Thomas necesitó hasta la última pizca de su fuerza de voluntad para no parar y volverse hacia ella.
¿Qué? ¿Por qué no me hablaste de él en el Laberinto?
Como si necesitara otro motivo para que no le gustara ninguno de los dos.
—¿Por qué no dejáis de hablar? —preguntó Aris de repente—. Todo el rato cotorreando sobre mí en esas bonitas cabezas vuestras.
Increíblemente, ya no parecía siniestro en absoluto. Era casi como si todo lo ocurrido en el bosque muerto fuera producto de la imaginación de Thomas.
Thomas soltó un resoplido.
—No me lo puedo creer. Vosotros dos habéis estado…
Se calló al darse cuenta de que tal vez no le sorprendía tanto después de todo. Había visto a Aris en los turbios recuerdos de sus más recientes sueños. Era parte de aquello, fuera lo que fuera. Y por el modo en que actuaban entre ellos en aquella breve escena, parecía que estaban en el mismo bando. Al menos, lo estuvieron antes.
—A la clonc —dijo al final Thomas—. Sigue hablando.
—Vale —asintió Teresa—. Hay muchas cosas que explicar, así que a partir de ahora quédate callado y escucha. ¿Lo pillas?
Las piernas de Thomas empezaron a arderle debido al ritmo constante que llevaban por la pendiente.
—De acuerdo, pero… ¿cómo sabes cuándo me estás hablando a mí y cuándo le estás hablando a él? ¿Cómo funciona?
—Funciona y punto. Eso es como si yo te pregunto cómo sabes cuándo le dices a tu pierna derecha que se mueva y cuándo se lo dices a la izquierda. Yo… lo sé. Está incorporado en mi cerebro de algún modo.
—Nosotros también lo hemos hecho, macho —dijo Aris—. ¿No te acuerdas?
—Claro que me acuerdo —masculló Thomas, molesto y frustrado a muchos niveles.
Ojalá se acordara de todo, hasta el último recuerdo; sabía que las piezas encajarían y podría seguir adelante. No entendía por qué CRUEL pensaba que era tan importante borrarles la memoria. ¿Y por qué últimamente algunos recuerdos aislados estaban regresando? ¿Era a propósito o un mero accidente? ¿Un efecto prolongado del Cambio?
Demasiadas preguntas. Demasiadas fucas preguntas, todas ellas sin respuesta.
—Muy bien —dijo al cabo—. Mantendré la boca y el cerebro cerrados. Seguid adelante.
—Podemos hablar de Aris y de mí más tarde. Ya ni me acuerdo de nuestras conversaciones, lo perdí casi todo cuando me desperté. Nuestros comas tenían que ser parte de las Variables, así que quizá podíamos comunicarnos para no volvernos locos. Bueno, colaboramos en montarlo todo, ¿no?
—¿Montarlo todo? —repitió Thomas—. Yo no…
Teresa extendió el brazo y le dio un manotazo en la espalda.
—Creía que ibas a quedarte callado.
—Sí —refunfuñó Thomas.
—Total, esas personas entraron en mi habitación vestidas con aquellos trajes espeluznantes y mi telepatía contigo se cortó. Estaba asustada y tan sólo medio despierta. En parte creía que era sólo una pesadilla. Lo siguiente que supe fue que me pusieron algo sobre la boca que olía fatal y me desmayé. Cuando desperté, estaba tumbada en una cama, en otra habitación, y había gente sentada en sillas al otro lado de esa pared extraña de cristal. No pude verla hasta que la toqué. Era como un campo de fuerza o algo por el estilo.
—Sí —afirmó Thomas—, nosotros tuvimos algo como eso.
—Luego empezaron a hablarme. Fue cuando me contaron todo el plan que Aris y yo teníamos que llevar a cabo, y esperaban que yo se lo dijera. Ya sabes, por telepatía, aunque él estaba en tu grupo. En nuestro grupo, el Grupo A. Me sacaron de mi habitación y me llevaron con el Grupo B; después nos informaron sobre la misión de ir al refugio seguro y dijeron que teníamos el Destello. Estábamos asustadas, confundidas, pero no teníamos alternativa. Fuimos por esos túneles subterráneos hasta que llegamos a las montañas. Evitamos la ciudad. Aquella vez que nos encontramos en aquel pequeño edificio y lo que ocurrió después de que nos topáramos con vosotros en el valle con todas aquellas armas, todo eso estaba planificado.
Thomas pensó en los vagos recuerdos que habían aparecido en sus sueños. Algo le decía que sabía que un escenario como aquel podía ocurrir incluso antes de ir al Claro y al Laberinto. Tenía cientos de preguntas que hacerle a Teresa, pero decidió aguantar un poco más.
Giraron en otra curva prominente y Teresa continuó:
—Sólo sé seguro dos cosas. Me dijeron que si hacía algo en contra de sus planes, te matarían. Dijeron que tenían otras opciones, sea lo que sea lo que signifique eso. Lo segundo que sé es que la razón por la que teníamos que hacerlo era porque debías sentirte totalmente traicionado. El propósito de hacer lo que te hicimos era asegurarnos de que eso ocurría.
De nuevo, Thomas pensó en aquellos recuerdos. Teresa y él habían usado la palabra patrones justo antes de que él la dejara. ¿Qué significaba?
—¿Y bien? —preguntó Teresa después de un rato caminando en silencio.
—¿Y bien… qué? —respondió Thomas.
—¿Qué opinas?
—¿Eso es todo? ¿Esa es toda tu explicación? ¿Se supone que ahora tengo que ponerme contento?
—Tom, no podía arriesgarme. Estaba convencida de que te matarían a menos que siguiéramos adelante. Pasara lo que pasara, al final tenías que sentirte totalmente traicionado. Por eso me ensañé tanto contigo. Pero no tengo ni idea de por qué esto era tan importante.
De repente, Thomas se dio cuenta de que toda aquella información le había provocado un nuevo dolor de cabeza.
—Bueno, pues se te dio muy bien. ¿Y qué hay de lo ocurrido en el edificio, cuando me besaste? Y… ¿por qué tenía que estar Aris involucrado en todo esto?
Teresa le agarró del brazo para detenerlo y que se volviera hacia ella.
—Tenían todo calculado. Todo para las Variables. No sé qué tiene que ver.
Thomas negó con la cabeza despacio.
—Bueno, para mí no tiene sentido nada de toda esta mierda. Y perdona si estoy un poco harto.
—¿Funcionó?
—¿Eh?
—Por algún motivo, querían que te sintieras traicionado y ha funcionado. ¿No?
Thomas hizo una pausa y se quedó mirando sus ojos azules durante un buen rato.
—Sí, ha funcionado.
—Perdona por lo que hice. Pero estás vivo y yo también. Y también Aris.
—Sí —repitió. Ya no le apetecía hablar más con ella.
—CRUEL consiguió lo que quería y yo conseguí lo que quería —Teresa miró a Aris, que había seguido caminando un poco y ahora estaba en el siguiente nivel del sendero—. Aris, date la vuelta y mira al valle.
—¿Qué? —respondió. Parecía confundido—. ¿Por qué?
—Tú hazlo.
Teresa ya no tenía aquel deje mezquino en su voz, no lo había tenido desde la cámara de gas, pero había algo que le infundía sospechas. ¿Qué estaba tramando ahora?
Aris suspiró y puso los ojos en blanco, pero le hizo caso y se dio la vuelta.
Teresa no vaciló. Rodeó el cuello de Thomas con los brazos y lo atrajo hacia ella, y él no tuvo la suficiente fuerza de voluntad para resistirse.
Se besaron, pero nada se agitó en el interior de Thomas. No sintió nada.