En el colmo de su alegría al enterarse de que se transformaría en feliz padre siendo un anciano, O’Shaugnessy prometió dar dos tercios de su propiedad al «niño» y un tercio a la madre, pero en caso de que el «niño» resultara niña, dos tercios de la propiedad serían para la madre y un tercio para la hija. Cuando se supo, no obstante, que el «niño» eran mellizos, lo que hizo necesario repartir entre un niño y una niña, la mente de O’Shaugnessy ya no estaba en condiciones de decidir cuál era la manera adecuada de cumplir los términos de su promesa.
Preguntamos a nuestros amigos, especialmente a aquellos que se dedican a las leyes, ¿cuál sería la manera más adecuada de dividir la propiedad de O’Shaugnessy?