Mi relato se basa en un incidente que me contara Ike Reed, del viejo emporio del caballo Johnson & Reed. Durante el último período de su presidencia, el general Grant regresaba de su paseo vespertino y de modo humorístico, pero mortificado, le relató al coronel Shadwick, dueño del hotel Willard, que en la ruta le había pasado un carro de carnicero a tal velocidad que sus caballos campeones parecían haberse quedado inmóviles. Dijo además que le gustaría saber quién era el dueño del caballo, y averiguar si el animal estaba en venta.
El caballo fue rápidamente hallado, y comprado así a un sencillo carnicero alemán por la mitad del dinero que habría pedido de saber que el comprador era el Presidente de los Estados Unidos.
El caballo era de color claro, y se convirtió en el favorito de Grant: «Carnicero», llamado así a partir del incidente que ya relatamos.
Bien, algunos años más tarde, tras la catástrofe de Wall Street que afectó las finanzas de la familia Grant, Carnicero y su pareja fueron vendidos en el remate de Johnson & Reed, por la suma de $493,68.
El señor Reed dijo que hubiera logrado el doble por ellos si se le hubiera permitido mencionar el nombre del dueño, pero el general Grant prohibió expresamente que se difundiera ese dato. «No obstante», dijo Reed, «ha ganado usted un dos por ciento, ya que ganó un 12% con Carnicero y perdió un 10% con el otro».
«Supongo que así lo calculan algunas personas», respondió el general, pero la manera en que se rió demostraba que era mejor con los números que la mayoría, de modo que pediré a nuestros aficionados que me digan cuánto sacó con cada caballo si perdió 10% con uno y ganó 12% con el otro, pero con una ganancia de 2% en toda la transacción.