UN NUEVO COMIENZO. UN NUEVO YO
Viernes, 20 de abril de 2012
78 kg; minutos reservados para meditar: 20; minutos pasados meditando: 0.
14.00. Bien. He tomado una decisión: voy a cambiar por completo. Me voy a volcar de nuevo en el zen / la new age / los libros de autoayuda y el yoga, etc. Empezaré por dentro, no por fuera, a meditar con regularidad y a perder peso. Lo tengo todo listo —una vela y una esterilla de yoga en el cuarto de baño—, y voy a meditar en silencio y a aquietar la mente antes de llevar los niños al médico. Debo recordar reservar tiempo para a) coger algo de picar y b) encontrar las llaves del coche, que las he perdido.
Las otras cosas que voy a hacer son las siguientes:
VOY A:
- Perder 13 kilos.
- Unirme a Twitter, Facebook, Instagram y WhatsApp en lugar de sentirme vieja y out porque todo el mundo salvo yo tiene Twitter, Facebook, Instagram y WhatsApp.
- Dejar de tener miedo a encender el televisor. Sencillamente encontraré y leeré los manuales de instrucciones de la tele y del mando a distancia y los botones del decodificador del cable con DVD para que la televisión sea una fuente de entretenimiento y placer, y no un bajón.
- Hacer limpiezas vitales con regularidad despojando la casa de todo lo superfluo, sobre todo en el armario de debajo de la escalera. Así habrá un sitio para cada cosa y cada cosa estará en su sitio, a la manera de un zendo budista / la casa de Martha Stewart.
- Teniendo en mente todo lo anterior, pedirle a mi madre que deje de mandarme bolsos sin estrenar, «estolas», «soperas» de Wedgwood, etc., recordándole que los días del racionamiento terminaron hace algún tiempo y que hoy en día lo que escasea es el espacio, más que las posesiones (al menos en el mundo urbano occidental).
- Empezar mi adaptación de Hedda Gabbler para volver a tener una vida profesional adulta.
- Escribir de verdad dicho guión en lugar de pasarme la mitad del día con la intención de buscar algo y luego deambulando distraídamente de habitación en habitación dándoles vueltas en la cabeza a los correos electrónicos sin contestar, los mensajes, las facturas, las quedadas de niños, las fiestas de karts, las piernas sin depilar, las citas médicas, las reuniones de padres, los horarios de la niñera, el ruido raro de la nevera, el armario de debajo de la escalera y la razón por la que la tele se niega a funcionar, para después terminar sentándome otra vez y dándome cuenta de que se me ha olvidado lo que buscaba.
- No ponerme las tres cosas de siempre continuamente, sino revisar el armario y pensar en looks modernos basados en los que llevan las famosas en los aeropuertos.
- Organizar el armario de debajo de la escalera.
- Averiguar por qué la nevera hace ese ruido.
- Abrir el correo electrónico sólo una hora al día en vez de pasarme todo el día en un inútil bucle cibernético de correos, noticias, calendario, Google y webs de compras y viajes mientras mando mensajes con el móvil y al final no respondo a ninguno de los correos.
- No añadir Twitter, Facebook, WhatsApp o lo que sea al bucle cibernético.
- Encargarme de todos los correos electrónicos de inmediato para que se conviertan en un medio de comunicación eficaz en vez de en una terrorífica e inexplorada bandeja de entrada llena de sentimientos de culpa y bombas sin detonar que vampirizan mi tiempo.
- Cuidar a los niños mejor que Chloe, la niñera.
- Establecer una rutina regular con los niños para que todo el mundo sepa dónde está y qué se supone que tiene que estar haciendo, en particular yo.
- Leer libros de autoayuda sobre cómo educar a los hijos, incluidos Uno, dos, tres: una paternidad fácil y mejor y Los niños franceses no tiran la comida, con el objetivo de cuidar a los niños mejor que Chloe.
- Ser más agradable con Talitha, Jude, Tom y Magda por lo buenos que son conmigo.
- Ir a pilates una vez a la semana, a zumba dos veces a la semana, al gimnasio tres veces a la semana y a yoga cuatro veces a la semana.
NO VOY A:
- Beber tanta cola light antes de yoga como para que la clase entera se convierta en un ejercicio de intentar no tirarme pedos.
- Volver a llegar tarde al colegio.
- Enseñarle el dedo corazón a la gente cuando vaya conduciendo al colegio.
- Cabrearme cuando el lavavajillas, la secadora y el microondas piten como intentando llamar la atención sólo para decirte que han terminado, ni a malgastar el tiempo imitando toda mosqueada al lavavajillas, bailoteando a su alrededor y diciendo: «Anda, porfa, mírame, soy un lavavajillas, he lavado los platos.»
- Cabrearme con mi madre, Una o Nicolette doña Perfecta.
- Llamar Nicorette a Nicolette.
- Mascar más de diez chicles de Nicorette al día.
- Esconder las botellas de vino vacías para que Chloe no las vea.
- Comer queso rallado directamente de la nevera y tirándolo todo por el suelo.
- Chillar o a gruñir a los niños, sino que voy a hablarles con tranquilidad, sin alterarme, en plan buzón de voz, en todo momento.
- Beber más de una lata de Red Bull y una lata de cola light al día.
- Beber más de dos capuchinos con cafeína al día. O tres.
- Comer más de tres Big Macs o paninis de jamón y queso de Starbucks a la semana.
- Seguir diciendo «Una… dos…» para advertir a los niños antes de haber decidido lo que haré cuando llegue a tres.
- Quedarme en la cama por la mañana teniendo pensamientos morbosos o eróticos, sino que me levantaré del tirón a las seis en punto y me pondré de punta en blanco como Stella McCartney, Claudia Schiffer y demás.
- Ponerme hecha una histérica cuando las cosas salgan mal, sino que adoptaré una actitud de aceptación y serenidad, como un gran árbol en mitad de la tormenta.
Pero ¿cómo voy a aceptar lo que sucedió…? A ver, no debo… ¡Ahhh! Es hora de ir al médico y no he preparado lo de picar, no he escrito, no he meditado y no he dado con el paradero de las PUÑETERAS LLAVES DEL COCHE. ¡MIERDA!