VIII
—Bueno, ¿qué me dices, Pequeño Tío? —Sima Liang estaba sentado en un sofá de cuero, con un puro de la isla filipina de Luzón en la mano y una sonrisa en los labios—. ¿Cómo te sientes?
—Me siento maravillosamente bien —le contesté, lleno de agradecimiento—. Mejor de lo que nunca me había sentido.
—El día de tu salvación ha llegado, gracias a mí —me dijo—. Ahora vete a vestirte. Hay algo que quiero enseñarte.
Fuimos hasta el centro comercial de Dalan en una limusina que se detuvo enfrente de una tienda de lencería recientemente decorada. Para cuando nos bajamos y anduvimos hasta el gigantesco escaparate lleno de maniquíes, un grupo de gente se había congregado alrededor del Cadillac, como si fuera una extraña embarcación con una cabeza de dragón tallada en la proa. Por encima de la puerta, el nombre de la tienda —Lencería Ponte Guapa— estaba escrito con una caligrafía muy florida. Y debajo del nombre, el lema de la tienda: Moda Elegante en Prendas Intimas para Damas.
—¿Y bien? —me preguntó Sima Liang.
—¡Es estupendo! —dije yo, muy excitado.
—Me alegro de que te guste, porque esta tienda la vas a llevar tú.
¡Qué sorpresa!
—Yo no puedo manejar algo como esto —protesté.
Sima Liang sonrió.
—Tú eres un experto en pechos de mujeres, así que ¿quién mejor que tú para vender sujetadores?
Sima me condujo, atravesando la silenciosa puerta automática, al interior de la espaciosa tienda, donde los trabajos de decoración todavía continuaban. Las cuatro paredes eran cuatro espejos desde un extremo hasta el otro. El techo era de un material metálico que también reflejaba las imágenes. El supervisor del equipo de limpieza se acercó a toda prisa y nos hizo una reverencia.
—Este es el momento de hacer cualquier cambio que se te ocurra, Pequeño Tío —me dijo Sima.
—No me acaba de gustar el nombre Ponte Guapa —dije yo.
—Tú eres el experto. ¿Cómo quieres llamarla?
—Unicornio —dije, sin dudar ni un instante—. Unicornio: Todo un Mundo de Sujetadores.
Después de un breve silencio, Sima se rio y dijo:
—¡Pero siempre vienen de a dos!
—Unicornio —repetí yo—. Me gusta.
—Tú eres el jefe —dijo Sima—, y se hace lo que tú decides. —Entonces se volvió hacia el supervisor—. Que hagan un cartel nuevo ahora mismo: Ponte Guapa se ha convertido en Unicornio. Mmm, Unicornio, Unicornio. No está nada mal. Es inconfundible. ¿Ves, Pequeño Tío? Ya te dije que eres la persona más adecuada para el puesto. Aunque me pusieras una pistola en la cabeza, yo no podría encontrar un nombre más estiloso que ese para esta tienda.
—Las mujeres no te van a dejar que les acaricies los pechos sólo porque a ti te apetezca —dijo el director del Departamento de Radio y Televisión mientras revolvía su Nescafé con una minúscula cucharita de plata.
Tenía el pelo canoso, cosa que demostraba que había tenido una vida larga y dura, y lo llevaba muy bien peinado hacia atrás. Su rostro era moreno, pero no sucio. Sus dientes estaban amarillos, pero estaban bien cepillados. Sus dedos tenían manchas amarillentas, pero la piel era suave. Se encendió un cigarrillo de una cara marca china y me miró por el rabillo del ojo antes de preguntarme:
—¿Crees acaso que puedes hacer lo que te venga en gana sólo porque tienes el apoyo de un hombre de negocios rico como Sima Liang?
—No, por supuesto que no. —De algún modo me las apañé para controlar mi enfado y parecer lo más respetuoso posible—. Director del Departamento —le dije a ese hombre que se había labrado una magnífica reputación durante la Revolución Cultural y que todavía conservaba todo su poder—, sea lo que sea lo que me quieres decir, por favor, dímelo claramente.
—Je, je —se rio, adoptando un aire despectivo—. Este hijo de Sima Ku, un contrarrevolucionario con las manos manchadas de sangre de los aldeanos de Gaomi del Noreste, se ha convertido en un invitado de honor en Dalan debido a unas pocas monedas miserables que ha logrado reunir. Como se suele decir: «¡Con dinero, puedes hacer que el mismo diablo haga girar el molino!». Shangguan Jintong, ¿qué eras tú antes de todo esto? Un necrófilo y un paciente de un sanatorio mental. ¡Y ahora eres un alto ejecutivo!
El odio de clase hizo que los ojos de este hombre que todo el mundo llamaba el Unicornio se volvieran de un color rojo brillante. Aplastó su cigarrillo con tanta fuerza que empezó a rezumar alquitrán licuado.
—Pero hoy yo no he venido aquí para hacer propaganda revolucionaria —dijo con tono grave—. He venido por la fama y la riqueza.
Yo estuve escuchando lo que decía sin interrumpirlo. ¿Qué le podía importar a Shangguan Jintong, que había estado sufriendo abusos toda la vida?
—Tú sabes —le dijo—, y nunca te olvidarás, que esa vez que tu madre y tú estuvisteis desfilando por todo el mercado de Dalan, yo sufría en nombre de la revolución. Sí, así es, todavía me acuerdo de lo que sentí cuando me diste una bofetada. Bueno, entonces creé el Equipo de Lucha del Unicornio y me puse a hacer mi propio programa, llamado El Unicornio, en la emisora pública del Comité Revolucionario, y lo utilicé para emitir una serie de educativos programas que trataban de la Revolución Cultural. Cualquiera que ronde los cincuenta años sabe quién era el Unicornio. En los treinta años que han pasado, he empleado el seudónimo de El Unicornio y he publicado ochenta y ocho artículos, que han sido muy celebrados, en diversos periódicos y revistas nacionales. La gente asocia el nombre Unicornio conmigo. Y ahora llegas tú y asocias mi nombre a la ropa interior femenina. Sima Liang y tú sois tan ambiciosos que no os importa nada si le hacéis daño a alguien. Lo que estáis haciendo no es ni más ni menos que una loca venganza de clase y una descarada difamación de mi buen nombre. Voy a desenmascararos en la prensa y os voy a llevar a juicio. Será un ataque a dos bandas, empleando las armas de la opinión pública y la ley. Será una lucha a muerte.
—Será un placer.
—Shangguan Jintong, no des por hecho que como Lu Shengli es la alcaldesa tú ya no tienes nada que temer. Mi cuñado es el vicesecretario del Comité Provincial del Partido, un cargo superior al de alcaldesa. Además, conozco todos los altibajos de su pasado, así que al Unicornio no le costaría demasiado bajarla de su pedestal.
—Pues adelante. Yo no tengo nada que ver con ella.
—Naturalmente —continuó—, el Unicornio tiene la mejor de las intenciones, y tú y yo, después de todo, somos conciudadanos de Dalan. Lo único que te pido es que me des un trato justo.
—Por favor, ve al grano, venerado Director del Departamento.
—Lo que estoy diciendo es que creo que podemos arreglar esto en privado.
—¿Cuánto?
Extendió tres dedos.
—No estoy interesado en conseguir dinero, así que dejémoslo en treinta mil. Eso es calderilla para alguien como Sima Liang. También me gustaría que consiguieras que la Alcaldesa Lu Shengli me nombrara vicepresidente de la Comisión Permanente de la Junta Municipal. Si no, desataré el infierno sobre vosotros y os costará muy caro.
Sentí un escalofrío por todo el cuerpo.
—Director del Departamento —le dije, poniéndome en pie—, tendrás que hablar con Sima Liang sobre los arreglos económicos. La tienda de lencería acaba de abrir, y todavía no hemos ganado ni un céntimo. Y como lo ignoro absolutamente todo sobre cuestiones oficiales, no hay nada que pueda decirle a Lu Shengli.
—¡Mierda! O sea que ese es su juego, ¿verdad? —dijo Sima Liang, sonriendo—. ¡Pero si ni siquiera ha indagado un poco para averiguar cuáles son mis intenciones! Me ocuparé de ese cabrón, Pequeño Tío. Me encargaré de que acabe tragándose sus propios dientes. Se cree que, con un par de cosillas que sabe sobre el chantaje, va a poder desplumar a los pudientes, ¿no? ¡Bueno, pues nuestro Unicornio, por una vez, ha encontrado a su amo!
Unos días más tarde, Sima Liang vino a verme.
—Estás al mando, Pequeño Tío. Ahora vamos a ver qué eres capaz de hacer. Ya me he encargado de ese idiota del Unicornio. No me preguntes cómo. A partir de ahora ya no nos va a molestar más. Es la dictadura de las clases acaudaladas lo que a él le preocupa. Bueno, diviértete y siéntete orgulloso. No te preocupes por si pierdes o ganas dinero. A la familia Shangguan le ha llegado la hora de dar la nota. Mientras yo tenga dinero, tú tendrás dinero, así que ¡a por todas! ¡El dinero es un asco, no es más que mierda de perro! Ya he dado instrucciones para que a la abuela le lleven siempre todo lo que necesite. Yo ahora me tengo que ir, tengo un importante viaje de negocios y no volveré en menos de un año, más o menos. Te haré instalar un teléfono. Así podré llamarte si ocurre cualquier cosa. Y por favor, no me preguntes dónde voy o dónde he estado.
El negocio iba viento en popa en Unicornio: Todo un Mundo de Sujetadores. La ciudad estaba creciendo a gran velocidad, y se construyó otro puente sobre el Río de los Dragones. El lugar donde en otros tiempos estuviera la Granja del Río de los Dragones ahora era el emplazamiento de un par de enormes fábricas de tejidos de algodón, una fábrica de fibras químicas y una de fibras sintéticas. Toda esa zona era famosa por su industria textil.