La medianoche se acerca con frecuencia en el ocaso de mi vida, cuando vuelvo la vista atrás y contemplo todo aquello a lo que he sobrevivido. Las muertes de tantos que me importaban y a los que amaba con todo mi corazón han suprimido toda sensación de gloria de mis pensamientos. Haber escapado de todos esos destinos aleatorios ha perdido todo su triunfo.
Sé que me has visto, amigo mío, el rostro arrugado y la mirada callada, las frías calcificaciones que ralentizan mi paso amargo mientras recorro los últimos años, recubierto de oscuridad, como todos los ancianos, perseguido por los recuerdos…
El camino que tienes ante ti
Jhorum de Capustan