El ranchero tenía siete hijos y cincuenta y seis vacas. El hijo mayor tomó dos vacas, y su esposa tomó seis. El hijo siguiente tomó tres vacas y su esposa, cinco. El hijo siguiente tomó cuatro vacas y su esposa cuatro, y así sucesivamente hasta el séptimo hijo que tomó ocho vacas, sin que quedara ninguna para su esposa. Curiosamente, cada familia tiene ahora ocho vacas, de modo que cada una tomó uno de los siete caballos para tener así ganado de igual valor.