Jueves, 18 de abril de 2013
21.00. Acabo de acostar a los niños. Mabel estaba mirando por la ventana:
—La luna todavía noz zigue.
—Bueno, lo que pasa con la luna es que… —he empezado a explicarle.
—Y eza lechuza —me ha interrumpido.
He contemplado el jardín nevado. Lo iluminaba una luna llena y blanca. Y allí, en el muro del jardín, volvía a estar la lechuza. Me ha mirado serena, imperturbable. Pero esta vez ha extendido las alas, ha echado un último vistazo y ha levantado el vuelo batiendo las alas casi al compás de mi corazón. Se ha perdido en la noche invernal, y la oscuridad, y sus misterios.