Viernes, 5 de julio de 2013 (continuación)
«Roxster30» sonreía alegremente desde la misma foto que tiene en Twitter. Por lo visto busca mujeres de entre veinticinco y cincuenta y cinco años, así que no me ha dejado porque fuera demasiado mayor, simplemente ha sido porque no… porque no… AY, DIOS. Su perfil dice que «le gusta especialmente pasear por Hampstead Heath» y «la gente que me hace reír» y… «hacer escapadas a posadas a orillas de un río con desayuno inglés completo». Y le encanta tirarse en paracaídas. ¿TIRARSE EN PARACAÍDAS?
Bueno, está bien, ¿no? ¿No es lo que hace la gente? Es muy divertido, es…
De repente me he doblado de dolor en la silla, sobre el ordenador.
13.10. ¡Roxster está en línea! Pero ¡yo también estoy en línea! Ay, Dios.
13.11. Me he desconectado en seguida y he empezado a dar vueltas a toda prisa por la habitación, como loca, mientras me metía en la boca trozos de queso mordisqueado y barritas energéticas chafadas que había encontrado en el fondo del bolso. ¿Qué voy a hacer? ¿Qué se hace en estos casos? No puedo volver a conectarme y mirar a Roxster de nuevo, o pensará que lo estoy acosando, o peor —¿mejor?—, viendo fotos de treintañeros monos para sustituirlo tranquilamente por otro toy boy.
13.15. Acabo de mirar el correo, que ahora, claro, además de estar repleto de mails de Ocado, y de «Regalo para los profesores», y de varias posadas rurales en las que me imaginaba con Roxster, también está inundado de un sinfín de correos de SingleParentMix.com y OkCupid y Match.com que dicen: «¡Guau! Hoy eres muy popular» y «Alguien acaba de visitar tu perfil» y «Jonesey49, alguien acaba de enviarte un guiño».
He observado con atención dos mails recientes de Match.com. «Jonesey49, ¡guau! Alguien acaba de visitar tu perfil.»
13.17. No he podido averiguar quiénes eran porque no he pagado para poder meterme como Dios manda en Match.com. Uno de ellos tenía cincuenta y nueve años. El otro treinta. Tenía que ser Roxster. Era demasiada coincidencia.
13.20. «¡Guau! Jonesey49. Alguien acaba de enviarte un guiño.» De nuevo, treinta años.
13.25. Está claro que Roxster ha visto que me he metido en su perfil. ¿Qué voy a hacer? ¿Fingir que no ha pasado? No, eso es… Vamos, todo el asunto es… No se puede fingir que algo así no ha pasado, ¿no? Somos seres humanos, y hubo cariño entre nosotros, pensé. Y… mensaje de Roxster.
<¿Jonesey49, o sea Bridget, o sea @JoneseyBJ?>
He clavado la mirada en el móvil y he hecho un barrido mental por todos los mensajes que había preparado por si se ponía en contacto conmigo:
«Perdona, ¿quién eres?»
«Mira, tomaste tu decisión y la expresaste de un modo innecesariamente crudo, así que, que te den.»
En vez de eso, le he contestado obedeciendo un impulso:
<Roxster30, o sea Roxsby, o sea @_Roxster *risita nerviosa, parloteo.* Sólo quiero que quede bien claro que no estaba navegando por Match.com en busca de treintañeros monos, sino llevando a cabo una importante investigación para Las hojas en su pelo. Jajaja. No sabía que te gustaba tanto tirarte en paracaídas. Dios mío *se lanza sobre la botella de vino.*>
Se ha producido una pausa. Luego, ha llegado otro mensaje.
<¿Jonesey?>
<¿Sí, Roxster?>
Ha habido otra pausa. ¿Qué iría a decir? ¿Algo agradable? ¿Algo pretendidamente agradable pero condescendiente? ¿Algo a modo de disculpa? ¿Algo hiriente?
<Te echo de menos.>
Me he quedado mirando el mensaje fijamente. De todas las cosas que había pensado decirle… He dejado el dedo suspendido en el aire sobre el teléfono. Y al final simplemente le he contestado la verdad:
<Yo también te echo de menos.>
E inmediatamente después he pensado: «¡Mierda! ¿Por qué no le he enviado uno de los menos cáusticos pero divertidos? Ahora tendrá el ego subido y se largará.» Un mensaje.
<¿Jonesey?>
Otro mensaje.
<*CHILLA.* ¿JONESEYYYY?>
Yo: <*Serena, ligeramente distraída.* ¿Sííí?>
¡Y empezamos otra vez!
Roxster: <Te has quedado muy callada.>
Yo: <*Un tanto despectiva.* Bueno, no es de extrañar. ¿Cómo te atreves a sacar a relucir mi edad de esa manera tan impertinente e innecesaria? «Anda, mírame, yo soy tan joven y tú tan mayor.»>
Roxster: <«Anda, mírame, estoy encantada conmigo misma porque he ganado el concurso de a-ver-quién-aguanta-más-sin-mandar-un-mensaje.»>
Me he echado a reír. Ciertamente, estaba encantada conmigo misma. Me ha sacudido una gran oleada de dicha y alivio por volver a gozar de la sensación de seguridad que proporciona saber que alguien se preocupa por ti, y entiende tu sentido del humor, y no todo fue frío y vacío y acabó, todavía seguíamos ahí.
Sin embargo, al mismo tiempo, me acechaba el miedo oscuro de volver a involucrarme.
<¿Jonesey?>
<¿Sí, Roxster?>
He esperado. Mensaje:
<Pero sigo pensando que eres un vejestorio.>
¡¡ESO HA SIDO ASQUEROSO!! Va absolutamente en contra de las reglas de… de… Me dan ganas de llamar a la policía. Está claro que debería haber una especie de DEFENSOR DEL LIGOTEO que impidiese que pasaran estas cosas.
Otro mensaje. Me he quedado mirando el móvil como si fuera una criatura de una película del espacio: no sabía qué iba a hacer a continuación. Tal vez se irguiera y se transformase de pronto en un monstruo, o se convirtiera en un conejito amable. Lo he abierto:
<Es broma, Jonesey. Es broma. *Se esconde.*>
He mirado inquieta a un lado y a otro. Otro mensaje:
<Llevo 3 semanas, 6 días y 15 horas pensando en la noche del curry y la empanada de pollo con cierto pesar, y eso, si consultas el almanaque Old Moore’s, podría describirse técnicamente como un mes civil. Estaba muy confundido. Y pedo. Por favor, perdóname. Pareces más joven y te comportas de manera más juvenil que cualquier mujer que haya conocido (incluida mi sobrina, que tiene 3 años). Te echo de menos.>
¿Qué estaba diciendo? ¿Estaba diciendo que se había replanteado todo el asunto y quería estar conmigo? Pero ¿quería yo estar con él?
<¿Jonesey?>
<¿Sí, Roxster?>
<¿Comerás conmigo, al menos?>
Roxster: <¿O cenarás?>
Y otra vez: <¿O a ser posible comerás y cenarás?>
De pronto he recordado todas las deliciosas cenas —y lo que venía después— que habíamos disfrutado y he tenido que frenarme para no ponerle: «¿Y desayunar?»
Puede que Tom tenga razón. Puede que Roxster no me rechazara por ser una vieja chocha.
Le he contestado:
<Por favor, cállate. Estoy mirando por la ventana a ver si pasa algún multimillonario que haya hecho su fortuna en las punto com y lleve botas de montaña.>
<Voy hacia allá a plantarles cara.>
<¿Tendría que estar yo presente en la comida o la cena o bastaría con que estuviese la comida?>
<Podríamos vernos sin comida de por medio, si quieres.>
Aquello era INAUDITO. Debía de ir muy, muy en serio. Y yo necesitaba tiempo para digerirlo. Otro mensaje:
<Si necesitas tiempo para digerirlo, si me perdonas la bromita, esperaré.>
Y otro:
<Quizá baste con una bolsa de patatas fritas, ¿no?>
Iba a contestarle «¿De queso y cebolla?», pero he preferido dejarlo estar, no fuera a salirme por peteneras.
Así que una vez más he respondido con la verdad:
<Estaría bien. Siempre que me prometas que no te tirarás pedos.>