Viernes, 13 de septiembre de 2013
Minutos de retraso al ir a buscar a los niños al colegio: 0 (pero sólo porque intentaba impresionar al señor Wallaker); conversaciones con el señor Wallaker: 0; segundos de contacto visual con el señor Wallaker: 0.
21.15. Por lo visto Rebecca tenía razón. Y aunque yo no he dicho ni pío de nada (salvo, evidentemente, a Talitha, a Jude y a Tom), se ha corrido la voz de que el señor Wallaker no está casado. Y es terrible, porque ahora se ha desatado el delirio. Todo el mundo intenta liar al señor Wallaker con su amiga soltera. Farzia incluso me ha sugerido que intentara lanzarme, pero no tiene sentido. Pese a que ahora el corazón me da un vuelco cuando lo veo en la escalera, el señor Wallaker ya no se acerca a tomarme el pelo. Ya no tropieza con nosotros en el parque. La magia se ha roto. Y es todo culpa mía.
El señor Wallaker se encarga cada vez de más cosas en el colegio: deportes, ajedrez, música, «catequesis». Es como Russell Crowe en Gladiator, cuando era esclavo y organizó a los otros esclavos para que formaran un ejército y derrotar así a los griegos o a los romanos. Es como poner hormigas en cualquier sitio: siempre harán lo que hacen las hormigas. Si se pone a alguien sumamente sereno y capaz en cualquier sitio, siempre será sereno y capaz. Y acabará con todas las mujeres libres que vea menos conmigo.
Viernes, 27 de septiembre de 2013
21.45. —Es a ti a quien quiere —ha asegurado Tom cuando iba por el cuarto mojito en el York & Albany.
—Escuchad, ¿podemos dejar de hablar del puñetero señor Wallaker? —he pedido—. Ahora he aceptado mi vida. Está bien así. Somos los tres. No estamos mal. Ya no me siento sola. Soy un gran árbol.
—¡Y Las hojas en su pelo va a hacerse! —me ha animado Jude.
—Lo que queda de ella —he puntualizado sombríamente.
—Pero al menos irás al estreno, nena —ha afirmado Tom—. Puede que allí conozcas a alguien.
—Si me invitan.
—Si no te llama, si no te manda mensajes, es que no le gustas tanto —ha dicho Jude con una actitud que no era de mucha ayuda.
—Pero el señor Wallaker no la ha llamado ni le ha mandado mensajes nunca —ha recordado el achispado Tom—. ¿De quién estamos hablando?
—¿Podríamos, por favor, dejar de hablar del señor Wallaker? Ni siquiera me cae bien, y yo no le caigo bien a él.
—Hombre, es que le echaste una buena bronca, cari —ha señalado Talitha.
—Pero lo que estaba forjando era muy profundo —ha aducido Tom.
—Cuando le pones, le pones; cuando no, no —ha zanjado Jude.
—¿Por qué no le dices a Rebecca que te lo organice? —ha sugerido Tom.
22.00. Acabo de pasarme por casa de Rebecca. Ha negado con la cabeza. «Esas cosas nunca funcionan. Lo huelen a más de un kilómetro, por radar. Tú deja que todo siga su curso.»