Despertó, parpadeó, se frotó los ojos y no vio nada más que un blanco puro. No había formas ni sombras ni variaciones, nada. Sólo ese blanco.
Sintió un instante de pánico hasta que se dio cuenta de que debía de estar soñando. Era extraño, pero sin duda se trataba de un sueño. Podía sentir su cuerpo, sentir los dedos contra su piel. Notaba cómo respiraba; se oía respirar. Sin embargo, estaba rodeado de un mundo completo y perfecto de brillante nada. Tom.
Una voz. Su voz. ¿Podía estar hablándole mientras soñaba?
Eh —respondió.
¿Estás… bien? —sonaba preocupada. No, la percibía preocupada.
¿Eh? Sí, muy bien. ¿Por qué?
Tan sólo creí que estarías un poco sorprendido ahora mismo.
Sintió una punzada de confusión.
¿De qué estás hablando?
Estás a punto de entender más. Muy pronto.
Por primera vez, Thomas se dio cuenta de había algo raro en la voz. Le faltaba algo.
¿Tom?
No respondió. El miedo se arrastró hacia su interior, un terrible y escalofriante miedo tóxico.
¿Tom?
¿Quién… quién eres? —preguntó al final, aterrado por la respuesta.
Hubo una pausa antes de la contestación.
Soy yo, Tom. Brenda. Las cosas se van a poner muy mal para ti.
Thomas gritó antes de saber lo que estaba haciendo. Gritó, gritó y gritó hasta que al final se despertó.