Al caer la oscuridad de la noche, las farolas de la calle la iluminan con su luz dorada.
En un rincón del templo de Niangniang, al lado de una gruesa columna, Chen Bi y su perro están tumbados. Cualquiera de los dos podría ser el perro. Delante de sus ojos se encuentra un bol de hierro donde hay unos billetes y unas monedas. Dos muletas de madera están colocadas detrás de él.
Chen Mei entra como un fantasma, lleva una toga y una máscara negra.
Dos hombres que llevan máscara negra y visten de negro la siguen.
CHEN MEI: (Suplicando). Niño… Mi niño… ¿Dónde estás?… Mi niño… ¿Dónde estás?… (Los dos hombres se acercan a Chen Mei). ¿Quiénes sois? ¿Por qué os vestís de negro y tenéis la cara tapada? Ah, entiendo, también sois víctimas de aquel incendio…
HOMBRE A: Sí, también somos víctimas.
CHEN MEI: (Conscientemente). No puede ser. Todas las víctimas eran mujeres trabajadoras, pero vosotros sois hombres.
HOMBRE B: Somos víctimas de otro incendio.
CHEN MEI: ¡Pobrecitos!…
HOMBRE A: Sí, somos miserables…
CHEN MEI: ¡Cuánto sufrís!…
HOMBRE B: Sí, hemos sufrido bastante…
CHEN MEI: ¿Habéis cultivado piel?
HOMBRE A: (Sin entender). ¿Qué es eso de cultivar piel?
CHEN MEI: Sacar de tu trasero o tu pierna un trocito de piel que esté en perfectas condiciones y luego pegarla en la zona de las quemaduras. ¿No lo habéis hecho?
HOMBRE B: Sí, sí, lo hemos hecho. Los médicos nos quitaron piel del trasero y nos la pegaron a la cara…
CHEN MEI: ¿También os pusieron las cejas?
HOMBRE A: Sí, sí, claro.
CHEN MEI: ¿Utilizaron vuestro pelo o el vello púbico?
HOMBRE B: ¿Qué estás diciendo? ¿El vello púbico se pone en lugar de las cejas?
CHEN MEI: Claro que sí. Mira, si la piel de tu cabeza y de tu cara ha sufrido daños irreparables por el incendio, no tienen más remedio que utilizar vello púbico. No es tan horrible porque al fin y al cabo también es tu pelo. Si no os lo ponen seríais tan calvos como las ranas.
HOMBRE A: Sí, sí, sí, ahora no tenemos ni un pelo, somos iguales que las ranas.
CHEN MEI: ¿Os habéis mirado alguna vez en el espejo?
HOMBRE B: Nunca utilizamos el espejo.
CHEN MEI: Para las personas como nosotros, el espejo es lo más terrible y odioso.
HOMBRE A: Sí, siempre lo rompemos cuando encontramos uno.
CHEN MEI: Pero es un intento vano. Podéis romper un espejo, pero no podéis estropear todos los escaparates, ni todo el suelo de mármol, ni la superficie del agua. Sobre todo, no podéis impedir todas las miradas. Cuando nos ven, salen corriendo; cuando nos ven, los niños se echan a llorar. Nos clasifican de monstruos o fantasmas, sus ojos se convierten en nuestros espejos, así que no podéis acabar con todos los espejos. La mejor manera es taparse la cara.
HOMBRE B: Sí, taparse la cara.
CHEN MEI: ¿Habéis pensado alguna vez en suicidaros?
HOMBRE B: Nosotros…
CHEN MEI: Que yo sepa, de todas mis compañeras que han sufrido quemaduras, cinco han optado por suicidarse… después de mirarse en un espejo…
HOMBRE A: La culpa es del espejo.
HOMBRE B: Por eso lo rompemos.
CHEN MEI: Al principio, yo también quería suicidarme, pero abandoné esa idea…
HOMBRE A: Sí, vivir es fenomenal. Una muerte memorable no equivale a una vida miserable.
CHEN MEI: Desde el primer minuto en que percibí el latido de su corazón, no quise morir. Suponía que era un capullo feo en el que una vida maravillosa estaba madurando. Pensé que al abrirme para que saliera, me dejaría un cuerpo vacío.
HOMBRE B: ¡Qué bonitas palabras!
CHEN MEI: Sin embargo, no me convirtió en un capullo vacío, sino que me di cuenta de la vitalidad que tenía. Después de dar a luz no me quedé seca ni vacía, mi cara estaba más hidratada, mis pechos estaban llenos de leche y yo era más feliz… El parto me dio una vida nueva… pero me robaron a mi niño…
HOMBRE A: Vente con nosotros, sabemos dónde está tu niño.
CHEN MEI: ¿Sabéis dónde está?
HOMBRE B: Vinimos a buscarte porque queremos llevarte a ver a tu niño.
CHEN MEI: (Emocionada). Gracias a dios, vamos ahora mismo, llevadme a ver a mi niño…
(Los dos hombres de negro se van a llevar a Chen Mei.
Chen Bi y su perro se lanzan hacia ellos, el perro muerde la pierna izquierda del Hombre A.
Chen Bi salta también, coge sus muletas, salta hacia delante, utiliza una para soportar su cuerpo y otra para empujar al Hombre B.
Los hombres de negro empujan a Chen Bi y su perro, retroceden a un lado del escenario, sacan un cuchillo. Chen Bi y su perro se ponen al otro lado. Chen Mei está entre ellos, formando un triángulo).
CHEN BI: (Gritando). ¡Soltad a mi hija!
HOMBRE A: Tú, viejo cabrón, el viejo borracho, el viejo mendigo, ¿cómo te atreves a decir que ella es tu hija?
HOMBRE B: ¿Por qué dices que ella es tu hija? Llámala a ver si contesta o no.
CHEN BI: Mei… Mísero de mí…
CHEN MEI: (Ignorante). Me ha confundido, sí, me ha confundido.
CHEN BI: (Triste). Mei, sé que me odias, no pretendo que ni tú, ni tu hermana ni tu madre me perdonéis. Yo soy el asesino, el culpable y el imbécil, soy un ser mitad muerto y mitad vivo…
HOMBRE A: ¿Es esto una confesión? ¿Hay una iglesia por aquí?
HOMBRE B: A diez kilómetros hacia el Este, a la orilla del río, allí hay una iglesia católica recién restaurada.
CHEN BI: Mei, te han engañado, la persona que hizo todo esto es un antiguo amigo mío. ¡Te ayudaré a clamar justicia!
HOMBRE A: Viejo mendigo, aparta del camino.
HOMBRE B: Niña, vámonos, te aseguramos que podrás ver a tu niño.
(Chen Mei anda hacia los dos hombres, Chen Bi y su perro intentan impedírselo).
CHEN MEI: (Furiosa). ¿Quién eres? ¿Por qué te pones delante de mí? ¿Sabes que tengo que buscar a mi hijo? Después de darle a luz, no pude darle el pecho ni siquiera una vez. Si no le doy de mamar, morirá de hambre, ¿entiendes?
CHEN BI: Mei, comprendo que me odies; acepto que no me reconozcas. Pero no puedes ir con ellos. Vendieron a tu hijo, si vas con ellos, te empujarán a un río para matarte, luego falsificarán una escena en la que parezca que te has suicidado. Cosas así han ocurrido varias veces…
HOMBRE A: Viejo mendigo, veo que no quieres seguir viviendo, ¿por qué quieres perjudicar nuestra reputación?
HOMBRE B: ¿Qué tonterías estás diciendo? En nuestra sociedad, ¿cómo pueden existir asesinatos u otros asuntos tan feos?
HOMBRE A: Debes haber visto demasiadas películas en las televisiones de las tiendas de la calle.
HOMBRE B: Una ilusión producida en su mente.
HOMBRE A: Ha confundido el socialismo con el capitalismo.
HOMBRE B: Ha confundido los buenos con los malos.
HOMBRE A: Ha confundido el buen corazón con la mierda.
CHEN BI: Sois unas mierdas, cabrones, hijos de puta, unos residuos que ha vomitado el gato, unas basuras de la sociedad…
HOMBRE B: ¡Ahora dice que somos basuras de la sociedad! Tú, el cerdo que busca comida en la basura, ¿sabes en qué trabajamos?
CHEN BI: Por supuesto, conozco todo lo que habéis hecho. Además, también recuerdo todo lo que hicisteis antes.
HOMBRE A: Bueno, creo que tengo que invitarte a que te bañes en agua fría.
HOMBRE B: Mañana, los que vienen a hacer la ofrenda y le atan un hilo rojo al muñeco descubrirán que el viejo mendigo que suele estar a la puerta del templo ha desaparecido. Y su perro también.
HOMBRE A: Nadie se preocupará por ello.
(El Hombre A y el Hombre B luchan contra Chen Bi y su perro. El perro muere, Chen Bi cae al suelo. En el momento en el que los dos hombres de negro van a matara Chen Bi, Chen Mei se quita la máscara para mostrar su cara horrorosa e imita el grito de un fantasma para asustar a los dos hombres. Estos abandonan a Chen z se escapan).
(Fin del acto).