Mica lo conoce bien al Jota. Mica sabe que si los pelitos de la nuca del Jota están parados, la pija ya está dura como un fierro. Mica sabe que si de la pija del Jota sale ese juguito salado pero liviano, los huevos ya están grandes como manzanas. Mica sabe que si su dedo mayor entra sin dificultad en el aro fruncido del culo del Jota, se viene una catarata de leche directamente a su garganta. Mica sabe.
Pero el Jota imaginaba que si llegaba a soñar con Mica iba a ser un sueño lleno de sangre, llamas, balas, puteadas… pero no.
El Jota sueña que Mica le lame las bolas despacito, con la lengua llena de saliva tibia. Sueña que él se agarra de los pelos rubios de Mica y la obliga a tragarse la pija entera. Hasta que la lengua llena de saliva de Mica le lame las bolas. Sueña que parece que la obliga, pero Mica lo hace porque le gusta. En realidad con las manos agarrando los pelos solo la ayuda a llegar hasta el final. El Jota sueña que acaba un litro, dos, tres, dentro de la garganta de Mica. Sueña que es el dueño del mundo.
Y el Jota, cuando despierte, no va a entender por qué sueña con Mica de esa forma. Si los únicos recuerdos que tiene de ella rezuman bronca, resentimiento y venganza. Si solo piensa en ella para putearla de arriba a abajo y cagarse en la noche en que la conoció.
Pero en el sueño, el Jota muerde esos pezones pequeños y lame esas tetas firmes. Mete la lengua en el agujerito del pupo. Lame, muerde, chupa, escupe, sopla y vuelve a chupar esa concha rosadita de adolescente. El Jota devuelve el favor y mete un dedo en el culo mientras lame el clítoris. Después dos. Después tres. En el sueño, el Jota reemplaza sin mucho cuidado tres dedos por pija y bombea con ganas. En el sueño Mica se traga la pija del Jota con el culo y lo frunce a la salida. Y el Jota vuelve a acabar con furiosos espasmos que le blanquean los ojos y la mente, reduciéndola a una simpleza absoluta. Mica cae sobre el Jota, con la pija todavía en el culo, y el Jota la abraza por detrás. En el sueño el Jota se duerme todavía dentro de ella. Y sonríe de oreja a oreja.
El Jota despierta en el suelo, con un dolor en las costillas que no entiende hasta que ve a su lado a la Rubia, y al codo en punta de la Rubia, y a los ojos en llamas de la Rubia que lo miran con un odio profundo.
—Mica y la concha de tu madre, Cordobés.
El dolor se pasa, eventualmente. La rabia de la Rubia también. Lo que tarda más es el quilombo en la cabeza del Jota, que no entiende por qué carajo sueña esas cosas…