EVOCACIÓN [1]

Otra persona sobria es mi amigo Juan Rodolfo Wilcock, que lleva años viviendo en el campo, en una casita sencilla, con pocos muebles, escasos cacharros y un estante de libros. Creo que en su guardarropa sólo hay dos viejas chaquetas, tres o cuatro camisas desgastadas, algún pullover agujereado y unos cuantos pantalones de pana: todo ello ropa comprada en mercados de segunda mano. Además del teléfono, del cual también se sirve para charlar con los amigos, sus grandes lujos son un viejo Volkswagen, con el cual (pero cada vez menos) aparece en ocasiones en Roma, y una buena radio para escuchar, cuando lo dan y tiene ganas, un lied de Ruga Wolf o un cuarteto de Anton Webern. Pero tampoco él trabaja: escribe poemas y cuentos, pergeña algún artículo para la prensa, traduce dramas elisabethianos y, echado en un diván, lee y relee a Joyce y Wittgenstein.

RUGGERO GUARINI