INTRODUCCIÓN AL UNIVERSO IN-FORMADO
Más allá de un mundo inundado por los enigmas de las ciencias dominantes, está emergiendo un nuevo concepto del universo, que trasciende las ideas establecidas; en su lugar aparece un concepto nuevo y viejo al mismo tiempo: el universo in-formado, que tiene sus raíces en el redescubrimiento de la tradición ancestral del Campo Akasha como holocampo basado en el vacío. Según este concepto, el universo es un sistema coherente con un alto grado de integración: un «sistema vacío súper macroscópico». Su propiedad más importante es la información que es generada, conservada y transmitida y vincula todas sus partes. Esta característica es totalmente fundamental. Transforma un universo que se dirige a ciegas desde una fase de su evolución a la siguiente, en un sistema estrechamente interconectado que se construye a partir de la información que ya ha sido generada.
El universo in-formado es un universo en el que el campo A es un elemento fundamental. Gracias al campo A, este universo es de una coherencia extraordinaria. Todo lo que sucede en un lugar, acontece también en otros lugares; todo lo que sucedió una vez, vuelve a suceder también muchas veces después. Nada es «local», limitado a dónde y cuándo suceden. Todas las cosas son globales, efectivamente cósmicas, ya que la memoria de todas ellas se extienda a todos los lugares y en todos los momentos. Este es el concepto de universo in-formado, la visión del mundo que será la seña de identidad de la ciencia y de la sociedad en las próximas décadas.
El universo in-formado no es un universo de cosas y sucesos separados, de espectadores externos ni un espectáculo impersonal. A diferencia del mundo de las principales corrientes de la ciencia, no es ni siquiera materialista. La materia (es decir, la clase de «relleno» del que están hechas las partículas que se unen en núcleos que se unen en átomos que se unen en moléculas que se unen en células que se unen en tejidos que se unen en organismos que se unen en ecosistemas) no es una realidad definida. Lo que llamamos materia es energía reunida en forma de paquetes de onda cuantizados. La idea clásica de que todo lo que hay en el mundo es materia, y que toda la materia se creó en el Big Bang y que desaparecerá en agujeros negros o en el Big Crunch, es una equivocación colosal. Y la creencia de que cuando sepamos cómo se comporta la materia lo sabremos todo (una creencia que comparten los físicos clásicos y la ideología marxista) es una pretensión colosal también. Tales visiones han sido desestimadas definitivamente. ¡Hay muchas más cosas en este universo de lo que los científicos clásicos, los ingenieros y los marxistas nunca hubiesen imaginado! Y muchas de las cosas que hay en este mundo son más increíbles de lo que los escritores de ciencia ficción nunca hubieran podido imaginar.
Pero la característica realmente importante del universo in-formado no es que la materia no sea su principal característica. Lo verdaderamente importante es que todo lo que sucede en él afecta («in-forma») a todo lo demás. Esto no es tan extraño como puede parecer: ya hemos observado en el capítulo 4 que incluso en el mar cada cosa afecta a todas las demás. Un ejemplo aún más familiar es el del acuario que algunos han tenido cuando eran pequeños. El hijo del autor, Christopher Laszlo, tuvo uno cuando era adolescente y afirma que la comprensión de lo que ocurre en él es una buena manera de comprender lo que pasa en el universo.
EL ACUARIO Y EL UNIVERSO IN-FORMADO: UNA METÁFORA SUGERENTE
Una contribución de Christopher Laszlo[[[[P2_1]]]]
Imagínese que se encuentra frente a un acuario enorme de vista panorámica. Los peces ángel y los cíclidos enanos se deslizan con delicadeza, mientras el gurami gigante y los barbos tigre de rayas rojas persiguen a unos cuantos peces carroñeros por los guijarros del suelo. Los neones plateados brillan entre las plantas espada del Amazonas y los helechos de agua africanos. Pequeñas burbujas de aire ascienden al ritmo del zumbido del filtro eléctrico.
De repente, dos submarinos motorizados de juguete son introducidos desde la superficie del agua y se sumergen hasta una profundidad media. Los peces se mueven inquietos y con rapidez alrededor de las paredes del acuario dando unas cuantas vueltas y después se tranquilizan cuando el peligro aparente desaparece.
Ahora observemos de cerca el movimiento de los submarinos. Se bambolean y cabecean con el movimiento de los peces, incluso con las burbujas de aire ascendentes. Cuando se conectan, se deslizan dentro del agua creando pequeñas estelas submarinas que consiguen atraer a los peces y hacen que las plantas se balanceen. En ocasiones, uno de los submarinos arrastra a uno de los peces a su estela, y el pez, como reacción a este movimiento, se revuelve para escapar creando a su vez turbulencias que consiguen que el submarino vire de forma precipitada.
Cada movimiento produce un impacto en todo lo que se encuentra en el acuario. Cada pez, planta, submarino, guijarro o burbuja está conectado por el movimiento a través del agua en forma de ondas. Aunque no podemos verlas, las ondas que se cruzan dentro del agua transportan información sobre los objetos que las crearon. La estela que produce la hélice del submarino lleva codificado un conjunto diferente de datos al de la ondulación de una aleta dorsal. Cuando las dos ondas colisionan, el submarino y el pez se influencian mutuamente el uno al otro, trasmitiéndose la localización, la velocidad y el tamaño del otro.
Estamos observando un modelo simple del universo de acuerdo con la teoría del campo A. En dicha teoría, la realidad física subyacente es un campo holográfico en el que cada objeto, ya sea una partícula, un átomo, una molécula, una ameba, un ratón o un ser humano, se encuentra conectado con todos los demás objetos. Y cada objeto afecta a todos los demás a través de ondas de presión que literalmente dan forma a las cosas que se encuentran alrededor de ellas.
Existen algunas diferencias importantes entre el modelo del acuario y el universo informado del campo A. En el acuario, las ondas contienen «in-formación» así como una fuerza física: podemos sentir el impacto de una onda debajo del agua. En el campo A, las ondas transportan información sin transmitir ninguna fuerza, lo que significa que no podemos sentirlas. En el acuario, las ondas pierden velocidad y finalmente desaparecen. En el campo A, las ondas nunca se atenúan porque se mueven en un medio sin rozamiento, es decir, sin nada que se oponga a su avance. Estas dos primeras diferencias entre nuestro acuario y el universo aparecen porque el campo A es un medio que, al igual que el helio líquido utilizado en los experimentos de superconductividad, no puede ser medido mediante métodos convencionales. No podemos ver ni sentir las ondas en el campo A. La energía se mueve a través del material superconductor sin amortiguación ni pérdidas, a diferencia de los pulsos de corriente eléctrica que se conducen a través del cobre, lo que explica por qué las líneas telefónicas necesitan de repetidores para transportar las señales a grandes distancias. En el medio del campo A, los objetos se mueven sin esfuerzo y sin encontrar ninguna resistencia apreciable. Es por esta razón por la que los científicos más importantes en el pasado concluyeron que el espacio era, en esencia, un vacío. El propio Sir Isaac Newton creyó que el vacío del espacio era un receptáculo pasivo a través del cual se movían los objetos físicos, obedeciendo a las leyes del movimiento que él había descubierto.
Pero cuidado, el universo in-formado se convierte en algo todavía más extraño. En el acuario, las ondas viajan a velocidades relativas terrestres de hasta unos pocos cientos de kilómetros por hora en distancias muy pequeñas. En el campo A, las ondas pueden viajar más rápido que la velocidad de la luz, ¡a más de 300.000 kilómetros por segundo! Esta transmisión de información a tan alta velocidad explica el por qué los eventos aparentan estar sincronizados a grandes distancias, una especie de correlación instantánea, conocida como deslocalización, que los científicos están descubriendo en una serie de disciplinas. Pensemos cómo, de forma instantánea, cada molécula de nuestro cuerpo se ajusta a las miles de reacciones bioquímicas que se producen cada segundo, o en cómo un pensamiento que aparece de forma súbita en nuestra mente también lo hace en la mente de la persona amada en el mismo momento preciso, incluso aunque él o ella se encuentre a cientos de kilómetros de distancia.
En el acuario «lo que vemos es lo que tenemos»: un barbo tigre tiene siempre el mismo color y forma cada vez que lo miramos. En el universo in-formado, los bloques más minúsculos con los que se construye la realidad física (conocida mediante nombres extraños como quarks, gluones y bosones) existen como potencial de muchos estados diferentes. Se dice que su potencialidad (un estado «virtual») se colapsa en un estado existente («real») cuando es observada o se interactúa de algún modo con ella. Es como un pez barbo tigre que existía «potencialmente», y que, cuando es observado, se convierte en uno de los diversos peces barbo tigre reales, a veces plateados y delgados, otras veces rayados y gruesos, o en ocasiones transparentes.
El campo A une todos los sistemas físicos en un todo sumamente coherente. Esto significa que el puro azar, el juego de los dados, no desempeña un papel fundamental en la evolución, en contra de la teoría de Darwin sobre las mutaciones al azar que conducen a que sobrevivan los mejor adaptados. El campo A está interactuando continuamente con la materia a todos los niveles, desde el subatómico al cósmico, para influenciar el modo en que cada ser vivo crece, se adapta y evoluciona. Esto nos lleva a un mundo extraordinariamente coherente en el que los objetos en un determinado nivel (como los átomos) sufren la influencia de los objetos que se encuentran en otro nivel (como los seres humanos), los cuales a su vez se verán influenciados además por otros niveles hasta recorrer todo el camino que nos lleva hasta el propio universo, e incluso a universos previos, con lo que se explica el ajuste fino de la coherencia de nuestro universo tal y como lo conocemos.
Dentro de esta perspectiva, el cosmos es intrínsecamente creativo, preservando y renovando la impronta de todo lo que existe. El campo A es un campo activo de memoria que abarca el espacio (está en todas partes) y el tiempo (perdura para siempre). Es como si todos los peces y las plantas del acuario fueran manifestaciones físicas del agua, interconectadas por el agua de modo que cualquier cosa que le suceda a uno de ellos influencia a lo que le suceda a los demás en un sistema de dependencia mutua, evolucionando juntos en una delicada danza de toda la vida y toda la naturaleza.