UN DANIEL DE BRILLANTE ARMADURA

Miércoles, 5 de septiembre de 2012 (continuación)

—Jones, diablillo —masculló Daniel cuando lo llamé—. ¿Qué llevas puesto? ¿De qué color son tus bragas? Y ¿cómo están mis ahijados?

Daniel Cleaver, el tarado emocional de mi ex «novio» y ex archienemigo de Mark. En su favor hay que decir que lo ha hecho lo mejor que ha podido para echar una mano desde que Mark murió. Tras años de amarga rivalidad por ejercer la supremacía, cuando Billy nació los dos resolvieron al fin sus diferencias y, de hecho, Daniel es el padrino de los niños.

En el caso de Daniel, su idea de hacerlo lo mejor que puede no encaja exactamente con la idea que tienen los demás: la última vez que los niños se quedaron con él, resultó que quería impresionar a una chica alardeando de que tenía ahijados y… Baste con decir que los llevó al colegio tres horas tarde y que cuando fui a buscar a Mabel después la niña tenía el pelo recogido en un moño trenzado increíblemente complejo.

—Mabel, ¡qué peinado más chulo! —exclamé, imaginando que Daniel había llamado a John Frieda para que la peinara y la maquillara a las 7.30.

—Me lo ha hecho la profe —repuso mi hija—. Daniel me había cepillado el pelo con un tenedor. —Y añadió—: Tenía zirope de arce pegado.

—¿Jones? ¿Sigues ahí, Jones?

—Sí —contesté, sobresaltada.

—¿Necesitas canguro, Jones?

—¿Te importaría…?

—Para nada. ¿Cuándo sería?

—¿Mañana? —contesté muerta de vergüenza.

Se produjo una ligera pausa. Era evidente que Daniel estaba haciendo algo.

—Mañana por la noche me parece estupendo. No sé qué hacer, me han rechazado todas las hembras humanas menores de ochenta y cuatro años.

Ayyy.

—Puede que sea algo tarde, ¿te va bien?

—Cariño mío, soy un ave nocturna.

—No irás a… no irás a llevarte a una modelo o…

—No, no, no, Jones. Yo seré un modelo. Un canguro ejemplar. Parchís. Comida llena de vitaminas saludables. Y, por cierto…

—¿Sí? —pregunté recelosa.

—¿Qué clase de braguitas llevas? ¿Ahora mismo? ¿Son bragas de mamá? ¿Bonitas braguitas de mamá? ¿Se las enseñarás a papi mañana por la noche?

Sigo queriendo a Daniel, aunque está claro que no hasta el punto de hacer caso de sus gilipolleces.