Esquemas del reencuentro
En una oportunidad en un seminario, en un instituto de AT, dije que creía que todas las partes de todas las personas son recursos valiosos. Una mujer entonces dijo: «Eso es lo más estúpido que jamás he oído».
«Yo no dije que eso fuera cierto, lo que yo dije es que siendo terapeuta lo creía, entonces iba a poder llegar más lejos».
«Bueno, de todos modos eso es completamente ridículo».
«¿Qué es lo que la hace pensar que eso es tan ridículo?».
«Yo tengo partes que no valen un centavo. Sencillamente se me interponen en el camino. Eso es todo lo que hacen».
«Nómbreme una».
«Tengo una parte que sea lo que sea que haga, lo único que hace es decirme que no lo puedo hacer y que voy a fracasar. Se las arregla para que todo me cueste el doble de esfuerzo».
Enseguida contó que había fracasado en la escuela secundaria. Cuando decidió retornar a la secundaria la parte le dijo: «No vas a ser capaz, no eres lo suficientemente buena, eres demasiado estúpida, te va a resultar vergonzoso, no vas a ser capaz». Sin embargo lo hizo. Incluso una vez que lo hubo hecho y decidió seguir adelante en la Universidad, la parte le dijo: «No vas a ser capaz de hacerlo».
De modo que le dije: «Bueno, me gustaría hablar directamente a esa parte». Incidentalmente eso siempre les llega a la gente de AT. No tienen eso en su modelo. Enseguida miro por sobre su hombro izquierdo mientras les hablo y eso realmente los desespera. Pero es un mecanismo muy efectivo para anclarlos, porque de ahí en adelante cada vez que miren por sobre su hombro izquierdo, únicamente esa parte les va a escuchar.
«Yo sé que esa parte está haciendo algo muy importante para ti y es muy disimulada en como lo hace. Aun cuando tú no lo aprecies, yo al menos sí lo hago. Me gustaría decirle a esa parte de que si estuviera dispuesta a decirle a la mente consciente de ella lo que está haciendo por ella, entonces, tal vez, podría obtener algo del reconocimiento que se merece».
En seguida la hice meterse y preguntarle a la parte qué cosa positiva estaba haciendo por ella. Inmediatamente respondió: «Te estaba motivando». Luego que me dijo eso, dijo también: «Bueno, pienso que eso es bastante extraño», a lo que respondí: «Pero sabes, no creo que te sea posible salir aquí adelante y trabajar al frente de todo este grupo», a lo que ella se levantó desafiantemente, atravesó la sala y se sentó. Aquellos de ustedes que hayan estudiado estrategias y entiendan el fenómeno de las respuestas polares, reconocerán que esta parte es sencillamente un programador neurolingüístico que comprende la utilización. Sabía muy bien que si decía: «Claro que puedes ir a la Universidad», ella respondería de inmediato: «No, no lo puedo hacer». Sin embargo, si le decía: «No vas a poder pasar ese curso», bastaba con eso para que dijera: «Ah, ¿qué no?», con lo cual lo hacía.
¿Qué le hubiera ocurrido a esa mujer si de alguna manera hubiéramos conseguido que esa parte dejara de hacer eso que estaba haciendo, pero sin cambiar nada más…? Habría perdido toda su motivación. Por eso tenemos el chequeo ecológico que es un modo de asegurarse de que la nueva conducta calza con las demás partes de la persona. Hasta el paso seis esencialmente lo que hemos hecho es crear un sistema de comunicación entre la conciencia de la persona y la parte inconsciente que maneja y gobierna la pauta de conducta que está tratando de cambiar. Y hemos tenido éxito al descubrir algunas conductas alternativas afectivas en esa área. Cuando haya terminado eso, desde luego que no sé si va a ser útil y beneficioso para ellos como persona entera.
Les voy a dar otro ejemplo de esto. He visto cómo personas pequeñitas, «mosquitas muertas», se meten en entrenamiento asertivo y se convierten en personas agresivas, tan agresivas que sus parejas los abandonan y pierden a todos sus amigos. Andan por ahí gritándole a la gente y actuando muy asertivamente. Son tan corrosivos que ya no les quedan amigos. Equivale a un salto de polaridades o el irse al otro lado del péndulo. Un modo de asegurarse de que eso no ocurra es algo como el chequeo ecológico.
Cuando hayan completado la comunicación y hayan creado las nuevas conductas alternativas para la parte que originalmente gobernaba la conducta problema, les piden a todas las partes que consideren las repercusiones de estas nuevas pautas de conducta. «¿Hay alguna otra parte en mí que tiene alguna objeción para con estas nuevas alternativas a mi conducta?». Si otra parte tiene objeciones, lo más típico es que emita una señal distintiva. Podrá ser incluso en el mismo sistema, pero será distinta en tanto que aparecerá en otra parte del cuerpo. Si súbitamente hay una tensión en los hombros, uno dice: «Bien, tengo una mente consciente limitada». ¿Podrías por favor aumentar la tensión en los hombros si la respuesta es «sí», hay una objeción, y disminuirla si la respuesta es «no», no hay objeción? Si hay una objeción, ese es un resultado excelente. Significa que hay otra parte, otro recurso, que está activo a favor suyo para realizar este cambio. Se está nuevamente en el paso dos y se recicla.
Una de las cosas que distingue un comunicador realmente singular, es su precisión en el uso del lenguaje: siempre utilicen el lenguaje del modo que obtengan lo que quieren. La gente desordenada y poco precisa con el lenguaje tiene también respuestas poco precisas y desordenadas. Virginia Satir es muy precisa acerca de su lenguaje y Milton Erickson es aún más cuidadoso. Si se es preciso en formular las preguntas, uno va a obtener información precisa. Por ejemplo, alguien aquí dijo: «Métete y pregúntale a la parte responsable de esta conducta si está dispuesta a cambiar» y obtuvieron una respuesta «no». Perfectamente, ¿qué otra cosa podría haber contestado si no ofrecieron ninguna otra alternativa? Era como decir: «¿Estás dispuesta a desaparecer?». «¿Estás dispuesta a comunicarte?», Sino que partieron diciendo: «¿Estás dispuesta a cambiar?».
Otra persona dijo: «Tú que eres la parte responsable mía, de esta conducta ¿aceptas las alternativas creadas por mi creatividad?». Y la respuesta fue «No» y por suerte fue así, ya que su creatividad no tiene idea acerca de cuál es su conducta en esta área. La parte que tiene que hacer la opción, es la parte responsable de su conducta. Esa es la que sabe de eso.
Hombre: ¿Y qué hay si la parte inconsciente creativa se niega a proporcionar alternativas?
Eso nunca ocurre si uno es respetuoso con ello. Si como terapeuta le faltas el respeto a la creatividad de las personas y a su inconsciente, simplemente no se van a comunicar contigo.
Mujer: Nosotros descubrimos que nuestras mentes conscientes son poco aceptantes del cambio.
Estoy totalmente de acuerdo en ello. Eso es muy cierto de los terapeutas, especialmente si las alternativas y las opciones fueron dejadas inconscientes. Esto no es necesariamente cierto en otros grupos de personas. Además tiene un cierto sentido porque los terapeutas tienen una mente consciente muy intrusa. Casi todas las sicoteologías humanistas modernas que conozco implican que es necesario estar consciente para realizar los cambios. Eso es absurdo.
Mujer: Estoy un tanto confundida entre el darse cuenta y la conciencia. En terapia guestáltica se habla mucho acerca de la importancia de la capacidad de darse cuenta.
Cuando Fritz Perls decía: «Pierde tu mente y despierta a tus sentidos» y tener capacidad de darse cuenta, estaba hablando acerca de la experiencia. Creo que él sospechaba que uno podía tener percepción sensorial sin interferencia de la conciencia. Escribió acerca de esto en lo que se refería la DMZ de la experiencia, o sea, la zona desmilitarizada de la experiencia, donde decía que el hablarse a sí mismo, o sea, el diálogo interno, era lo más alejado de la experiencia que uno podía estar. Decía que hacer imágenes visuales era un poco más cercano a una experiencia. Y dijo también que el sentir cosas era lo más próximo que uno podía llegar a estar de la experiencia y que la DMZ o zona desmilitarizada es muy distinta que comportarse y actuar en el mundo real.
Creo que se refería a que uno puede tener experiencia sin conciencia reflexiva y lo llamaba «estar en el aquí y ahora». Nosotros ahora lo llamamos «uptime». Es la estrategia que hemos utilizado para organizar nuestras percepciones y respuestas en este seminario con ustedes. Estando en uptime uno se habla a sí mismo, uno no tiene imágenes y no tiene sentimientos. Sencillamente se accesa la experiencia sensorial y se responde a ella directamente.
La terapia guestáltica tiene una regla implícita que dice que las claves de acceso son malas, porque uno está evitando algo. Si se dirige la mirada hacia un lado, uno está evitando. Y cuando uno mira para el otro lado, está en experiencia interna. Lo que nosotros denominamos «downtime». Fritz quería que todo el mundo estuviera en uptime, sin embargo y lo curioso es que mientras tanto estaba dentro de sí mismo diciéndose a sí mismo que era mejor estar en uptime. Sin lugar a dudas fue una persona muy creativa y yo creo que eso es lo que quería decir. Si bien es difícil saberlo con certeza.
Mujer: Usted dijo que veríamos cuando el reencuadre no funciona.
Y ciertamente lo hice al dar vueltas por la sala mientras lo intentaban. Lo intentarán y no les va a funcionar. Sin embargo, ese no es un comentario sobre el método, es un comentario acerca de no ser lo suficientemente creativo en su aplicación y no tener suficiente experiencia sensorial para captar todas las claves. Si ustedes toman el no funciona —en lugar de cómo un comentario acerca de cuán estúpidos y tontos pueden ser ustedes mismos— como un comentario acerca de lo que está ahí para que aprendan y empiecen a explorar, entonces la terapia se va a convertir en una verdadera oportunidad para expandirse a sí mismos, en lugar de una ocasión para hacerse autocríticas.
Esta es una de las cosas que he descubierto enseñando hipnosis. Creo que es una de las razones fundamentales por la cual la hipnosis no ha proliferado en esta sociedad. Como hipnotistas, ustedes ponen a alguien en trance y le presentan algún tipo de desafío como: «No podrás abrir los ojos». La mayoría de las personas no están dispuestas a ponerse a sí mismas ante ese tipo de pruebas. Siempre me dicen en los seminarios de entrenamiento de hipnosis: «¿Qué ocurre si yo doy la sugestión y ellos no la cumplen?». Entonces les digo: «Denles otra sugestión». Si no obtienen exactamente lo que querían, creen que han fracasado, en lugar de tomarlo como una oportunidad para responder creativamente.
Y hay una trampa enorme ahí. Si antes de comenzar una comunicación deciden que va a constituir una respuesta «válida», entonces la probabilidad de que lo obtengan se reduce drásticamente. Si en cambio realizan una maniobra, hacen una intervención y entonces se ponen en contacto con sus sentidos y se percatan de la respuesta que obtienen, se darán cuenta entonces que todas las respuestas son utilizables. No existen respuestas particularmente «buenas» o «malas». Cualquier respuesta es una buena respuesta cuando se utiliza y constituye el paso siguiente en el proceso del cambio. El único modo de fracasar es abandonando y decidiendo que no están dispuestos a gastar más tiempo en ello. Desde luego que pueden decidir también hacer lo mismo una y otra vez, lo cual significará únicamente que durante mucho más tiempo van a sentir el mismo fracaso.
Hubo un trabajo de investigación que creo que les serviría conocer. De un determinado grupo de personas ocurrió que un tercio de ellos entró a terapia. Un tercio de ellos fueron colocados en lista de espera y al otro tercio se les hizo ver una película sobre terapia. Lo interesante fue que la gente en la lista de espera tuvo la misma mejoría que los de los otros grupos. Ahora bien, este es un comentario sobre el proyecto de investigación y es lo único sobre lo cual es un comentario. A mí me presentaron esos hallazgos como si fuera una afirmación acerca del mundo.
Cuando les hice el comentario que lo único que podía discernir es que era una afirmación acerca de la incompetencia o la inadecuación de la gente que hacía terapia dentro del proyecto, les pareció que en realidad podía ser así y que era una idea novedosa que valía la pena considerar.
Yo llegué a sicología desde las matemáticas. Lo primero que me llamó la atención en el campo de sicología que cobró sentido para mí, es que lo que estaban haciendo no funcionaba, al menos con la gente que aún queda en los hospitales y en los consultorios, ¡los demás ya se habían ido a casa! De modo que para mí lo que ellos estaban haciendo con sus pacientes era lo que yo no quería hacer. Lo único que no valía la pena aprender era lo que yo estaba haciendo y no funcionaba.
El primer cliente que yo vi fue en el consultorio de otro sicólogo. Observé durante una hora cómo trabajaba esta terapeuta con su cliente varón. Ella era muy cálida, muy empática con esta persona, a medida que hablaba de su terrible vida en la casa. En un momento dijo: «Usted sabe, mi mujer y yo no hemos podido estar juntos y yo sentía que la deseaba mucho. Y tanto fue así que salí de la casa y me busqué una amante». A lo cual la terapeuta dijo: «Yo entiendo eso». Siguieron así durante más de una hora.
Al final de la hora se volvió a mí y me preguntó: «Bueno, ¿hay alguna cosa que te gustaría agregar?». Me levanté, miré al tipo y le dije: «Quiero decirte que eres el fraude más grande que he conocido en mi vida. Salir de la casa y empezar a revolverla detrás de las espaldas de tu mujer y venir acá y, más encima, ponerte a llorar en el hombro de esta mujer. Eso no te va a conducir a nada, ya que no vas a cambiar y vas a seguir siendo tan miserable el resto de tu vida a menos que te agarres a ti mismo, te des una buena patada en la cola y vas y le dices a tu mujer cómo es que quieres que ella actúe contigo. Díselo en palabras suficientemente explícitas de modo que ella sepa exactamente qué es lo que tiene que hacer. Si no haces eso vas a ser tan miserable como eres ahora, para siempre y nadie va a ser capaz de ayudarte». Eso fue exactamente lo opuesto a lo que había hecho la terapeuta. Se veía deshecho, sencillamente deshecho. Se fue del consultorio a su casa y trabajó todas estas cosas detalladamente con su esposa. Hizo todas las cosas que yo le dije que hiciera y luego me llamó por teléfono y me dijo que había sido la experiencia más importante de su vida.
A todo esto, en el intertanto, la terapeuta me había convencido de que yo había actuado pésimamente mal. Me explicó todos estos conceptos acerca de terapia y cómo era que esto no le serviría de nada al paciente. Me convenció de que yo había hecho algo equivocado.
Hombre: ¿Pero no te detuvo, no te impidió hacerlo?
No podía, estaba paralizada. Pero tenía razón, no hubiera funcionado con ella, sin embargo para él era perfecto. En todo caso era justo lo opuesto a lo que ella había estado haciendo todo el tiempo. Y no es que lo que yo hiciera fuera más poderoso de lo que ella hizo, sino que era simplemente más adecuado para él, ya que todas las demás cosas no habían funcionado. Ella no tenía esa flexibilidad en su conducta. Hacía únicamente lo que podía hacer. No podía hacer terapia guestáltica porque no le podía gritar a nadie. Para ella no era una opción. Era tan bondadosa. Estoy seguro que ha habido personas que jamás han tenido a alguien que sea bondadoso con ellos y la sola experiencia de estar en contacto con ella puede haberlos influenciado, sin embargo, eso no los ayuda a hacer los cambios específicos por lo cual vinieron a terapia.
Mujer: Lo que nosotros hicimos fue preguntarle a la mente consciente de la pareja: «¿Estás de acuerdo en no sabotear? Trata de no—».
Ahí sí que hay una presuposición, de que la mente consciente de hecho puede sabotear. Puede ignorar la mente consciente. Al inconsciente no podrán sabotearlo. No pudo sabotear la opción original que no quería y tampoco va a ser capaz de sabotear las opciones nuevas.
Lo que están haciendo con el reencuadre es darle variedad requerida al inconsciente. El inconsciente primitivamente tenía únicamente una opción de cómo obtener lo que desea. Ahora tiene por lo menos cuatro opciones. Tres formas nuevas y una vieja. La mente consciente aún no tiene nuevas alternativas. Así que dada la ley de variedad requerida ¿cuál va a ser la que está en control? La misma que estuvo en control antes de que llegaran acá. Y no es su mente consciente.
Para algunas personas es importantísimo tener la ilusión que son sus mentes conscientes quienes gobiernen su conducta. Es una forma particularmente virulenta de locura que ocurre entre profesores universitarios, siquiatras y abogados. Están convencidos de que la conciencia es el modo como dirigen sus vidas. Si creen eso, hagan el experimento que puedan ensayar. La próxima vez que le vayan a dar la mano a alguien quiero que, voluntariamente no levanten la mano como para dársela y vean si acaso su mano se levanta o no. Mi suposición es que su mente consciente ni siquiera va a descubrir cuál es el momento para interrumpir la conducta cuando ya su mano va a estar a mitad de camino y eso es solamente un comentario sobre quién tiene el control.
Hombre: ¿Y qué hay del uso de este método en grupos?
Espero que se hayan dado cuenta cómo lo usamos aquí. Mientras están haciendo el reencuadre, más o menos entre el setenta y el ochenta por ciento del tiempo están solos esperando a que la otra persona obtenga una respuesta. Mientras están haciendo eso pueden comenzar con otra persona. En alguna oportunidad he hecho de diez a quince personas a la vez. La única limitante acerca de cuántas personas pueden trabajar a la vez, es a cuánta experiencia sensorial pueden responder. Ustedes fijan sus limitaciones por el refinamiento de su sistema sensorial.
Sé de alguien que lo hace en grupo y los hace dar cada paso a todos juntos. «¿Todo el mundo está identificando algo?». «Todo el mundo métase para adentro». «¿Y qué obtienen?». «Obtuve una sensación». «Intensifícalo para sí». «¿Qué obtienes?». «Escucho sonidos». «Haz que se intensifique». «¿Qué obtienes?». «Obtuve una imagen». «Que se haga más brillante». Y hace que todos los demás esperen. Ese es otro enfoque. Es más fácil si tienen un grupo homogéneo de personas.
Hombre: Tengo curiosidad. ¿Alguna vez esto lo hicieron con un paciente de cáncer, hacerlo que se meta y le hable a la parte que le está causando el cáncer?
Sí. Estuve con los Simontons en Fort Worth como consultor. Me encomendaron un grupo de seis personas que eran pacientes de cáncer, así que los trabajé en grupos y funcionó muy bien. Tenía bastante experiencia sensorial y había bastante homogeneidad en ellos como grupo, de modo que lo pude hacer colectivamente. Los Simontons obtienen buenas respuestas utilizando únicamente visualización. No sé cuáles van a ser los límites una vez que le agreguen la sofisticación que significan los demás sistemas representacionales y el tipo de sistemas de comunicación que desarrollamos con el reencuadre. Me gustaría saber cuáles son. Y el modo de descubrirlo es suponer que puedo hacer cualquier cosa y hacerla.
Uno de nuestros alumnos obtuvo una remisión completa en un paciente de cáncer. Luego hizo algo que incluso yo creo es aún más impresionante. Consiguió que un quiste ovárico del tamaño de una naranja, se disolviera en dos semanas. De acuerdo a la ciencia médica eso no es posible. La cliente dice que tiene radiografías que lo comprueban.
Aquellos de ustedes que estuvieron en la Escuela de Medicina obtuvieron algo que es un mal servicio y les voy a decir por qué. El modelo médico está basado en el modelo científico. El modelo médico dice lo siguiente: «En una situación compleja un modo de descubrir algo acerca de ella científicamente es restringir todo en la situación, excepto una variable. Enseguida uno cambia el valor de esa variable y se percata de los cambios en el sistema». Yo pienso que ese es un modo excelente de descubrir cuáles son las relaciones causa/efecto en el mundo de la experiencia. No creo que es un modo útil de la comunicación cara a cara con otro ser humano que está tratando de obtener un cambio. En lugar de restringir la conducta en la comunicación cara a cara, uno quiere variar su conducta ampliamente para hacer cualquier cosa que uno necesite a manera de obtener la respuesta deseada.
La gente del mundo médico ha estado últimamente dispuesta a admitir que las personas pueden crearse enfermedades sicológicamente. Saben que los mecanismos cognitivos sicológicos pueden crear enfermedades y que algunas cosas como el efecto placebo pueden curarlas. Pero son conocimientos no explotados en nuestra cultura en una forma útil. El reencuadre es un modo de comenzar a hacer aquello.
El reencuadre es el tratamiento a elección para cualquier síntoma sicosomático. Ustedes pueden asumir que cualquier síntoma fisiológico es sicosomático y luego proceder con el reencuadre, asegurándose, eso sí, que la persona ya ha utilizado todos los recursos médicos. Nosotros partimos de la base que todas las enfermedades son sicosomáticas y necesariamente no creemos que ello sea cierto, sin embargo al actuar como si fuera cierto, tenemos modos de responder adecuadamente ante las personas que tienen dificultades que no son reconocidas como sicosomáticas por la medicina. Incluso trabajando con afásicos, con gente con parálisis con una base orgánica no necesariamente histérica de acuerdo a los reportajes médicos, con frecuencia obtenemos resultados. Pueden hablar de esto como si la gente estuviera fingiendo cambiar, pero su intención de fingir un cambio por el resto de su vida no basta. Eso para mí es suficientemente verdadero.
La pregunta básica para nosotros no es qué es «verdadero», sino más bien cuál es un sistema de creencias útil para operar como comunicador. Si son médicos y alguien viene con un brazo quebrado, entonces lo lógico es fijar el hueso, reducirlo y no hacer juegos filosóficos. Si son comunicadores y toman el modelo médico como metáfora para el cambio sicológico, entonces han cometido un grave error. No sirve pensar en el cambio a partir del modelo médico.
Yo pienso que finalmente la cura de la esquizofrenia y la neurosis, probablemente va a ser farmacológica. Pero no pienso que tengan que serlo, sin embargo creo que probablemente lo serán, porque las estructuras de entrenamientos en este país han producido una incompetencia masiva en el campo de la sicoterapia. Los terapeutas sencillamente no obtienen resultados. Algunos sí los obtienen, pero lo que están haciendo no se prolifera a una velocidad suficientemente rápida. Esa es una de las funciones nuestras: presentar la información en una forma que permita ser aprendida fácilmente y ampliamente diseminada.
Nosotros también tratamos el alcoholismo como un proceso sicosomático, al igual que las alergias o los dolores de cabeza, las jaquecas o los dolores de miembros fantasmas. El alcohol es un ancla, al igual que cualquier otra droga. Lo que el alcohólico le está diciendo a uno con su alcoholismo, es fundamentalmente: «El único modo como puedo obtener cierto tipo de experiencia que me son importantes y positivas como ser humano —la camaradería, el escaparme y la evasión a ciertos tipos de procesos conscientes o lo que sea— es mediante el ancla denominada alcohol». Hasta que no se haya solucionado la ganancia secundaria mediante otra conducta van a seguir retornando a ello como ancla. Por lo tanto hay dos etapas en el tratamiento del alcoholismo. Una es asegurarse de que la ganancia secundaria sea recogida por alguna otra actividad: podrán por ejemplo, tener la camaradería, pero no es necesario emborracharse para ello. Necesitan saber cuál es su necesidad específica, porque es distinta para cada persona.
Una vez que les hayan enseñado modos efectivos de obtener la ganancia secundaria sin la necesidad de recurrir al alcohol, entonces anclan otra cosa para que tome el lugar del estímulo provisto por el alcohol, de modo que no tengan que pasar por el estado alcohólico para obtener las experiencias que quieren y necesitan. Hemos trabajado con alcohólicos en sesiones únicas que funcionan realmente bien, siempre y cuando nos aseguremos que estén involucrados estos dos pasos.
Hombre: ¿Usted parte de la suposición básica de que un individuo es conscientemente capaz de decir cuál es la ganancia secundaria?
¡Jamás! Más bien partimos de la suposición de que no pueden.
El reencuadre en el formato de seis pasos que hicimos aquí, tiene ciertas ventajas de las que hemos hablado. Por ejemplo, este formato construye un programa que la persona puede usar por sí sola más adelante para producir cambios en cualquier área de su vida.
Esto también lo pueden hacer conductualmente. De hecho esto es una estrategia y un diseño para la terapia conductual al igual que lo hemos estado haciendo aquí. En la relación terapéutica más habitual, el terapeuta se hace responsable de utilizar todas sus conductas verbales y no verbales para suscitar respuestas con las cuales accesa directamente los recursos de la persona y se comunica con esas partes. El cliente en el proceso normal terapéutico, a su vez se va a convertir en esas partes. Llorará, se enojará, estará encantado, extásico, etc. Va a mostrar por todos sus canales de salida que ha alterado su estado de conciencia y se ha convertido en la parte con la cual yo quiero comunicarme.
Con el reencuadre damos un paso atrás en ese proceso y le pedimos que fabrique una parte que va a ser la responsable de mantener un sistema de comunicación efectivo interno entre las partes. Sin embargo, el mismo formato de seis pasos puede utilizarse como un principio organizativo para hacer tipos de trabajos terapéuticos más habituales. El primer paso; identificar la configuración equivalente en un contexto normal terapéutico a decir: «¿Qué cambios específicos te gustarían?» y obtener una respuesta congruente.
En el trabajo terapéutico habitual hay muchos modos de establecer comunicación con la parte, siempre y cuando ustedes sean flexibles. Por ejemplo, se puede jugar a las polaridades. Supongamos que estoy con alguien que está realmente deprimido. Un modo de contactar la parte en él que está deprimida, es hablarle directamente a él. Si quiero contactar aquella parte que no quiere que esté deprimido puedo decir: «Puchas que eres deprimente. Eres una de las personas más deprimentes que he conocido, apuesto que has estado deprimido toda tu vida. Jamás has tenido una experiencia que no sea una cosa depresiva, jamás».
«Bueno, no toda mi vida, pero los últimos —».
«Ah no, apuesto que ha sido toda tu vida».
«No, no toda mi vida. La semana pasada me sentí bastante bien durante una hora…».
En otras palabras, exagerando la posición que se le ofrece a uno se obtiene la respuesta polar si se hace congruentemente. Y apenas la persona accesa la polaridad, la pueden anclar.
Mujer: Tengo clientes que dirían: «Esto es ridículo, no quiero hacerlo».
Muy bien, ¿y qué?
Mujer: Bueno, ¿qué hago, me río en ese momento o…?
No. Primero, a mí nunca me ocurrió que alguien me hable así. Y supongo que es porque yo hago muchas «cosas» antes de meterme en esto. Hago mucho acompañamiento, mucho y mucho reflejo. De modo que puedes considerar esto un comentario de que no preparaste a esta persona lo suficiente.
O también lo puedes tomar como una señal de que acabas de accesar la parte con la cual necesitas comunicarte. Su conducta les da un conjunto de mensajes y la verbalización les da otro. Si reconoces que la parte que ahora está activa y que acaba de decirte que esto lo encuentra ridículo, esa es la parte con la cual necesitas comunicarte de todas maneras, entonces no se hace en la forma de seis pasos. Inmediatamente se va al formato terapéutico usual. Ya han establecido comunicación con la parte. Adelántate y ánclate de la misma forma como estaba hablando anteriormente. Eso siempre te va a dar acceso a la parte toda vez que la necesites. Esa respuesta es una respuesta exitosa desde el punto de vista del formato terapéutico usual.
Ya sea que lo hagan en el formato de seis pasos o en el formato de uno de los encuentros terapéuticos más convencionales como el que acabo de hablar, ya han establecido un canal de comunicación. Lo importante aquí es aceptar únicamente señas, no las interpretaciones que provengan de la mente consciente de la persona. Si aceptan interpretaciones, van a caer en las mismas dificultades en las que ya están: la comunicación entre su comprensión consciente y la intención inconsciente que está en desacuerdo. Si toman partido van a perder, a menos que tomen partido con el inconsciente. Porque el inconsciente de todas maneras siempre gana.
Si su cliente se niega a tener nada que ver con el explorar las partes inconscientes, pueden decir: «Mire, le garantizo que aquella parte que están atacando conscientemente, la parte que lo mantiene haciendo X, está haciendo algo útil para usted. Yo me voy a poner de parte de ella, en contra de su mente consciente hasta que esté satisfecho que esta parte inconsciente suya haya descubierto nuevas pautas de conducta que son más efectivas que aquello que están haciendo actualmente». Es muy difícil resistirse a eso. Esa, al menos, es mi experiencia.
El paso número tres del reencuadre es el componente más importante de lo que la mayoría de las personas hace cuando realizan terapia de familia. Digamos que hay un padre que con frecuencia se pone de mal genio. Lo que haría Virginia Satir sería esperar que haya expresado bastante rabia. Luego le dirá: «Le quiero decir que en mis años que llevo en terapia de familia he visto muchas personas que se enojan. Y muchas personas lo pueden expresar también. Creo que es muy importante que cada ser humano pueda expresar lo que sienten en sus tripas, por así decir, sea felicidad o rabia, como lo que acaba usted de sentir. Quiero felicitarlo. Y espero que todos los miembros de la familia tengan la misma opción, la misma oportunidad».
Eso es acompañamiento: «Aceptar, aceptar, aceptar». Luego se acerca al padre y le dice: «¿Estaría usted dispuesto a contarme algo acerca de esos sentimientos de soledad e impotencia bajo esta rabia?».
Otra forma de reencuadre conductual sería decir: «¿A todo el mundo le gritas así? ¿Tienes que gritarle al hombre que reparte los diarios? ¿No le gritas al mecánico? Bueno, ¿le estás tratando de decir a ella que le interesa lo que ella hace? ¿De eso se trata la rabia? Es decir, me doy cuenta que no lo haces con la gente que no te importa, Esto debe ser algún mensaje que te importa. ¿Sabía que éste es el modo que tiene de expresar que le importa lo que usted hace?».
«Bueno, ¿cómo te sientes ahora de saber eso?». ¿Cuántos de ustedes han escuchado a Virginia Satir decir eso? Es una frase extraña, en realidad no tiene ningún sentido, pero funciona. Ese es otro ejemplo de reencuadre conductual. Es el mismo principio, pero en esta oportunidad involucra contenido. Es la única diferencia.
Carl Whittaker tiene una pauta de reencuadre muy hermosa y que aparentemente es propia de él. El marido se queja: «Durante los últimos diez años nadie se ha ocupado de mí. He tenido que hacer todo por mí solo y he tenido que desarrollar la capacidad de ocuparme de mí mismo. Nadie jamás me hace las cosas». Entonces Carl Whittaker le dirá: «Gracias a Dios aprendiste a pararte en tus pies. A mí realmente me gusta un hombre que puede hacer eso. ¿No estás contento de haber logrado eso?». Ese es un reencuadre conductual. Si un cliente dice: «Bueno, usted sabe, supongo, que no soy un marido perfecto», dirá entonces: «¡Gracias a Dios!, qué alivio. Han venido ya esta semana tres maridos perfectos y son tan aburridos». Lo que hace es invertir la presuposición subyacente en la comunicación que recibe.
Nosotros desarrollamos el reencuadre originalmente observando a Virginia Satir en el contexto de terapia familiar. También lo hemos aplicado en la toma de decisiones en trabajo empresarial. Esto se hizo ya hace unos años en un proceso denominado «brainstorming». (Temporal de sesos).
Yo entiendo el «brainstorming» como una situación en que las personas suspenden sus habituales respuestas de juicio de valor. Esto se hace explícitamente frente a todas las demás personas involucradas. Sencillamente se les permite hacer asociación libre sin hacer juicios acerca del valor de las ideas que surgen. Cuando se conduce el brainstorming de una manera efectiva, el resultado típico es que las personas generan muchas más ideas de las que hacen en otras situaciones de trabajo en conjunto.
El modo como eso funciona es que se hace una distinción realmente fina entre los resultados —aquello para lo cual vamos a utilizar el material— y el proceso de generar ideas con otras personas. El reencuadre es el mismo principio, pero aplicado en forma más general.
Lo que he visto una y otra vez en trabajos en empresas, en arbitrajes, en terapia de familia, es que siempre hay un objetivo hacia lo cual todos los miembros del sistema quieren llegar. Comienzan discutiendo algunas características o dimensiones o ventajas de este estado futuro deseado. A medida que progresan, lo típico es que otros involucrados en esa negociación se comporten como si estuvieran obligados a indicar que hay ciertas limitaciones existentes en el presente en la organización, que hacen imposible hacer aquello.
Lo que está faltando es un cuantificador de tiempo. De hecho tienen razón. Hay limitantes en la organización o en la familia que, en concreto, imposibilitan llegar a esa conducta propuesta ahora. Si ustedes trabajan como consultores para una organización o para una familia, podrán enseñarles a las personas a distinguir entre las respuestas congruentes con la descripción del estado futuro y las respuestas que son características del estado presente. Una vez conseguido esto se evitan más o menos el noventa y cinco por ciento de la discusión estéril que ocurre en una sesión de planificación. Convencen a las personas en la organización, que es útil para ellos sentirse libre a restringir la discusión al estado futuro, el estado deseado, proposiciones que son enteramente distintas de las limitantes del estado actual. Este es un ejemplo de ordenamiento y clasificación de dimensiones de la experiencia, tratar con ellas en una forma útil y luego reincorporarlas de vuelta en el sistema.
También necesitan un monitor. Todos habrán tenido la siguiente experiencia. Están en una reunión organizativa o en un sistema de familia. Y no importa lo que sea lo que alguien hace, siempre hay alguien que responde. No importa cual sea la proposición, hay alguien que se comporta como si fuera su función en el sistema desafiar la formulación recién presentada. Es útil poder hacerlo, pero suele ser bastante disrruptor. ¿Qué técnicas tienen para utilizar lo que está ocurriendo en este momento? ¿Hay alguien aquí que tenga un modo efectivo de encarar efectivamente tal situación?
Mujer: Puede pedirle que escalen; pedirles que lo intensifiquen.
De modo que usarías la cosa guestáltica de exagerar. ¿Cuál es el resultado que obtienes generalmente?
Mujer: Ah, dejan de hacerlo.
Dejan de hacerlo. Es una bonita transferencia de la terapia. Está siguiendo una de las tres pautas características de los terapeutas de terapias breves. Es lo que se llama prescribir el síntoma. Por ejemplo, cuando llega donde Milton Erickson y le pide ayuda para bajar de peso, él, típicamente le sugiere que aumente exactamente cinco kilos en las próximas dos semanas. Eso podrá parecer una conducta irracional de su parte, sin embargo es bastante efectiva, porque va a ocurrir una de dos cosas. O la persona va a bajar de peso —una respuesta polar— que es el resultado que persigue o va a subir cinco kilos de peso. Lo interesante es que no aumentan cuatro o seis, sino que aumentan exactamente los cinco kilos. Ya que fueron capaces de lograr eso, la presuposición conductual es que tienen control sobre su peso. De cualquier forma, eso desestabiliza la situación. Jamás he escuchado que la gente se estabilice. Siempre ocurre algo, es el mismo tipo de maniobra que hace Salvador Minuchin cuando se hace de aliado con algún miembro de la familia para desestabilizarla. Este es un ejemplo hermoso de la transferencia de la técnica terapéutica al contexto organizacional.
Les voy a mostrar otra forma de utilización. Apenas se den cuenta que la conducta desafiante es disrruptiva pueden interrumpir el proceso diciendo algo así: «Mira, una de las cosas que he descubierto es que es útil designarles a las personas funciones específicas en el grupo. En mi experiencia de consultor y trabajo con organizaciones he visto que eso es un buen modo de organizar las reuniones. Un miembro del grupo le sigue el hilo a las ideas y así sucesivamente». Entonces pueden asignarle a esta persona la tarea de hacer de desafiador. Cuando un miembro del grupo adelanta una proposición o mediante una secuencia de sugerencias, su tarea será desafiar esa formulación. Le explican que mediante el desafío de la formulación va a obligar a las personas que están haciendo la propuesta a hacer distinciones cada vez más finas y llevar su proposición a una forma que será más efectiva y realista. Han prescrito el síntoma y también lo han institucionalizado. He tenido la experiencia de sencillamente prescribir el síntoma y en la reunión siguiente ocurre lo mismo y tengo que hacerlo otra vez. Un modo de asegurarse de que uno no tiene que realizar la intervención una y otra vez, es institucionalizándola, asignándole la función de desafiador a aquella persona.
Esencialmente lo que han hecho es apoderarse de la conducta. Ahora podrán controlar cuándo se harán los desafíos. Este es un ejemplo de utilización. No tratan de impedir la conducta problemática, la utilizan. La metáfora básica para la utilización es la situación donde jamás lucho en contra de la energía que me es ofrecida por alguna persona o por alguna parte de ella. La tomo y la uso. La utilización es la contrapartida sicológica de las artes marciales orientales como el Aikido o el Judo. Esta es una estrategia paralela a lo que serían las artes marciales sicológicas. Siempre acepten y utilicen la respuesta, no luchen ni desafíen la respuesta, desde luego que con una excepción. Si el problema de la persona implica el atropellar a las demás personas, entonces denle duro, porque el problema involucra la conducta misma que están usando: vale decir, logran dominar y conseguir lo que quieren. Pero desde luego esa es una paradoja, porque si realmente estuvieran consiguiendo lo que quieren no estarían en su consulta.
Imaginemos que Jim, aquí presente, hace una propuesta, y Tony es la persona que he asignado que haga las veces de desafiador. Cuando Tony empieza a interrumpir digo: «¡Excelente, buen trabajo, Tony! Ahora escucha. Yo creo que deberías estar alegre de que no le hemos dado aún bastante cuerda a Jim para ahorcarse. Así que déjalo que complete la proposición y obtenga respuestas de las demás personas. Y entonces te voy a dar una señal y te largas encima de él en ese momento. ¿De acuerdo?». De modo que le he dado el mensaje «Sí, pero aún no».
Mujer: Eso funciona si usted es el consultor que viene de afuera, pero ¿y qué ocurre si uno ya está dentro del sistema?
Si usted es un consultor interno o es miembro del sistema al mismo nivel, puede que haya personas que se resistirán si usted lo formula como una proposición suya. Tienen que encuadrarlo adecuadamente. Que no aparezca como una proposición que proviene de ustedes, es una proposición que usted les está ofreciendo que proviene de afuera y que cree que será útil para usted y los demás miembros del grupo. Lo pueden hacer metafóricamente. Usando citas, por ejemplo. Pueden decir: «El otro día lo pasé fantástico con un consultor de empresas en Chicago. Fui a la conferencia y el coordinador nos dijo lo siguiente». Enseguida les presentan toda la información que yo les presenté a ustedes. Si lo hacen congruentemente será una proposición aceptable. Siempre podrán sugerir una prueba experiencial para descubrir si vale la pena hacerlo. Pueden pedirles a las personas que lo intenten durante dos horas. Si funcionan van a seguir haciéndolo, si no funciona no han perdido mucho y de todas maneras no querrían que continuasen.
Me gustaría indicar, eso sí, que las discusiones donde se presenten posiciones antagónicas son la sangre vital de cualquier organización si es que se hacen en un contexto determinado. Ese contexto es que ustedes establecen un marco alrededor de todo el proceso de la discusión, de modo que las disputas, las discusiones de propuestas, son sencillamente modos diferentes de lograr el mismo resultado del cual están de acuerdo todos los miembros, el metarresultado.
Les voy a dar un ejemplo de contenido. George y Harry son copropietarios de una empresa. Cada uno es dueño de un cincuenta por ciento de las acciones. A mí se me ha llamado como consultor. Harry dice lo siguiente: «Tenemos que expandirnos. O uno crece o se muere y específicamente este año tenemos que abrir oficinas en Atlanta, Chattanooga y Miami». Y George, que está por acá, dice: «Tú sabes tan bien como yo, Harry. El año pasado cuando abrimos las oficinas de Chicago y Milwaukee, las abrimos en un hilo y aún no están estabilizadas al punto de que estén con el suficiente trabajo que me dé confianza para saber que podemos seguir adelante y expandirnos con estas nuevas sucursales. Ahora, ¿cuántas veces tenemos que repetir todo esto?».
De modo que hay una diferencia de contenido entre estas dos personas acerca del paso próximo a seguirse como entidad corporativa. Una estrategia que siempre resultó eficaz en este tipo de situación es reencuadrar estas dos respuestas de modo que ambas resulten ser modos alternativos de obtener el resultado que ambos concuerdan. De modo que primero tienen que encontrar un objetivo común, establecer un cuadro, un marco. En seguida uno los instruye en cómo disputar efectivamente las proposiciones de cada uno, porque ambas nuevas propuestas son un ejemplo de cómo conseguir el mismo resultado sobre el cual ambos están de acuerdo.
De modo que yo haría algo como esto: «Déjenme interrumpirlos por un momento. Quiero asegurarme de que los entiendo a ambos. Harry, tú quieres expandirte, porque quieres que la empresa crezca más y haya más entradas, ¿verdad?». Luego me dirijo a George y le digo: «Lo que yo entiendo es que objetas la expansión en este momento y el que te estés basando en el hecho de que las oficinas de Milwaukee y Chicago aún no son autosuficientes, es tu modo de asegurarte del nivel de calidad de los servicios que ofrecen como una empresa. Estás ofreciendo un producto de calidad y quieres mantener esa calidad, porque de otra forma el negocio no funcionaría». Y él dirá: «Desde luego, ¿por qué hace estas preguntas?». Entonces le digo: «Muy bien, yo creo que ahora entiendo. Ustedes dos están de acuerdo de lo que quieren hacer; expandirse a un ritmo congruente para poder mantener la alta calidad de los servicios que ofrecen». Y ambos responderán: «Desde luego». Ahora han logrado el acuerdo que deseaban. Ya tienen el cuadro o marco. Entonces ustedes dicen: «Bien, ya que están de acuerdo sobre el resultado que todos queremos, encontremos cuál es el modo más efectivo y eficiente de obtener ese resultado. Ahora, tú George, haz una proposición detallada acerca de cómo vas a saber cuándo las oficinas de Chicago y Milwaukee estén estabilizadas a un nivel de calidad en su Operación que te permitirá sentirte cómodo para poder dirigir los recursos hacia otro lugar y continuar la expansión. Harry, quiero que tú digas cuál es la evidencia específica que podrás usar cuando sepas que es adecuado abrir nuevas sucursales. ¿Qué es lo que vas a ver o escuchar que te va a permitir saber que ahora es el momento apropiado para abrir una oficina en Chattanooga y aún mantener la calidad de los servicios que van a ofrecer?».
Para establecer el marco o cuadro, lo primero que hago es usar un lenguaje generalizador. Luego me aseguro que esté anclado «Ya que estamos todos de acuerdo acerca del resultado…». Enseguida los desafío para que tomen las proposiciones sobre las cuales están discutiendo —ahora incluidas en el contexto del acuerdo— de vuelta al nivel de la experiencia sensorial. Exijo que cada uno dé evidencia específica para fundamentar que su proposición es más efectiva para lograr el resultado en que ambos están de acuerdo. Entonces ahora van a tener discusiones útiles y voy a monotorizar su lenguaje para asegurarme de que están siendo lo suficientemente específicos como para tomar una buena decisión. Siempre podrán descubrir qué serviría de evidencia de que una proposición es más efectiva que otra.
Les voy a dar una estrategia específica para hacer esto. Escuchan las quejas de A y las quejas de B, en seguida se preguntan a sí mismos: «¿De qué son ejemplos ambos, A y B? ¿Cuál es el resultado que estas dos personas van a compartir? ¿Cuál es la intención común que está detrás o bajo estas dos proposiciones particulares?». Una vez que hayan descubierto eso, entonces ustedes interrumpen de alguna forma y declaran lo obvio. Obtienen un acuerdo entre estas dos personas de modo que pueden estar en desacuerdo útilmente dentro del contexto de un acuerdo.
Esto tiene las mismas propiedades formales de lo que hice con Dick en el reencuadre de seis etapas. Encontramos un punto donde su mente consciente y su mente inconsciente podían llegar a un acuerdo acerca de un determinado resultado que le era útil a él como individuo.
Harry y George están de acuerdo ahora que sea lo que sea lo que terminen haciendo —cualquiera de las proposiciones, ambos o alguna alternativa de ellos— el resultado para el cual están trabajando, es beneficiar a la corporación como unidad. De modo que no presto atención a las conductas específicas y me voy en busca de un resultado que ambas partes de la empresa —o las dos partes de la persona— puedan estar en acuerdo. Ahora, habiendo logrado el cuadro de un acuerdo, variar la conducta para encontrar la que logre el resultado sobre los cuales ambos socios están de acuerdo, es trivial.
Si hay más de dos personas involucradas —que por lo general es el caso— pueden simplificar la situación, organizando la discusión. Sencillamente digan: «Miren, estoy muy confundido por el modo como estamos discutiendo las cosas. Permítanme organizarlo de la siguiente manera: quiero que ustedes presten atención. Su tarea es observar y escuchar exactamente lo que estas dos personas van a proponer y ayudarme en el proceso de descubrir qué tiene en común lo que quieren hacer». Los pueden organizar en pares y luego trabajar un par a la vez. Y a medida que hacen eso, al mismo tiempo les están enseñando a los observadores la pauta a seguir.
La gente tiene ideas extrañas acerca del cambio. El cambio es la única constante en mis treinta años de experiencia. Una de las cosas extrañas que han ocurrido, y esto es un buen ejemplo de anclaje natural, es que el cambio y el dolor están asociados. Esas ideas han sido ancladas juntas en la civilización occidental y es ridículo, no hay ninguna relación necesaria entre el dolor y el cambio, ¿verdad Linda, Tammy, Dick?
Hay un tipo de personas para las cuales tal vez van a tener que fabricar dolor para ayudarlos a cambiar y éstos son los terapeutas. La mayoría de los terapeutas creen intrínsecamente —a un nivel inconsciente y a un nivel consciente— que el cambio tiene que ser lento y doloroso. ¿Cuántos de ustedes en algún momento durante las demostraciones se habrán dicho?: «Eso es demasiado fácil, es demasiado rápido». Si examinan las presuposiciones subyacentes que los hacen responder de esa manera, van a descubrir que están asociadas con dolor, tiempo, dinero y cosas, algunas de las cuales son consideraciones realmente válidas. Otras son sencillamente tonterías que se han asociado, como el dolor y el cambio. De modo que valdría la pena que examinaran sus propias estructuras de creencias, porque lo que creen es lo que va a resultar. Estará en su tono de voz, en su movimiento corporal o en la duda o en la falta de determinación a medida que se inclinan para trabajar con alguien.
Todas las técnicas y herramientas que les hemos ofrecido son, a nuestro juicio, bastante eficaces y elegantes. Son el mínimo que yo estimo necesitan para funcionar. No importa cuál hubiera sido la sicoteología en la que previamente fueron entrenados.
Si deciden que quieren fracasar con este material, eso también es posible. Hay dos modos de fracasar. Pienso que debieran estar conscientes de cuáles son, de modo que puedan hacer una opción acerca de cómo van a fracasar si es que deciden hacerlo.
Uno es ser extremadamente rígido. Siempre podrán seguir exactamente los pasos que vieron acá o nos escucharon, seguir sin ninguna experiencia sensorial, sin retroalimentación a partir de sus clientes. Eso les va a garantizar el fracaso. Ese es el modo en que la mayoría de la gente fracasa.
El otro modo como pueden fracasar es siendo realmente incongruentes. Si hay una parte de ustedes que realmente no cree que las fobias pueden ser trabajadas en tres minutos, pero de todas maneras deciden intentarlo, esa incongruencia se va a manifestar en su comunicación no verbal y va a arruinar todo el asunto.
Todas las sicoterapias que yo conozco tienen dentro de sí una enfermedad mental aguda. Cada una piensa que su teoría, su mapa es el territorio. No creen que uno puede inventar algo totalmente arbitrario e instalarlo en esa persona y hacerlo cambiar. No se dan cuenta que lo que ellos creen es también totalmente inventado y totalmente arbitrario. Efectivamente, su método suscita respuestas de las personas y a veces funciona para el problema sobre el cual están trabajando. Pero hay miles de otras maneras de hacerlo y miles de otras respuestas.
Por ejemplo, el AT tiene un proceso que se llama «reparentalización» en que hace una regresión a la persona y le da un nuevo par de padres y si se hace bien, funciona. La creencia del AT es que la persona está mal porque cuando eran niños no tuvieron cierto tipo de experiencia o vivencia, así que hay que irse atrás y darles esas experiencias para que sean diferentes. Esa es la teología del AT y el aceptar ese sistema de creencia constituye la enfermedad mental del AT. La gente del AT no se da cuenta de que uno puede obtener los mismos resultados de mil modos diferentes y algunos son mucho más rápidos que la reparentalización.
Cualquier sistema de creencias es tanto un conjunto de recursos para hacer una determinada cosa como un conjunto de limitaciones severas para hacer cualquier otra cosa. El único valor que tienen las creencias es que los hace congruentes. Esa parte es muy útil, hace que los demás crean en ustedes. Pero también establece un enorme conjunto de limitaciones. Y mi sistema de creencias es que van a encontrar esas limitaciones tanto en sí mismos como personas, así también como en su terapia. Sus clientes van a resultar ser una metáfora de su vida personal porque están cometiendo el trágico y último error. La creencia de que sus percepciones son una descripción de lo que la realidad realmente es.
Hay un modo de salirse de eso. El modo de salirse es no creer en lo que están haciendo. De ese modo podrán hacer cosas que no calzan «consigo mismo», «con su mundo», etc. Acabo de decidir que quiero escribir un libro que se llame Cuando descubran su verdadera identidad, entonces cómprense este libro y conviértanse en otra persona.
Si sencillamente cambian su sistema de creencia, tendrán un conjunto nuevo de recursos y un conjunto nuevo de limitaciones. El tener la opción de ser capaz de operar a partir de diferentes modelos terapéuticos, es muy útil en comparación a ser capaz únicamente de operar a partir de un solo modelo. Si creen en cualquiera de ellos van a permanecer limitados del mismo modo como esos modelos son limitados.
Un modo de salirse de eso es adentrarse en los estados alterados de conciencia donde uno construye los modelos. Una vez que se den cuenta que el mundo en que viven ahora es totalmente inventado, entonces podrán inventar nuevos mundos.
Si vamos a hablar de estados alterados de conciencia, primero tenemos que hablar acerca de estados de conciencia. En este momento están conscientes, ¿verdad o falso?
Mujer: Creo que sí.
Muy bien. ¿Cómo saben que en este momento están conscientes? ¿Cuáles son los elementos de su experiencia que los conduce a creer de que están en un estado normal de conciencia que les permite saber que están aquí?
Mujer: Ah, puedo escuchar tu voz.
Puedes escuchar mi voz, de modo que tienes una experiencia auditiva externa. ¿Hay alguien en este momento que se esté hablando por dentro?
Mujer: Puede que yo tenga algunas voces internas.
¿De verdad, o sea, que mientras me escuchas hablar hay otra persona hablándote también? Eso es lo que quiero saber. Y voy a seguir hablando cosa que puedas verificarlo.
Mujer: Yo… sí.
¿Es un él, una ella o es un algo?
Mujer: Es una ella.
Muy bien, de modo que tienes una experiencia auditiva externa e interna. Toda la gente de AT tiene eso. Tienen un «padre crítico» que les dice: ¿«estaré haciendo bien esto?». Desde luego que nadie más tiene a este «padre crítico» hasta que va al terapeuta transaccional. Eso es lo que les hace el AT. Muy bien, ¿qué otra cosa tienes? ¿Estás visualizando algo mientras te hablo?
Mujer: No, te estoy viendo desde afuera.
Muy bien, así que tienes alguna experiencia visual externa. ¿Tienes alguna experiencia kinestésica en este momento?
Mujer: No, hasta que lo mencionaste.
Muy bien, ¿qué fue?
Mujer: Humm… siento que tengo la mandíbula apretada.
Otro modo de abordar esto sería decir: «¿De qué te estás dando cuenta?». Y me dirías acerca de tu estado de conciencia en ese momento. De modo que hemos especificado las experiencias auditivas, visuales y kinestésicas. ¿En ese momento no estabas oliendo nada o teniendo una sensación gustatoria, verdad?
Mujer: No.
Muy bien, no me pareció. Mi definición de alterar tu estado de conciencia es cambiarlo de este a cualquier otra combinación posible de estas cosas. Por ejemplo, si fueras a escuchar únicamente mi voz y no tu diálogo interno, eso constituiría un estado alterado de conciencia, porque habitualmente no lo haces. La mayor parte del tiempo te hablas a ti misma al mismo tiempo que los demás te están hablando. Si en lugar de ver externamente estuvieras formando imágenes claras, llenas de colores y nítidas de algo interno, eso también sería un estado alterado. Por ejemplo, si fueras a ver las letras y los números del alfabeto, una naranja, a ti misma sentada en el sofá con tu mano puesta en el oído, en una posición de acceso auditivo, el movimiento de tu cabeza…
Otra cosa es que tus kinestésicos son de tipo propioceptivos. Lo apretado en la mandíbula es muy distinto que sentir el sofá, la tibieza donde tu mano toca tu cara, la sensación de tu otra mano… contra tu muslo… los latidos del corazón… cómo sube y baja el pecho a medida que respiras profundamente. La entonación de mi voz… los cambios de tonalidad… la necesidad de focalizar tus ojos… y cambiar el foco de tus pupilas… repetir los parpadeos… la sensación de peso… Ahora, ¿puedes sentir cómo se altera tu estado de conciencia?
Eso para mí constituye un estado alterado de conciencia. El modo de hacerlo es primero averiguar qué es lo que hay ahí y luego hacer algo para que alguna otra cosa entre en conciencia. Una vez que estén dirigiendo un estado alterado de conciencia, pueden hacer maniobras que agreguen opciones alternativas.
Mujer: En ese momento me daba cuenta de lo que ocurría y lo podía haber cortado.
Pero no lo hiciste.
Mujer: Verdad, pero no sé si este argumento puede hacer que alguien entre en su estado mental alterado. Aún no estoy…
Bueno, para comenzar es un argumento estúpido, porque la única gente que se va a resistir son personas que saben que lo están haciendo. Y entonces puedo conseguir que alguien me resista directo hasta el trance, porque lo único que tengo que hacer es algo y van a hacer exactamente lo opuesto. Inmediatamente entrarán en un estado alterado. Un ejemplo de esto son las madres que les dicen a sus niños: «No te rías», con lo cual el niño naturalmente se ríe aún más intensamente. Inducen estados alterados en sus hijos, jugando en las polaridades. Y los chicos no tienen alternativas sobre eso hasta que tienen la variedad requerida.
Quién puede hacer que alguien haga cualquier cosa, es función de la variedad requerida. Si tienen más flexibilidad en su conducta que su hipnotista, entonces podrán entrar al trance o salirse de él dependiendo de lo que quieran hacer. Henry Hilgard inventó una inducción hipnótica y se la administró a diez mil personas, y desde luego descubrió que únicamente un determinado porcentaje caía en trance. Aquellos que caían en trance eran aquellos que o ya estaban preadaptados o eran lo suficientemente flexibles para adaptarse a aquella inducción hipnótica. El resto de las personas que no eran suficientemente flexibles para adaptarse a aquella inducción hipnótica en particular, no podía caer en trance.
El estar en un estado alterado no tiene nada de extraño. Uno lo hace constantemente. La pregunta es si acaso usan el estado alterado para producir cambios y si lo hacen ¿cómo lo van a usar? El inducirlo no es difícil. Lo único que tienen que hacer es hablar de parámetros de experiencia de las cuales la persona no se está dando cuenta. La pregunta es «¿Cómo lo van a hacer y a quién?». Si tienen una persona que es muy visual, van a hacer algo muy distinto que con alguien como esta mujer aquí que se habla mucho a sí misma y que le presta atención a la tensión que tiene en la mandíbula. Para ella, entrar en un estado de conciencia donde hace imágenes ricas y nítidas, va a ser un estado alterado, pero para una persona visual ese sería el estado normal.
Lo notable del estado alterado es que en ese estado va a tener más opciones y opciones diferentes de las que tiene en su estado consciente normal. Mucha gente piensa que caer en trance significa perder control. De ahí proviene la pregunta: «¿Puedes hacer que alguien caiga en trance?». Están haciéndolos ir a un estado donde tienen más alternativas. Ahí hay una gran paradoja. En el estado alterado de conciencia uno no tiene su modelo habitual del mundo. De modo que súbitamente se ven ante un número infinito de posibilidades.
Ya que puedo representar los estados en términos de sistemas representacionales, puedo usar esto como una forma de cálculo para computar qué otras cosas tienen que ser posibles. Puedo computar los estados alterados que jamás han existido y llegar a ellos. Esto no me era posible cuando hacía terapia guestáltica u otras formas de terapia. Cuando utilizaba otros modelos, no ofrecían estas alternativas.
Tengo un alumno ahora, que pienso es bastante aventajado. Una de las cosas que me gustan de él es que en lugar de «trabajar sobre sí mismo», se da tiempo para entrar en estados alterados con lo cual se da a sí mismo nuevas realidades. Pienso que la mayor parte del tiempo cuando los terapeutas «trabajan sobre sí mismos» lo más que consiguen es confundirse total y completamente. En una oportunidad una mujer me contrató para hacer un laboratorio. Tres semanas antes de la fecha, me llamó y me dijo que había cambiado de parecer. De modo que yo llamé a mi abogado y la demandé. Había tenido meses y meses y meses para preparar el laboratorio y hacer aquello que dijo que haría. En lugar de eso se pasó todo este tiempo «trabajando» si acaso estaba o no preparada para realizarlo. Su terapeuta me llamó para tratar de persuadirme de que abandonara la demanda. Me dijo: «Bueno, no es que no se haya dedicado a esto. Ha estado trabajando durante meses acerca de si está o no preparada para hacer este laboratorio».
A mí me parece que había una cosa obvia que podía haber hecho: me podía haber llamado meses antes y haberme dicho que no estaba segura. Pero en lugar de hacer eso, trató de trabajar una experiencia externa en forma interna y consciente. Como lo he dicho una y otra vez, pienso que eso es una paradoja. Cuando la gente viene a terapia, si tuvieran los recursos conscientes a su disposición, ya hubieran cambiado. El hecho que no los tienen es lo que los trae. Cuando ustedes como terapeutas, conscientemente tratan de cambiarse a sí mismos se están preparando para confundirse y lo más probable es que se van a meter en una serie de circuitos muy interesantes, pero no muy útiles.
Tengo un alumno que me vino a consultar como cliente. En esa época estaba en primer año de universidad. Me dijo: «Tengo un problema terrible. Conozco a una chica y las cosas andan muy bien. Enseguida ella duerme conmigo y todo anda muy bien. Entonces a la mañana siguiente apenas despierto, pienso “Bueno, o me caso con ella o la saco a patadas de la cama y jamás la vuelvo a ver”».
En ese momento me asombré de que alguien me pudiera decir eso. Nunca deja de asombrarme el modo como la gente puede limitar su mundo de experiencia. En su mundo había únicamente esas dos alternativas.
En esa oportunidad estaba trabajando con John y éste lo miró asombrado y le dijo: «¿alguna vez se te ha ocurrido decirle sencillamente ‘buenos días’?» a lo que el alumno dijo: «¡Hummm!». Yo pensé que fue una pésima maniobra terapéutica porque ahora qué iba a hacer. Va a decir «buenos días» y luego qué. O darle una patada para que se salga de la cama o proponerle matrimonio. Desde luego que existen más posibilidades que eso, pero cuando entró en ese estado de confusión y dijo ¡Hummm!, me acerqué y le dije: «Cierra los ojos» y John dijo: «Y comienza a soñar un sueño donde aprendes cuantas otras posibilidades hay y tus ojos no se van a poder abrir hasta que hayas descubierto todas las posibilidades». Estuvo ahí sentado seis horas y media. Nos fuimos a la otra sala. Durante seis horas y media estuvo ahí generando posibilidades. No podía irse porque no se le abrían los ojos. Trató de pararse y caminar, pero no podía encontrar la puerta. Todas las posibilidades que pensó en esas seis horas y media habían estado a su disposición todo el tiempo, pero jamás había hecho nada para accesar su propia creatividad.
El reencuadre es un modo de conseguir que las personas digan: «Oye, ¿de qué otra manera puedo hacer esto mismo?». En cierta forma es la crítica última del ser humano que reza así: «Detente y piensa acerca de conducta y piensa sobre ella de la siguiente forma: ¡haz algo nuevo, lo que estás haciendo ahora no funciona! Cuéntate una historia y enseguida surge con otras tres formas de contarte la historia y súbitamente descubrirás que tu conducta ha cambiado».
Una cosa increíble de las personas es que cuando descubren algo que no funciona, entonces lo hacen más intensamente. Por ejemplo, vayan a un patio de una escuela y observen jugar a los muchachos. Uno se adelanta y empuja al otro y éste hincha el pecho. La vez siguiente el muchacho que lo empuja incluso puede hacerlo mejor porque tiene una mejor base para apoyar su mano.
Otra cosa que no ha sido comprendida plenamente es lo que se hace posible si uno, en lugar de encarar un problema directamente, lo encara indirectamente. Creo que fue Milton Erickson quien realizó una de las curas más cortas que jamás he escuchado. Lo que yo he escuchado es que estaba en el hospital para veteranos en Palo Alto en 1957 y los siquiatras hacían cola con pacientes esperando afuera en el corredor. Entraban uno a la vez y Milton hacía un poco de su magia y enseguida salían al corredor y comentaban acerca de cómo Milton en realidad no hacía tales cosas sino que en realidad era un charlatán.
Había un joven sicólogo tan cuadrado como no había otro que trajo a este adolescente de 17 años que había estado acuchillando gente y haciendo todo tipo de cosas dañinas. El muchacho había estado esperando durante horas y a medida que la gente salía de la sala donde estaba Milton en sus trances sonambulísticos decía: «Ahhh… ¿qué me van a hacer a mí?». No sabía si iba a recibir un shock eléctrico o qué. Lo hicieron pasar y ahí estaba este hombre apoyado en dos bastones, parado detrás de la mesa y otros observadores en la sala. Llegaron hasta frente de la mesa y Milton dijo: «¿Por qué trajo a este niño para acá?» y el sicólogo explicó la situación. Relató el caso clínico de la mejor forma posible. Milton miró al sicólogo y le dijo: «Siéntate» y enseguida miró al muchacho y le dijo: «¿Cuán sorprendido vas a estar cuando la próxima semana toda tu conducta cambie completamente?». El muchacho lo miró y dijo: «Estaré muy sorprendido», a lo cual Milton dijo: «Andate y llévate a esta gente».
El sicólogo asumió que Milton había decidido no trabajar cor el muchacho. Como la mayoría de los sicólogos, no entendió nada. A la semana siguiente la conducta del muchacho cambió radicalmente en todo sentido. El sicólogo decía que jamás iba a poder entender qué es lo que había hecho Milton. A mi modo de entender, Milton hizo sólo una cosa. Le dio al muchacho la oportunidad de accesar sus propios recursos internos. Le dijo; «Vas a cambiar y tu mente consciente no va a tener nada que ver con ello». Jamás subestimen la utilidad de decirle sólo eso a las personas: «Yo sé que tienen gran cantidad de recursos a disposición que su mente consciente ni siquiera sospecha. Tienen la capacidad de sorprenderse, cada uno de ustedes». Si actúan realmente congruentes como si las personas tuvieran los recursos y van a poder cambiar, están induciendo impulsos en el inconsciente.
Una de las cosas que más me llamó la atención en Milton cuando lo vi por primera vez, fue el respeto increíble que tiene por los procesos inconscientes de las personas. Constantemente está tratando de obtener demostraciones entre la actividad consciente e inconsciente.
En lingüística hay un fenómeno denominado «el fenómeno de la punta de la lengua». ¿Saben de qué se trata? Es cuando uno sabe una palabra e incluso sabe que la sabe, pero no la puede decir. La mente consciente incluso sabe que su mente inconsciente sabe cuál es la palabra. Eso lo digo para recordar a las personas que su mente consciente es incluso menos que la parte visible de un témpano.
Una vez hipnoticé a un profesor de lingüística y dirigí su mente consciente a un recuerdo. Le pregunté si su mente inconsciente sabía cuál era «el fenómeno de la punta de la lengua» ya que lo había demostrado en muchas de sus clases. Su mente inconsciente me respondió: «Sí, sé de qué se trata». Le dije: «¿Por qué si sabes una palabra no se la presentas a tu mente consciente?». Y me respondió: «Su mente consciente es demasiado prepotente».
En nuestro último laboratorio estábamos haciendo cosas con estrategias y programamos a una mujer para que olvidara su nombre. Había un hombre ahí que dijo: «No hay ninguna forma como yo podría olvidar mi nombre» a lo cual le dije: «¿Cómo te llamas?» y respondió: «No sé». Le dije entonces: «Felicita a tu mente inconsciente a pesar de que no la tienes».
A mí me resulta increíble que la hipnosis haya sido ignorada tan sistemáticamente. Pienso que ha sido ignorada fundamentalmente porque las mentes conscientes que la practican no confían en ella. Pero todas las formas de terapia que he estudiado tienen experiencias de trance. La guestalt está fundamentada en la alucinación positiva. El AT se basa en la disociación. Todas tienen estupendas inducciones verbales.
En el último laboratorio hubo un fulano que gran parte del día estaba escéptico. En una oportunidad que pasé a su lado durante un ejercicio, le estaba diciendo a su pareja: «¿Te puedes permitir a ti mismo hacer esta imagen?». Esa es una orden hipnótica. ¡Y antes me había preguntado si acaso yo creía en la hipnosis! Lo que sí creo es que es una palabra desafortunada. Es un nombre al cual se le asignan muchas experiencias distintas, muchos estados diferentes.
Antes de inventar el reencuadre, hacíamos muchas inducciones hipnóticas. Luego descubrimos que podíamos hacer el reencuadre sin tener que inducir un trance y así es como nos metimos en la Programación Neurolingüística. Nos dijimos: «Bueno, si eso es cierto, entonces deberíamos ser capaces de reencuadrar a la persona hacia un fenómeno de trance profundo el cual conocemos». Así que tomamos un grupo de veinte personas y en una tarde programamos a todos a hacer cada fenómeno de trance profundo que recordábamos haber leído por ahí. Descubrimos que podíamos obtener cualquier «fenómeno de trance profundo» sin ninguna inducción ritualizada de trance. Obtuvimos amnesia, alucinación positiva, sordera, ceguera de colores, de todo. Una mujer alucinó negativamente durante toda la noche a Leslie. Leslie se acercaba a ella, le tomaba la mano y su mano se iba para arriba y no tenía la más remota idea de por qué. Era como esas caricaturas donde aparecen ánimas y cosas por el estilo. Esa fue una de las mejores alucinaciones negativas que hemos obtenido con hipnosis.
Por ejemplo en la técnica de la fobia, ustedes se ven a sí mismos ahí parados, enseguida salen flotando de sus cuerpos y van a sí mismos observándose a ustedes mismos, pero más jóvenes. Ese es un fenómeno de trance profundo; requiere alucinación positiva y el separarse del cuerpo. Eso es bastante asombroso, sin embargo, lo único que hicieron fue darle instrucciones explícitas y de cien personas, noventa y cinco de ellas podrán hacerlo con rapidez y facilidad, siempre que ustedes no actúen como si fuera algo muy difícil. Siempre actúen como si van camino hacia algo que viene más adelante, mucho más difícil y así ellos seguirán y harán todos sus fenómenos de trance profundo y alterarán su estado de conciencia.
La programación neurolingüística está en un nivel lógico superior a cualquier otra cosa que haya sido hecha previamente en hipnosis únicamente en el sentido que permite hacer las cosas formal y metódicamente. PNL les permite determinar exactamente cuáles son las alteraciones en la experiencia subjetiva necesarias para lograr un determinado resultado. Gran parte de la hipnosis es más bien un proceso azaroso: le doy a alguien una sugestión, esa persona tiene que surgir con un modo de llevarla a cabo. Como programador neurolingüístico aún si uso la hipnosis, le describiría exactamente lo que quiero que haga para llevar a cabo la sugerencia. Esa es la única diferencia importante entre lo que estamos haciendo aquí y lo que la gente ha estado haciendo durante siglos con hipnosis. Sin embargo, es una diferencia muy importante porque permite predecir los resultados con precisión y evitar los efectos laterales.
Con el reencuadre, las estrategias y el anclaje —todas las herramientas de la programación neurolingüística— uno puede lograr cualquier respuesta que se puede obtener mediante la hipnosis. Pero entonces ese es sólo un modo de hacerlo. El hacerlo a través de la hipnosis oficial, también es interesante y la combinación de la PNL con la hipnosis lo es aún más.
Por ejemplo, está la técnica del «brazo soñador» que funciona estupendamente con niños y también con adultos. Primero una pregunta: «¿Sabías que tienes un brazo soñador?». Una vez que han captado su atención preguntan: «¿Cuál es tu programa favorito en la televisión?». A medida que accesen visualmente, fíjense hacia qué lado se dirigen sus ojos. A medida que hagan eso le levantan el brazo del mismo lado y dicen: «Voy a levantar tu brazo y tu brazo va a bajar únicamente tan rápido como mires ese programa entero y puedes empezar ahora». Así, el chico mira su programa favorito. Incluso puede detener su brazo durante un momento y decir «Una pausa comercial» e insertar mensajes.
Les diré a los extremos que se puede llevar esto. Tuve una vez un cliente que tenía una alucinación muy severa que estaba siempre con él. Nunca pude discernir bien qué era. Tenía una palabra para denominarla que era una palabra que jamás había escuchado. Era una figura geométrica viva y que lo seguía a todas partes. Era una especie de demonio personal, propio, pero él no lo llamaba demonio. Podía indicar dónde estaba en la sala y se comunicaba con él. Cuando le hacía preguntas se volvía hacia él y le preguntaba: «¿Qué piensas tú?». Antes de llegar a mí un terapeuta lo había convencido que éste era parte de él. Si lo era o no, no lo sé, pero él estaba convencido que era una parte suya que había alienado. Yo me acerqué a él y le dije: «Voy a levantarte el brazo y quiero que lo vayas bajando únicamente en la medida que empieces a integrar esto». Entonces rápidamente le empujé el brazo hacia abajo y eso fue todo, ocurrió la integración —whammo, slappo— porque había amarrado ambos con palabras.
En una oportunidad le pregunté a un terapeuta de AT ¿qué parte de él era la que tenía total control sobre su conducta consciente? Porque no parecía que las personas tuvieran una alternativa entre su «padre» y su «niño». De modo que él nombró una parte; el AT tiene nombres para todo. Le dije: «¿Te meterías adentro y le pedirías a esta parte que desconecte tu mente consciente por un momento?» y él respondió: «Ahhh, bien…» y dije: «Métete y pregúntale y veamos qué pasa». Así que se metió e hizo la pregunta… Su cabeza se inclinó hacia un lado y se desconectó. Es increíble cuán poderoso es el uso del lenguaje. Yo no creo que la gente entienda en absoluto el impacto del lenguaje verbal y no verbal.
Muchas veces, al comienzo de una sesión de terapia, les digo a las personas: «Si algo empieza a ocurrirle a su mente consciente demasiado doloroso, quiero que le digan a su mente inconsciente que tiene el derecho y el deber de retener de su mente consciente cualquier cosa desagradable. Sus recursos inconscientes pueden hacer eso y deberían hacerlo, protegerlos de pensar sobre cosas innecesarias y hacer que su experiencia consciente sea más agradable. Si empieza a surgir una cosa desagradable en su experiencia consciente, su mente consciente puede permitir que lentamente sus ojos se vayan cerrando, una de sus manos se levante y su mente consciente podrá irse a un recuerdo agradable, permitiéndome a mí conversar privadamente con su mente inconsciente. Porque no sé cuál es la peor cosa que le haya ocurrido antes…».
Lo que estoy diciendo es que cuando ocurra «X», respondan de esta manera y luego yo soy el que suministra X. No estoy diciendo: «Piensen acerca de la peor cosa que les haya ocurrido», estoy diciendo: «No sé cuál o no se qué…». Esta es la misma pauta que aparece en «Changing Families», lo que se denomina «preguntas incluidas». Virginia jamás dirá: «¿Qué es lo que quiere?». Dirá algo así: «Puchas, me pregunto a mí misma por qué una familia viaje siete mil kilómetros para consultarme a mí, y no sé, tengo curiosidad». Cuando digo: «No sé cuál es la experiencia más dolorosa y trágica de su vida», estará ahí, en la conciencia.
La gente no procesa el lenguaje conscientemente. Procesan el lenguaje a nivel inconsciente. Pueden concientizar únicamente una parte muy pequeña de él. Gran parte de lo que se llama hipnosis es utilizar el lenguaje de maneras muy específicas.
Una cosa es alterar el estado de conciencia de una persona y darle nuevos programas, nuevos conocimientos, nuevas alternativas. El lograr que sepan que han estado en un estado alterado es algo enteramente diferente. Personas diferentes, tendrán estrategias diferentes, mediante las cuales se convencen a sí mismas de diversas cosas. Lo que constituye el sistema de creencia de alguna gente acerca de la hipnosis es algo muy diferente a ser capaz de usar la hipnosis como herramienta. Es mucho más fácil utilizar el trance como herramienta terapéutica con gente que no sabe que han estado en trance, porque pueden comunicarse en forma mucho más elocuente con sus procesos inconscientes. Mientras puedan establecer circuitos inconscientes de retroalimentación con esa persona, van a poder alterar su estado de conciencia y estarán más propensos a tener amnesia.
Mi caso favorito fue el de este fulano llamado Hal. Concurrió a un seminario que había organizado una alumna mía que en el último instante decidió que era un ser humano inadecuado y se fue a vivir a otro estado. Llegada la fecha, todo el mundo apareció en el seminario y alguien me llamó y dijo: «Están todas esas personas ahí, ¿qué debo hacer?». Estaba bastante cerca, así que fui allá y les dije: «Bueno, voy a pasar la tarde con ustedes. No quiero enseñar un seminario, pero me gustaría saber qué es lo que esperaban obtener». Hal dijo: «Yo he ido donde todos los hipnotistas que he descubierto. He ido a todos los seminarios sobre hipnosis y me he ofrecido como voluntario todas las veces y no he podido caer en trance».
Pensé que eso serviría como dedicatoria a alguien que había fracasado una y otra vez. De modo que pensé: «Bueno, esto sí que es interesante. Tal vez este fulano es un “imposible” de verdad. Tal vez hay algo interesante aquí». Así que decidí que lo intentaría. Hice una inducción hipnótica y el tipo cayó derecho al suelo. Se metió en un trance profundo y demostró todos los fenómenos hipnóticos más difíciles. Luego lo desperté y le pregunté: «¿Caíste en trance?» y él dijo: «No». Pregunté: «¿Qué fue lo que ocurrió?» y él dijo: «Bueno, estabas hablándome y yo estaba sentado ahí y te escuchaba hablar y cerré los ojos y abrí los ojos». «¿Hiciste X?» y nombré uno de los fenómenos del trance que recién había demostrado. Respondió «No», así que pensé: «Ah, bueno, es únicamente función de su amnesia».
Lo hipnoticé otra vez y le di mandatos hipnóticos implícitos para que recordara que había hecho las cosas que hacía. Aún no tenía absolutamente ningún recuerdo. La gente en la sala desde luego se estaban volviendo locos porque lo habían visto hacer todas estas cosas. Ensayé cosas como éstas: «Cuéntenle a Hal lo que vieron» y todos le contaron a lo que él respondió: «Eso no va a funcionar conmigo. Yo no hice eso. Lo sabría si lo hubiera hecho». Lo interesante de Hal es que había más de uno de él y no estaban conectados entre sí. No había ningún modo de comunicarlos el uno con el otro. Pensé, bueno voy a tener que revolver un poco las cosas. Dije: «Mientras tú estás en estado consciente me gustaría pedirle a tu mente inconsciente que te demuestre que puede hacer cosas levantando tu mano, de modo que únicamente tu brazo derecho esté en trance». Su brazo empezó a levantarse involuntariamente. Pensé: «Ahora esto sí que tiene que convencer a este tipo», porque únicamente su brazo estaba en trance. Y me miró directo a los ojos y me dijo: «Bueno, mi brazo está en trance, pero el resto no puede meterse».
Incidentalmente yo tengo una regla que dice que tengo que tener éxito. De modo que lo grabé con una máquina de video y le mostré la grabación. ¡No veía! Cada vez que encendíamos el aparato caía en trance y ahí se quedaba. No podía mirar la grabación. Le dije que si no hubiera estado en trance habría podido observar la grabación de video. Así que estuvo sentado ahí con la máquina de video y cada vez que la encendía caía en trance. La apagábamos y volvía en sí. El la prendía otra vez y otra vez se iba. Y estuvo ahí toda la tarde tratando de observarse a sí mismo caer en trance y no podía hacerlo. Hasta que finalmente se convenció que había estado en trance, pero no lo podía entender.
Esto me enseñó algo importante. Dejé de preocuparme acerca de si sabían o no que habían estado en trance y empecé a fijarme únicamente en los resultados que podía obtener, utilizándolo como un fenómeno de cambio. Los hipnotistas se hacen a sí mismos algo terrible. Los hipnotistas están siempre preocupados de convencer a la gente de que han estado en trance y en realidad no es en absoluto importante. No es esencial para el cambio y en realidad, no es esencial para nada. Sea que sepan o no que han estado en trance, se van a dar cuenta de que hay cambios.
Lo mismo ocurre con el anclaje y el reencuadre. Mientras usen su experiencia sensorial para constatar su trabajo, es irrelevante si acaso sus clientes creen o no que han cambiado. Eso lo descubrirán en la experiencia, si es que se dan la molestia de constatarlo.
La información y las pautas que les hemos estado presentando son pautas formales de comunicación libres de contenido. Pueden ser utilizadas en cualquier contexto de comunicación y conducta humana.
Aún no hemos agotado todas las posibilidades de cómo vamos a utilizar este material y esto lo decimos muy en serio. Lo que estamos haciendo ahora no es más que una investigación de cómo usar esta información. No hemos podido agotar la variedad de modos como se pueden juntar estas cosas y utilizarlas y tampoco hemos encontrado limitaciones sobre las formas como se puede usar esta información. En el transcurso de este seminario hemos señalado y demostrado varios modos como pueden utilizarse. Es la estructura de la experiencia. Cuando se usan sistemáticamente constituye una estrategia completa para obtener cualquier ganancia conductual.
Lentamente nos estamos apartando de la enseñanza y de las terapias porque hay una presuposición común al campo de la sicología clínica, con la cual nosotros estamos en desacuerdo: que el cambio es un fenómeno remedial. Se descubre que algo anda mal y se arregla. Si le hacen la siguiente pregunta a cien personas: «¿Qué es lo que le gustaría a usted para sí mismo?», noventa y nueve de ellas van a responder: «Me gustaría dejar de hacer X».
Hay un modo completamente distinto de enfocar el cambio, que nosotros denominamos el enfoque generativo o de enriquecimiento. En lugar de buscar qué anda mal y arreglarlo, es posible pensar sencillamente acerca del modo como podría enriquecerse su vida, «¿Qué me gustaría ser o qué sería interesante poder hacer?». «¿Qué nuevas capacidades o talentos podría inventarme para mí mismo?». «¿Cómo puedo hacer que mi vida sea realmente divertida e interesante?».
Cuando recién comenzaba a hacer terapia, vino un hombre y me dijo: «Quiero poder relacionarme mejor con las personas». Le dije: «¿Ah, así que tiene problemas en relacionarse con las personas?» y él respondió: «No, me entiendo regio con las personas. Disfruto mucho de las relaciones. Me gustaría hacerlo aún mejor». Y busqué dentro de mi bolsa de terapias qué podía hacer por él, en qué podía servirle y no había nada ahí.
Rara vez llega gente que dice algo así: «Bueno, tengo confianza en mí mismo, pero usted sabe, si tuviera el doble de confianza y seguridad en mí mismo, las cosas serían realmente fantásticas». Más bien lo que hacen es que llegan y dicen: «Jamás tengo confianza en mí mismo» y les digo: «¿Están seguros de eso?» a lo cual responden: «Absolutamente».
Ahora bien, la idea del cambio generativo es una idea muy difícil de vender a los sicólogos. La gente del mundo empresarial está mucho más interesada y con más disposición para aprender y pagar. Muchas veces hacemos grupos donde más o menos la mitad de la gente son gente del mundo empresarial y la mitad son terapeutas y digo: «Ahora, lo que quiero que hagan es que se metan para adentro y piensen en tres situaciones realmente distintas». La gente de los negocios se meten para adentro y venden un automóvil, ganan un juicio o se encuentran con alguien que realmente les gusta. Los terapeutas se meten para adentro y son golpeados como cuando niños, se divorcian o tienen el peor fracaso y humillación de su vida.
Actualmente estamos investigando lo que denominamos la personalidad generativa. Estamos buscando gente que son geniales en algunos campos, descubriendo la secuencia de programación inconsciente que utilizan e instalar esas secuencias en otras personas para descubrir si el tener el programa inconsciente les permite ser capaces de realizar la tarea. Eso del «cloning» que hicimos para la agencia de publicidad es un ejemplo de eso llevado a cabo a nivel empresarial.
Cuando hacemos eso, cosas que aparecían como problemáticas y que hubieran sido carne de terapia sencillamente desaparecen. Se evita todo el fenómeno de trabajar con problemas, porque cuando se cambia la estructura, todo cambia. Y los problemas son únicamente función de la estructura.
Hombre: ¿Eso puede acarrear nuevos problemas?
Sí, pero son problemas interesantes y evolutivos. Todo presenta problemas, pero los problemas nuevos son mucho más interesantes: «¿Quieres evolucionarte a ti mismo para llegar a ser algún día?» es un modo muy distinto de enfocar el problema del cambio que: «¿Dónde está lo malo?» o «¿Cómo es que eres inadecuado?».
Recuerdo una oportunidad en que estuve en un grupo con un terapeuta guestáltico y dijo: «¿Quién quiere trabajar hoy?».
Nadie levantó la mano. Luego dijo: «¿No hay nadie aquí que tenga un problema realmente urgente?». La gente se miró, movieron la cabeza y dijeron que no. Miró a las personas y dijo: «¿Qué les pasa? Si no hay sufrimiento aquí, no están en contacto con lo que está transcurriendo». Realmente estuve asombrado. Súbitamente toda esta gente se metió en situación de dolor y todos al unísono dijeron: «Tienes razón, si no hay dolor no somos de verdad». ¡Boom!, todos entraron en el dolor para que él pudiera tener algo con qué hacer terapia.
Ese modelo no produce seres humanos realmente generativos. Queremos hacer estructuras que conducen a crear experiencias que van a resultar en gente interesante. La gente sale de terapia haciendo muchas cosas, pero pocas veces son cosas interesantes. No creo que eso sea culpa de nadie, creo que es el resultado de todo el sistema y de la presuposición que subyace al sistema de sicoterapia y de orientación. La mayoría de la gente es totalmente inconsciente acerca de cuáles son esas presuposiciones.
A medida que observaba y escuchaba cómo ensayaban el reencuadre vi que muchos de ustedes caían en las antiguas pautas que estoy seguro son características de su conducta habitual en terapia, en lugar de ensayar algo nuevo. Y eso me hizo recordar la siguiente historia: hace alrededor de quince años, cuando el zoológico de Denver estaba siendo remodelado, hubo ahí un oso polar que llegó antes que estuviera listo el ambiente natural que se le estaba construyendo. Incidentalmente los osos polares sor unos de mis animales favoritos. Son muy juguetones, grandes y hacen muchas cosas. La jaula en que se colocó temporalmente era apenas lo suficientemente grande para que el oso pudiera dar tres pasos bamboleantes en una dirección, darse vuelta y dar tres pasos en la otra dirección, para allá y para acá. Estuvo muchos meses en esa jaula, con esos barrotes que restringían su conducta. Eventualmente se construyó alrededor de su jaula un ambiente natural donde el oso estaría a sus anchas. Cuando finalmente se completó se retiró la jaula en torno al oso, adivinen qué ocurrió…
Y adivinen cuántos de esos alumnos en la universidad aún están recorriendo el laberinto, todavía están tratando de encontrar el billete de cinco dólares. Se meten en las noches, se dan vueltas en el laberinto y ven si es que esta vez pudiera estar.
Durante tres días los hemos estado inundando con información, saturando sus recursos conscientes. Y me gustaría ofrecerles un par de aliados a este proceso que son personas que hemos descubierto son muy beneficiosas. ¿Han leído a Carlos Castaneda? Es una brillante personalidad múltiple, muy especial, con un amigo indio. Hay una sección en el libro 2 ó 3 donde don Juan le da ciertos consejos a Carlos. Nosotros no les daríamos este consejo a ustedes, pero lo vamos a repetir igual, por lo que valga.
Verán; lo que Juan quiso hacer con Carlos —que desde luego nosotros no queremos hacer con ustedes— fue encontrar algún modo de motivarlo para que fuera congruente y expresivo en su conducta siempre, tan creativo como fuera posible. Quería movilizar sus recursos de modo que cada acto que realizara Carlos fuera una representación plena de todo el potencial a su disposición, todo el poder personal que tenía a su disposición en un determinado momento en el tiempo.
Específicamente lo que Juan le dijo a Carlos fue: «Si alguna vez te encuentras titubeando o si en un momento dado te encuentras dejando cosas para mañana, sobre todo el ensayar una nueva conducta que podrías poner en práctica hoy o hacer algo que antes no habías hecho, entonces lo único que deberás hacer es mirar sobre tu hombro izquierdo y ahí habrá una sombra furtiva. Esa sombra representa tu muerte y en cualquier momento puede adelantarse, en cualquier momento puede poner su mano sobre tu hombro y llevarte consigo. De modo que el acto en este momento comprometido puede ser tu último acto y por lo tanto es plenamente representativo de ti como el último acto tuyo en este planeta».
Una de las maneras de usar esto constructivamente es entendiendo que el vacilar es indulgente.
Cuando se titubea están actuando como si fueran inmortales. Y sepan ustedes señoras y señores que no lo son.
Ni siquiera saben el lugar ni la hora de su muerte.
De modo que una de las cosas que pueden hacer… para recordarse a sí mismos que no preocuparse de vacilar, es actual no profesionalmente… es mirar súbitamente por sobre su hombro izquierdo y recordar que la muerte está ahí y hacer que la muerte sea su consejero. Ella siempre podrá decirles algo representativo acerca de su potencial pleno como persona. Menos que esto no pueden hacer.
Ahora bien, eso es un poco pesado. Por eso es que no se lo decimos a ustedes. Nos fijamos que Juan se lo dijo a Carlos. Les ofrecemos una alternativa.
Si en algún momento se descubren a sí mismos vacilando o siendo incongruentes o dejando para mañana algo que pueden ensayar ahora o sencillamente necesitan de nuevas alternativas o están aburridos, miren sobre su hombro derecho y ahí habrá un maniático sentado sobre una repisa que los estará insultando.
Y apenas concluyamos con los insultos pueden formularnos cualquier pregunta.
Y esa es únicamente una de las formas como su inconsciente puede presentarles todo el material que han aprendido y se han representado en el curso de estos tres días.
Ah, y hay otra cosa que me gustaría decir al concluir este seminario y eso es…
¡Adiós!
Nota del editor
Es común que las personas que por primera vez toman contacto con la Programación Neuro-Lingüística y comienzan a conocer estas técnicas, sean cautelosas con los usos y abusos de esta tecnología. Estamos conscientes de lo poderosa que puede ser la información contenida aquí y les recomendamos sinceramente que al aprender y aplicar estas técnicas lo hagan como practicantes de PNL. Por lo tanto, al asistir a seminarios y cursos, les recomendamos aquellos que estén diseñados o auspiciados por Richard Bandler o John Grinder. Para cerciorarse de esto pueden escribir directamente a:
Richard Bandler
The First Institute
2215-R Market St. Ste. 143
San Francisco, CA 94114
U. S. A.
John Grinder
Quantum Leap Inc.
P. O. Box 67359
Scotts Valley, CA 95067-7359
U. S. A.