JUNE

Estoy soñando otra vez. Lo sé porque veo a Metias, y eso es imposible. Esta vez logro mentalizarme para controlar mis emociones.

Los dos caminamos por las calles de Pierra. A nuestro alrededor, los soldados de la República corren entre explosiones y escombros. Pero a nosotros dos todo nos parece tranquilo, como si lo que nos rodea se moviera a cámara lenta. La gravilla y la metralla rebotan en nosotros sin hacernos daño. Me siento invencible, invisible: una de las dos cosas, o tal vez las dos.

—Algo no va bien —le digo a mi hermano. Observo los tejados y después vuelvo a mirar el caos de la calle. ¿Dónde está Anden?

Metias reflexiona con el ceño fruncido. Camina con las manos a la espalda, elegante como un buen capitán, y las insignias doradas de su uniforme tintinean suavemente al ritmo de sus pasos.

—Veo que estás preocupada por la situación —comenta rascándose la pelusa de la barbilla; a diferencia de Thomas, siempre ha sido poco estricto con las normas militares de aseo personal—. Cuéntame qué pasa.

—Esta situación —digo, abarcando lo que nos rodea con un ademán—. El plan entero. Algo no va bien.

Metias salta una pila de escombros.

—¿Qué es lo que no va bien?

—Él —señalo un tejado.

Con la extraña lógica de los sueños, Razor está ahí de pie, observando con los brazos cruzados lo que sucede abajo.

—Hay algo raro en él —explico.

—Bueno, bichito. Usa la lógica.

Empiezo a enumerar los hechos.

—Cuando me subí al coche que iba detrás del todoterreno de Anden, las instrucciones estaban claras: el Elector les había dicho que me llevaran al hospital.

—¿Y después?

—Después, Razor ordenó al conductor que tomara la ruta donde se iba a producir el atentado, contraviniendo una orden directa del Elector. Debió de decirle a Anden que yo había insistido en ir por allí; era la única forma de que aceptara.

Metias se encoge de hombros.

—¿Adónde quieres llegar con eso? Es evidente que Razor querría seguir con su plan.

—No: si Razor se hubiera salido con la suya, todo el mundo se habría enterado de que ignoró la orden del Elector y manipuló a los conductores para llevarle directo al matadero —agarro el brazo de Metias—. Y eso lo hubiera delatado ante las autoridades de la República.

Metias aprieta los labios.

—¿Y por qué iba a ponerse Razor en peligro de forma tan evidente? ¿Qué más te parece raro?

Vuelvo a examinar la calle, en la que todo sigue moviéndose a cámara lenta.

—Bueno… Desde el principio infiltró a los Patriotas en el cuartel de Vegas con demasiada facilidad. Day, Kaede y el resto de los Patriotas entraron y salieron del dirigible sin ningún contratiempo. Es como si tuviera unas habilidades sobrehumanas para camuflar a sus hombres.

—Tal vez las tenga —replica Metias—. Al fin y al cabo, dispone de fondos abundantes proporcionados por las Colonias, ¿no?

—Eso es cierto —me paso la mano por el pelo, frustrada. Sé que estoy soñando: noto los dedos entumecidos y no siento el tacto del pelo contra la piel—. Pero no tiene sentido. Tendrían que haber cancelado el operativo. Razor no debería haber seguido adelante después de que yo me apartara del plan. Tendrían que haber vuelto a la base para planear un nuevo atentado. ¿Por qué iba a arriesgarse tanto si había posibilidades de fracasar?

Metias se vuelve para seguir con la mirada a un soldado de la República que pasa corriendo a nuestro lado. El soldado saluda a Razor con una inclinación de cabeza y se cuadra ante él.

—Si las Colonias respaldan a los Patriotas y saben quién es Day, ¿no deberían haberos llevado ya a hablar con algún mando militar? —dice mi hermano.

Me encojo de hombros y pienso en Anden. Recuerdo lo que me contó de las nuevas leyes que quería implantar, del cambio radical en su forma de pensar. Luego recuerdo la tensión que hay entre él y los senadores.

Y entonces me despierto y abro los ojos de golpe. Acabo de descubrir por qué Razor me incomoda tanto. Las Colonias no le financian; de hecho, las Colonias no tienen ni idea de qué están haciendo los Patriotas. Por eso Razor siguió adelante con el plan; por eso no tenía miedo de que la República descubriera su traición.

Quien ha contratado a Razor para asesinar a Anden… es la República.