Kirkegaard fue pronto olvidado. Hubo que esperar hasta comienzos del siglo veinte para que se extendiera el interés por su obra. Sus ideas tuvieron influencia en Alemania, donde fueron consideradas como una forma paralela al nuevo psicoanálisis freudiano que estaba naciendo.
Las ideas de Kierkegaard fueron desarrolladas por Husserl, el fundador de la fenomenología, que intentó (sin éxito) hacer del análisis filosófico de la conciencia una ciencia racional. Como suele suceder con los fracasos filosóficos, este intento resultó ser estimulante y fructífero filosóficamente. Heidegger, discípulo y compatriota de Husserl, y cuya influencia sobre pensamiento europeo del siglo veinte es capital (a pesar de la desgracia personal de comprometerse con el nazismo) llevó las ideas de Kierkegaard a un nivel superior.
Muchos se referían a esta nueva filosofía como existencialismo y se tenía a Kierkegaard por su fundador. El existencialismo es el único intento de Occidente hacia una filosofía irracional. Nadie cuestiona su éxito en cuanto tal, sólo si es en absoluto posible. A diferencia con las filosofías razonables del pasado o del presente, el existencialismo es puramente subjetivo. Parecería que esto haría difícil argüir con los existencialistas, pero el caso es que se han hecho famosos por las discusiones de unos con otros. Como en Kierkegaard, el ser (la existencia) precede al conocimiento (la racionalidad). Sartre elevaría esta filosofía a su cénit (o nadir); pasó gran parte de su existencia estudiando su existencia en los cafés de la Orilla Izquierda.
El nombre de existencialismo tiene una historia curiosa. Después de haber sido inadvertidamente inventada la palabra por Kierkegaard, fue olvidada y más tarde revivida por los alemanes, para ser después rechazada. Tanto Husserl como Heidegger rehusaron ser llamados existencialistas, basándose en que ello limitada o trivializaba el alcance de su filosofía. Sartre, a quien, no importaba que su filosofía fuera limitada o trivial, fue el primero en llamarse a sí mismo existencialista, en los primeros años cuarenta. Al finalizar la década se había hecho famoso mundialmente y el apelativo se hizo virtualmente sinónimo con su propio nombre Sartre reconoció que Kierkegaard había desempeñado un papel en el desarrollo inicial del existencialismo pero insistió en que su existencialismo no tenía nada que ver con el de Kierkegaard. Esto es injusto, pero así es como Kierkegaard lo habría preferido. La promiscuidad y el ateísmo de Sartre, importante en su vida filosófica, no podían ser parte de la filosofía de Kierkegaard.