Estimado Mo Yan,

He recibido su carta y el paquete con el manuscrito que me ha mandado por correo urgente. No hacía falta que se gastase todo ese dinero, con un sobre certificado hubiese valido. Tenerlo unos días antes no me afecta para nada, ya que he empezado a escribir un relato llamado «Licor de hadas» así que cualquier cambio que pueda hacer en «Nidos de golondrina» tendrá que esperar.

He conseguido que se emocionara al leer mis «Nidos de golondrina»; incluso ha rememorado su infancia, cuando comía pezuña de caballo cocinada. Sólo por eso, aunque esta historia nunca salga publicada, ya ha justificado su existencia; si no hubiera sido por este relato ¿me hubiera escrito una carta así de larga?

Tal y como dice en su carta el valor nutritivo de los nidos de golondrina se ha exagerado mucho y creo que lo mejor que se puede decir de ellos es que son secreciones de pájaro ricas en proteínas. No tienen propiedades mágicas, porque de haber sido así, la poca gente que los comía cuatro o cinco veces al día ya hubiesen encontrado el secreto de la inmortalidad. Yo lo he comido una vez, y fue tal y como describo en el relato. Cuando venga a la Tierra del vino y los licores le organizaré una comida para que lo pruebe. El comerlo en sí no es tan importante como la experiencia, por supuesto.

Trataré de controlar mi pasión política. Dado el estado actual de la economía capitalista, nadie puede detener a la multitud enloquecida que quiere estar siempre a la moda, y todos somos responsables del producto en el que se está convirtiendo nuestra sociedad. Mi trabajo me ha puesto al alcance probar los mejores vinos y licores del mundo, la mayoría de ellos son tan caros como los nidos de golondrina. La gente corriente probablemente nunca haya visto, y menos catado, vinos como Gevrey-Chambertin y de la Romaneé-Conti de Francia o Lay and Doktor de Alemania o el vino italiano Barbaresco o Lacryma Christi. Son verdaderos tesoros, cada uno de ellos; vinos incuestionables de los dioses, pura ambrosía. Por favor venga y se los haré probar. Puede que en esta tierra no tengamos mucho de lo que presumir pero mientras esté aquí, sólo beberá licores de primera calidad. Es mejor que nosotros dos nos bebamos el alcohol antes que esos oficiales corruptos y glotones.

Hay muchas cosas que quiero contarle, pero como va a venir pronto a la Tierra del vino y los licores las reservo para cuando esté aquí y podamos hablar cara a cara.

Después de brindar podremos charlar hasta que nos quedemos sin palabras.

Le adjunto mi último relato «Licor del mono» y espero sus críticas. Iba a hacerlo más largo, pero he estado muy cansado estos últimos días. He decidido acabarlo así. No necesita mandármelo de vuelta después de que lo haya leído. Simplemente tráigamelo a la Tierra del vino y los licores. Me voy a tomar un día libre y luego seguiré con el relato que he empezado. Después de eso haré los cambios de «Nidos de golondrina».

Deseándole lo mejor. Su discípulo,

Li Yidou