¿Cuán grandes se harán sus rebaños?
La fe implícita que los antiguos griegos, romanos y egipcios depositaban en los oráculos de sus dioses puede apreciarse cuando advertimos que, desde la declaración de una guerra hasta la venta de una vaca, no se llevaba a cabo ninguna transacción sin el consejo y la aprobación de los oráculos. La famosa pintura de Júpiter en Dodona muestra a dos campesinos consultando al oráculo acerca de algún asunto de poca importancia y, de manera imperiosa, se les ordena que se miren en un espejo.
Para ilustrar la sobrecogedora importancia y dignidad, o más bien el misterio que rodeaba las cosas más insignificantes, el dibujo muestra a dos pobres campesinos que desean saber si el gran Júpiter sonreirá de manera auspiciosa ante la compra de un cordero y una cabra.
«¡Se reproducirán», dijo el oráculo, «hasta que las ovejas multiplicadas por las cabras den un producto que, reflejado en el sagrado espejo, muestre el número del rebaño completo!».
Hay cierta ambigüedad y cierto misterio en las palabras del oráculo, a pesar de lo cual presentamos el problema a la consideración de nuestros lectores.