Estimado Mo Yan, muy señor mío

Sólo el saber que hay una posibilidad de que venga a la Tierra del vino y los licores me hace saltar de la alegría. Espero ansioso su visita como «espero las estrellas, espero la luna y deseo ver el sol asomar por la montaña». Algunos compañeros de mi clase trabajan para el Comité del Partido Municipal y para el gobierno (no en trabajos administrativos sino en puestos oficiales, unos más importantes que otros) por lo que si necesita una invitación formal de alguna organización o de algo por el estilo, les puedo pedir ayuda. A los chinos que asumen posiciones de liderazgo les impresionan los sellos oficiales, y apuesto lo que sea a que en el ejército no difiere mucho de eso.

Y en cuanto a los relatos debo admitir que estoy desilusionado y abatido. No, es más que eso: tengo que hacer un ajuste de cuentas con Zhou Bao y Li Xiaobao. Tienen los manuscritos desde hace siglos y ni siquiera han hecho acuse de recibo, lo que no dice mucho de su manera de tratar a la gente. Entiendo que estén ocupados y que si contestaran a cada una de las historias de un escritor amateur no les quedaría tiempo para nada más. Eso lo entiendo a la perfección, pero me enfada igualmente. Si no lo van a hacer por el bien de un monje, que lo hagan por el bien de Buda. Después de todo yo voy recomendado por usted. Ya sé que eso no es muy sano, que la falta de moral es dañina para el proceso creativo y estoy trabajando en ello. Dado que soy uno de esos que «nunca parará hasta ver el río Amarillo» y que piensa que «nunca puedes llamar a alguien hombre hasta que llegue al Yangtsé» estoy dispuesto a seguir escribiendo, impertérrito a cualquier percance.

Todo el mundo en la universidad está ajetreado con los preparativos del Festival del Licor del mono. El departamento me ha asignado la función de usar el vino y licor de peor calidad de nuestras bodegas para destilarlo y convertirlo en un licor especial para venderlo durante el Festival del Licor del mono. Si tengo éxito puedo recibir una recompensa substancial de dinero. Eso es algo importante para mí. Por supuesto que no voy a abandonar mis relatos por una recompensa económica. No, voy a seguir escribiendo, dedicaré el diez por ciento de mi energía a trabajar en el licor o vino «enfermo» (estropeado) y el otro noventa por ciento a mi ficción.

Le mando mi último relato, titulado «Nidos de golondrina». Sus críticas serán bienvenidas. He llegado a una conclusión en cuanto a mis trabajos anteriores: creo que la razón por la que no han publicado mis relatos tiene que ver con la crítica a la sociedad que encierran. Así que lo he corregido en «Nidos de golondrina». Es un relato bien alejado de la política y del capital. Si no me publican esta, entonces «¡hasta el Cielo me habrá abandonado!».

Le deseo, como siempre, paz

Li Yidou