Para empezar, debería decir que soy un reduccionista descarado. Creo que las leyes de la biología pueden reducirse a las de la química —ya hemos visto cómo sucede esto con el descubrimiento de la estructura del ADN—; y pienso, además, que las leyes de la química pueden reducirse a las de la física. Confío en que la mayoría de los químicos estarán de acuerdo con esto.
Roger Penrose y yo trabajamos juntos en la estructura a gran escala del espacio y del tiempo, incluyendo singularidades y agujeros negros. Coincidimos bastante en la teoría clásica de la relatividad general pero los desacuerdos empezaron a surgir cuando entramos en la gravedad cuántica. Ahora tenemos enfoques muy diferentes con respecto al mundo, físico y mental. Básicamente, él es un platónico que cree que existe un único mundo de ideas que describe una única realidad física. Yo, por el contrario, soy un positivista que cree que las teorías físicas son simplemente modelos matemáticos que nosotros construimos, y que es absurdo preguntarse si se corresponden con la realidad; sólo hay que cuestionarse si predicen o no observaciones.
Esta diferencia de enfoque ha llevado a Roger a hacer tres afirmaciones en los capítulos 1, 2 y 3, con las que estoy en fuerte desacuerdo. La primera es que la gravedad cuántica provoca lo que él llama RO, reducción objetiva de la función de onda. La segunda es que este proceso tiene un papel importante en el funcionamiento del cerebro por su efecto en flujos coherentes a través de las moléculas. Y la tercera es que, debido al teorema de Gödel, se necesita algo parecido a la RO para explicar la autoconsciencia.
Empezaré con la gravedad cuántica, que es lo que conozco mejor. Su reducción objetiva de la función de onda es una forma de decoherencia. Esta decoherencia puede venir por interacciones con el entorno o por fluctuaciones en la topología del espacio-tiempo. Pero Roger no parece necesitar ninguno de estos mecanismos. En su lugar, afirma que ocurre debido a la ligera curvatura del espacio-tiempo producida por la masa de un objeto pequeño. Pero, según las ideas aceptadas, esta curvatura no es obstáculo para una evolución hamiltoniana sin decoherencia o reducción objetiva. Quizá las ideas aceptadas sean erróneas pero Roger no ha presentado una teoría detallada que nos permita calcular cuándo ocurriría la reducción objetiva.
Parece que la motivación de Roger al proponer la reducción objetiva ha sido rescatar al pobre gato de Schrödinger de su estado medio-vivo, medio-muerto. Ciertamente, en estos días de defensa de los derechos de los animales nadie se atrevería a sugerir un procedimiento semejante, ni siquiera como experimento intelectual. Sin embargo, Roger llegó a afirmar que la reducción objetiva era un efecto tan débil que no podría distinguirse experimentalmente de la decoherencia causada por interacción con el entorno. Si este es el caso, entonces la decoherencia ambiental puede explicar el gato de Schrödinger. No existe la necesidad de invocar la gravedad cuántica. A menos que la reducción objetiva sea un efecto suficientemente fuerte para ser medido experimentalmente, no puede hacer lo que Roger quiere que haga.
La segunda afirmación de Roger era que la reducción objetiva tenía una influencia significativa en el cerebro, quizá mediante su efecto en flujos coherentes a través de los micro-túbulos. Yo no soy un experto en el funcionamiento del cerebro, pero esto me parece muy poco probable, incluso si yo creyera en la reducción objetiva, cosa que no hago. No puedo pensar que el cerebro contenga sistemas que están suficientemente aislados para que la reducción objetiva pueda ser distinguida de la decoherencia ambiental. Si estuviesen tan bien aislados no podrían interaccionar con la rapidez suficiente para tomar parte en los procesos mentales.
La tercera afirmación de Roger es que la reducción objetiva es, de algún modo, necesaria porque el teorema de Gödel implica que una mente consciente no es computable. En otras palabras, Roger cree que la consciencia es algo propio de los seres vivos y que no podría ser simulada en un ordenador. No deja claro de qué forma podría la reducción objetiva explicar la consciencia. Más bien, su argumento parece consistir en que la consciencia es un misterio y que la gravedad cuántica es otro misterio, de modo que deben estar relacionados.
Personalmente me siento incómodo cuando las personas, en especial los físicos teóricos, hablan sobre la consciencia. La consciencia no es una cualidad que uno pueda medir desde fuera. Si un hombrecillo verde apareciera mañana en el descansillo de nuestra puerta, no tendríamos forma de decir si él era consciente y autoconsciente, o era simplemente un robot. Yo prefiero hablar de inteligencia, que es una cualidad que puede medirse desde fuera, y no veo ninguna razón por la que la inteligencia no pueda ser simulada en un ordenador. Nosotros, ciertamente, no podemos simular inteligencia humana por el momento, como demostró Roger con su problema de ajedrez. Pero Roger admitió también que no existía línea divisoria entre inteligencia humana e inteligencia animal. Por eso será suficiente considerar la inteligencia de una lombriz. No creo que haya ninguna duda de que uno puede simular el cerebro de una lombriz en un ordenador. El argumento de Gödel es irrelevante porque las lombrices no se preocupan por las Π1-sentencias.
La evolución desde los cerebros de lombrices hasta los cerebros humanos tuvo lugar presumiblemente por selección natural darwiniana. La cualidad seleccionada era la capacidad para escapar de los enemigos y para reproducirse, y no la capacidad para hacer matemáticas. Por eso, una vez más, el teorema de Gödel no es relevante. Se trata simplemente de que la inteligencia necesaria para la supervivencia puede utilizarse también para construir demostraciones matemáticas. Pero es una ocupación muy dura y complicada. Ciertamente no tenemos un procedimiento cognosciblemente válido.
Yo les he dicho por qué estoy en desacuerdo con las tres afirmaciones de Penrose acerca de que haya reducción objetiva de la función de onda, que esta tenga un papel en el funcionamiento del cerebro y que sea necesaria para explicar la consciencia. Ahora debería dejar que Roger responda.