Ven,
navega conmigo por un lago tranquilo.
Las orillas están veladas,
la superficie está en calma.
Somos naves en el lago
y somos uno con el lago.
Vamos dejando una fina estela,
navegando por las aguas neblinosas.
Sus sutiles olas señalan nuestro paso.
Tu estela y la mía se funden,
y forman un dibujo que refleja
tu movimiento y el mío.
Según otras naves, que también somos nosotros,
navegan por el lago, que también es nosotros,
sus olas se cortan con las nuestras.
La superficie del lago cobra vida
ola sobre ola, estela sobre estela.
Son la memoria de nuestros movimientos,
las trazas de nuestra existencia.
Las aguas susurran, de ti hacia mí, de mí hacia ti,
y desde nosotros hacia todos los que navegan en el lago:
Nuestra separación es solo una ilusión;
somos partes conectadas de un todo
somos un lago con movimiento y memoria.
Nuestra realidad es más grande que tú y yo,
y que todas las naves que surcan las aguas,
y que todas las aguas en que navegamos.