Entre las fábulas de Esopo se cuenta la historia del águila ambiciosa que decidió volar hasta el sol. Cada mañana, cuando el sol se levantaba por el este, el águila volaba hacia él hasta el mediodía; entonces, a medida que el sol empezaba a caer hacia el oeste, el águila invertía la dirección de su vuelo para dirigirse hada el oeste en su desesperanzada persecución. Cuando el sol desaparecía detrás del horizonte, el águila se encontraba de regreso en el mismo punto en el que había iniciado la travesía.
Es una buena historia, pero las matemáticas de Esopo son dudosas. Durante el vuelo matutino del águila, el pájaro y el sol se aproximan entre sí, en tanto durante el vuelo de la tarde, el águila y el sol se desplazan en la misma dirección. Resulta claro que el vuelo de la tarde será más largo, llevando al águila cada vez más hacia el oeste con cada día de travesía.
Supongamos que el pájaro comienza su vuelo desde la cúpula del edificio del Capitolio en Washington D.C., donde la circunferencia de la Tierra es de 19.500 millas. El águila vuela a una altura de la superficie de la Tierra que no afecta materialmente la distancia, y cada día termina su vuelo 500 millas al oeste del punto de donde partió a la mañana.
¿Cuántos días le llevará al águila regresar a la cúpula del Capitolio después de haber dado una vuelta completa a la Tierra moviéndose hacia el oeste?