Estimado Mo Yan
Su carta ha llegado a salvo.
Sigo sin saber nada de Literatura para los ciudadanos. Me estoy poniendo nervioso, y ojalá usted pudiera darles un toque a los editores, Zhou Bao y Li Xiaobao, una vez más, para instarles a ponerse en contacto conmigo.
Anoche escribí otro relato, al que he titulado «La Avenida del burro». Para esta historia he usado técnicas creativas del género de las artes marciales, y le ruego que la lea con su habitual objetividad y el mismo grado de exigencia. Tiene mi permiso para mandarla a la revista si lo considera oportuno.
Le mando el material de investigación sobre los licores que me pidió. Y en cuanto a las treinta botellas del buen vino, se las mandaré con el siguiente autobús a Beijing. Que un maestro beba el vino de su discípulo es natural. Recordará que Confucio le pedía diez brochetas de carne ahumada a cada uno de sus discípulos como «recompensa» por la clase que había dado.
El no saber nada de Literatura para los ciudadanos me ha desanimado mucho, es como si mi alma se hubiera dado a la fuga. Dado que usted ha experimentado lo mismo debe de entender cómo me siento.
¡Deseándole respetuosamente una feliz escritura!
Su discípulo,
Li Yidou