Querido Doctor en vino y licores Yidou,
Gracias por la carta. He leído tu relato «Niño prodigio». El pequeño demonio, envuelto en su bandera roja, me ha estremecido el corazón y me ha puesto la piel de gallina. No he podido dormir durante varios días. El lenguaje de esta historia está muy cuidado, amigo mío, y el ingenio del argumento parece no terminar nunca; me ha sorprendido. Si insistes en que te dé un punto de vista específico supongo que puedo hacerte uno o dos comentarios superficiales: el primero es la ausencia de pasado del pequeño demonio, lo que se sumerge en un realismo convencional, por ejemplo, y la organización demasiado permisiva o la relativa falta de autoridad de la academia. No merece la pena preocuparse. De cara a su «realismo demoníaco» rehúyo de cualquier comentario crítico. Ya he mandado «Niño prodigio» a Literatura para los ciudadanos. Dado que es una publicación oficial les inundan con manuscritos, la mayoría de los cuales acaban amontonados al final de una altísima montaña. Así que no te sorprendas si no sabes nada de ellos acerca de las dos historias. He escrito a un par de editores de renombre de Literatura para los ciudadanos, Zhou Bao y Li Xiaobao, y les he pedido que le echaran un vistazo. Los dos «tesoros» Bao son mis amigos, y estoy seguro de que serán de ayuda.
En tu carta mencionas escribir sobre el licor —está llena de ocurrencias, seria pero con humor, llena de partes inspiradoras, profundidad y amplitud unidas en una— que es justo lo que espero de un Doctor en vino y licores. Tienes mi máximo respeto. Estoy deseoso de más discusiones sobre el licor, porque es mi tema preferido.
No sé si llorar o reír sobre tu afirmación de que hacer pis en una cuba de vino, tal y como escribí en Sorgo rojo, es una maravilla y un avance tecnológico. No sé nada sobre química, y menos aún sobre el arte de la destilería. Escribí ese episodio en broma, para reírme un poco de todos esos estéticos, de todos esos hombres con los ojos inyectados en sangre por la envidia. Imagina mi sorpresa cuando he leído la teoría científica, la lógica y la naturaleza sublime de esta práctica, y ahora, a mi admiración por ti se le suma mi gratitud. Esto es lo que se conoce como «El profesional pregunta “cómo” y el amateur dice “¡guau!”, ante el desconocimiento de su maestro». O lo que llamamos «Planta una flor y no florecerá, tira una semilla de sauce y crecerá otro tipo de árbol».
En relación al licor de mi novela «Decimoctavo Li rojo» hay un serio juicio en marcha. Después de que Sorgo rojo ganara un premio en el Festival de cine de Berlín, el responsable de una destilería de mi pueblo natal vino corriendo al trastero en el que tenía colocado mi estudio para decirme que quería hacer un gran lote de «Decimoctavo Li rojo». Desafortunadamente no pudo encontrar respaldo financiero. Un año después, en una inspección en nuestro condado vinieron a mi casa miembros de las autoridades provinciales y me pidieron probar «Decimoctavo Li rojo». Fue un momento extraño, y cuando los dignatarios se fueron, la oficina de rentas públicas del condado vino con dinero para que un grupo de expertos llevara a cabo una producción de «Decimoctavo Li rojo». Por producción pensé que querían decir que iban a mezclar unos cuantos licores, diseñar una nueva botella, decorar la etiqueta y que eso sería todo. Pero cuando la destilería mandó emocionada su nuevo producto a la oficina gubernamental del condado para hablar de su éxito, Películas para las masas publicó una noticia sobre una conferencia en Shenzhen, donde la destilería de «Decimoctavo Li rojo» del condado de Henan’s Shangcai anunciaba a la comunidad de cinéfilos que su bebida era el auténtico «Decimoctavo Li rojo» de Sorgo rojo.
Las cajas de botellas de licor estaban estampadas con lo siguiente (o algo parecido): La heroína de Sorgo rojo, Dai Jiuer, era originaria del condado de Shangcai en la provincia de Henan, y sólo huyó al municipio de Gaomi del Noreste en Shandong con su padre durante una hambruna. Fue ella la que llevó la receta de «Decimoctavo Li rojo» del condado de Shangcai a Shandong’s Gaomi, y por lo tanto el condado de Shangcai debe ser considerado la cuna verdadera de «Decimoctavo Li rojo».
El jefe de la destilería de mi ciudad natal atacó inmediatamente al condado de Henan’s Shangcai por su astucia y mandó a alguien con el auténtico «Decimoctavo Li rojo» a Beijing para preguntarme, como autor de la novela, que le ayudara a traer de vuelta «Decimoctavo Li rojo» a la ciudad de Gaomi, a la que pertenecía. Pero la gente del condado de Henan’s Shangcai fue muy lista y ya había registrado su «Decimoctavo Li rojo» con el sello oficial, y como la ley es objetiva, nuestro «Decimoctavo Li rojo» ya no tenía valor legal. Cuando la gente de Gaomi me pidió que le ayudara a abrir un juicio dije que no tenía sentido, dado que Dai Jiuer sólo es un personaje de ficción, no mi verdadera abuela, y que no es ilegal que la gente de Shangcai insista en que era originaria de Henan. No había modo de que la gente de Gaomi pudiera ganar. Simplemente tenían que aceptarlo. Más tarde oí que la gente de Henan llevó a «Decimoctavo Li rojo» al mercado internacional y ganaron bastante dinero extranjero. Espero que sea verdad. Que la literatura y el alcohol se integren así es fascinante. Y debido a unas nuevas leyes promulgadas sobre los derechos de autor voy a ir al condado de Shangcai con el director de cine Zhang Yimou para ir en busca de lo que me toca.
Todos los licores maravillosos que mencionas son famosos por su gran calidad, pero no necesito ninguno de ellos. Lo que necesito —y mucho— es material sobre los licores, y espero que me mandes algunos de tus artículos más importantes.
Por favor dale recuerdos a Liu Yan la próxima vez que la veas.
Saludos,
Mo Yan