UN DESAFÍO AL LECTOR
En las novelas de misterio, el lector tiene el derecho a esperar ciertas pistas, descripciones fragmentarias de eventos anteriores. Cuando se juntan estos fragmentos, dan suficiente representación al lector cuidadoso para reconstruir los eventos anteriores, incluso al punto de entender las acciones específicas y las motivaciones de las personas involucradas, o al menos para lograr un nivel de comprensión de lo que el autor ofrecerá como conclusión de la novela. El lector más informal sencillamente se entretiene y llega a una comprensión más personal, la cual puede ser o no consciente. El autor de tales novelas tiene la obligación de dar suficientes fragmentos para que la reconstrucción sea posible, si bien, no obvia.
Este libro también es el relato escrito de una especie de historia de misterio. Sin embargo, difiere del misterio tradicional en varios aspectos. Este es el relato escrito de una historia que fue contada. Y la habilidad para contar historias es diferente que la habilidad para escribirlas. Aquel que cuenta historias tiene la obligación de usar la retroalimentación de aquel que escucha o mira, para determinar cuántas pistas puede ofrecer. La clase de retroalimentación que toma en consideración es de dos tipos: 1) verbal, una retroalimentación consciente, deliberada, aquellas señales que el auditor se da cuenta, está consciente que está ofreciendo al que está contando la historia, y 2) claves no verbales, espontáneas, inconscientes: la mirada, la sorpresa, la memoria trabajosa, aquellos signos que el que escucha le ofrece, sin percatarse, al que cuenta la historia. Una habilidad importante en el arte de contar historias es utilizar la retroalimentación inconsciente para obtener suficientes pistas de que los procesos inconscientes del auditor han llegado a la solución antes de que este, conscientemente, se de cuenta de ello. De tal arte surge la anhelada experiencia de sorpresa y deleite. El descubrimiento de que sabemos mucho más de lo que creemos saber.
Nos deleitamos en crear ese tipo de experiencia en nuestros seminarios, y mientras el relato que sigue puede haber contenido suficientes pistas para los participantes en los seminarios, únicamente el lector más astuto tendrá éxito en reconstruir plenamente los acontecimientos que lo precedieron. Como afirmamos explícitamente en este libro, el componente verbal es la parte menos interesante y menos influyente en la comunicación. Sin embargo, es el único tipo de pista ofrecida al lector aquí.
La unidad básica de análisis de la comunicación, cara a cara, es el circuito de retroalimentación. Por ejemplo, si se les da la tarea de describir una interacción entre un gato y un perro, podrán hacer anotaciones como: «el gato escupe… el perro muestra los dientes… el gato arquea su espalda… el perro ladra… el gato…». Tan importante como las acciones particulares descritas es la secuencia en que ocurren y, en alguna medida, cualquier conducta del gato se hace comprensible únicamente en el contexto de la conducta del perro. Si por alguna razón sus observaciones estuvieran restringidas únicamente al gato, estarían ante el desafío de reconstruir aquello con lo que estaba interactuando el gato. La conducta del gato es mucho más difícil de entender y apreciar aisladamente.
Quisiéramos reasegurarle al lector que los non-sequiturs (sic) —las tangentes sorprendentes—, los cambios no anunciados en contenido, el estado de ánimo, o la dirección que descubrirán en este libro, tienen una lógica obligada dentro de su propio contexto original. Si estas secuencias peculiares de comunicación fueran restauradas a su contexto original, rápidamente surgiría esa lógica; por lo tanto, el desafío es: ¿Es el lector lo suficientemente astuto como para reconstruir ese contexto, o sencillamente vamos a disfrutar del intercambio y llegar a una provechosa comprensión, inconsciente de una naturaleza más personal?
John Grinder & Richard Bandler