Recién llegado

Dicen que ser el recién llegado es difícil.

Lo dicen los que fueron recién llegados y ahora se la hacen difícil a los que llegan.

Lo dicen los que fueron recién llegados y no pudieron pasar de ahí. Y quedaron en el camino.

También dicen que, por ejemplo, cuando vas a la sombra te tenés que romper el alma a roscazos con el más pulenta que encontrés para que te respeten. Y para no ser el recién llegado tanto tiempo.

El Jota pasó la primera noche en el conurbano bonaerense a los roscazos y cuchilladas. Sabía lo que hacía y por qué lo hacía.

Esa misma noche se hizo de tres o cuatro enemigos. Enemigos calculados, esperables, previsibles. Pero también esa misma noche dejó de ser el recién llegado y se convirtió en «el Cordobés».

La mañana de esa misma noche la Rubia lo adoptó cama adentro. Una inversión, más que nada, lo de la Rubia. Sabía que tarde o temprano el Jota iba a proveer lo necesario. Mientras tanto, a la Rubia le bastaba una buena cogida de vez en cuando. Y el Jota había tenido un entrenamiento envidiable para eso.