LA VASTA JUNGLA

Viernes, 18 de octubre de 2013

Número de veces que he escuchado The Lion Sleeps Tonight: 45 (sin parar).

21.15. Las audiciones del coro han vuelto. Billy está tumbado en la cama cantando The Lion Sleeps Tonight y haciendo: «Eeeeeeeee eee-oheeeeoheeeeoh» con voz chillona mientras Mabel grita: «Cállate, Billy, cállateeeeeeeeee.»

Este año hemos estado practicando la entonación. En realidad, esta tarde me he dejado llevar bastante y les he enseñado «Do, Re, Mi» imitando a Maria en Sonrisas y lágrimas (de hecho, me sé Sonrisas y lágrimas enterita de memoria).

—¿Mami? —ha dicho Billy.

—¿Sí?

—¿Podrías parar, por favor?

Lunes, 21 de octubre de 2013

Número de veces que hemos ensayado The Lion Sleeps Tonight antes de ir al colegio: 24; horas pasadas preocupándome por la entrada de Billy en el coro: 7; número de veces que me he cambiado de ropa para ir a buscar a Billy a la audición del coro: 5; minutos de antelación con los que he llegado al colegio: 7 (bien, si no fuera por los motivos por los que he llegado antes, es decir, impresionar a un futuro amor imposible).

15.30. A punto de recoger a Billy y saber los resultados de la audición del coro. Estoy de los nervios.

18.00. Ya estaba esperando a Billy dentro de la verja del colegio antes de que saliera, cosa de lo más inusual. Vi que el señor Wallaker salía a la escalera y echaba una ojeada, pero no me hizo ni caso. Me hundí en la miseria al darme cuenta de que, ahora que estaba oficialmente soltero, temía que todas las mujeres solteras, incluida yo, fueran a por él como pirañas.

—¡Mami! —Billy salió con su fantástica sonrisa de oreja a oreja, como si la cara estuviera a punto de estallarle—. ¡Me han cogido! ¡Me han cogido! ¡Me han cogido en el coro!

Lo abracé, loca de contenta, y él gruñó «¡Quitaaaa!», como un adolescente, y miró nerviosamente a sus amigos.

—Vamos a celebrarlo —le propuse—. Estoy muy orgullosa de ti. Vamos a… ¡al McDonald’s!

—Bien hecho, Billy —lo felicitó el señor Wallaker—. Has seguido intentándolo y lo has conseguido. El esfuerzo ha merecido la pena.

—Esto… —empecé pensando que tal vez fuera el momento de pedirle disculpas y darle explicaciones, pero él se marchó sin más y me dejó allí plantada mirándole el culo respingón.

Acabo de comerme dos Big Mac con patatas fritas, un batido de chocolate doble y un donut con azúcar. Cuando le pones, le pones, cuando no, no. Pero por lo menos siempre está la comida.