Capítulo 9

Estuvo una hora mirando fijamente en la oscuridad, pero al final Thomas se quedó dormido. Y al hacerlo, sus sueños consistieron en un montón de imágenes aisladas y recuerdos.

Una mujer, sentada a una mesa, sonríe sin dejar de mirar a la otra punta de la superficie de madera, directamente a sus ojos. Mientras la observa, ella coge una taza con un líquido humeante y da un sorbo indeciso. Otra sonrisa. Luego dice:

—Cómete ya los cereales. Buen chico.

Es su madre, de rostro amable y cuyo amor por él resulta evidente en cada una de las arrugas que se forman en su piel al sonreírle. No deja de vigilarle hasta que se come el último bocado; entonces se lleva el cuenco al fregadero tras alborotarle el pelo.

Después, él está en el suelo enmoquetado de una habitación pequeña jugando con unos bloques plateados que parecen fusionarse mientras construye un enorme castillo. Su madre está sentada en una silla en el rincón, llorando. Thomas sabe al instante por qué. A su padre le han diagnosticado el Destello y ya muestra síntomas de la enfermedad. Eso no deja duda de que su madre también tiene la enfermedad o la tendrá pronto. El Thomas que sueña sabe que no pasará mucho tiempo antes de que los médicos se den cuenta de que el pequeño tiene el virus y es inmune a sus efectos. Para entonces habrán desarrollado la prueba que lo reconoce.

A continuación está montando en bicicleta en un día caluroso. El calor asciende en oleadas desde el pavimento, lleno de hierbajos a ambos lados de la calle, donde antes había césped. Tiene una sonrisa dibujada en su rostro sudoroso. Su madre le observa de cerca y él advierte que está saboreando cada momento. Se acercan a un estanque que hay allí al lado, donde el agua está estancada y huele mal. La madre recoge unas piedras para que él pueda lanzarlas a las tenebrosas profundidades. Al principio las tira lo más lejos posible, luego intenta hacerlas rebotar como su padre le enseñó el verano anterior. Sigue sin conseguirlo. Cansado, sin energía por el clima sofocante, él y su madre por fin regresan a casa.

Entonces las cosas en el sueño, sus recuerdos, se vuelven más oscuros.

Vuelve a estar dentro y hay un hombre vestido de negro, sentado en un sillón. Tiene unos papeles en la mano y expresión seria. Thomas está junto a su madre, que le coge de la mano. Ya se ha constituido CRUEL, una cooperación de los gobiernos mundiales, de aquellos que sobrevivieron a las erupciones solares, un acontecimiento que tuvo lugar mucho antes de que Thomas naciera. El objetivo de CRUEL es estudiar lo que ahora se conoce como zona letal, donde el Destello causa daños. El cerebro.

El hombre está diciendo que Thomas es inmune. Hay otros inmunes: una cantidad inferior a un uno por ciento de la población, la mayoría menores de veinte años. Y el mundo es peligroso para ellos; les odian por su inmunidad al terrible virus y se les llama, con sorna, «munes». La gente les hace cosas horribles. CRUEL dice que puede proteger a Thomas y el niño puede ayudarles a encontrar una cura. Dicen que es inteligente, uno de los más inteligentes a los que les han hecho pruebas. A su madre no le queda otra opción y le deja marchar. Está claro que no quiere que su hijo vea cómo se vuelve loca poco a poco.

Más tarde le dice a Thomas que le quiere y se pone muy contenta al saber que no pasará por lo mismo que su padre. La locura le arrebató hasta el último pedazo del hombre que era, de lo que le hacía humano.

Y tras aquellas palabras, el sueño se desvaneció y Thomas se sumió en un profundo vacío.

• • •

Un fuerte golpeteo le despertó temprano a la mañana siguiente. Apenas se había incorporado sobre los codos, cuando la puerta se abrió y entraron los mismos cinco guardias del día anterior, con los lanzagranadas en alto.

—¡Arriba, chicos! —exclamó el Hombre Rata—. Hemos decidido devolveros vuestros recuerdos, os guste o no.