Estimado Hermano Mayor Yidou

He recibido tu última carta y el relato «Clases de cocina».

En cuanto a lo de visitar la Tierra del vino y los licores ya le he mencionado el tema a mi superior. No está particularmente de acuerdo en dejarme ir, dado que estoy en el ejército. Además me acaban de ascender de capitán a comandante (he perdido dos estrellas y he ganado una barra, y como pienso que tres estrellas y una barra quedarían mucho mejor, no estoy tan contento como debería) y tendría que acompañar a las bases e instruir a las tropas, de tal modo que también pueda escribir historias o «reportajes» que reflejen la vida de nuestros soldados en esta nueva era. Ir a diferentes provincias para encontrar material me pone bajo la jurisdicción de los administradores locales, lo que complica las cosas, y más en la Tierra del vino y los licores, que ha atraído la atención de mucha gente y en los últimos años ha pasado de todo. No quiero rendirme todavía y seguiré intentándolo. Hay miles de buenas excusas que podría inventarme para ir.

El Primer Festival Anual del Licor del mono debería ser un acontecimiento interesante y de mucho éxito. Mientras que todo el mundo esté bebiendo y pasándoselo bien, saturando el ambiente de un buen aroma a vino, espero que este cuerpo regordete pueda estar con vosotros y con las tropas del festival achispadas.

He llegado a un punto muerto en mi novela. Ese escurridizo investigador de la Procuraduría General me está haciendo la vida imposible. No sé si matarle o hacer que se vuelva loco. Y si decido acabar con su vida no soy capaz de decidir si debería hacer que se suicidara o morir bajo el estupor del alcohol. Le he puesto bien borracho en el capítulo anterior. Y dado que me cuesta reconciliarme con los problemas tormentosos que me está causando la novela, decidí emborracharme yo mismo. Pero en vez de divertirme todo lo que conseguí fue entrar en el Infierno. Es un lugar asqueroso, que lo sepas.

Pasé toda una noche leyendo «Clases de cocina» (lo leí varias veces). Cada vez encuentro más difícil comentar tus relatos. Pero si me obligaran a decir algo me temo que repetiría más o menos lo mismo que he dicho antes: que le falta una consistencia de estilo, que es demasiado caprichoso, que los personajes no están bien desarrollados y ese tipo de cosas. Creo que en vez de repetir lo mismo una y otra vez es mejor que mantenga la boca cerrada. De todas maneras he hecho lo que me pediste y me he pasado por la oficina de Literatura para los ciudadanos. Zhou Bao y su coeditor no estaban en ese momento, así que dejé el relato sobre su mesa con una nota. Debes creer en la suerte, pero mi interior dice que será difícil que te publiquen este relato. Tú y yo nunca nos hemos conocido en persona, pero ya que somos como viejos amigos soy sincero contigo.

Estoy convencido de que eres capaz de escribir un relato magnífico que sea perfecto para Literatura para los ciudadanos. Es sólo cuestión de tiempo. Pasará antes o después, por lo que no te desanimes o te hundas.

Según mis cálculos me has mandado un total de seis relatos que tener en consideración; eso incluye «Yichi el héroe», que tengo aquí delante. Si voy a la Tierra del vino y los licores he pensado en pasarme antes por Literatura para los ciudadanos para recoger tus manuscritos, y así te los puedo devolver en persona. Mandarlos por correo es arriesgado y pesado. Cada vez que voy a correos soy un manojo de nervios por culpa de las caras tan gélidas de las señoras o señores de la ventanilla. Es como si estuvieran esperando desenmascarar a un espía o encontrar una bomba, o algo así. Te hacen sentir como si el paquete que quieres mandar estuviera lleno de folletos antirrevolucionarios.

No te preocupes si no encuentras una copia de Sucesos extraños en la Tierra del vino y los licores. Un montón de libros raros como ese han aparecido en los últimos años, la mayoría de ellos hechos a la ligera para hacer dinero. No valen nada.

¡Te deseo una buena escritura!

Mo Yan