Parte 1
Queremos que formen y se sienten en grupos de a tres personas. Uno va a ser A, el otro va a ser B y el otro C. La tarea de A es detectar. La tarea de B es ensayar el vivenciar o revivir diferentes tipos de experiencias. Y la tarea de C es sencillamente hacer de observador y también ayudar a B y a A en lo que tienen que hacer en seguida. B tiene que seleccionar, sin decir nada verbalmente, tres tipos de experiencias que haya tenido, que hayan sido experiencias muy intensas. Pueden ser de cualquier parte de su vida, pero bien distintas entre sí y no tomen tres sesiones similares. Pueden identificarlas volviéndose hacia adentro y encontrando ejemplos representativos, numérenlas uno, dos tres.
En seguida, tómense de las manos con A y anuncien «uno». En ese momento váyanse al interior y retírense de la experiencia sensorial, se vuelven a la época y lugar donde tuvieron la experiencia «uno» y reviven la experiencia otra vez, pero sin verbalización, sin hablar de ella. Tómense un minuto o dos para vivir plenamente esa experiencia. En seguida anuncian «dos» y revívanla… En seguida anuncian «tres» y reviven esa…
Ahora hay un factor muy importante. Para aquellos de ustedes que son buenos visualizadores, es muy importante que no se vean ustedes mismos como desde el lente de una cámara fotográfica, sino que vean lo que vieron cuando estaban ahí, tal como lo vieron con sus ojos.
Por ejemplo, para entender esto, cierren los ojos y véanse a si mismos desde arriba o desde un costado, yendo en un carrito de montaña rusa a punto de su primera picada descendente. Ahora hagan como que dan un paso «metiéndose» en la imagen de la montaña rusa y vean como si realmente estuvieran al borde de ella. Son dos experiencias muy distintas. Los elementos kinestésicos de la experiencia fantaseada surgen una vez que se rompe la asociación entre verse a sí mismo allá, y su posición perceptual se ubica dentro de su propio cuerpo.
Ahora volvamos al ejercicio: a medida que retroceden en el tiempo y encuentran estas tres experiencias y las reexperimentan, es importante que no lo hagan en forma disociada, es decir, véanla como la vieron. Pueden comenzar viéndose a sí mismos, pero en seguida métanse en la imagen. Cuando estén dentro de la imagen y sientan una vez más su cuerpo como lo hicieron entonces, empiecen a hacer presión sobre la mano de A, dándole la señal táctil indicando cuando están teniendo la experiencia.
La tarea de A es simplemente observar los cambios en B, a medida que atraviesa por estas experiencias. Quiero que observen especialmente el cambio de color de piel, tamaño del labio inferior, respiración, postura, tonus muscular, etc. Habrá muchos cambios llamativos en B que podrán detectar visualmente a medida que B revive estas experiencias. Este es el objetivo del ejercicio.
Parte 2
B va a hacer exactamente lo mismo que hizo en la parte 1: es decir, va a anunciar «uno» y va a revivenciar esa experiencia, luego «dos» y luego «tres». Pero esta vez A no tan sólo va a observar los cambios, sino que también los va a describir en voz alta, o lo suficientemente alta para que los escuche C. La tarea de C es asegurarse que todas las descripciones de A son descripciones basadas en datos sensoriales: «las comisuras de la boca se están levantando. El color de la piel se está profundizando. Su respiración es alta y superficial y más rápida. Hay más tensión en su mejilla izquierda que en la derecha», cosas así. Estas son descripciones que le permiten a C —que además de observar está escuchando su descripción— verificar o no qué es lo que de hecho están observando. Si A dice «Te ves más feliz, ahora te ves muy preocupado», esas no son descripciones basadas en datos sensoriales. «Feliz» y «preocupado» son juicios. Involucran una adivinación acerca del estado interno del otro. La tarea es asegurarse que las descripciones de A son basadas en datos sensoriales y desafiar cualquier afirmación que no sea basada exclusivamente en lo sensorial.
Parte 3
En esta oportunidad B se mete en una de estas tres experiencias sin identificarla por número. Escoge una de las tres y la revive. A está ahí sentado observando a B, y sin decir nada hasta que B termine con esa vivencia; entonces A le dice a B cuál experiencia fue la que revivió: «uno», «dos» o «tres». B continúa reviviendo estas tres experiencias, en cualquier orden que no sea el orden inicial, hasta que A es capaz de nombrarlas correctamente. Si A no puede hacerlo la primera vez, empieza de nuevo. No le digan cuál es cuál, o que la que pensaron que era «uno», en realidad era número «tres», simplemente díganle que vuelva atrás y empiece de nuevo. Es un modo de entrenar la agudeza de los sentidos.
Parte 4
Esta vez, B nuevamente se mete en cualquiera de las tres experiencias, mientras que A alucina y adivina tan específicamente como pueda, cuál es el contenido de su experiencia. Y créanme, uno se puede poner muy específico y muy preciso.
En la parte 1, 2 y 3, les pedimos que se quedaran únicamente en experiencias sensoriales. En la parte 4 les estamos pidiendo que alucinen. Esto es para hacer una distinción muy clara entre la experiencia basada en lo sensorial y la alucinación. La alucinación puede ser una cosa muy efectiva y muy positiva. Cualquiera de ustedes que haya hecho un laboratorio con Virginia Satir sabe que utiliza la alucinación de modo muy efectivo y creativo, por ejemplo, en su «escultura de la familia».
En algún momento, luego que ella ha obtenido su información, se detiene y ordena todas las imágenes visuales que ha obtenido, preparándose para hacer «la escultura de la familia» o el «ballet de la tensión familiar». Reubica las imágenes, hasta que se «sienten» que están bien. Esa es una estrategia «ver-sentir», semejante a la estrategia del deletrear o de los celos. Luego toma las imágenes que le satisfacen kinestésicamente y las «esculpe» en la familia. Ese es un caso en que la alucinación es una parte integral de un proceso muy creativo y efectivo. La alucinación no es ni buena ni mala en sí, sencillamente es otra alternativa. Lo importante es saber lo que se está haciendo. Muy bien, entonces, adelante.
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Muy bien ¿hay comentarios o preguntas acerca de este último ejercicio? Alguno de ustedes se sorprendió a sí mismo por las cosas que adivinaron, ¿verdad? Y otros habrán descubierto que no le apuntaron a ninguna.
En realidad no importa si les fue bien o mal. De todas maneras obtuvieron información importante acerca de lo que son capaces de percibir y si acaso lo que alucinan tiene alguna relación con lo que perciben.
Podrán tomar lo que les hemos enseñado y podrán darse cuenta, a medida que se comunican con algún cliente o con alguna persona querida, que las respuestas que obtienen no siempre son las que desean obtener. Si toman eso como indicación de que lo que están haciendo no funciona y cambian su conducta, entonces alguna otra cosa va a ocurrir. Si dejan que su conducta siga igual, lo único que van a conseguir es más de lo mismo que están obteniendo. Ahora, eso parece ser increíblemente sencillo, pero si pueden llevarlo a la práctica van a haber obtenido mucho de este seminario. Por alguna razón, llevarlo a la práctica parece ser la cosa más difícil del mundo. El significado de su comunicación es la respuesta que ustedes obtienen. Si se dan cuenta que no están obteniendo lo que quieren, cambien lo que están haciendo. Pero para darse cuenta de eso tienen que distinguir claramente entre lo que obtienen desde afuera y cómo están interpretando el material en forma compleja a un nivel inconsciente, contribuyendo a él por su propio estado interno.
El ejercicio que acaban de hacer estuvo limitado esencialmente a un canal sensorial. Es un modo de ayudarlos a hacer un ejercido en que pueden despejar su canal visual. También pueden obtener información kinestésica sujetándose las manos. También lo pueden hacer auditivamente y también kinestésicamente. Pueden generalizar ese mismo ejercicio a los otros sistemas. Si lo van a hacer auditivamente, A podría cerrar los ojos y B podría describir su experiencia sin palabras, únicamente utilizando sonidos. El tempo y el tono van a ser muy distintivos, y dado que A tiene los ojos cerrados, lo único que va a percibir será su entrada auditiva.
O podrían, sencillamente, pensar acerca de la experiencia mientras hablan acerca del almuerzo que van a cocinar. Es el modo como muy frecuentemente lo hacen las parejas. El se construye una imagen de su mujer teniendo un affaire con otra persona y luego se hablan acerca de salir juntos de excursión, ¿verdad? Y él dice (rabiosamente): «Claro, realmente me gustaría ir contigo. Creo que lo vamos a pasar muy bien. Voy a traer un hacha para cortar leña».
Otra cosa que hacen las parejas es reñirse utilizando citas. ¿Ustedes saben algo acerca de las citas? La cita es una pauta estupenda. Si alguno de ustedes tiene clientes que están resentidos con su jefe en su empleo, o con otros empleados, pero no lo pueden expresar, porque realmente es desatinado e inadecuado o les puede costar el empleo, enséñenles el uso de las citas en el lenguaje. Es fantástico, porque pueden llegar hasta su jefe y decirle: «Puchas, estaba allá afuera en la calle y se me acercó este hombre y me dijo ¡imbécil! Y yo no supe qué decirle. ¿Qué haría usted si alguien se le acerca en la calle y le dice ¡imbécil!?».
La gente casi no tiene conciencia de los metaniveles, si se les distrae con contenido. En una oportunidad, en una conferencia, le hablé a un grupo de sicólogos que estaban bastante tiesos y hacían una cantidad de preguntas estúpidas. Les expliqué la pauta de las citas como método, y en seguida les dije, por ejemplo —incluso les dije lo que estaba haciendo—, Milton Erickson una vez me contó una historia, había estado en un criadero de pavos y los pavos hacían mucho ruido y no lo dejaban dormir en la noche. No sabía qué hacer, así que una noche salió —y yo miré a todos los sicólogos sentados allí— y se dio cuenta que estaba rodeado de pavos, cientos de pavos por todos lados, pavos aquí, pavos allá, pavos por todas partes y mirándolos les dijo: «ustedes son todos unos pavos». No sabían lo que yo estaba haciendo. Estaban todos ahí sentados moviendo la cabeza seriamente, como afirmativamente. Si son congruentes, ellos jamás lo sabrán. Si ustedes dan a las personas un contenido interesante, pueden hacer experimentos con cualquier configuración. Apenas dije: «Les voy a contar una historia de Milton», todos dijeron para sí «Tiempo de contenido», y eso fue lo que tuve que hacer.
Incluso en la mitad de la historia me di vuelta, dándoles la espalda, y me reí a todo pulmón. Luego volví a enfrentarlos a ellos y terminé la historia. Ellos pensaron que era una conducta más o menos extraña, porque yo me río mucho. También pude haber dicho «Milton se dio vuelta y se rio». Al final del día estas personas se me acercaron y me decían: «Quiero decirle lo importante que esto ha sido para mí», y yo les respondía «Muchas gracias, ¿escuchó la historia de Milton?, no quiero que piense que es acerca de usted».
Pueden ensayar cualquier conducta nueva en citas y no parecerá que son ustedes quienes lo están haciendo. Las citas le dan mucha libertad para experimentar en la obtención de más flexibilidad, porque significa que pueden hacer cualquier cosa. Puedo ir a un restaurante, por ejemplo, y dirigirme a la muchacha que sirve y decirle «Fíjese que acabo de ir al baño y este tipo se me acercó y me dijo ‘guiña’ », y ver lo que pasa. Con toda seguridad ella va a guiñar. Entonces yo diré: «Qué curioso, ¿no?». No fui yo. No era yo, así que no me tenía que preocupar de ello. Es una conducta que da mucha libertad personal. Aparentemente no son responsables de su conducta, porque es la conducta de otra persona.
Cuando yo asistía a las reuniones siquiátricas y cosas por el estilo, me acercaba a alguien y le decía «Acabo de ir a la conferencia del doctor X, y él hizo algo que yo jamás había visto antes. Se acercó a esta persona, levantó su mano así, y dijo “Mira esta mano”. En seguida le hacía una inducción de trance en 10 a 15 minutos y ponía a la persona en trance. Luego le daba una palmada en el estómago, para sacarlo, y le decía ¡“Qué cosa más curiosa, ¿verdad?!”. Y él me respondía invariablemente “Sí, una cosa realmente extraña, no debería hacer esas cosas”. Y luego yo le respondía “Yo jamás haría una cosa semejante, ¿tú lo harías?” y él respondía “Desde luego que no”».
La cita funciona muy bien si uno está haciendo terapia con una familia que pelea y discute, sin escucharse. Porque pueden decir «Estoy tan contento de que sea una familia que dé tantas respuestas, porque con la última familia que estuve aquí tenía que observar a cada rato a cada una de las personas y decirles ‘Cierra la boca’». Eso es lo que les decía corrientemente. Esto me recuerda a un grupo que hicimos en San Diego; había más o menos 150 personas y les dije: «Lo siguiente que les voy a demostrar es cómo las parejas se riñen usando citas».
«Bueno, si usted me fuera a decir eso ¿sabe lo que le diría yo?».
«Bueno, si me dices que haga eso, te mando a la mierda».
«Mira, escucha, si alguna vez me dices eso, me voy a acercar a ti y te voy a…».
El problema es que generalmente pierden las citas. Y de hecho se ponen a pelear.
La mayoría de ustedes ha escuchado citas en terapia de familias. Preguntan «¿Cómo les fue?». Si es que titubeaban al relatar un argumento, van a empezar con citas y se habrán metido nuevamente en la cosa. Todos sus análogos verbales lo van a apoyar. La cita es una pauta disociativa. Cuando la disociación se derrumba, la cita también se derrumba.
Por lo general la reacción de pena es una configuración semejante. Lo que está ocurriendo en la persona apenada es lo siguiente: Hace una imagen visual construida en la que se ve con la persona que ha perdido. Se ve a sí misma con la persona que ahora está muerta o alejada o, de alguna manera, inalcanzable, su respuesta denominada «pena» o «sentimiento de pérdida» es una compleja respuesta de estar disociada de aquellos recuerdos. Se ven a sí mismos juntos, con el ser querido y bien. Se sienten vacíos porque ahora no están en la imagen. Si dieran un paso y se «metieran», por así decir, en la misma imagen que estimula la respuesta de pena, recobrarían los sentimientos kinestésicos positivos de las buenas vivencias que compartieron con esa persona. Eso entonces le serviría como un recurso para seguir adelante y construir algo nuevo para sí mismos en sus vidas, en lugar de generar la respuesta de pena.
La sensación de culpa es un poco distinta. Hay dos maneras de sentirse culpable. Una de las mejores maneras de sentirse culpable es fabricar una imagen de la cara de alguna persona, en respuesta a algo que uno hizo que a ella no le gustó. En este caso están haciendo una imagen visual eidética. De esta forma pueden sentirse culpables de cualquier cosa; sin embargo, si se salen de la imagen, en otras palabras, si reversan el procedimiento que utilizamos con la pena, lo que ocurrirá es que ya no se sentirán culpables, porque entonces lo que habrán obtenido es, literalmente, una nueva perspectiva.
Suena como demasiado fácil, ¿verdad? Es demasiado fácil. Noventa y nueve de cien clientes depresivos que he visto usan exactamente la misma pauta. Estarán viéndose o hablándose a sí mismos acerca de una experiencia que los está deprimiendo. Pero lo único que tienen en conciencia son los sentimientos kinestésicos, y van a utilizar palabras muy adecuadas: «apesadumbrado, pesado, aplastado», sin embargo, si les hacen una pregunta acerca de sus sentimientos, les darán una elegante descripción no-verbal de cómo crean sus depresiones. «¿Cómo sabes que estás deprimido? ¿Te has sentido de esta manera mucho tiempo? ¿Qué fue lo que comenzó este síndrome?». Las preguntas exactas son totalmente irrelevantes; son sencillamente un modo de accesar al proceso de depresión.
La gente depresiva hace una serie de imágenes visuales, generalmente construidas y fuera de la conciencia, es decir, sin darse cuenta de ello. Por lo general no tienen idea ni siquiera de que están haciendo imágenes. Algunos de ustedes tuvieron esa experiencia con sus compañeros hoy. Les dijeron que estaban procesando a imágenes en determinado sistema y ellos respondieron «No sabía eso», y en realidad no lo sabían, porque eso no estaba en su conciencia. La gente que se deprime está experimentando inducciones hipnóticas muy efectivas, viendo imágenes y pensando acerca de ellas, fuera de la conciencia, y respondiendo la conciencia únicamente con sus sentimientos depresivos. Van a estar muy sorprendidos al saber de dónde provienen esos sentimientos, ya que provienen casi exclusivamente de fuera de la conciencia.
Mucha gente que tiene problemas de gordura, hace lo mismo. Escucharán una voz hipnótica que les dirá: «No te comas la torta que está en el refrigerador». «No pienses en todos los pasteles que hay en el living». «No sientas hambre». La mayoría de las personas no tienen idea que órdenes como éstas, de hecho son órdenes destinadas a realizar la conducta. Para poder entender la frase «No pienses en azul», hay que accesar el significado de las palabras, y pensar en azul.
Si un niño está en una situación peligrosa y ustedes le dicen «No te caigas», para que él entienda lo que acaban de decir, tienen que accesar a alguna representación de «estarse cayendo». La representación interna, especialmente si es kinestésica, por lo general dará como resultado la conducta que se está tratando de evitar. Sin embargo, si ustedes dan instrucciones positivas como: «Ten cuidado, pon atención, equilíbrate y muévete lentamente», entonces el niño va a accesar a representaciones que lo ayudarán a sobrepasar la situación de peligro.
Hombre: ¿Podría decir algo más acerca de las culpas?
La culpa es como todo lo demás, sencillamente una palabra, la pregunta es «¿A qué experiencia se refiere la palabra culpa?». Durante años, la gente ha ido a consultas siquiátricas de todo tipo y ha dicho «Tengo culpas». Los terapeutas han escuchado la palabra culpa y han dicho «Sí, yo sé lo que quiere decir». Si esa persona hubiera entrado diciendo «Tengo X», esos terapeutas no tendrían que llegar a la conclusión de pensar que estaban entendiendo lo que la persona quería decir.
Lo que estoy tratando de decir acerca de la culpa y la represión y los celos y todas esas otras palabras, es que lo importante es tratar de descubrir como funcionan, descubrir cuál es el proceso. ¿Cómo sabe alguien cuál es el momento de sentirse culpable en oposición al momento en que no es apropiado sentirse culpable? Y dimos un ejemplo —y este es ÚNICAMENTE UN ejemplo de cómo sentirse culpable y es formando imágenes eidéticas de gente que se ve decepcionada o triste acerca de lo que uno hizo, y luego sentirse mal. Hay otras formas de sentirse culpable. Pueden hacer imágenes construidas, o simplemente hablar hasta sentirse culpable. Hay muchas, muchas maneras de lograrlo. Lo importante con cada individuo es descubrir cómo lo hacen y si es que quieren cambiar el proceso en otra cosa. Si es con imágenes eidéticas, pueden hacerlos cambiar las imágenes eidéticas por una imagen construida. Si lo hacen con imágenes construidas, pueden cambiarlas por una imagen eidética. Si se hablan a sí mismos, pueden conseguir que en lugar de eso, se canten a sí mismos.
Si poseen los refinamientos sensoriales para ser capaces de descubrir los pasos específicos en el proceso por el cual una persona pasa para crearse cualquier respuesta que no encuentre útil y que quiera cambiar, eso les brinda muchos puntos coyunturales de intervención. La intervención puede ser tan sencilla como cambiar un sistema representacional por otro, y eso basta porque va a romper la configuración.
Una mujer tenía fobia a las alturas. Nuestra oficina estaba ubicada en el tercer piso, lo que era más o menos conveniente. Así que le pedí que se asomara a la ventana y me contara lo que ocurría. La primera vez que se asomó a la ventana casi se ahoga. Le dije que esa no era una respuesta adecuada. Tenía que saber cómo llegaba al punto de ahogarse y estar tan mal. Haciéndole una cantidad de preguntas, descubrí lo que ocurría y era que ella se fabricaba una imagen construida de sí misma cayendo, tenía la sensación de estar cayendo, y luego sentía que le faltaba el aire. Eso lo hacía muy rápidamente y la imagen estaba fuera de su conciencia.
Así que le pedí que se acercara a la ventana al mismo tiempo que dentro de su cabeza se cantaba la canción nacional. Ahora eso puede sonar como algo más o menos estúpido. Lo cierto es que cuando se acercó a la ventana, ya no tuvo la respuesta fóbica y ella había tenido esta respuesta fóbica durante varios años.
Un hombre que era médico de la tribu india Cree, un shaman, vino a un seminario y estuvimos discutiendo con él diferentes mecanismos que resultan transculturalmente para inducir cambios en una forma rápida y efectiva. Si una persona tiene un dolor de cabeza, la antigua cosa guestáltica es hacerlo sentarse en una silla, que mire la silla vacía y que intensifique el sentimiento de dolor, y una vez que han intensificado el dolor que están sintiendo, desarrollen una nube de humo en la otra silla. Lentamente el humo se convierte en una imagen, y alguien con el cual uno tiene asuntos inconclusos surge y entonces uno hace lo que tiene que hacer. Y funciona, el dolor de cabeza desaparece.
La contrapartida para este shaman, es que él siempre lleva consigo un pedazo de papel blanco. Cada vez que alguien se le acerca y le dice «Tengo dolor de cabeza ¿Ud. me podría ayudar?» él dice «Sí, desde luego, pero antes de que comience quiero que se tome cinco minutos para estudiar este pedazo de papel, en todos sus detalles, porque tiene algo de interés para usted». La cosa en común en estas dos intervenciones, es que ambos involucran un cambio en su sistema representacional. Con eso desarman el proceso mediante el cual las personas están teniendo la experiencia que no quieren tener, manteniendo remachada su experiencia en algún otro sistema representacional que aquel en el que están recibiendo el mensaje de dolor. El resultado en ambos casos es absolutamente idéntico. Estudiando el pedazo de papel intensamente o intensificando la sensación y haciendo que cambie una imagen en la silla, uno está haciendo lo mismo, está cambiando sistemas representacionales[2]. Y eso es una intervención realmente profunda para cualquier problema que se presente. Cualquier cosa que cambie la configuración o la secuencia de los eventos por los cuales atraviesa la persona internamente, respondiendo a sus estímulos internos o externos, hará que la respuesta en la que están pegados ya no sea posible. Tuvimos el caso de un hombre de Marín, California, que cada vez que veía una culebra, no importando a qué distancia estuviera ni dónde estuviera él con respecto a ella, sus pupilas inmediatamente se dilataban. Uno tenía que estar muy cerca de él para verlo. Se fabricaba una imagen de una culebra volando por el aire. Esto estaba fuera de su conciencia, hasta que lo descubrimos. Cuando tenía seis años, alguien le había tirado una culebra inesperadamente, asustándolo muchísimo. Respondió kinestésicamente como un niño de seis años a la imagen interna de la culebra volando por los aires hacia él. Una cosa que pudimos haber hecho habría sido cambiar el contenido de esa imagen. Podríamos haberle fabricado una imagen donde había alguien lanzando besos, por ejemplo. En realidad lo que hicimos fue sencillamente cambiar el orden en que los sistemas ocurrían. Hicimos que primero tuviera la respuesta kinestésica y luego hiciera la imagen internamente. Eso le hizo imposible ser fóbico.
Pueden tratar cualquier limitación que se presente como un logro particular de un ser humano y descubrir cuáles son los pasos. Una vez que entiendan cuáles son los pasos, pueden invertir el orden en que ocurren, pueden cambiar su contenido, pueden insertar nuevos pasos u omitir algunos. Hay todo tipo de cosas interesantes que pueden hacer. Si creen que un aspecto importante del cambio es «entender las raíces del problema y el profundo significado interno», y que realmente tienen que tratar con el contenido como si fuera un asunto, entonces posiblemente les va a tomar años cambiar a las personas.
Si cambian la forma, están cambiando el resultado por lo menos tan bien como si trabajaran con el contenido. Los métodos y las técnicas que se requieren para cambiar la forma son mucho más fáciles de trabajar. Es mucho más fácil cambiar la forma y el cambio es más penetrante.
Hombre: ¿Cuáles son algunas de las preguntas que formulan para descubrir los pasos de los procesos por los que atraviesan las personas?
Pídanles que tengan una experiencia, una vivencia. Pregúntenles acerca de la última vez que tuvieron esta experiencia, o qué ocurriría si la tuvieran justo ahora, o si se acuerdan de la última vez que les ocurrió. Cualquiera de estas preguntas va a descubrir las mismas respuestas inconscientes que hemos estado mostrando aquí. Cada vez que yo hago una pregunta o hago una afirmación acerca de algo a alguien aquí en el grupo, si están alertas, verán que la respuesta ya estará dada no verbalmente mucho antes y mucho más completamente de lo que la persona será capaz de verbalizar explícitamente.
«¿Cómo sabes cuándo estás siendo fóbico en oposición de cuando no estás siendo fóbico?». «¿Cómo sabes?». Esas preguntas generalmente los van a conducir a casi todo. Las personas tienen la tendencia a demostrarlo, en lugar de traerlo a la conciencia.
Nuestro libro, La Estructura de la Magia I[3], está dedicado al lo que denominamos el «metamodelo». Es un modelo verbal, un modo de escuchar la forma de la verbalización en oposición al contenido. Una de las distinciones que hacemos ahí son los «verbos inespecificados». Si yo soy su cliente y le digo a usted «mi padre me asusta». ¿Ustedes entienden lo que yo estoy hablando? No, desde luego que no. Si yo dijera «Mi padre me Xea», tendría el mismo significado, porque para una persona «Mi padre me asusta» puede significar que su papá le pone un revólver calibre 38 en la sien cada vez que llega tarde a casa, y para otra persona puede significar, sencillamente, que su padre pasó por el living sin decir una palabra. Así que la frase «Mi padre me asusta», tiene muy poco contenido. Simplemente describe que hay algún proceso, en este momento inespecificado. La pauta, desde luego, es ser capaz de escuchar el lenguaje y saber cuándo una persona ha especificado adecuadamente una experiencia mediante una descripción verbal.
Una de las cosas que enseñamos con el metamodelo es que cuando uno escucha una frase como «Mi padre me asusta», hay que pedir especificación del proceso al que la persona se refiere como «Asusta». «¿Cómo específicamente te asusta tu padre?». «¿Cómo específicamente sabes que estás deprimido o que te sientes culpable o que eres fóbico?». «Sabes» es otra palabra como asustar, no especifica el proceso. De modo que si les digo «Bueno, pienso que tengo un problema», eso tampoco les dice nada acerca del proceso. Pero si les preguntan «¿Cómo piensas?». Lo primero que harán es decirles «¡¿Qué?!». Pero luego de pasar el choque inicial de recibir una pregunta tan peculiar, les van a empezar a demostrar el proceso. Primero no verbalmente, van a decir «Bueno, yo sencillamente lo pienso» (los ojos y la cabeza moviéndose hacia arriba y a la izquierda). O dirán «Ah, no sé, tú sabes, es como si yo tuviera» (ojos y cabeza moviéndose hacia abajo y a la izquierda). La combinación de los verbos inespecificados de esa persona y las especificaciones bastante elegantes, no verbales, de los movimientos oculares y de los cambios corporales, les habrá respondido la pregunta, sean o no conscientes de ella.
Si continúan haciendo preguntas, va a llegar un momento en que la persona se hace consciente de los procesos y se los va a explicar. Generalmente la gente lo hace con desdén, porque parte de la base de que todo el mundo piensa igual que ellos, como si todos tuvieran los mismos tipos de procesos. Un día un terapeuta bastante conocido nos dijo muy seriamente «Todo ser humano inteligente siempre piensa en imágenes». Esa es, obviamente, una afirmación únicamente acerca de él. Ese es el modo como él organiza gran parte de su actividad consciente. Tiene muy poco que ver con más o menos la mitad de la población que hemos encontrado en este país.
Muchas veces en seminarios como éste, las personas se hacen preguntas de la siguiente manera, dicen: «¿Qué es lo que se hace con alguien que está deprimido?» (indicando hacia sí mismo). La palabra «alguien» no está especificada verbalmente. Decimos que es una palabra que no tiene índice referencial. No se refiere a nada específico en el mundo de la experiencia. Sin embargo, la comunicación no verbal fue muy específica en ese caso, y la gente hace lo mismo con sus procesos no verbales. Si ustedes son capaces de identificar cosas como las claves de acceso y otras claves no verbales, con toda seguridad pueden arreglárselas para saber cómo funciona el proceso para esa persona. La gente viene y dice «Bueno, tengo un problema» y su conducta no verbal ya les ha dado la secuencia que los produce.
De modo que una pregunta del tipo «¿Específicamente, cómo?» o «¿Cómo lo sabes?», generalmente va a completar una especificación no verbal del proceso por el cual atraviesa la persona. El libro La Magia I tiene una especificación muy completa de cómo formular las preguntas adecuadas, utilizando el metamodelo.
Uno de nuestros alumnos le enseñó el metamodelo a las enfermeras de un hospital, de modo que si un paciente le decía «Estoy seguro que voy a empeorar» o «Aún no me puedo levantar», la enfermera preguntaba «¿Cómo sabes eso?». Luego seguía con otras preguntas del metamodelo para ayudarlo a darse cuenta de las limitaciones de su modelo del mundo. El resultado fue que el promedio de la estada dentro del hospital se redujo de 14 a 12 días.
La idea del metamodelo es dar un control sistemático sobre el lenguaje. Cuando por primera vez nos dimos la oportunidad de enseñárselo a nuestros alumnos, el resultado fue el siguiente: Primero hubo un período donde andaban metamodelándose unos a otros durante toda esa semana. Luego empezaron a escuchar lo que decían hacia afuera. A veces se detenían en el medio de una frase, porque recién habían empezado a escucharse. Esa es otra cosa que hace el metamodelo, le enseña a uno a escuchar no únicamente a otras personas, sino que a escucharse a sí mismo. Lo que ocurrió después fue que se volvieron hacia adentro y empezaron a metamodelar su propio diálogo interno. Eso cambió su lenguaje interno, de ser algo que los aterrorizaba, a algo que les era útil para ellos.
El metamodelo es realmente sencillo. Y aún sigue siendo el fundamento de todo lo que hacemos. Sin él, y sin un control sistemático sobre él, lo que les enseñamos lo van a hacer torpemente. La diferencia entre aquellas personas que hacen las cosas que nosotros le enseñamos bien, y aquellos que no, es que las primeras tienen control sobre el metamodelo. Literalmente es el fundamento de todo lo que hacemos. Ustedes podrán ser brillantes, ingeniosos y agudos y hacer las metáforas más complejas del mundo, pero si no pueden obtener la información bien, interna y externamente, no van a saber qué hacer. Las preguntas del metamodelo son aquellas que realmente les dará la información adecuada inmediatamente. Es una gran herramienta para ello, tanto desde el diálogo de afuera, como el de dentro. Les va a convertir el diálogo interno en algo útil.
Cuando utilizan lenguaje con las personas, ellos asumen que todo a lo que están accesando por dentro, es igual a lo que ustedes dijeron. Hay tantas cosas que les están ocurriendo por dentro, que no tienen conciencia de su forma externa de comunicación. Ustedes pueden proferir frases de sintaxis que no tienen ningún significado, y la gente les va a responder como si hubieran dicho algo completamente significativo. Me sorprende incluso el hecho de que alguien se haya dado cuenta de que algunos esquizofrénicos hablan «ensalada de palabras». Yo he entrado a lugares y he hablado ensalada de palabras, y la gente me responde como si hubiera estado hablando un inglés perfecto. Y desde luego que uno puede incluir algunas órdenes bastante raras dentro de la ensalada de palabras.
Con ocasión de una fiesta que teníamos en casa, queríamos comprar champagne. Vivimos en un área donde no hay botillerías, así que fuimos a un restorán y dijimos «Queremos comprar un par de botellas de champagne para llevarlas a casa», y el mozo contestó «Ah, eso no lo podemos hacer, es contra la ley», nosotros dijimos «Bueno, tenemos una fiesta, y vinimos aquí y comimos mucho, y acaso no hay nada que usted pueda hacer algo». El se detuvo un momento y luego dijo: «Un momento, creo que puedo hacer algo». Así que trajo dos botellas y se las dio a sí mismo, luego salió del restorán y nos las dio a nosotros, y le dimos una propina. Nuestra conducta fue totalmente rara, pero tenía que responder. Porque la única cosa que era evidente en su conciencia, era esta curiosa secuencia. Es muy importante entender que la mayoría de la gente está muy caóticamente organizada por dentro.
Hombre: ¿El nivel intelectual de un cliente constituye una diferencia, digamos un retardo versus un genio?
No, a menos que yo sepa. La mente inconsciente funciona increíblemente, no importa cuál es el nivel educacional o de inteligencia. El «CI» es también función del tipo de estructura de que hemos estado hablando.
Mujer: Cuando le piden a una persona que reviva, cualquiera que sea, la experiencia que lo está aproblemando, y luego la observan, ¿ustedes se dan cuenta de cuál es el proceso por el que está atravesando la persona?
Sí, pero con un sentido muy especial de la palabra «darse cuenta». No hay nada de lo que yo haya hecho hoy día de lo cual esté consciente, en el sentido normal de estar reflexivamente consciente de lo que estoy haciendo. La primera noticia que tengo de que estoy haciendo algo, o que voy a decir algo, es cuando me encuentro haciéndolo o me escucho diciéndolo. Este es un punto importante, creo que la tarea cara a cara de comunicarse con otro humano, y más aún en un grupo de personas, es demasiado compleja como para intentar hacerla conscientemente. No se puede hacer conscientemente. Si lo hacen, rompen el flujo natural de la comunicación.
¿Alguno de ustedes hace música? ¿Cuántas personas aquí pueden tocar un instrumento? OK. ¿Cuántos de ustedes, cuando lo tocan, lo hacen conscientemente? Exactamente, ninguno. Ustedes están conscientes de los resultados, de los sonidos que hacen, pero no del proceso que hacen. ¿Y qué ocurre cuando se hacen conscientes de lo que están haciendo justo en el medio de una interpretación musical? ¡BOOM! Se equivocan. Sin embargo, para aprender a tocar la misma sencilla pieza musical, pasaron por los mismos pasos conscientes.
A medida que nos comunicamos con ustedes, me estoy dando cuenta en el sentido que respondo directamente. Pero no tengo ninguna conciencia reflexiva de lo que estoy haciendo. Si lo hiciera, estaría haciendo un trabajo bastante malo.
Digamos que ustedes vuelven a su consulta el lunes por la mañana y entra un nuevo cliente y dice: «Tengo una fobia de mascar chicle». Una vocecita dentro de su cabeza les dice: «Ah, esta es una oportunidad sin precedente para que yo ensaye algo nuevo». Entonces miran hacia arriba y le preguntan a la persona «Bueno, ¿cuándo fue la última vez que tuvo una respuesta fóbica muy intensa?». Y la persona empieza a hacer ciertos movimientos oculares y cosas así. Si ustedes comienzan visualizando la pizarra dé acá, y la lista de claves de acceso y hablándose a sí mismos acerca de las cosas que nos escucharon decir y teniendo sentimiento acerca de si van a ser capaces de hacer esto o no, no van a tener información sensorial sobre la cual basarse. Ese es el sentido en que la conciencia reflexiva en comunicación cara a cara no va a ser demasiado útil. Si tienen que decirse cosas, hacer imágenes, tener sensaciones, mientras están haciendo terapia, probablemente van a terminar terapizándose a ustedes mismos. Por lo demás, pienso que es lo que ocurre gran parte del tiempo. Muchas veces, los terapeutas no están terapizando al otro ser humano, se están terapizando a sí mismos. Y muchos clientes que cambian, cambian por metáfora.
La mayoría de la gente en el oficio de la terapia ha ido a escuelas de sicología, pero no aprende nada acerca de las personas que sea relevante a la terapia. Aprenden estadísticas (3, 5% de los clientes son…). Pero muy rara vez uno tiene la oportunidad de que entren 100 personas en su oficina, de modo que pueda trabajar con 3 1/2 de ellos. Así que van a laboratorios, talleres y seminarios para aprender a hacer terapia. Hay mucha gente que es muy buena terapeuta, hacen laboratorios, talleres y seminarios, pero no saben cómo hacen lo que hacen. Les dirán lo que creen o piensan que hacen y con eso distraen la atención del cliente con el que están trabajando. Con suerte podrán recoger los tipos de claves de que estamos hablando, en forma subliminal y luego ustedes serán capaces de responder en alguna forma sistemática. Hay gran número de personas que están haciendo terapia sin éxito. Lo que tienen que aprender a hacer es a reestructurar sus propias conductas en términos de prestar atención a sus clientes.
Como comunicadores profesionales, a mí me parece que tiene mucho sentido el ensayar conscientemente diferentes pautas de comunicación, de modo que se hagan tan inconscientes y sistemáticas en su conducta, como el andar en bicicleta o conducir su automóvil. Tienen que entrenarse para ser sistemáticos en su conducta, lo que requiere de algún tiempo de práctica consciente. De modo que cuando vean claves de acceso o escuchen predicados visuales, puedan tener automáticamente la opción de responder, ya sea calzando, o respondiendo mediante una no coincidencia, o cualquier otra combinación que puedan pensar. Lo importante es que usen todas las alternativas, según el caso.
En otras palabras, tienen que tener un buen repertorio sistemático inconsciente de las pautas para cada alternativa, de modo que no tengan que ser repetitivos en su trabajo: ¿Cómo establezco contacto con este otro ser humano? ¿O cómo respondo en una situación donde no tienen información consciente y responden verbalmente a mi pregunta? ¿O cómo respondo yo ante la incongruencia? Estos son todos puntos de alternativa. Traten de identificar cuáles son puntos de alternativa repetitivos en su experiencia dentro de su trabajo. Y deberían tener para cada uno de estos puntos media docena de respuestas diferentes, en todo caso, por lo menos tres, y que cada una de las cuales fuera a su vez inconsciente y sistemática en su conducta. Si no tienen tres alternativas de respuestas ante algo que ocurre en una situación terapéutica, entonces no creo que estén operando a partir de una posición de opciones. Si tienen únicamente un modo de responder, entonces son un robot. Si tienen únicamente dos, están en un dilema.
Necesitan un fundamento sólido desde el cual generar las alternativas. Uno de los modos de obtener esos fundamentos sólidos, es considerar la estructura de su conducta y la estructura de su acción en terapia. Tomen puntos que son repetitivos, asegúrense que tienen varias respuestas para cada uno de estos puntos o momentos, y luego olvídense de todo, y agreguen ingredientes, una metarregla que diga: «Si lo que estás haciendo no funciona, cámbialo. Haz cualquier otra cosa».
Dado que la conciencia es limitada, respeten eso, y no digan «Fantástico, voy a repetir todas las cosas que ocurrieron en el seminario al que acabo de asistir». No podrán hacerlo. Lo que sí pueden hacer, por ejemplo, es que los primeros cinco minutos de cada tercera entrevista, pueden comenzar diciendo: «Bien, antes que comencemos hoy, hay un par de cosas que necesito saber acerca de su funcionamiento cognitivo general. ¿Me diría, por favor, de qué color es la luz de arriba de un semáforo?». Hagan preguntas que accesen a sistemas representacionales y sintonícense ustedes mismos durante cinco minutos a la respuesta de esa persona, así sabrán qué está ocurriendo después en la sesión, cuando estén bajo tensión. Cada jueves pueden intentar hacer calzar los predicados con el primer cliente del día y hacer lo inverso, o sea, no calzar los predicados con el segundo. Ese es un modo de descubrir, sistemáticamente, cuál es el resultado de su conducta. Si no la organizan así, va a seguir siendo azarosa. Si la organizan y se sienten libres de limitarse a pautas específicas, y se dan cuenta del resultado, y luego cambian a pautas nuevas, van a construir para sí un repertorio increíble de respuestas a un nivel inconsciente. Este es el único modo que conocemos para aprender a ser más flexibles en forma sistemática. Posiblemente hay otras maneras. Ocurre que éste es el único modo que nosotros conocemos.
Hombre: Esto me suena como si nos estuviera diciendo que experimentáramos con nuestros clientes. Pienso que tengo un deber, una obligación profesional de…
Estoy en desacuerdo. Pienso que tiene la obligación de experimentar con cada uno de los clientes, para ser experto, porque a la larga van a poder ayudar a más gente y en forma más expedita. Si bajo el rótulo del profesionalismo no intentan expandir sus destrezas y experimentar, creo que están errando el punto, y el proceso de análisis se convierte en otro modo de limitarse. Piensen un poco acerca de «profesionalismo». Si profesionalismo es el nombre para un conjunto de cosas que no pueden hacer, entonces están restringiendo su conducta.
En cibernética hay una ley que se llama la Ley de la Variedad Requerida. Dice que en cualquier sistema de seres humanos o de máquinas, el elemento del sistema con el mayor rango de variabilidad será el elemento controlador. Si restringen su conducta, pierden la variedad requerida.
Los ejemplos más notables de éstos están en los hospitales siquiátricos. Yo no conozco los hospitales siquiátricos acá, pero en California tenemos unos bastante curiosos y también con muchos pacientes. Es muy fácil distinguir al personal, porque el personal tiene ética profesional. Tienen un tipo de alucinaciones y este tipo de alucinaciones les es más peligroso a ellos que a ninguna otra persona, porque creen que tienen que restringir sus conductas de cierta forma. Y esas modalidades los hacen comportarse consistentemente, los pacientes, en cambio, no tienen que atenerse a esas reglas. El rango mayor de flexibilidad les va a permitir sacar respuestas y controlar la situación. ¿Quién va a ser capaz de sacar mayor número de respuestas, el siquiatra que está actuando de «normal» o el paciente que actúa en forma rara? Les voy a relatar un ejemplo.
Íbamos por uno de los corredores del Hospital Siquiátrico del Napa State Mental en California, con un grupo de siquiatras residentes. Nos acercamos a una sala grande y estábamos hablando en tono normal. A medida que nos acercábamos a la puerta, la abrimos y entramos, y súbitamente todos los siquiatras empiezan a susurrar y a hablar en voz baja, así que nosotros también empezamos a susurrar. Cuando finalmente nos miramos el uno al otro, nos dijimos «¿Y por qué estamos susurrando?». Y uno de los siquiatras se dio vuelta hacia nosotros y murmuró «Es que hay un catatónico en la sala. No lo queremos perturbar». Ahora bien, cuando un catatónico tiene requisito de variedad sobre un profesional, entonces yo me uno a los catatónicos.
En California, la mayoría de los terapeutas tiene una ética profesional diferente. Por ejemplo, para ser un buen comunicador hay que vestirse como si fueran campesinos. Esa es la primera regla. La segunda regla es que tienen que abrazar a todo el mundo demasiado fuerte. Y esa gente siempre se ríe de los siquiatras porque tienen que usar corbata. Para mí, su conducta es igualmente restringida y tan unidimensional y limitada. El problema con muchos códigos éticos profesionales, sean humanísticos, analíticos o de cualquier otro tipo, es que limitan la conducta. Y cada vez que aceptan una de estas conductas, habrá gente que no podrá trabajar con ustedes. En esa oportunidad, nos dirigimos directamente al catatónico y le di un pisotón tan fuerte como pude, y obtuve una respuesta inmediata. Salió de su «catatonia» dando un salto y exclamando «¡Puchas!, no me hagan eso».
Frank Farrelly, quien escribió «Terapia Provocativa», es un excelente ejemplo en la variedad requerida. Está dispuesto a hacer cualquier cosa para obtener contacto y respuestas. En una oportunidad estaba haciendo demostración con una mujer que había estado catatónica durante tres o cuatro años. Se sentó al lado de ella, la miró advirtiéndole: «Te voy a agarrar a ti». Ella desde luego seguía ahí sentada muy catatónicamente. Era un hospital y tenía puesta una de las vestimentas que le proporcionaba el hospital. Entonces le dio un tirón a uno de los vellos de la pierna, justo encima del tobillo. Y no hubo respuesta ninguna ¿verdad?, así que subió dos centímetros y le dio otro tirón, no hubo respuesta. Se movió otro centímetro y le dio otro tirón a otro pelo. «¡No me pongas las manos encima!». La mayoría de las personas considerarían que eso no es «profesional». Pero lo interesante acerca de algunas cosas que no son profesionales es que ¡funcionan! Frank dice que nunca ha tenido que pasar más arriba de la rodilla con su maniobra, antes de tener una respuesta.
En una oportunidad di una charla en un Instituto Sicoanalítico de Texas. Antes de comenzar estuvieron durante tres horas leyéndome investigaciones, demostrándome que la gente loca no podía ser ayudada. Al final les dije «Estoy empezando a formarme una imagen, veamos si tengo razón. Lo que me están diciendo es que no creen que la terapia, como ahora se hace, funcione, ¿verdad?». Entonces me respondieron «No, estamos tratando de decirle que ninguna forma de terapia podría funcionar jamás con los esquizofrénicos». Entonces les respondía «Muy bien, ustedes están realmente en la profesión adecuada. Todos podríamos ser siquiatras así y creer que no se puede ayudar a la gente». Entonces dijeron «Bueno, pero hablemos de psicóticos. Esa gente que vive realidades psicóticas y bla, bla, bla». Y todo este asunto de las recaídas. Yo les dije «Bueno ¿qué tipo de cosas de hecho hacen con esta gente?». Así que me hablaron de sus investigaciones y del tipo de terapia que habían hecho. Jamás habían hecho cosa alguna que sacara una respuesta de esas personas.
Frank Farrelly tuvo en una oportunidad a una mujer joven en un hospital siquiátrico, quien creía que era la amante de Jesús. Tendrán que admitir que esta es una creencia un tanto peculiar. La gente entraba y ella decía «Yo soy la amante de Jesús». Y desde luego que al escuchar esto decían algo así: «Bueno, bueno eso no es verdad, es sólo un delirio… ¿verdad?». Si ustedes entran en un hospital siquiátrico, verán que la mayoría de los pacientes siquiátricos son muy buenos para actuar en forma extraña y obtener respuestas de la gente. Frank entrenó a un joven trabajador social a comportarse consistentemente de cierta forma, y en seguida llamó a la paciente. Ella, como era de esperar, lo primero que le dijo fue «Yo soy la amante de Jesús» y el asistente social la miró respondiéndole «Sí, lo sé, él está siempre hablando de ti». Luego de 45 minutos de esta conversación, finalmente ella respondió «Mira, en realidad no quiero hablar más de este asunto de Jesús».
Hay un hombre llamado John Rosen, del cual algunos de ustedes habrán escuchado hablar. Rosen hace dos cosas constantemente, las hace muy bien y obtiene muy buenos resultados. Una de las cosas que Rosen hace muy bien es que se une a la realidad del esquizofrénico, tan bien, que la arruina. Es la misma cosa que Frank enseñó a hacer a su asistente social.
Los siquiatras en Texas jamás antes habían intentado algo así, y cuando se lo sugerí, todos pusieron caras distintas, porque estaba fuera de su ética profesional. Habían sido entrenados en el sistema de creencias que dice: «Limite su conducta. No se una al mundo de su cliente; insista en que ellos vengan al suyo». Es mucho más difícil para alguien que está loco, poder llegar a entender el modelo del mundo que tiene un profesional, de lo que es para un profesional de la comunicación adentrarse en el mundo de ellos. Al menos, es menos probable que ocurra.
Hombre: ¡Ustedes están estereotipando a mucha gente aquí!
Desde luego que sí, para eso son las palabras. Las palabras generalizan la experiencia. Pero usted tiene que sentirse ofendido únicamente si se aplican a usted directamente.
Una de las categorías fundamentales, donde los comunicadores invariablemente se quedan pegados es en una configuración lingüística que denominamos «operador modal». Un cliente les dice «No puedo hablar nuevamente de eso hoy. Y menos aún en este grupo. Sencillamente no puedo. Y tampoco creo que sean capaces de entender eso». Cuando escuchan el contenido, se sienten arrasados, y probablemente se dirán «¿Qué habrá sido lo que ocurrió?».
La configuración de lo que dice el cliente es «No puedo X» o «No debiera X». Si alguien les dice «No me debiera enojar», lo que hacen en terapia guestáltica es «Di no quiero enojarme». Fritz Perls era alemán y tal vez estas palabras tienen cierta diferencia en alemán. Pero no son distintas en inglés. El «no quiero» y el «no debiera» y el «no puedo» son iguales. No hay diferencia entre si ustedes no deben, no pueden o no lo quieren hacer. Simplemente es que de todas maneras no lo han hecho. No tiene ninguna importancia. Así que la persona dice «No me voy a enojar».
Luego si les preguntan «¿Por qué no?», les van a dar las razones, y ese es un excelente modo de quedarse atascado. Si le preguntan «¿Qué ocurriría si lo hicieran?» o «¿Qué les impide hacerlo?», posiblemente van a obtener algo más útil.
Todo esto lo publicamos hace unos años en la Estructura de la Magia. Y a muchas personas les hemos preguntado «¿Han leído la Magia I?». Y dicen «Bueno, sí, con bastante dificultad». Y enseguida preguntamos «¿Aprendieron lo que había ahí?». «¿Aprendieron lo del Capítulo Cuatro?». Esa es la única parte significativa del libro, en mi opinión. Y dicen «Sí, si sabíamos todo eso». Entonces les digo «Muy bien, yo voy a hacer de diente y ustedes respóndanme con preguntas». Y les digo «No me puedo enojar». Y dicen entonces, «Ah, bien, ¿cuál es el problema?» en lugar de preguntarme «¿Qué te lo impide?» o «¿Qué ocurriría si lo hicieras?». Pero al no tener las respuestas del metamodelo incorporadas en forma sistemática, la gente se queda atascada. Una de las cosas que aprendimos de Sal Minuchen, Virginia Satir, Milton Erickson y Fritz Perls, es que intuitivamente tenían muchas de las doce preguntas del meta-modelo incorporadas en forma automática.
Tienen que hacerse algún tipo de programa para incorporar las opciones, de modo que no tengan que pensar todo el tiempo lo que tienen que hacer enseguida. De otra manera, mientras están pensando qué es lo que van a hacer, habrán perdido lo que ha estado transcurriendo. Estamos hablando ahora de cómo organizar su propia conciencia para ser efectivo en la compleja tarea de la comunicación.
En lo que se refiere a la comprensión consciente del cliente, realmente es irrelevante. Si el cliente quiere saber lo que está ocurriendo, el modo más fácil de responder es «¿Tienes un automóvil? ¿Alguna vez te lo han arreglado? ¿El mecánico describe en detalle todo lo que está haciendo, antes o después?». O también pueden decirles ¿Alguna vez te han operado? ¿El cirujano describió en detalle cada uno de los músculos que iba a cortar y cómo iba a ligar las arterias? Yo pienso que éstas son las analogías pertinentes para responder a ese tipo de preguntas.
Las personas que a mi juicio pueden dar el diagnóstico más detallado y refinado de sus propios problemas son las que he encontrado en los pabellones interiores en los hospitales mentales, tanto en este país como en Europa. A ellos podrán relatarles por qué están del modo en que están, de dónde provienen sus problemas y cómo perpetúan sus pautas más adaptativas o destructivas. Sin embargo, esa comprensión explícita verbal no le sirve para nada para cambiar su conducta y sus experiencias.
Ahora, quisiéramos hacerles una sugerencia. Desde luego que nosotros somos únicamente hipnotistas, así que esto es sólo una sugerencia. Y lo que vamos a hacer es sugerirles que la parte inconsciente de cada uno de ustedes, con la cual nos hemos estado comunicando todo el día, dado que ha representado para ustedes en el nivel inconsciente la experiencia que han tenido tanto conscientemente como de otras maneras, que utilicen el proceso natural del sueño esta noche, que va a ocurrir como algo natural, como una oportunidad para ordenar las experiencias del día. Y que les represente en forma, aún más útil, todo el material que han aprendido hoy, sin darse cuenta plenamente. De modo que en los días, en las semanas y en los meses que queden, sean capaces de descubrir, para su deleite, que están haciendo cosas nuevas, que han aprendido cosas; aun sin saberlo. Y serán gratamente sorprendidos al encontrar que éstas forman parte de su conducta. De este modo, si recuerdan o no sus sueños, esperamos que éstos sean raros esta noche, permitiéndoles descansar pacíficamente, de modo que puedan levantarse y encontrarse nuevamente con nosotros aquí, alertas y restablecidos, listos para aprender cosas nuevas y excitantes.
Nos vemos mañana.