Perdido en la oscura bruma de los fármacos, Thomas soñó.
Tiene quince años y está sentado en una cama. La habitación se encuentra a oscuras, salvo por el brillo ambarino de una lámpara en el escritorio. Teresa está allí; ha cogido una silla y se ha sentado a su lado. Su rostro refleja angustia, es una máscara de sufrimiento.
—Tenemos que hacerlo —dice la chica en voz baja.
Thomas está allí, pero a la vez no está allí. No recuerda los detalles de lo sucedido, aunque en su interior se siente sucio y podrido. Teresa y él han hecho algo horrible, pero el sueño no le acaba de revelar lo que es. Algo espantoso que no es menos repulsivo porque la gente a la que se lo han hecho les dijese que lo hicieran.
—Tenemos que hacerlo —repite.
—Lo sé —responde Thomas con una voz que suena tan muerta como el polvo.
Dos palabras aparecen en su cabeza: la Purga. El muro que le bloquea los recuerdos disminuye por un momento y un hecho terrible surge al otro lado.
Teresa comienza a hablar de nuevo:
—Querían que acabara así, Tom. Mejor morir que pasar los años enloqueciendo cada vez más. Ya no están. No nos quedaba otra opción y no había mejor manera de hacerlo. Se ha hecho y ya está. Tenemos que formar a los nuevos y seguir con las Pruebas. Hemos llegado demasiado lejos para dejar que todo esto se desbarate.
Por un instante, Thomas la odia, pero es breve. Sabe que sólo intenta ser fuerte.
—Eso no significa que tenga que gustarme.
Y así es. Nunca antes se había odiado con tanta intensidad.
Teresa asiente, pero no dice nada.
El Thomas que sueña intenta invadir la mente de su yo más joven, explorar los recuerdos en aquel espacio sin límites. Los creadores originales, infectados con el Destello, fueron purgados hasta la muerte. Hubo un sinfín de voluntarios para ocupar su lugar. Los dos laberintos en curso son más fuertes después de un año y generan cada vez más resultados conforme pasan los días. Van creando el programa lenta, pero seguramente mientras los sustitutos se forman.
Todo queda ahí, para el recuerdo. Pero entonces cambia de opinión y le da la espalda a todo. El pasado es el pasado. Ahora sólo existe el futuro.
Se hunde en el oscuro olvido.
Thomas se despertó adormilado y con un ligero dolor detrás de los ojos. El sueño aún latía en su cráneo como un pulso, aunque los detalles se habían hecho confusos. Sabía lo suficiente sobre la Purga, que era el cambio de los creadores originales por sus sustitutos. Teresa y él habían tenido que exterminar a todo el personal después de un brote. No habían tenido más remedio; eran los únicos que quedaban inmunes. Juró no volver a pensar en aquello.
Minho estaba sentado en una silla a su lado, con la cabeza colgando mientras roncaba durante su sueño irregular.
—Minho —susurró Thomas—. Eh, Minho. Despierta.
—¿Eh? —Minho abrió los ojos despacio y tosió—. ¿Qué? ¿Qué pasa?
—Nada. Sólo quiero saber qué ha ocurrido. ¿Consiguió Hans apagar esa cosa? ¿Ya estamos bien?
Minho asintió a través de un gran bostezo.
—Sí, los dos. Al menos, dijo que lo había hecho. Tío, se te fue la olla a lo bestia. ¿Te acuerdas de eso?
—Claro que sí —una oleada de vergüenza hizo que se sonrojara—. Pero era como si estuviese paralizado o algo así. No dejaba de intentarlo, pero no podía parar lo que fuera que estuviese controlándome.
—¡Macho, intentaste cortarme lo que ya sabes!
Thomas se rio, algo que llevaba sin hacer mucho tiempo. Lo recibió con agrado.
—Qué pena que no lo llegara a hacer. Podría haber salvado el mundo de pequeños Minhos.
—Sólo recuerda que me debes una.
—Bien.
Se la debía a todos.
Brenda, Jorge y Hans se acercaron, los tres con una expresión muy seria, y la sonrisa desapareció del rostro de Thomas.
—¿Se ha pasado Gally por aquí y os ha regalado otra arenga? —preguntó, forzando un tono desenfadado—. Parecéis deprimidísimos.
—¿Cuándo te has puesto de tan buen humor, muchacho? —respondió Jorge—. Hace unas horas tratabas de apuñalarnos.
Thomas abrió la boca para disculparse, para dar explicaciones, pero Hans le acalló; se inclinó sobre la cama y pasó una lucecita por sus ojos.
—Parece que tu cabeza se está despejando bien. El dolor debería desaparecer pronto. Tu operación fue más difícil por el programa infalible.
Thomas centró su atención en Brenda.
—¿Ya está arreglado?
—Funcionó —dijo ella—. A juzgar por el hecho de que ya no intentas matarnos, se ha desactivado. Y…
—¿Y qué?
—Bueno, no deberías poder hablar ni oír a Teresa o a Aris.
Quizás el día anterior hubiera sentido una punzada de tristeza al oír aquello, pero ahora sólo sentía alivio.
—Me parece bien. ¿Queda algún problema?
La chica negó con la cabeza.
—No, pero no pueden arriesgarse. Hans y su mujer van a marcharse, pero antes él quería decirte algo.
Hans había retrocedido hasta la pared, probablemente para darles un poco de espacio. En ese momento se acercó a ellos con la cabeza gacha.
—Ojalá pudiera acompañaros y ayudaros, pero tengo una esposa y ella es mi familia; es mi prioridad. Quería desearos suerte. Espero que consigáis lo que yo no tuve el valor de intentar.
Thomas asintió. El cambio en la actitud del hombre era notable. Tal vez el reciente suceso le había recordado de lo que era capaz CRUEL.
—Gracias. Y si podemos detener a CRUEL, volveremos a por vosotros.
—Ya veremos —murmuró Hans—. Hay mucho por hacer —se dio la vuelta para colocarse de nuevo junto a la pared. Era evidente que el hombre guardaba muchos recuerdos oscuros en su memoria.
—Y ahora ¿qué? —preguntó Brenda.
Thomas sabía que no tenían tiempo para descansar; su mente se puso a trabajar en lo que tenían que hacer.
—Encontraremos a nuestros amigos y les convenceremos para que se unan a nosotros. Luego volveremos con Gally. Lo único que he logrado en mi vida ha sido ayudar a organizar un experimento fallido que ha atormentado a un puñado de críos. Es hora de añadir algo más a esa lista. Vamos a detener toda la operación antes de que vuelvan a hacérselo a nuevos inmunes.
Jorge habló después de llevar un buen rato callado:
—¿Vamos? ¿De qué estás hablando, hermano?
Thomas miró al hombre con aún más determinación.
—Tenemos que ayudar al Brazo Derecho.
Nadie dijo nada.
—Vale —habló Minho finalmente—, pero antes vamos a comer algo.