura al uso sería una tarea tediosa. <<
[32] Recordemos que el vital informe de Jiménez de Asúa se encuentra en AFIP, carpeta «París. Comisión de compras». <<
[33] El encargado francés en Londres comunicó al Foreign Office que, de no abrirse paso la solidaridad franco-británica, Blum no podría contener a los elementos que, en Francia, clamaban a favor del apoyo activo a la República: DGBP, doc. 51. Se trata de un ejemplo de colusión administrativa franco-británica. <<
[34] En la comunicación a Londres se indicaba el objetivo de la propuesta: evitar que se formasen bloques de potencias que harían que resultasen vanos todos los esfuerzos por mantener la paz. Se trata de un tema justamente destacado por Renouvin, p. 334. <<
[35] Los británicos eran conscientes de que Mussolini buscaba una posición de preeminencia en el Mediterráneo, que ello podría afectar a sus intereses vitales y que España, que hasta entonces había sido un actor poco vibrante en el esquema de relaciones internacionales, podía convertirse en una incógnita. Pero buscaban un acomodo entre las potencias y preferían no antagonizar ni a Alemania ni a Italia (informe a la comisión delegada del Gobierno para política exterior del 19 de agosto, TNA: FO 371/20573). Esto pasaba por Realpolitik. <<
[36] Para el caso belga Olaya Morales (pp. 54ss) menciona que ya el 30 de julio un coronel apellidado Romero se desplazó a París y luego a Bélgica e Inglaterra con el fin de contratar armamento. Las adquisiciones no se materializaron por dificultades que este autor eleva al nivel de categoría y que le sirven para condenar toda la actuación gubernamental, pasando por lo que caracteriza como ineficaz actuación de la embajada en París. Hacia el 28 de julio el diputado socialista por Málaga y antiguo coronel de artillería, Antonio Fernández Bolaños, lo intentó de nuevo en Bélgica pero las operaciones no se concluyeron (Largo Caballero, 2007, p. 3274). <<
[37] Dado que la idea de la no intervención ya se había lanzado, la información recogida por Jiménez de Asúa puede haberse referido a algún tipo de oficialización. <<
[38] Zapatero (p. 416) resume sobriamente lo que ello implicaba: «Una traición de las democracias europeas a la joven República española. No sería la última». <<
[39] Los expertos que prepararon la publicación de los DDF no la encontraron en los archivos. Sí se hizo eco de ella, en parte, la revista mensual Les documents politiques, diplomatiques et financiers, de enero de 1937. Véase nota a pie de página en DDF, III, doc. 151. <<
[40] Parte de estos datos se han tomado de las «Notas referentes a la comunicación que podría dirigirse al Gobierno francés», elaboradas por la Asesoría Jurídica del Ministerio de Estado, 23 de febrero de 1938, AJNP. <<
[41] Martín Aceña (2004, pp. 171s) la ha reproducido parcialmente. El texto completo lo he consultado en CHAN, 552, AP 22. <<
[42] En el imaginario colectivo francés ha quedado, no obstante, prendida la idea de que Blum montó una amplia operación de «contrabando legal» para ayudar a la República. Joffrin (p. 20) es, hoy por hoy, la última muestra de ello cuando se celebra el LXX aniversario de la llegada al poder del Frente Popular francés. <<
[43] El lector interesado podrá comprobar fácilmente la ausencia de este tipo de consideraciones en la que se presenta, hasta ahora, como enciclopedia de la guerra aérea, y sus implicaciones internacionales, cual es la obra de Jesús Salas Larrazábal. <<
[44] Los apuntes de Azaña (1990, p. 207) permiten intuirlo: «las primeras noticias del pacto de no intervención me dejaron estupefacto; sobre todo, su inmediata aplicación provisional por Francia». <<
[45] Entre las que se llevan la palma las de Martínez Amutio (p. 19), incorrectas como suelen ser las suyas. Francia, afirmó, se negó a enviar el material «hacía ya tiempo encargado y pagado». <<
[46] Afirma Ramón Salas Larrazábal (p. 225), refiriéndose a la situación de la zona sublevada: «El Ejército asumiría el poder reuniendo en sí la potestad civil y la dirección de la guerra. Toda solución política se remitía al futuro. El presente lo absorbía la preferente atención de ganar la guerra […] Los partidos y milicias eran simples auxiliares de su acción». <<
[47] Saiz Cidoncha (p. 191) reseña números diferentes. La embajada norteamericana en Madrid (FRUS, p. 481) informó inmediatamente a Washington el 12 de agosto que se trataba, probablemente, de una veintena de aviones. Howson (pp. 86-88 y 356s) señala (pp. 76s) que el precio al que se vendieron los cazas tenía una sobrecarga de casi el 27 por 100. Esta última aumentaba a un 73 por 100 para los bombarderos. No cabe afirmar, pues, que el Frente Popular francés permitiese un hilito de ayuda demasiado desinteresado. Esto tuvo consecuencias, hasta ahora no destacadas en la literatura. <<
[48] Las afirmaciones recogidas por Ojeda (p. 143) de que en este período México ya actuó de pantalla para suministrar aviones a la República no están corroboradas por los hechos. <<
[49] Nada de lo que antecede ha servido para eliminar afirmaciones como las de Arias Ramos (p. 106) según el cual el Gobierno francés aceleró el suministro de aviones, tras haber sido el que había exportado a España mayor cantidad de pertrechos. <<
[50] Este episodio, al que cabe atribuir un valor sintomático, lo narra con su modestia y gracejo característicos el propio Méndez (pp. 61ss) quien había vivido los nuevos aires que el profesor Negrín aportó al comienzo de los años veinte a la Facultad de Medicina de la Universidad Central (hoy Complutense). Socialista también, llegó a ser director general de Carabineros y subsecretario de Gobernación. Activo en la adquisición de armas, emigró a Harvard y a México en donde se convirtió en un cardiólogo eminente. Agradezco a Guillem Martínez Molinos (quien investiga los suministros de carburante durante la guerra civil) que llamara mi atención sobre la importancia clave del famoso tetraetilo de plomo, que no menciona Jesús Salas. <<
[51] Una muestra de lo que iba por dentro se encuentra en las memorias de Ángel Ossorio (pp. 239s), que fue durante un año embajador en París: «Fue Francia objeto de una venta miserable por un político cobarde en términos que nadie podría concebir si no hubieran sido sufridos por Francia en primer término y por Europa entera después […] Blum fue un lacayo [del Reino Unido], [de] conducta miserable». <<
[52] Hay que tener cuidado en no enredarse en los atractivos de un balance estático. Los suministros fascistas apuntaban hacia una escalada, ya que obedecían a una dinámica que operaba en tal sentido. Los suministros franceses, por el contrario, seguían una dinámica que se agotaba. Es algo que suele olvidar la historiografía pro-franquista. <<
[53] Soutou (2005a, p. 788) alega que, en secreto, los franceses organizaron el envío a España de un volumen considerable de armamentos. Tan rotunda afirmación, que ha encontrado reflejo en una obra de carácter general, tiene hasta ahora una débil base documental a no ser que se refiera a las operaciones de contrabando realizadas por un Servicio de Adquisiciones Especiales, en parte bajo la égida del PCF. <<
[54] Sería interesante perseguir esta pista que hasta Durango no había, que yo sepa, revelado ningún autor. <<