Cuando vi que caía el Pato lo pedí, lo pedimos todos, por un momento pensé que no lo daba, pero era clarito, lo cruzó con la gamba casi en el muslo y el Pato se iba, porque se iba el Pato (¡Penal! ¡Penal! ¡Lo dio! ¡Lo dio! ¡Lo dio, Chancha, lo dio, penal! ¡Penal!), cuando vi que lo daba yo salí rajando como loco para cualquier lado, se lo grité a la tribuna, el Sapo se me trepó encima y me gritaba ¡ahora Nene, ahora! (¡Lo dio, Chancha, lo dio!), yo ¿viste cómo está uno?, andaba medio boludo porque parecía que tenía toda la hinchada metida en el balero, para colmo el Dapeña ese me había estrolado con tuti un poco antes y no entendía nada, sé que ellos le chillaban al referí en el área, que caían naranjas (¡Lloren ahora, lloren!, ¿qué mierda quieren?), en eso viene el Tubo y me dice «Tranquilo, flaco, vo’ tranquilo, no te calentés» y fue cuando me di cuenta. Te juro, Chacho, que se me formó en la panza, acá, una pelota ¿viste?, una pelota dura, qué jodido, recién caía, me agarró un cagazo de golpe como esa vez que casi me amasija el micro, ¿te acordás?, uy, Dios mío, qué cagazo (¿Quién lo tira? ¿Quién lo tira?), te juro que sentía las gambas como de barro y digo yo me quedo en el molde, por ahí ni se acuerdan, por ahí se lo dan al Mono como se lo daban siempre, pero el Mono lo erró con Chacarita y no quiere lolas, yo lo miro y lo veo parado casi en la mitá de cancha diciendo que no con el balero (¡Que no se lo dean al Mono porque lo manda afuera! ¡Patealo vo’ pendejo! ¡El Mono no que lo erra! ¡El Mono no!). Gran puta, te juro que hubiera querido no haber pedido en la perra vida patear penales y para colmo en las prácticas los embocaba todos. (Ya casi no hay protestas y veremos quién ejecuta la pena máxima), yo pensaba si lo erro me muero, me caigo muerto al piso, no salgo de la cancha, no vuelvo a casa, ¿para qué?, me acordé del viejo, estaría más julepeado que yo y agarro y digo ¡no!, no lo pateo, que lo patee otro, yo lo erro, que se queme otro y por ahí pasa el Beto, que ya me había cargado todo el partido y me jode «guarda pibe, no lo vayas a tirar afuera» me dice (continúan las conferencias con el juez, Mainardi ya está entre los tres palos) y además pensé lo que yo le había dicho el otro día al Mono, «Mono, no seas boludo, ¿cómo te vas a arrugar por errar un penal?, metele carajo», fijate, yo al Mono, que siempre fue el que me aconsejaba en tercera «hacé esto, Ricardito», «cuidate, Ricardito», yo le decía porque me daba bronca que aflojara así, para mí el Mono es un especie de ídolo ¿viste?, cacé la pelota que ya estaba colocada (Garbelli-Muñoz-Garbelli será el encargado) y me pareció que se había callado todo el mundo (¡El pibe, vamo pibe, viejo, vamo, mandalo adentro!) mirá cuando miré al arco, Mainardi, hijo de una gran puta, se reía, me miraba y se reía, digo no pienso más, pienso solamente en el tiro (Garbelli está ya frente al balón, tranquilo el golquiper), se lo pongo a rastrón a la ratonera, lo fusilo arriba ¿y si se me va alto? (gol pibe, gol, Dios mío hacelo). ¿Usted lo patea? me dice el referí y quién va a ser boludo le hubiera dicho cuando el pito me reventó en el oído como un balazo (¡Toma carrera Garbelli!). Corrí dos pasos (¡Goo…!) y le puse un bombazo… (¡Tiróooo…!) te juro que ni vi cuando levantó la red, te juro, Chacho, te juro.